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miércoles, 30 de marzo de 2011

MI CRISTO ROTO



MI CRISTO ROTO

P. Ramón Cueto



INTRODUCCION

La historia comienza en una tienda de antigüedades en Sevilla, donde el padre Ramón regatea el precio de un Cristo de madera que luce muy deteriorado. A la imagen le falta la cruz, también media pierna, un brazo y el rostro; ya que aparentemente fue profanada durante la guerra civil española. No obstante, es una fina obra de arte que merece ser restaurada. Aquí empieza el diálogo que se desarrollará durante toda la obra. Ya en casa, el padre Ramón se sorprende cuando el Cristo le prohíbe que lo restaure. El Cristo roto prefiere no ser restaurado, porque desea que veamos en su rostro el rostro de todos nuestros hermanos: los Cristos rotos vivos y sufrientes. A lo largo de la obra se profundiza en esta gran parábola. Ambos personajes nos demuestran las posibilidades del ser humano, como hijos de Dios, para servir y restaurar a nuestros hermanos en lo físico y en lo espiritual. El diálogo entre el protagonista y el Cristo roto nos va entregando invaluables lecciones llenas de sabiduría y esperanza. Descubrimos que estamos acostumbrados a ver la cruz, aunque pocas veces recordamos lo que verdaderamente significa. El Cristo roto no tiene cruz, y nos invita a que le entreguemos la nuestra; tal vez para ayudarnos a cargarla. Al final de la obra, Cristo explica cómo fue morir en la cruz.

DIOS TIENE MANO IZQUIERDA

La misma tarde que compré mi Cristo, le pregunté al anticuario dónde estaría el brazo derecho.
- ¡Oh, imposible encontrarlo! (me contestó). Y no crea usted que no revolvimos ya todo el pajar en donde estaba tirada la imagen mutilada. Encontramos, eso sí, la pierna izquierda y se la pegamos pero de la mano derecha ¡Ni rastro!

El anticuario no sabía Señor por dónde andaba tu mano derecha, pero Tú, Tú sí que lo sabes, la estás desclavando continuamente y se te escapa siempre. No, no me extraña que no la tengas, anda por ahí, invisible pero eficaz. ¡¿Quién no siente de vez en cuando, el suave roce de la mano llagada de Cristo?! Esa mano invisible que, sin llamar a la puerta, se mete en todas partes; en el hospital, en el lecho de muerte, en la oficina, en el despacho, en la fábrica, en el cine, en el teatro. Se cuela de puntillas como una ráfaga luminosa y musical. No podemos dar un paso por la vida sin tropezar con la mano de Dios. Pero tú, Cristo mío roto, sólo tienes mano izquierda.

Y me imaginé que decía, después de sentir que mi Cristo sonreía silencioso: "Qué poco y mal me conocéis, ¿Qué sería de vosotros los hombres si yo no tuviera mano izquierda?, La tengo, pero no para evitar que me crucifiquen, sino para conseguir que mi padre no os condene, Yo no uso mi mano izquierda para salvarme de la cruz, sino para salvaros del infierno, ¿Lo comprendes ahora?"

Toda la aventura trágica y divina de nuestra vida, está en dejarnos guiar por las manos de Dios. Pero hay en nosotros un elemento difícil, esquivo, peligroso: la libertad. Y Dios la respeta misteriosamente, infinitamente. Para conquistarnos dispone Dios de dos manos, la derecha y la izquierda que representan dos técnicas y dos tácticas. La mano derecha; es
clara, abierta, transparente, luminosa. La mano izquierda busca atajos, da rodeos, es cálculo, diplomacia, no tiene prisa, si es necesario actúa a distancia y finge la voz, pero aunque izquierda no es maquiavélica ni traidora, porque la mueve el amor.

Para cada alma Dios tiene dos manos, pero las emplea de modo distinto porque todas las almas son diferentes. Con la derecha, como a palomas blancas o a ovejas dóciles, Dios guiaba a Juan Evangelista, a Francisco de Asís, a Juan de la Cruz, a Francisco Javier, a las dos Teresas. Para conquistar a Pedro, a Pablo, a Magdalena, a Agustín, a Ignacio de Loyola, Dios tuvo que emplear la izquierda. Ante la mano derecha, se rebelan, entonces entra en juego la izquierda, busca un disfraz y se trueca en rayo, en bala, trata de ser freno que nos detenga, quiere alzarnos del barro en que caímos, se nos mete en el pecho para ver si logra ablandar nuestros corazones. Sus recursos son infinitos, hoy la disimula con modernos y actuales disfraces, es el ser más actual.
¡Se rompe una presa que arrastra mis fincas! Tengo un descuido inexplicable en el trabajo, y la máquina me siega un brazo. Íbamos en coche a 100 por hora, nos salió inesperadamente un camión, murieron en el acto mi mujer y un hijo, y quedé solo en la vida. Jamás he tenido una enfermedad, pero me dice el médico que tengo algo incurable.

Ante la mano izquierda de Dios, la primera reacción es un grito de rebeldía y desesperación, olvidamos la presa, el coche, el traidor, la muerte, porque adivinamos que ellos no tienen en definitiva la culpa, presentimos a Dios como responsable de ese dolor, que por ser tan terriblemente profundo, no puede venir de las criaturas y lógicamente nos encaramos a Dios. ¡Le gritamos, le emplazamos, le protestamos, le exigimos, le desafiamos, le condenamos! ¡PADRE, SI FUERAS PADRE, NO ME TRATARÍAS ASÍ! Gritamos, protestamos, nos rebelamos y luego…
nos quedamos solos. Y vienen las primeras lágrimas nerviosas y quemantes, y sin darnos cuenta, la primera oración. Volvemos a protestar contra Dios, contra nuestra primera oración. Sucede el cansancio, las lágrimas ya son más serenas, ya rezamos sin protestar, tenemos ganas de besar algo, ¿Qué? Oh sí, eso, ya lo encontramos, un crucifijo, y con un beso le decimos a Dios, que está bien lo que Él disponga, terrible, violenta, dura, implacable, pero bendita mano izquierda de Dios. Se formulan absurdas expresiones: "Bendita presa que se rompió, arrasó mi fábrica, pero me acercó a Dios, yo andaba muy lejos de Él".

Cristo mío roto, te lo digo en nombre mío y de todos, porque todos somos valientes para pedírtelo desde ahora: Señor, si no basta para salvarnos la ternura de tu mano derecha, desclava tu izquierda, disfrázala de lo que quieras: fracaso, calumnia, ruina, accidente, muerte. Cristo, que seamos hijos de tu mano, de tu derecha o de tu izquierda.

A la cabecera de tu cama, amigo, o en tu mesita de noche, tienes un Cristo clavado en la cruz, ¿Por qué esta noche, antes de acostarte, no le besas la mano izquierda? Dios sabrá compensarte ese gesto de valor y resignación cristiana.


SE HA PERDIDO UNA CRUZ

¡Atención! Se ha perdido una cruz y no se da con ella, es la de mi Cristo roto. ¿Alguno de vosotros, ha encontrado una cruz? ¿Queréis las señas? ¿El tamaño? No es muy grande, pero es una cruz y no hay cruz pequeña, además es una cruz para Cristo y entonces no hay modo de medirla, con estas señas basta porque en definitiva todas las cruces son iguales.

Perdonad pues mi insistencia, ¿Quién de nosotros no ha encontrado una cruz? Mejor dicho: ¿Quién no tiene una cruz? Es un derecho de propiedad irrenunciable que se está ejerciendo siempre, todos la llevamos. La llevamos encima, a cuestas, aunque no se nos vea, aunque sonriamos. A veces por oculta, más pesada. Esta noche al acostarnos, no podremos dejarla colgada en la percha, al levantarnos mañana, no será necesario vestírnosla, saltaremos de la cama con ella ya puesta.

¿Que quién ha encontrado una cruz? Todos… todos, buenos y malos, santos y criminales, sanos y enfermos, ni siquiera respeta a los que parecen desafiar el dolor con las carcajadas y juergas de su vida.

Esa pobre mujer, que repintada y aburrida espera sentada a la barra de la cafetería o arrimada a la esquina estratégica, lleva una pavorosa cruz a cuestas, pesa tanto, que se apoya recostándose en la esquina, es una cruz más pesada de lo que sospechamos y el que se acerca a ella buscando el placer, lo hace por huir de otra cruz. Hablan los dos, regatean, prometen, se arreglan al fin y allá van por la calle adelante, con prisa y con la cruz a cuestas, y cuando regresan, cuando ya han tratado de aplacar su hambre de felicidad, sienten defraudados que ha aumentado su cruz, que es mayor. En ella, asco y envilecimiento, en él, desolación.

Toda ciudad en definitiva es un bosque, una selva, una colmena de cruces, ¿Y sabes amigo por qué a veces nuestra cruz resulta intolerable? ¿Sabes por qué llega a convertirse en desesperación y suicidio? Porque entonces nuestra cruz, es una cruz sola, sin Cristo, solamente se puede tolerar, cuando lleva un Cristo entre sus brazos. Una cruz laica, sin sangre ni amor de Dios, es absurda, no tiene sentido, por eso, se me ocurre una idea. Yo tengo un Cristo sin cruz y tú tienes, tal vez, una cruz sin Cristo. Los dos están incompletos. Mi Cristo no descansa, porque le falta su cruz, tú no resistes tu cruz porque te falta Cristo. ¿Por qué no le das esta noche tu cruz vacía al Cristo? Tú tienes una cruz sola, vacía, helada, negra, sin sentido. Te comprendo, sufrir así es irracional y no me explico ¿Cómo has podido tolerarla tanto tiempo? Tienes el remedio en tus manos… anda, dame esa cruz tuya, dámela, te doy en cambio, este Cristo sin reposo y sin cruz. Tómalo, es tuyo, dale tu cruz, toma mi Cristo; júntalos, clávalos, abrázalos y todo habrá cambiado.
Mi Cristo roto descansa en tu cruz, tu cruz se ablanda con mi Cristo en ella. Hemos encontrado una cruz, la nuestra, que resulta ser la de Cristo.

¿QUIÉN TE PARTIÓ LA CARA?

Cristo, yo había oído muchas veces esta amenaza en labios trémulos por el odio: "¡MIRA QUE TE PARTO LA CARA!" Y siempre pensé que todo suele quedar en un puñetazo, un bofetón, una cuchillada en la mejilla. Sólo en Ti se ha cumplido literalmente la brutal amenaza, te han partido la cara de un solo tajo.

Yo se la hubiera restaurado, pero Él me lo prohibió. Por eso me dedico en un juego de fantasía y cariño, a restaurársela idealmente, colocando sobre su cabeza sin facciones, las caras que para mi Cristo, ha soñado el arte universal. Consumo en este juego, museos, colecciones, galerías, catedrales, pinacotecas. Todo va pasando por el tajo de su cara en un desfile lento, y me siento Velázquez o Juan de Meza, con un patetismo barroco, o Montañés con olímpica belleza, o Leonardo, de infinita tristeza.

Pero desde hace unos días, he tenido que renunciar también al consuelo de este juego, el Cristo roto, es terrible en su exigencia, no concibe treguas, y me lo ha prohibido también. Yo creí al principio que le gustaba, al menos lo toleraba silencioso, hasta que un día me interrumpió severamente.

- ¡BASTA! No me pongas ya más caras, he tolerado tu juego demasiado tiempo. ¿No acabas de comprenderlo? No me pongas más esas caras que pides de limosna, al arte de los hombres. ¡Quiero estar así, sin cara! Prometiste que jamás me restaurarías… a no ser, que quieras ensayar otro juego, ponerme otras caras. Esas… sí las aceptaré.

- ¿Cuáles señor? Te las pondré enseguida. Dime qué caras y te las pongo.
- Temo que no lo entiendas, incluso que te escandalices como los fariseos. Me refiero a otros rostros, pero reales, no fingidos como los que inventabas y que son también míos, como el que me cortaron de un tajo.

- Ahh, ya creo adivinar Señor, te refieres a las caras de los santos, de los apóstoles, de los mártires…
- Esas caras en verdad, son mías. Nadie me las niega ni me las regatea. Pero yo quiero otras, las reclamo, muy pocos se atreverían a ponérselas, Yo sí.

Hizo un descanso, como para tomar fuerzas. Respiró profundamente. Yo estaba asustado, tenía miedo, pero no había remedio. Entonces me dijo:

- Oye, ¿No tienes por ahí un retrato de tu enemigo? De ese que te tiene envidia y que no te deja vivir; del que interpreta mal por sistema todas tus cosas, del que siempre va hablando mal de ti, del que te arruinó, del que dio malos y decisivos informes sobre ti, del traidor que te puso una zancadilla, del que logró echarte del puesto que tenías, del que te denunció, del que te metió en la cárcel.

- Cristo, no sigas…

- Es demasiado, ¿Verdad?

- Es inhumano, es absurdo…

- ¿Te has fijado bien en la cara de los leprosos, de los anormales, de los idiotizados, de los mendigos sucios, de los imbéciles, de los locos.

- ¿Y... y me vas a decir Cristo, que esas caras son tuyas y… y que te las ponga? No, no, imposible.
- Espera… no acabo aún. Toma bien nota de esta última lista y no olvides ningún rostro: Tienes que ponerme la cara del blasfemo, del suicida, del degenerado, del ladrón, del borracho, del asesino, del criminal, del traidor, del vicioso. ¿No has oído? ¡Necesito que pongas todos esos rostros sobre el mío!

- No, no señor… (contesté)

- No entiendo nada, ¿Todos esos rostros miserables y corruptos sobre el tuyo, sagrado y divino?

- ¡Sí, así lo quiero! ¿No ves que todos ellos pertenecen a esta pobre humanidad doliente creada por mi padre? ¿No te das cuenta que yo he dado la vida por todos? Quizá ahora comprendas lo que fue la Redención. Escucha: Yo como hijo de Dios me hice responsable voluntariamente de todos los errores y pecados de la humanidad. Todo pesaba sobre Mí, mi Padre se asomó desde el cielo para verme en la cruz y contemplarse en Mi rostro, clavó sus ojos en Mí y su pasmo fue infinito. Sobre mi rostro, vio sobrepuesta sucesiva y vertiginosamente las caras de todos los hombres. Desde el cielo, durante aquellas tres horas terribles de mi agonía en la cruz, contemplaba el desfile trágico de la humanidad vencida, mientras tanto Yo le decía: "¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!" No era Yo sólo quien moría en la cruz, eran miles y miles de dolientes seres humanos, derrotados muchos por sus propias pasiones, por sus errores, por sus pecados. El desfile era terrible, repugnante, grosero. Mi padre vio pasar sobre mi rostro la cara del soberbio; la del sectario, imaginando la destrucción de Dios, la del asesino frío y desalmado. Había labios repugnantes, ojeras hundidas marcadas con fuego de lujuria, alientos insoportables de ebriedad, palidez de madrugadas encenagadas en el vicio, sórdidos rictus de amargura y desesperación, turbadoras miradas de perversión y delito, de subterráneas anormalidades inconfesables y oscuras. Toda la derrota y las lacras de una humanidad irredenta, la agonía, la muerte. Y mi Padre… Dios, las amó a todas y perdonó sus pecados.
Mi Cristo calló, qué pobre y ridículo me pareció el arte de los hombres y qué profundo e insondable el amor de Dios. Y desde entonces, enmudeció. No volvió a hablarme más.

No olvidemos nunca esta suprema y difícil lección. No olvidemos nunca la superficie lisa del rostro de mi Cristo, tajado verticalmente. Podríamos compararlo con un portarretrato vacío. En él se nos ofrece la oportunidad de colocar la cara de aquél o aquellos que nos han hecho daño o que odiamos profundamente haciéndonos más daño a nosotros mismos que a quien es objeto de nuestro rencor.

¡Sí…, sí, seamos valientes! Recordemos el rostro que mayor odio y antipatía nos produzca, acercémoslo a Cristo, aunque sintamos temblar nuestro pulso. Coloquémoslo sobre el suyo e imaginemos que nuestro enemigo, ese ser que odiamos, ocupa su lugar en la cruz. Cerremos los ojos, acerquémonos al crucificado y besemos reverentes y humildes su figura.

Al besar un Cristo, con el rostro de nuestro enemigo, nos envolverá una voz cálida y musical, paternal y bondadosa. Aquélla que hace muchos siglos nos dejara la más grande y maravillosa herencia que hombre alguno pueda tener, encerrada en sólo seis sencillas palabras:

"Amaos los unos a los otros".

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martes, 22 de marzo de 2011

Cuando la ficción se acerca a la realidad



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Ya la humanidad terrestre está pasando por todo lo que, en el lenguaje simbólico y alegórico de la
Biblia, se predice en el Apocalipsis de San Juan. Los "tiempos han llegado" y nuestra
civilización agoniza. Tres de los caballos alegóricos y funestos de aquella profecía, han
desatado su furia sobre nuestro mundo. Por eso es que se está viviendo un caos tan
horrible; toda la humanidad está conmovida por la más absurda explosión de los bajos
instintos, de las pasiones desbordadas, de la más cínica y desvergonzada exposición
de sus vicios y de sus brutales apetitos. Nunca, hasta hoy, habíamos asistido a una
quiebra, tan completa, de los más altos valores del espíritu. Las normas elevadas de
moral, de belleza y de armonía, se han olvidado, producen risa y escarnio... todo
marcha hacia su propia destrucción en un bestial alarde de materialismo egoísta,
sádico y repugnante; en una eclosión nefasta de barbarie y de lujuria, que olvida a
belleza y el amor y sólo busca la embrutecedora sensación efímera del orgasmo y la
orgía, en un ambiente invadido por las drogas, la violencia y el crimen... Y así
marchan todos, como un rebaño furioso que se lanza hacia el abismo...

El cuarto jinete apocalíptico asolará la Tierra cuando estalle la tercera y Última
guerra mundial, y los cataclismos y calamidades de todo orden arrasen íntegramente
el planeta; porque los hombres de nuestra raza no han logrado avanzar moral ni
¡intelectualmente hasta un nivel en que su egoísmo, su avaricia, su odio y su lujuria
les dejarán paso a concepciones superiores, a realizaciones más perfectas depuradas,
a instituciones más sabias y altruistas, a una convivencia más fraterna y pacífica...

Sólo han desarrollado la ciencia y la técnica por afán de lucro, de dominio de egoísta
competencia y no de útil cooperación. Y el resultado es la constante división, el
enfrentamiento del hombre contra el hombre, y por tanto, la guerra...

Debes saber, que en ese mundo al que fui llevado, y al que voy a regresar, ya no
se conocen las guerras ni la menor forma de lucha o antagonismo entre sus
habitantes. Han desarrollado instituciones que permiten la mutua y recíproca
convivencia en un sistema de cooperación mundial perfecto, bajo la sabia dirección de
un estado y un gobierno que abarca todo ese mundo. Hace muchos siglos, muchos
miles de años, que esa raza alcanzó tal grado de adelanto, que les permitió visitar la
Tierra en otras oportunidades. Todas las referencias que en los escritos más antiguos
conocidos por nosotros se hace sobre visitas a este planeta de "dioses en carros de
fuego" como en las mitologías de Grecia, de los papiros del Egipto, de Persia, de la
India y el Tibet; las leyendas fabulosas de los Mayas, los Aztecas y los Incas; el
"Hombre de la Máscara de Jade" hallado en una desconcertante sepultura bajo la
Pirámide de Palenque, en México, el año de 1952, cuyo sarcófago de piedra, de diez
mil años de antigüedad, estaba cubierto por una enorme losa con bellos altorrelieves
representando a un hombre sentado a los mandos de una nave espacial... Todo eso ha
sido motivado, en los albores de nuestra civilización, por las visitas que, de tiempo en
tiempo, hacen los hombres de esa raza a nuestro mundo. No se trata de visitas de
estudio ni de mera curiosidad científica. Desde hace miles, muchos, miles de años,
pues cuando el Egipto de los Faraones sólo era un conjunto de tribus salvajes, en
Ganímedes ya existía una civilización tan sabia y tan poderosa que les permitió ser los
intérpretes y ejecutores del Plan Cósmico de nuestro sistema solar. Y en cumplimiento
de ese Plan vinieron a la Tierra cuando su presencia fue necesaria para ayudar a
adelantar a los seres de este mundo.

El mítico y portentoso Hermes Trismegisto, piedra fundamental de toda la
sabiduría egipcia de ese entonces, y de muchas escuelas esotéricas, fue uno de ellos...
Y la subida al "cielo" del profeta Elías en "un carro de fuego", que nos narra la Biblia,
no fue sino una de las tantas misiones de ese Plan Cósmico, ejecutadas por los seres
de esa raza de superhombres...

Mi amigo volvió a callar. Sirvió más café y mientras lo tomaba, me miró serena
pero insistentemente. Yo estaba absorto, sin saber qué decir. Experimenté una
extraña sensación. Me parecía que de sus ojos partiera una luz que invadía y llenaba
mi cerebro. Me sentí confuso y me levanté bruscamente del asiento. El sonrió. Dejó el
pocillo y, abriendo un cajón del escritorio, me mostró un pequeño objeto de metal,
parecido en tamaño y formas a una máquina fotográfica de las más chicas.

-He traído esto y, cuando me vaya, te lo dejaré. Es un aparato transmisor y
receptor con el que se puede uno comunicar directamente con ellos. No debe usarse
sin necesidad, pues no tendrá ningún resultado positivo y útil hacerlo por mera
curiosidad. Te enseñaré su manejo y cuando tenga que entrar en contacto, estarás
presente y así no dudarás más de mis palabras.

-Pero ¿de qué me servirá cuando te vayas?

-Podremos seguir comunicándonos. Será un privilegio que guardarás en el más
estricto secreto, exclusivamente para bien tuyo y de los suyos. Tal vez más adelante,
puedan ustedes, también reunirse con nosotros...

-¿Y cuando se le acabe la fuerza?

-Su potencia es permanente, inalterable. Actúa con energía cósmica y lo único
que se requiere es que pueda recibir, por lo menos, una hora de luz solar cada
semana. Me servirá para instruirte a través de la distancia que separa ambos mundos,
y tú y los tuyos resolverán su porvenir... No olvides lo que te he dicho antes: Los
tiempos han llegado, el Apocalipsis se cumple y esta civilización será extinguida, como
lo indican, en símbolos y alegorías la Gran Pirámide de Keops en el Egipto y las
profecías de San Juan, y ello tendrán lugar en los últimos decenios de este siglo... La
promesa de Cristo se realizará: La famosa -Jerusalem de Oro-, símbolo de la nueva
raza, que baja desde los cielos a la Tierra- para establecer en ella Su Reino, serán
hechos tangibles y reales en el próximo milenio. Pero todos los males de este mundo
tienen que desaparecer. La humanidad de este planeta deberá ser regenerada, para
que una nueva civilización, sobre los moldes de la de Ganímedes pueda reemplazar a
las carcomidas y podridas estructuras sobre las que descansan todas las creencias y
todas las instituciones actuales. Como el Ave Fénix, esta raza y esta civilización
morirán para ser purificadas, redimidas, superadas, renaciendo de sus cenizas en los
albores de un mundo y una raza nuevos, cuyos primeros padres serán aquellos, -
hombres y mujeres- escogidos por su grado de adelanto, que son, efectivamente, "los
de las blancas vestiduras del Reino" de que nos habla el Apocalipsis y el Juicio Final,
que van a ser llevados poco a poco, a Ganímedes para regresar, debidamente
preparados, cuando llegue el tiempo de repoblar la Tierra bajo la dirección amorosa y
sabia, de sus maestros de ese mundo...

-Te he oído decir que esos hombres y mujeres van a venir otra vez, en el siglo
próximo... ¿cómo van a poder vivir tantos años y llegar a ser los padres de la nueva
raza, a que te refieres...?

-No te extrañen mis palabras: en Ganímedes uno de los conocimientos comunes
es el de la conservación de los cuerpos. La regeneración celular, y por tanto el
mantenimiento orgánico sin la esclerosis que produce la vejez, son conocidos y
utilizados por todos. El secreto de los patriarcas bíblicos que vivieron varios siglos, es
común en ese mundo...
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Cualquier persona, con cierta cultura, tendrá, por lo menos, alguna noción o
elemental conocimiento de la existencia de tales escuelas, fraternidades u órdenes,
algunas mejor conocidas; otras en verdad tan secretas, que su existencia ha
transcurrido, desde siglos, entre los herméticos limites de sus disciplinados miembros.

¿Quién no ha oído hablar, por ejemplo, de los Hermanos Esenios, de la época de
Cristo; de los Rosacruces, o Fraternidad Rosa-Cruz; de los Magos de Zoroastro, en la antigua Persia; de las Sociedades o Escuelas Teosóficas; de los Misterios de Eleusis, en la antigua Grecia; de los misteriosos Lamasterios del Tibet y de la India; o de la moderna Fraternidad Universal de Hermanos Acuarianos u Orden de Acuarius?... Pero ¿habrá muchos que puedan saber, algo, positivo, acerca de los Hermanos de la Esfinge, del antiguo Egipto, de la hermandad secreta de Antiguos Nazarenos; de los herméticos Caballeros de la Mesa Redonda; o de los invisibles Discípulos de la Gran Logia Blanca de los Himalayas...?

Mucho ha avanzado nuestra cultura en los últimos siglos. Es realmente
encomiable el rápido y sorprendente desenvolvimiento de la ciencia y de la técnica, en
especial lo que hemos alcanzado en las últimas décadas del presente siglo; pero
¿hemos avanzado, igualmente, en los dominios de la moral, de la ética, de la política
regional o internacional, o simplemente en el desarrollo efe los campos ilimitados de la
mente y del espíritu...? Y es, precisamente, en estos terrenos en los que necesita el
hombre de la Tierra cultivarse, conquistar nuevos laureles, subir muchos peldaños en
la Escala de la Vida, para poder conseguir la superación integral requerida para su
ingreso consciente y voluntario a planos, reinos, dimensiones o mundos superiores al
de la materia...

No es una discriminación caprichosa. En el Universo y en el Cosmos, nada se
hace por capricho. Ya lo dijo, también, Einstein, al refutar la teoría del físico alemán
Heisenberg sobre el "Principio de la Incertidumbre", que pretendía afirmar que algunos
fenómenos ocurridos en los átomos eran fruto del azar. El sapientísimo padre de la
teoría de la relatividad manifestó, al respecto: "No puedo creer que Dios juegue a los
dados con el mundo".

Y en efecto, nada es fruto del azar ni de mera coincidencia, en el Cosmos. Fíjese
bien que no decimos en el Universo, sino en el Cosmos; porque debemos entender que
nos referimos al Cosmos como forma integral del Universo: Universo Físico, material,
tangible, visible, audible y computable con los medios y los sentidos conocidos en un
tipo de mundos como el nuestro. Y ese otro Universo Suprafísico, etérico,
extrasensorial, psíquico, inmaterial para el concepto que nosotros tenemos de la
materia, pero material también, desde el punto de vista de las diferentes gradaciones
en que se desarrolla la Materia, desde los niveles más bajos y pesados hasta aquellos
en que llega a confundirse con la Energía, en esos escalones supremos de la Vida que
representan los reinos o Mundos del Espíritu, uno de los cuales es aquel al que se
refiriera, varias veces, Cristo, cuando decía: "Mi Reino no es de este mundo".

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Extractado de: "YO VISITE GANIMEDES..." JOSIP IBRAHIM
el mundo maravilloso de los OVNIS

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martes, 8 de marzo de 2011

Conferencia Alexandra B. Porter en referencia al 11.09.01



¡Buenos días a todos!

Hoy, mi charla es titulada “Del Espíritu Viene La Luz ” y comenzare con una definición corta.

La palabra “Espíritu” posee muchos significados. ¡Me explico! Por ejemplo, la palabra “Espíritu” puede definirse como algo poderoso- pero aún, también, siendo sutil; un tipo de “esprit de corps” que resplandece desde un individuo o un grupo de individuos. Puede utilizarse para significar una entidad encarnada, alguien viviendo ahora en la tierra. Puede significar, también, una entidad descarnada, alguien quien ha hecho su transición y haya pasado a la próxima dimensión de vida. Y entre otras, la palabra “Espíritu” puede implicar algo que no podemos ver, pero aún, teniendo un efecto sobre las gentes, así como también sobre situaciones.

Sin embargo, como el objetivo primario de esta charla, vamos a ponernos de acuerdo que con la palabra “Espíritu” nosotros significamos un principio animador de todas las vidas. Vamos a ponernos todos de acuerdo, que este principio animador de todas las vidas tiene las siguientes características:

1. Emana desde la Gran Cabeza Cósmica de Dios mismo

2. Es Divino en el origen.

3. Satura todo lo que existe en todos lados y en todas partes del universo

4. Está presente en cada y toda forma de vida, ya sea esa forma animada o inanimada, y

5. Perméa a lo largo de todas partículas minúsculas de la materia

Adicional, vamos a ponernos de acuerdo que, desde el punto de vista de los términos de la iluminación, la luz que viene del espíritu fluye una corriente mediante cada situación en la cual cada uno de nosotros estámos intricados, en la compañía de otros o con nosotros mismos.

Ahora bien, terminando con esta corta definición de lo que se debe entender por la palabra “Espíritu,” paso a darles otro punto de referencia. La ciencia, hoy, nos dice que la energía viene del movimiento, y que el movimiento viene de la energía. Esto puede explicarse como se indica a continuación. Como muchos de ustedes ya saben, hay dos tipos, o sea, dos formas de energías; energía negativa y energía positiva. Cuando las cualidades de las energías negativas y positivas se encuentran, la unión crea un tipo de desasosiego. El resultado final de éste es el movimiento; el cual produce energía una vez más.

Quizás en este momento, esto pueda parecer, o aparecerles a ustedes, que tiene poco o nada que ver con los principios del espíritu e iluminación. Pero sin embargo, en ciertas situaciones, y en ciertos sucesos, la vitalidad que nosotros manifestamos es el resultado final de las cualidades de energía negativa y energía positiva, o las condiciones que nos llevan a una etapa en nuestras vidas en donde repentinamente podemos perder todo tipo de reconocimiento de la Luz del Espíritu.

La mayor, y mejor, instrucción en nuestras vidas así como también para nuestro desarrollo, vendrá directamente del cosmos como un tipo de revelaciones cósmicas del Espíritu. Cuando esto sucede una luz se enciende y como magia un velo se levanta, o sea se quita, de cualquier determinada condición dolorosa o cualquier determinado suceso de tensión en que nos encontremos.

Si no fuese por la Luz , nosotros no tuviésemos ningún reconocimiento o ninguna comprensión de qué constituye la oscuridad. Nosotros estaríamos tan acostumbrados a la ausencia de Luz, tan acostumbrados a lo que nosotros ahora llamamos la oscuridad, que no la llamaríamos por ningún nombre, en todo lo que se sugiere ser un contraste - desde el punto de vista de la Luz. Nosotros simplemente la llamaríamos la condición natural. Esto es lo que sucede cuando seguimos apegados, como de costumbre, a una situación cuya naturaleza es maléfica, una situación que es peligrosa para cualquier forma de vida, una situación que es un obstáculo o un riesgo para nuestra sociedad, o una condición en nuestras vidas que no es conducente a la buena salud, ya sea esta salud moral, legal, espiritual o física.

Estos son los modelos y patrones en nuestras vidas que crean la condición que llamamos apatía. Aún cuando el resultado es una conciencia culpable, cuando el acto nunca llega a ser publicado y nosotros no tenemos que reconocerlo, nosotros todavía sentimos el daño a nuestra pugna y honradez personal y batallamos para crecer, o sea salir, fuera del mismo. Y en ésta condición nosotros desatamos vía de dónde viene la Luz , y, por supuesto, de aquí en adelante somos incapaces de priorizar los sucesos importantes de nuestras vidas.

Cuando Miro hacia tras a un tiempo dado, cuando ésta energía de la Luz del Espíritu se puso en movimiento en mi propia vida, yo pienso en mi último natalicio. Pienso de lo que tuvo lugar durante ese día. Todavía de mayor importancia, pienso de cómo Dios derramo Luz sobre mi vida, ese día. Quizás ustedes ya se hayan dado cuenta, pero lo cierto es que para la mayoría de nosotros, la fuerza del Espíritu en su totalidad es incomprensible a nuestras mentes limitadas. Pero, ese día, en mi cumpleaños, para ayudarme a tener por lo menos un rastro de conocimiento parcial de lo que tuvo lugar, La Luz Divina de la fuerza del Espíritu me trajo claridad y comprensión,

EL DÍA DE MI CUMPLEAÑOS

En el momento de escribir las palabras del suceso que sigue, hacían sólo unas horas que me había convertido en un terrícola un año más vieja. Mi día de nacimiento es el 11 de Septiembre. Y, en el 2001, en ese mismos día, en los coordinantes de ese punto del universo que llamamos Los Estados Unidos acababan de ser sacudidos por un horror indescriptible.

Al regresar del trabajo a casa, esa noche, mi reacción inmediata ha sido la de ir a un espacio privado que tengo en mi habitación y empezar a rezar, internamente, por seis miembros de mi familia que yo estaba segura de que habían muerto, y por otros diez quienes vivían y trabajaban en las inmediaciones del lugar del trágico y brutal ataque terrorista contra los Estados Unidos.

En el espacio privado de mi habitación donde rezo, y en la privacidad de la habitación de mi ser interno, he pedido, en silencio, que se derramase la luz sobre nuestras vidas. Recuerdo que en ese momento yo quería conocer el meollo del esquema de las cosas. Entonces, al enfocar mi mirada en el emblema de La Cruz con sus rosas, durante un fugaz instante, he visto el cuerpo de Jesucristo presidiendo un coro de ángeles. Éstos, lo mismo que Él, llevaban vestiduras que semejaban hechas de lino brillante. Era un vestido blanco eléctrico, no ajustado pero que parecía delinear lo que estoy acostumbrada a considerar una forma física humana.

Allí, de pie sobre la base de los escombros, cerca de y rodeando las dos Torres Gemelas de Nueva York, habían treinta y dos ángeles, más Jesucristo. De repente noté, o sea he visto que, por delante del corazón de Éste, brotaba una hebra trenzada con hilos dorados. Desde mi punto de referencia, ésta hebra trenzada de hilos dorados parecía penetrar en el corazón de cada ángel, traspasando por atrás, y por la parte frontal del mismo. Penetraba individualmente en el corazón de cada ángel dejando entre medio un espacio de unos seis o ocho pies, creando así una cadena angélica con una longitud de varias millas de hilo dorado trenzado.

No fui capaz de ver sus manos, pero cada ángel estaba sujeto a la hebra trenzada de hilos dorados, a unas cuantas pulgadas de la salida por la parte frontal del corazón. Parecía casi como si alguien o algo agitase la hebra dorada con manos invisibles enfrente de cada ángel. He visto que, cuando un ángel hacía un movimiento con su porción de hebra dorada, un determinado número de Almas Celestiales se elevaba de los cuerpos muertos que habían encima, debajo, dentro y entre los escombros.

visto también cómo cada ángel saludaba a cada Alma como si se tratase de un miembro de su familia. Los he oído luego susurrar: “el padre de”, “la madre de”, “el hijo de”, “la hija de”, “el hermano de”, “el tío de”, etcétera. Cada alma, tras haber sido identificada, se prendía a la hebra dorada frente al ángel correspondiente.

Cuando todas las Almas Celestiales han sido extraídas de la zona, Jesucristo ha empezado a caminar hacia delante y todos le han seguido en fila. Aunque he sido incapaz de ver sus pies, he tenido la clara impresión de que caminaban hacia arriba, como si subieran o escalaran una colina muy empinada. Dentro de unos segundos, literalmente, miles y miles de Almas Celestiales habían alcanzado el cielo. Cuando, hacia el final de la fila, he reconocido a doce de los miembros de mi familia entrando en los cielos, he comprobando así que ellos también estaban conectados a la hebra trenzada de hilos dorados. Con todo el dolor que sentí en ese instante no sé lo que pasó pero la última cosa que recuerdo es que vi y he oído derrumbarse las Torres Gemelas.

Quizás algunos de ustedes se estén preguntando: ¿Cómo sucedió todo esto? Y ¿Qué quiere decir todo esto? Pues créame que yo también me hice esas preguntas. Estas son mis respuestas.

¿CÓMO SUCEDIÓ TODO ESTO?

**** Lógicamente, mi cuerpo físico estaba en el mundo físico, el cual es uno de las siete subdivisiones del séptimo plano. Desde ahí me salí de mi cuerpo y fui a la subdivisión del mismo plano cósmico llamado el mundo del pensamiento. Fue allí donde jugueteaba con la idea de que los miembros de mi familia estaban muertos. Luego pase, o sea llegue, al segundo plano cósmico donde tuve la visión estando despierta. Fue aquí donde me di cuenta y donde fui capaz de confirmar que los miembros de mi familia habían hecho la transición a los otros planos de vida. Esto quiere decir que yo estaba consciente que aunque mis cuerpos estaban en diferentes planos, éstos estaban bien alineado o en armonía.

Todo esto, o sea la visión que experimenté, fue como mirar la grabación de una parte de una historia de años atrás, o sea una historia cinematográfica - La película de algo que ya había pasado. Tuve el gran honor de ver lo que sucedió en los planos antes mencionados. Vi lo que tuvo lugar allí antes de lo que sucedió en el mundo físico. El derrumbamiento de las Torres Gemelas fue el fin de la película.

También estaba mirando la orquestación de la película. Cuando algo pasa en el plano físico es porque ya sucedió en los planos más altos. La hora física es solo un punto de referencia para los humanos. Para que algo se manifieste en el mundo físico ese algo tiene que estar completo y en armonía con los otros mundos y ya haber sucedido en los planos altos.

Por lo tanto, el evento sucedió en el segundo plano cósmico y el derrumbamiento de las Torres Gemelas fue el final de la película.

¿QUE QUIERE DECIR TODO ESTO?

****Para mí, esta experiencia ilustra y demuestra la idea de que:

1. Nunca estamos solos, nunca. Jesucristo está siempre con nosotros.

2. Para aquellas víctimas, la muerte física tuvo lugar antes del ataque terrorista. Quizás eso sea lo que ocurra con todas las muertes físicas. Y

3. En este plano físico, estamos conectados por la clase de relación que nos creamos nosotros mismos.. Pero, en el plano espiritual somos uno, somos uno conectados por una larga hebra trenzada de hilos dorados. Nos identificamos como “el padre de”, “la madre de”, “el hermano de”, “la hermana de”, “el tío, la tía, el sobrino, la sobrina de” o, simplemente “el amigo de” alguien. Pero, lo más importante: somos ciudadanos de un punto del espacio en el universo.

Los que perecieron con los miembros de mi familia, el 11 de Septiembre de 2001, no eran exclusivamente americanos. Muchos eran ciudadanos de otros países distintos de los Estados Unidos. Países como: Afganistán, Israel, India, África, La Republica Dominicana , y sí de Italia, me consta que de este país conozco a doce. Algunas de estas gentes estaban aquí legalmente desempeñando una tarea para sus propios países. Eran, simplemente, “la madre, el padre, el hermano, la hermana, el primo o simplemente el amigo” de alguien. El hecho de que no los hayamos conocido no significa que no estuviéramos relacionados con ellos. Esto sólo significa que hemos de profundizar mucho más adentro de nuestros seres en la investigación de esa hebra de hilo de oro trenzado.

Desde aquel brutal ataque terrorista, he recibido cientos de cartas y correos electrónicos de todo el mundo, expresando su condolencia y solidaridad. Ha sido interesante comprobar que todos describían la intensa emoción que yo experimenté el día de mi cumpleaños, el 11 de Septiembre de 2001. Vuestras cartas resonaron al unísono con el hecho de que todos somos ciudadanos del mundo. Muchos de ellos me aseguraban haber incluido a las víctimas, a sus parientes, y a sus amigos, y hasta toda la humanidad en vuestras oraciones. Mientras muchos otros comentaban acerca del atrevimiento de lo que sucedió, en este aspecto, en nuestro planeta. La gran profundidad de cada uno de los que me escribieron me dice que aún tenemos esperanza para todos.

Las expresiones de preocupación de cada uno de los que me escribieron, el genuinos amor. que mostraban, los amables, sinceros, y cariñosos buenos deseos que brindaban, tanto en el ámbito personal como colectivo, claramente me dice que todos los que escribieron están “Hollando el Sendero” y que sus Almas están armonizadas con todas las de los que perecieron el día de mi cumpleaños, 11 de Septiembre de 2001.

Ahora, como una nota final quisiera terminar esta charla con uno de mis dichos favoritos,, y mi explicación del mismo, de un hombre llamado Walt Whitman, quien dijo, hace varios años atrás, y cito: “Dejad que su Alma se mantenga calmadamente parada en un tipo de sosiego antes de unos millones de universos.”

En mi humilde opinión, yo pienso, que lo que él realmente estaba diciendo era lo siguiente. Que cuando nosotros nos orientamos y enfocamos nuestro conocimiento en el poder infinito de la Luz que viene del Espíritu, y las dimensiones espirituales infinitas de la vida, es posible para nosotros estar estable y compuesto internamente, sin considerar lo que las circunstancias de afuera nos muestren o lo que las mismas realmente puedan exhibir; igual que algo que pudiese inspirar tanto pavor como sería el enfrentamiento con unos millones de universos.

En mi vida propia, he encontrado que esto es perfectamente cierto. Lo he experimentado en diferentes situaciones, y por supuesto, con variantes grados de éxito. Así como el imán mismo, la Luz que viene del Espíritu y su poder y sapiencia infinita son misteriosos para todos nosotros. De su magnitud infinita, nosotros conocemos solo una fracción minúscula de todo lo que se puede saber de ella.

Pero vamos, o sea debemos darnos el lujo de buscarla. Debemos observar su presencia en nuestras vidas de modo que podríamos estudiarla. Debemos continuar utilizando todo lo que sabemos sobre ella. Y más que todo, debemos estar dispuestos, marquen mis palabras por favor, debemos estar disponibles y dispuestos porque para todos y cada uno de nosotros, el día de una gran revelación Cósmica del Espíritu vendrá seguramente.

Esto concluye mi charla. Gracias, muy bondadosamente, por sus ¡Divinas presencias! Espero que la Luz que viene del Espíritu esté con cada uno de ustedes éste día y siempre – Que Dios los siga iluminado

Alexandra B. Porter


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