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sábado, 26 de noviembre de 2011

Poemas - Sonetos de William Shakespeare en español (2)


Poemas - Sonetos de William Shakespeare en español (2)

*


Derrochador de encanto,
¿por qué gastas
en ti mismo tu herencia de hermosura?
Naturaleza presta y no regala,
y, generosa, presta al generoso.
Luego, bello egoísta, ¿por qué abusas
de lo que se te dio para que dieras?
Avaro sin provecho, ¿por qué empleas
suma tan grande, si vivir no logras?

Al comerciar así sólo contigo,
defraudas de ti mismo a lo más dulce.
Cuando te llamen a partir,
¿qué saldo podrás dejar que sea tolerable?

Tu belleza sin uso irá a la tumba;
usada, hubiera sido tu albacea.


*



Las horas que gentiles compusieron
tal visión para encanto de los ojos,
sus tiranos serán cuando destruyan
una belleza de suprema gracia:
porque el tiempo incansable, en torvo invierno,
muda al verano que en su seno arruina;
la savia hiela y el follaje esparce
y a la hermosura agosta entre la nieve.

Si no quedara la estival esencia,
en muros de cristal cautivo líquido,
la belleza y su fruto morirían
sin dejar ni el recuerdo de su forma.

Mas la flor destilada, hasta en invierno,
su ornato pierde y en perfume vive.

*



Mira por el Oriente, cuando la luz graciosa,
arde y brilla en su testa. Ante esto los ojos,
rinden sus homenajes a la visión reciente,
loando con miradas, su majestad sagrada.

Y cuando ya ha escalado, la cima celestial,
muestra su juventud y edad adolescente.
Aún la mortal mirada, adora su belleza,
siguiendo su rodado, caminar de romero.

Mas al llegar al cenit, con su cansado carro,
como un viejo achacoso, del día se retira.
Los ojos más devotos, desvían su mirada
de su cálido rumbo y miran a otra parte.

Así, cuando te alejes de ti en tu mediodía,
nadie querrá mirarte, si no has tenido un hijo.

*
trad. Ramón García González

*



* * *


jueves, 24 de noviembre de 2011

EL SENDERO DEL SERVICIO



EL SENDERO DEL
SERVICIO
(The Way of Service)

George S. Arundale


PREFACIO

En este librito se encuentran algunas indicaciones sobre el mejor modo de servir:
indicaciones que he recogido de mis superiores y de la propia experiencia. He tratado
siempre de seguirlas, a veces con éxito, las más, sin ninguno. Pero siento en el fondo
de mi alma que son verdaderas; y doy gracias por habérseme permitido compartirlas
con otros que, como yo, se dedican a servir.
G.S.A.


EL SENDERO DEL SERVICIO


Si quieres que tu servicio sea útil a los demás, sin perjuicio para tí mismo, procura que
te guíen en tu camino estos tres preceptos:

1.— Que tu mayor alegría sea hollar el sendero del servicio.

2.— Que te reconozcas como agente de una fuerza más poderosa que la tuya, que al
penetrar en tí te infunde el poder de servir.

3.— Que veas en los demás la misma Naturaleza Divina que en tí mismo.

Ten presente que todo lo que puedas decir o pensar de otro es probable que haya sido
dicho o pensado de tí.

Cuando se te haya ofendido de cualquier manera, recuerda que el que ofende siempre
sufre más que la persona ofendida.

Procura que la fuerza de tu afecto hacia otro no perturbe tu equilibrio o el suyo. Tu
servicio debe fortificarle y no debilitarle.

No sientas envidia por la capacidad de auxiliar que otro tenga. Más bien debes
alegrarte de que tal poder exista para ayuda de aquellos a quienes el tuyo no alcanza.

Acuérdate de que nadie puede servir realmente si no ha llegado a adquirir el dominio
de sí mismo.

Al dar, no sólo no debes exigir que tu protegido guarde para sí el don que le has hecho,
sino que debes regocijarte si esa dádiva contribuye a que otro sea feliz.

Cuando vayas en ayuda de alguien, procura identificarte con el ideal de quien ha
recibido el poder de servir. De este modo realizarás tu ideal y, al mismo tiempo, tu
ayuda será más efectiva.

No busques el fruto de tu servicio y no te entristezcas si aquél a quien has ayudado no
pronuncia ni una palabra de agradecimiento. Sirves al alma y no al cuerpo; y aunque
los labios permanezcan mudos, siempre te será dado percibir la gratitud del alma.

Uno de los actos de servicio más escasos, consiste en abstenerse de juzgar a una
persona antes de haberla oído.

Nunca reclames el afecto de los que amas. Si tu amor hacia ellos es sincero, tarde o
temprano penetrará en sus corazones, y la respuesta no se hará esperar. Y si fuera
pasajero, es preferible que les evites el dolor de que un día lleguen a saber que tu amor
se ha desvanecido.

La mejor manera de servir consiste en aligerar el fardo, no en suprimirlo.

Ayudarás mejor a los demás, si te compenetras con su propio ideal. Es por lo que
tienen de más noble en sí mismos que se les puede servir mejor. Hay tantas maneras
de servir, como personas en el mundo a quienes ayudar.

Los que creen que no están en situación de prestar servicio, olvidan a menudo la
existencia de los seres inferiores de la creación, como las plantas y los animales.

Muchos que no tienen tiempo de prestar un servicio, se las arreglan en una forma y
otra para tener ocasión de recibirlo.

Nuestras enfermedades nos ayudan a comprender que los actos de servicio consisten
tanto en la actitud del espíritu como en la actividad del cuerpo.

Mientras menos piense una persona en sí misma, más trabajará realmente en su
propio desarrollo. Cada pequeño acto de servicio convierte a su autor en un creciente
poder para servir.

Si una persona rechaza el modo como tratas de servirla, procura encontrar otra forma;
ya que tu deseo es servirla, y no imponerle tu manera de hacer.

El mérito de la jornada se mide por el de la acción que se ha cumplido.

No temas ofrecer tu ayuda a quien la necesita, le conozcas o no. Su desamparo le
hace hermano tuyo. Y tu timidez sería una forma de orgullo que le privaría de consuelo
en su dolor.

Los mejores discípulos de los más grandes conductores son los mejores jefes para
aquellos que saben menos que ellos: ya que sólo puede mandar sabiamente el que ha
aprendido a obedecer.

El mejor modo de persuadir a una persona para que siga un buen consejo, consiste en
practicar uno mismo aquello que se aconseja.

Si deseas que se crea en tus buenas intenciones, debes dar crédito a las de los demás.

Nadie puede sentirse insultado, a menos que se coloque a la altura del insulto. Pues la
ofensa sólo afecta a la naturaleza inferior, y jamás puede alcanzar a la superior.

Si llegas a creerte mejor que los demás por el hecho de que estás aprendiendo a
servir, y porque te parece que ellos no siguen el mismo camino... desde ese mismo
instante dejas de servir.

El verdadero servicio consiste en hacer partícipes a los demás de nuestra vida interior,
no en colocarnos frente a ellos, ya sea directa o indirectamente, como ejemplo que
deban seguir.

Una persona puede pedirte que le ayudes de diversas maneras. Pero tu mejor ayuda
será darle aquello que necesita y no lo que pueda desear. Y aunque la forma que tu
servicio revista parezca disgustarlo, trata sin embargo, que sea aceptado con agrado.

Es preferible hacer primero y hablar después. Pero, en general, lo mejor es actuar y
guardar silencio.

No te digas: “Hoy he ayudado bastante”. En cambio, piensa si no podías haber hecho
más, y sobre lo poco que en realidad has hecho para disminuir la mucha miseria y
sufrimiento que existen en el mundo.

El que está dispuesto a consagrarse al servicio, debe prepararse a abandonar todo lo
que tiene, por la prioridad de servir.

La aptitud de alguien para el servicio, sólo puede ser juzgada por la manera cómo se
conduce en la vida diaria de familia; y no por los libros que escriba, la reputación que
goza, sus discursos o actos públicos. Las grandes acciones, fácilmente conocidas, no
constituyen la grandeza del hombre, sino los pequeños actos cotidianos en que se
olvida de sí mismo, y en los cuales nadie, por lo general, pone atención.

Dar a alguien la ayuda que en realidad corresponde a otro, no es verdadero servicio.

De los muchos que están listos para servir, la mayoría emplea diferentes medios,
menos el conveniente. Descuidan a los que deberían ayudar, por aquellos a quienes
desean servir.

No hay nadie en el mundo que no tenga necesidad de alguna cosa; ni tampoco
persona alguna que no esté en condiciones de dar algo.

Cuando trates de ayudar a alguien, no te impacientes por sus debilidades. Estas son
las que te permiten el privilegio de servirle; pues de lo contrario no tendría necesidad
de tu ayuda.

Así como no hay dolor que no envuelva la promesa de un goce futuro, tampoco hay
flaqueza que no deba transformarse algún día en una noble cualidad.

Cuando ayudes a otro, no olvides que la energía que él pone al servicio de un defecto
puede convertirse, gracias a tu ayuda, en energía que habrá de utilizar para manifestar
una virtud. No podrás cambiar la energía en sí; pero trata de cambiar su forma y
dirección.

La débil ayuda que puedes prestar ya, con tus recursos actuales, tiene más valor que el
eficaz auxilio que imaginas podrías prestar si esos recursos fueran mayores.

Nuestro deber es ayudar siempre a los demás, y rara vez juzgar sus actos.

Si deseas poner a prueba tu progreso espiritual, trata de ver si descuidas menos
ocasiones de servir que antes.

Cuando criticas la forma de servir de otro, olvidas quizás que él ayuda a quienes tú no
podrías auxiliar con tu manera de servir.

El mejor servicio que puedes hacerle a otro, es manifestar en tu propio carácter las
cualidades que a él le falten.

La manera de poner a prueba el valor de tu servicio cotidiano, en relación con el de los
demás, consiste en observar si, día a día, te sientes más tranquilo, más contento, más
feliz y más tolerante.

El mundo reclama de cada cual, su mejor esfuerzo en bien del servicio; pero jamás se
pretenda realizar también el deber que a otro corresponda. Cuando has hecho todo lo
que puedes, has hecho todo lo que debes.

El hecho de que alguien rechace tu oferta de servirle, no debe ser excusa para que no
le ofrezcas ulterior ayuda. Quien rehusa aceptar servicios descubrirá, a su tiempo, que
es el que tiene más necesidad de ellos.

Procura no rechazar un servicio que te ofrezca espontáneamente un corazón amante;
pues tanto se sirve al aceptar servicios como al darlos.

Cuando hayas servido tan eficazmente como te ha sido posible y de todo corazón, no
te afanes por los resultados; pues la fuerza y pureza de tu servicio atraen sobre tí las
bendiciones de aquél a quien sirves.

El verdadero perdón consiste en el esfuerzo que hace un corazón amante, a fin de
ayudar a vencer la debilidad por la cual se nos ha pedido perdón.

Mientras más borroso sea tu ambiente, mayor es la necesidad de que lo embellezcas
con actos de servicio.

Un servicio prestado con amor, aunque sin discernimiento no puede, en definitiva,
hacer mal a la persona a quien se trata de servir. El poder del amor protegerá a esa
persona del daño que podría causar la imprudencia del que sirve.

No temas proclamar el origen de tu propia inspiración para servir; pues dar a conocer la
fuente de tu felicidad es una de las más bellas ofrendas que puedes brindar al mundo.

Una persona que no es verdaderamente feliz no puede servir realmente.

No creas que sólo sirven aquellos actos de servicio que pueden verse. Los más
grandes servicios son los que nadie ve.

Todo servicio que con amor y desinterés hagas a otro, es un ángel guardián que creas
y colocas a su lado para estimularlo y protegerlo. Mientras más amor pongas en tu
servicio, con más vida dotarás al ángel guardián; el cual, por lo tanto, habrá de
protegerlo y estimularlo durante un tiempo más prolongado.

Al dejar para mañana un acto de servicio, has perdido quizás una ocasión de ayudar. El
servicio oportuno que hoy día no se cumple, tal vez mañana sea innecesario.

El juicio que hagan los demás sobre tus actos de servicio, tiene infinitamente menos
importancia que el juicio de tu propio corazón.

Cuando sufras, procura recordar que estás adquiriendo un poder siempre creciente de
simpatizar con los sufrimientos de los demás. Porque después que hayas sufrido cierto
dolor, podrás comprender mejor, al menos en la medida que tú lo soportaste, el
sufrimiento que a los otros ha producido un dolor semejante al tuyo.

Uno de los deberes que más se descuida, consiste en escuchar, con silencio y
cortesía, a la persona que viene a vernos. Pues, por el sólo hecho de escuchar con
interés lo que ella tiene que decirnos, ya le hemos prestado la mitad del servicio.

Muchas personas desean y se creen capaces de servir en un lugar determinado... pero
no todos querrían servir en cualquier parte.

La belleza de tu día depende tanto de la irradiación de un acto de servicio, como del
brillo del sol.

Hay dos aspectos de la unidad que los que quieren servir deben comprender: el
aspecto dolor y el aspecto alegría. El uno enseña una lucha común de la que todos
tienen que participar; en tanto que el otro proclama un fin común hacia el cual todos
tienen que dirigirse.

Así como se encuentran hermosas flores en los más áridos lugares, también el más
hermoso servicio es el que se presta en momento oportuno y donde hay mayor
necesidad.

Igual como una lucecita ilumina la oscuridad del ambiente, un pequeño acto de servicio
irradia su benéfica influencia en medio del egoísmo que nos rodea.

La recompensa más ideal que podemos alcanzar por nuestro servicio, es el
acrecentamiento de nuestra potencia de amar, y por consiguiente, de servir.

El servicio en el mundo físico es la acción; la simpatía en el mundo emocional, y la
comprensión en el mental.

Si donde actualmente estás eres incapaz de descubrir ocasiones de servir, más
incapaz serías allí donde quisieras estar.

Los actos de servicio más verdaderos, son los que hacemos instintivamente.

La mejor llave para abrir cada día, desde el amanecer, la puerta de la felicidad, es
cualquier acto de servicio hecho con fervor y amante corazón.

El servicio es la expresión de una cualidad en armonía con tu deber, de acuerdo al
ambiente que te rodea. Por ejemplo, ante los más avanzados que tú en sabiduría, la
mejor expresión de amor es la reverencia; ante los que saben menos, es la protección.

Muy egoísta e infortunado es aquel que, recibiendo numerosos servicios, no ofrece
ninguno en retorno.

Lo mismo que la misericordia, el servicio es dos veces bendito: bendice el que da y el
que recibe.

El conocimiento del Yo interno se adquiere por el servicio del yo externo.

Hay algunos que no prestan servicios a menos que encuentren muestras de
aprobación en su ambiente. En cambio, a otros los impulsa a servir la necesidad de los
que les rodean.

Adorar a Dios, consiste en ser útil a sus mundos.

Si eres capaz de reconocer tus faltas, los demás reconocerán con agrado tus virtudes.

Si comienzas a sentirte orgulloso de tu influencia sobre otros, observa qué parte se
debe a tu posición y qué otra a tu carácter. Pues toda persona, por el hecho de
encontrarse en situación destacada, ejerce una influencia especial sobre los demás.

Así como hay amigos de las horas felices, también hay servidores de los días
hermosos.

Estudia tu corazón, a fin de discernir si hay parte de egoísmo en tu deseo de servir.

Los actos de servicio de la mayoría, tienen su origen en la costumbre; los nuestros
deben tenerlo en el amor.

Uno de los signos más ciertos de un afecto leal y puro, consiste en poder pedir un favor
a un amigo que comprenda el verdadero alcance de nuestra solicitud.

La gente que se imagina que debe ser mejor tratada por los demás, es por lo general,
la misma que debiera tratar mejor a su prójimo.

Dios registra todos los actos de servicio; los hombres sólo anotan los que pueden
comprender y aprobar.

No hables de otros como no quisieras que ellos lo hicieran de tí.

El único conocimiento que tiene valor, es el que nos acerca a nuestros hermanos en
humanidad.

Tú no sabes más que los demás, a menos que los ames y, por consiguiente, que sirvas
mejor que ellos.

A veces nos es difícil comprender que el hombre que carece de amigos tenga más
necesidad de nuestro afecto que el que tiene muchos. Si no ha podido hacerse de
amigos, es justamente un motivo más para que nosotros le consideremos como a tal.

Los que verdaderamente saben, no pueden enorgullecerse de su ciencia, pues saben
también cuánto ignoran.

Siempre que estés entre extraños, procura más bien merecer su benevolencia, que no
impresionarlos con tu importancia personal.

Antes de criticar las faltas ajenas, imagina haberlas cometido.

Jamás debes favorecer a alguien, a expensas del deber.

Vale más que procures adaptarte a tu trabajo, que lamentarte de que ese trabajo no te
conviene.

La verdadera meditación da como resultado un creciente poder de servir, unido al
hecho de que nos dejamos absorber menos por nuestro progreso personal.

Los que están descontentos por la manera como se les reconocen sus servicios, no
han aprendido todavía el verdadero servicio.

En los períodos difíciles de la vida, una simpatía silenciosa tiene generalmente más
valor que una actividad inconsciente.

Cuando por tu situación tengas autoridad sobre alguien, recuerda que si por ella
puedes ganar alabanzas, sólo por tus cualidades podrás conquistas su amor.

La verdadera devoción es la que se consagra a servir, y no la que busca en qué
apoyarse.

Cada momento del día es tiempo oportuno para servir. Y aunque no siempre hay
oportunidad para hacer una buena acción, siempre se puede, por lo menos, adoptar
una actitud benévola.
_____________

del libro EL SENDERO DEL SERVICIO
(The Way of Service)
George S. Arundale

* * *

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Nuestra propia canción....


Mujeres de una Comunidad Africana... otra mirada que nos completa, que nos lleva a "Recordar".
Nuestra Propia Canción...

Cuando una mujer de cierta tribu de África sabe que está embarazada, se interna en la selva con otras mujeres y juntas rezan y meditan hasta que aparece la canción del niño. Saben que cada alma tiene su propia vibración que expresa su particularidad, unicidad y propósito.
Las mujeres entonan la canción y la cantan en voz alta. Luego retornan a la tribu y se la enseñan a todos los demás.
Cuando nace el niño, la comunidad se junta y le cantan su canción. Luego, cuando el niño comienza su educación, el pueblo se junta y le canta su canción. Cuando se inicia como adulto, la gente se junta nuevamente y canta. Cuando llega el momento de su casamiento, la persona escucha su canción.
Finalmente, cuando el alma va a irse de este mundo, la familia y amigos se acercan a su cama e igual que para su nacimiento, le cantan su canción para acompañarlo en la transición. En esta tribu de África hay otra ocasión en la cual los pobladores cantan la canción. Si en algún momento durante su vida la persona comete un crimen o un acto social aberrante, se lo lleva al centro del poblado y la gente de la comunidad forma un círculo a su alrededor. Entonces le cantan su canción.
La tribu reconoce que la corrección para las conductas antisociales no es el castigo; es el amor y el recuerdo de su verdadera identidad. Cuando reconocemos nuestra propia canción ya no tenemos deseos ni necesidad de hacer nada que pudiera dañar a otros. Tus amigos conocen tu canción y te la cantan cuando la olvidaste. Aquellos que te aman no pueden ser engañados por los errores que cometes o las oscuras imágenes que muestras a los demás.
Ellos recuerdan tu belleza cuando te sientes feo; tu totalidad cuando estás quebrado; tu inocencia cuando te sientes culpable y tu propósito cuando estás confundido. No necesito una garantía firmada para saber que la sangre de mis venas es de la tierra y sopla mi alma como el viento, refresca mi corazón como la lluvia y limpia mi mente como el humo del fuego sagrado.

domingo, 20 de noviembre de 2011

LA FUERZA DE CURACIÓN


LA FUERZA DE CURACIÓN

Tiempo hubo en que el hombre anduvo en la ignorancia de su origen divino, por lo que su servicio a Dios era ofrecido por medio del sacerdocio, creyendo que de esta forma se ponía en contacto con El. La corrección de la enfermedad era garantizada como resultado de la obediencia ciega a la Ley ceremonial y el amor, tal como lo imaginamos y lo practicamos hoy día, todavía no había sido ejemplificado. Tan fija era la esclavitud del hombre a la letra de la ley, que no pudo apreciar la amorosa misión de Cristo Jesús, por lo que su crucifixión fue el resultado de la incapacidad de sus detractores para comprenderle.

Si estudiamos la vida y las obras de Cristo y tratamos día por día de aplicar el amor de Dios y la fuerza de curación a las necesidades de nuestro mundo actual, encontramos que el mismo amor y la misma fuerza de Curación están presentes en la espera de nuestra aplicación. El amor es la consumación de todos los actos de la voluntad y esta es una misma cosa en todo lo que se refiere la Fuente de nuestro propio ser.

La Curación comienza en el momento mismo que el solicitando hace rendición de su vida al Espíritu de Vida Interplanetario y corrige sus errores; lo que implica un proceso de restauración a las condiciones de armonía existentes antes que el hombre se hubiese desviado del Sendero. Así que, el período de Curación depende en gran parte del tiempo empleado en el proceso de arrepentimiento total y de auto-corrección, comenzando este en la conciencia celular, en donde el Ego desviado ha dejado su marca. Además, como la célula tiene un estado de conciencia independiente, puede ejercerlo para resistir toda enmienda a los errores cometidos.

Por lo tanto, la Curación Divina comienza en las células del cuerpo vital, donde la Fuerza Vital no ha tenido acceso por la interferencia, ya sea de la célula o del Ego mismo, ya que la vida celular, en su totalidad, es en realidad la voz del Ego, el cual representa la esencia y el tono completo del cuerpo.

La restauración es el resultado del influjo de la Energía Vital, que emana del Sol Espiritual, refiriéndonos a esta Fuerza Vital como la vibración de Cristo cuyas bendiciones incontables han llegado a la vida del hombre desde que El vino al mundo.

Cuando un nombre es enviado a nuestro Departamento de Curación, la solicitud firmada del paciente ya ha llamado la atención de los Auxiliares Invisibles, Sabemos que esto es cierto, porque la Fuerza de Curación Interplanetaria ya está alerta con respecto a toda enfermedad, esperando la llamada de fe del enfermo.

En el método Rosacruz de Curación, el milagro de la restauración y poder Curativo de Dios, se administra a través del servicio amoroso de los corazones y mentes de los Auxiliares Invisibles. Sus manos etéricas lo canalizan directamente hacia las células congestionadas del cuerpo del paciente, abriendo el camino para el influjo de la Divina Fuerza de Curación. Los Auxiliares visibles e invisibles, están constantemente trabajando con esas influencias benéficas, en completa armonía con las plegarias de amor y fe ofrecidas por otros grupos de Curación.

Nuestro trabajo de Curación, expandiéndose cada vez más, ayudará en la nueva y poderosa oleada de avance del mundo. La aplicación de esta Fuerza Curativa debe ser la base del próximo gran paso en la elevación de la humanidad donde tan grande es la necesidad de un Ministerio de Curación Divina, más aún, en esta época de crisis y de incertidumbre.

Pongamos toda nuestra fe en el Padre Celestial, que es el Gran Médico, bajo cuya protección y amparo estaremos en perfecta seguridad: “Levantaré mis ojos a lo alto, de donde vendrá mi socorro…” Salmo 121.

“El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente…” Salmo 91

Fraternalmente

THE ROSICRUCIAN FELLOWSHIP

Departamento de Curación

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Gracias por el aporte Raúl Sasia, muy ilustrativo, y nos hace mucha falta comprenderlo y aplicarlo en nuestra humanidad, cada vez más negada a las manos divinas.

Saludos, Edgardo

* * *

PORQUE SOY MIEMBRO DE LA FRATERNIDAD ROSACRUZ

PORQUE SOY MIEMBRO DE LA

FRATERNIDAD ROSACRUZ

En primer lugar debo decir que llevo militando muchos años en esta Escuela Espiritual Superior. Mi primer contacto con estas enseñanzas, fue allá por el año 1960, cuando vine a radicarme en Córdoba.

Demás está decir el efecto maravilloso que produjo en todo mi ser la lectura del libro de Max Heindel: “CONCEPTO ROSACRUZ DEL COSMOS”, que me fue facilitado por un ex-compañero de trabajo. Encontré en ese libro respuestas a multitud de preguntas que me venía formulando, sin encontrar respuestas satisfactorias.

Debo aclarar que mucho contribuyó a responder a estos interrogantes, la posterior lectura del libro, también de Max Heindel: titulado:”FILOSOFIA ROSACRUZ EN PREGUNTAS Y RESPUESTAS” I Tomo, libro que, luego de haber transcurrido tantos años, aún sigo leyendo y encontrando temas que pareciera es la primera vez que los leo, tal es la magnitud y amplitud de las Enseñanzas Rosacruces.

¿Seguramente Uds. se preguntarán que por qué les relato todo esto de mi vida personal, que tal vez puede resultarles muy poco interesante?

Lo digo ya que lamentablemente muchos hermanos que comenzaron transitando por este sendero, lo abandonaron, como recuerdo el caso de otro ex-compañero de trabajo, Estudiante Regular, que un día vino al Centro de Córdoba, devolviendo numerosos libros de Max Heindel y manifestando que hoy dejaba de ser miembro de la Fraternidad y que en la próxima vida continuaría militando este camino espiritual.

No le respondí nada, ante la firme determinación de este amigo, pero pensé ¿Cuándo se irá a presentar para él una nueva oportunidad, si ahora la rechaza? ¿Cuántas vidas tendrá que pasar antes de que ello sea posible?

Recuerdo que Max Heindel nos dice en sus escritos, que lo peor que podemos hacer es desistir de seguir militando en este sendero, ya que tal vez podemos estar en vísperas del merecimiento.

No se exactamente a que se refería nuestro insigne hermano, cuando hablaba de tal “merecimiento”. ¿Podía referirse a la Iniciación, en la cual el candidato estaba muy cerca de recibirla? No lo se.

Sabemos que él era a veces algo demasiado optimista, ya que contaba con sus propias experiencias, habiendo recibido hasta la cuarta Iniciación y siendo como era un Hermano Lego.

Sabemos queridos amigos, que hay muchos caminos que conducen a Roma, pero haremos bien en seguir uno solo si deseamos llegar más pronto.

Así sucede en el camino espiritual, una vez que hemos elegido el que mejor se adapta a nuestros requerimientos que nos brinda el alimento espiritual indispensable que todos necesitamos, debemos seguir recorriéndolos hasta el fin de nuestra permanencia en este plano físico de manifestación, ocupando los distintos vehículos de que disponemos, trabajando noble, altruista y desinteresadamente en bien de la humanidad.

Si así lo hacemos, estemos seguros que podremos recoger una gran cantidad de crecimiento del alma y en la próxima existencia, cuando volvamos a este plano, lo haremos en forma temprana, teniendo como padres a seres que seguramente militarán en un sendero espiritual como el nuestro.

Que nuestro bendito Padre Celestial nos ilumine a todos.

Con el mejor afecto.

Raúl Sasia

Probacionista.

Nº de Ident. 0493

* * *

Gracias Raúl por tu aporte y por contarnos parte de tus secretos, he visto en tí una devoción poco frecuente de encontrar.

Decirte además, si bien estoy adelantándome un poco pero deseo pases un Feliz Cumpleaños este Domingo 27 de Noviembre !!

saludos afectivos, Edgardo

*

jueves, 17 de noviembre de 2011

La Metáfora del Dios Encarnado – III Parte


La Metáfora del Dios Encarnado – III Parte


Un caso paralelo aquel que habla S. Pablo parece encontrarse en las vivencias de ciertos seres poseídos o habitados por un poder sobrenatural. En ciertos oráculos, por ejemplo, el fenómeno es experimentado como si el dios entrara en el sujeto inspirado y hablara por medio de su boca. Otro ejemplo es el caso de los discípulos de Dionisos que decían sentir-se inundados por su dios al punto de creer que ese dios habitaba en ellos, lo cual los impulsaba a cometer actos que no harían de otras circunstancias.

El contenido de estas experiencias presenta relaciones con los casos de disociación de conciencia en que una personalidad expresa, no en una, pero en dos formas de carácter y comportamiento. Estas formas de carácter son relativamente independientes una del otra, y en ciertas circunstancias la consciencia de una no pasa a la otra. En estos casos la iniciativa de una no interfiere con la iniciativa de la otra, o inclusive, se le opone directamente.

La experiencia asume nueva forma y al mismo tiempo un carácter religioso cuando el “otro” es experimentado como un ser misterioso, venido del exterior, como por ejemplo en la posesión con sus formas preliminares, tal como el estado del médium en que el “otro ser” en virtud de su propia iniciativa “hospede” grandes dificultades.

En el fenómeno analizado en primer lugar, es inmediatamente claro que no podrá tratarse de una in-habitacion en sentido proprio. Lo que se encuentra en la consciencia o en la sensibilidad del sujeto es solamente una imagen o un tema, no la propia personalidad extrínseca (Guadini, p. 190).

Esta relación Cristo-Jesús es, como Pablo lo describe, una presencia interior del Cristo neumático(1.); y con esta descripción el autor refuta cualquier hipótesis de un estado extático o patológico.

(1.) Del grego pneumatikós, do ar; espiritual

En el episodio del camino de Damasco narrado por Lucas en el capitulo IX de los actos de los apóstolos, se reconoce una vivencia que significa, en primer lugar, una prodigiosa liberación del aprisionamiento del Yo, convirtiéndose el Cristo el contenido de su vida. Y esto no apenas en el sentido de que Pablo se apropió conscientemente, pero también en el sentido literal, por la razón de que Cristo come espirito, viene realmente habitar en el.

De acuerdo con la concepción bíblica, el espirito es un soplo que viene de Dios y que anima el cuerpo. También hay aquí un nuevo soplo pero en este caso simboliza una vía o camino iniciático como se puede observar en el episodio de la conversión de Nicodemo (Juan, 3, 3 y siguientes). Este nuevo soplo recría el hombre, elevándolo para una nueva vida que debe animar no solo el cuerpo pero su totalidad.

Es este el cerne de la experiencia de Damasco. Pablo recibe a Cristo en sí. La figura de Cristo se instaló en el mismo y se transformó en la “entelequia” de su existencia. Solamente este “Espirito” puede provocar un verdadero renovamiento del Ego, y solo él lo hace sin atentar contra la dignidad y responsabilidad de la persona. Se trata un renovamiento que proviene del Cristo, pero también, y al mismo tiempo, de la responsabilidad y libertad personal.

Por otro lado, esta atitud de Pablo no significa únicamente un entendimiento intelectual, significa también que el Cristo entró efectiva y conscientemente en la esfera de su existencia. Aquí el iniciado se transformó entonces en un otro, y sin embargo, se tornó verdaderamente en si mismo. Por eso Pablo afirma: “Ya no soy yo que vivo, es Cristo que vive en mi” (Gal. 2, 19-20).

El Pensamiento de Pablo se profundiza en otras fórmulas que muestran Cristo presente y actuando en el creyente como la entelequia en el hombre natural. El hombre natural que Pablo llama carnal, entendido no apenas como el cuerpo en oposición al espirito, sino el todo natural - cuerpo y alma, medio y actividad - es penetrado por una nueva forma esencial que busca dibujar en él la imagen divina, el Cristo en nosotros: “pues aquéllos que de antemano conoció, los predestinó también para que fueran, conformes a la imagen de su hijo” (Rom. 8, 29). En todos los iniciados, por medio de su actividad, de su destino y desarrollo, se debe realizar algo más profundo: la transformación del hombre por la vida del Cristo en él.

Estos pensamientos paulinos tienen una importancia decisiva para la concepción cristiana del Hombre y es fundamental que no sean falseados ni enflaquecidos. Las fórmulas que hemos citado no son maneras ocasionales de hablar que pudieran ser despreciadas, y tampoco son una expresión entusiastica de la vivencia de Cristo.

La trayectoria que Pablo nos brinda, no presenta cualquier fantasía o magia, ni tampoco es el procedimiento de un educador tratando de dar a sus discípulos un conocimiento de Cristo tan concreto cuanto posible, es simplemente una participación, vivida y garantizada en la existencia del Cristo.

La lectura de sus evangelios nos da a conocer el verdadero fundamento de su consciencia en relación al Hombre, y deben ser entendidos en el sentido más exacto. Sin embargo es necesario reconocer que colocan grandes dificultades para nuestro pensamiento conformado con la experiencia natural de la personalidad. La simple lógica se encuentra aquí en peligro una vez que tal presupuesto asienta en el principio de la identidad y de la no contradicción. Se trata en cualquier caso de una amenaza que incide sobre la unidad de la vida psicológica, cuyos elementos deben necesariamente ordenarse en torno de un centro.

Analicemos ahora la relación Yo-Tú de Jesús y Cristo. La experiencia aparece aquí en su más elevado origen y con la más profunda ejemplaridad. Aquí la relación Yo-Tú se constituye plenamente y se convierte en participación consciente en la relación entre ambos. Hay en Jesús una consciencia distintamente terrena en el sentido de que el niño Jesús creció y se desarrollo’. El alcance terreno de su consciencia, bien como de su autoconsciencia era de carácter totalmente humano, judío y palestino del primer sículo (CRC p. 279).

La mente de Cristo contiene la consciencia terrena, no siendo sin embargo, contenida por ésta. Podemos decir que existe aquí una relación asimétrica de acceso entre las dos mentes. La mente cristica tiene acceso a la experiencia humana terrena resultante de su encarnación. La siguiente analogía nos permite entender mejor el asunto. Imagínese un sistema informático en que el programa de un ordenador contiene otro programa en si mismo, pero no es contenido por él. Pero la consciencia humana no dispone de tal acceso, solo ocasionalmente dispone de él.

Esta relación asimétrica permite establecer entre las dos mentes, la cristica y la humana, un flujo cognitivo bidireccional e intermitente. Pero esta relación no es únicamente cognitiva, es también volitiva, lo que significa que Cristo se polarizó en el cerebro y corazón de Jesús, permitiendo a Jesús un tipo de interacción resultante de la consciencia de la presencia de Cristo en si mismo. Tal interacción significaba hablar y escuchar a Cristo interna y externamente y estar consciente de Su voluntad. Este tipo de abertura humana al divino que está en la base de la comprensión de la relación de Jesús con Dios se puede considerar, con el debido respeto por la metáfora, una encarnación o reflejo de Cristo. De esta manera la encarnación se adecua al modo propuesto por los cuatro evangelios, aún que esté en desacuerdo con lo propuesto por los sinópticos.

De lo expuesto resulta que Jesús no era la segunda persona de la Trinidad divina ni tampoco tenía dos naturalezas, una divina y otra humana; él era antes un hombre que respondió totalmente a la gracia divina y que cumplía la voluntad de Dios, siendo por eso la prueba de que el propio Cristo es activo en relación a los humanos y dentro de ellos. Este concepto nos capacita a decir que Cristo animó y motivó el espirito de Jesús de tal forma que en él se realizó plenamente, y de modo único, la relación pretendida para el hombre por su Creador.

De esto resulta que por medio de la libertad humana y a partir de un estadio de madurez, ocurre una trasformación en la cual la fuerza Cristica se instala y se torna “entelequia” de su existencia(2.). Esta transformación es continua con la creación y solo es posible por el hecho de que Dios está activo en el interior del espirito humano. La actuación de Cristo en el Espirito de Jesús es un momento particular de esa actividad creadora continua. La razón para eso es la unión de la divinidad personal con la personalidad humana, de lo cual resulta una forma de perfeccionamiento continuo a pesar de las apariencias.

(2.) Se trata de la Doctrina del Nuevo Nacimiento o Iniciación referida en Gal, 6 – 15.

Jesús ha sido el punto supremo de contacto entre Cristo y la humanidad, pudiéndose concluir que Jesús como un Dios encarnado es una expresión metafórica que no puede ser entendida de forma literal como un acontecimiento físico, psicológico o metafísico.

La fórmula conciliar afirmó “que Jesús ha sido verdaderamente Dios y verdaderamente hombre”, y sin explicar como esta paradoja es posible, ha usado una lenguaje devocional o litúrgica sin realizar un ejercicio de formulación teológica precisa (Hick, p. 139). La tentativa de los teólogos apunta en el sentido de atribuir un significado inteligible a esta idea de un Dios-hombre. Se trata de un artificio filosófico capaz de impresionar por el sentido meramente técnico y destinado a excluir cualquier comprensión de Jesús que intentase negar su divinidad o su humanidad. Es como si el espirito humano de Jesús no fuera genuinamente humano, debiendo preguntarse como es que los teólogos pueden conocer algo de tamaña importancia a respecto de Jesús y que él mismo no conocia (Hick, p. 47). Cualquier tentativa para explicar esta fórmula solo puede funcionar como un pronunciamiento ritual cuyo sentido no puede ser examinado.

Hay sin embargo muchos estudiantes de la biblia que se mantienen fíeles al dogma nicenocalcedoneo a pesar del paradojo del Dios encarnado que no sabia que era Dios, o por otros palabras, del Dios que se apartó de sus atributos de divinidad al punto de perder la consciencia de que él mismo era Dios.
Según la manera común de pensar, y de acuerdo con la formulación tradicional del cristianismo, Dios es colocado como el “Ser más alto”, que se encuentra afuera, arriba o más allá de este mundo, existiendo por su proprio derecho al lado y en el otro lado de la Creación. En esta formulación Dios es visto como un ser personal, como un YO en relación a un Tú, como una causa separada de su efecto, como teniendo un espacio definido y un tiempo sin fin. La caricatura en esta forma de pensar es la concepción común de la relación de Dios para con el Mundo, o sea, de que Dios es el ser Supremo, el Gran Arquitecto del Universo que existe en algún lugar más allá del Mundo, que interviene periódicamente en su curso y que generalmente da pruebas de ser benévolo para con la Creación.

El estudiante rosacruciano no tiene dificultad en destrozar esta caricatura y comprender que las relaciones de Dios para con el Mundo son plena y íntimamente personales y que “en el vivimos y tenemos nuestro ser” (CRC p. 73, 142), no siendo posible vivir fuera de las Grandes Inteligencias que con su vida interpenetran y sustentan nuestro mundo.

Pero si es fácil modificar la cualidad de la relación, el mismo no sucede con la estructura fundamental, de manera que se continúa a imaginar Dios como una Persona que del más allá baja su mirada para este mundo que creó y que ama.

Toda la visión del mundo de la Biblia es, sin peligro de equivocación, descaradamente mitológica. Es pensada en términos de un Universo de diferentes niveles superpuestos con Dios en el más alto, y cuando aceptamos esta concepción grosera y literal lo que nos queda es una imagen esencialmente mitológica de Dios y de su relación con el Mundo. Por detrás de las frases “Dios ha bajado del cielo” u “Dios ha enviado Su Hijo unigénito” se esconde la visión del Mundo en la cual Dios es representado como una persona que vive en el cielo, como un Dios que se diferencia de los dioses paganos por el hecho de que “no hay dios más allá de mi” (Robinson, p. 48).

El centro de los debates rosacrucianos actuales ya no está en la relación de los mitos particulares para con la Historia, pero en saber hasta que punto es necesario que la enseñanza bíblica sea expresa en términos de esta cosmovisión, que es a su manera tan primitiva filosóficamente como las historias del Génisis son para el mundo científico (Robinson, p. 49). Es esta visión que debe ser ultrapasada con el mismo coraje que Pablo ha tenido en desenmarañarse de la circuncisión como condición previa del Evangelio y de aceptar, como un hecho “un mundo que alcanzaba la mayoridad”, sin dar importancia a los ataques de la apologética, extemporáneos y sin valor y hasta no cristianos, por figurar como una tentativa de hacer regresar el Hombre a un estado de adolescencia y de dependencia de las cosas que en realidad ya no depende (Robinson, p. 55).

Vale la pena por lo tanto releer lo que la Biblia dice sobre la naturaleza de Dios, para descubrir como puede conservar, y hasta mismo recuperar, su sentido mas profundo a la luz de la interpretación rosacruciana (Id. p. 84).

¿Qué es Cristo hoy para nosotros? Max Heindel nos ha dejado bastante información, o por lo menos indicios muy claros a ese respecto en su obra, la cual apunta a la edificación de una cristología rosacruz, y el lector interesado en desenmarañarse de la idea tradicional de la relación de Dios con este mundo, (de que el Divino habita en un mundo transcendente más allá de la Naturaleza) es recomendado a leerla.

Fideismo: La fe ignora o minimiza el rol de la razón para llegar a la verdad suprema. Según esta posición, la fe en Dios es el criterio supremo de la verdad, o sea, es todo lo que el cristiano necesita para obtener la salvación. Los fideistas declaran que Dios se revela a la consciencia humana por medio de las escrituras, por medio del Espirito Santo, y por medio de la experiencia personal, lo que es suficiente según ellos para se conocer todas las verdades importantes. Un dicho popular contemporáneo sintetiza este pensamiento: “Dios dice, yo creo. Esto es suficiente”. El Fideismo radical no racional ha sido primeramente articulado por Tertuliano (160? – 230?), un primitivo cristiano apologista conocido por su actitud critica hacia la cultura de la época. Ha sido el argumentador Tertuliano quien ha dicho: “Credo quia absurdum – Yo Creo por que es un absurdo”. En los siclos siguientes otros autores cristianos siguieron exaltando el valor supremo de la fe ciega en oposición directa a la razón humana. Llevado al extremo, el fideismo rechaza el pensamiento racional y se opone a la educación avanzada y a la investigación científica, y puede conducir a una religión mística e individualizada.

El Obispo de Cantuaria afirmó: “Si un hombre afirmara que entiende la relación de la divinidad con la humanidad en Cristo, demuestra claramente que no comprende el significado de la encarnación” (Baillie, p. 122).

¿Cur Deus Homo?

La pregunta más común sobre la fe cristiana no es “¿por que Dios se ha hecho hombre?”, pero si ¿Cómo ha podido Dios haberse encarnado en Jesús?”

Cuando se habla de Dios todas las palabras son imperfectas. Sin embargo, en vez de terminar en puntos suspensivos, mejor se puede decir algo más sobre el asunto. Una de las afirmaciones de Max Heindel en su obra básica de filosofía Rosacruz, es que el carácter transpersonal de Jesús se exprime mejor entendiendo a Dios no como una especie de personalidad colectiva que incorpora a todas las demás personas, pero en términos de interpersonal. Max Heindel ha enseñado que en el principio – y en el fin – no esta el “Yo u el Tú”, pero si el nexo “Yo – Tú”. Igualmente, toda la realidad debe ser entendida no en términos de un Dios, o Ser monárquico supremo entre las entidades individuales, pero en términos de un “campo” divino en el cual lo “tús” finitos son constituidos en la libertad de un amor totalmente personalizante. Es esta la visión del Nuevo Testamento, o sea de que “Dios está en todos” (Cor I. 15, 18). Todo el contexto de la primera epístola a los Corintios revela claramente un panteísmo escatológico, pero el Nuevo Testamento no intenta significar con esto algo que solamente será verdad después de todo el resto. El Dios que está en Cristo es el Dios que está en todo. Este modelo de encarnación, sin que sea necesariamente cristiano, está mucho más de acuerdo con el cristianismo de que con el deísmo o panteísmo, o hasta mismo con el teísmo, y por eso es el modelo más adecuado, y quizá el único aceptable sobre doctrina de la encarnación.

Como ya hemos visto anteriormente, fue en el primer Concilio de Niceia (325) en que nació el dogma de la trinidad, teniéndose aprobado la fórmula propuesta por Constantino. Es este el origen del Credo de Niceia. Otros concilios se fueran sucediendo, haciéndose en cada uno de ellos correcciones en el credo: en Constantinopla (381 y 553), en Toledo (675) y en León (1274). Sin embargo, el asunto se complicó de tal modo que los teólogos pasaran a llamarle “misterio”. En el concilio de Constantinopla de 381 y en los otros que se le han seguido, se estableció que el Espirito Santo era una persona divina, como el Padre y el Hijo, adquiriendo por ese medio una importancia vital en el Nuevo Testamento. No esta ausente en el Antiguo Testamento, como adelante veremos, pero ahora se le da una nueva razón para su preeminencia, dando origen a la doctrina del filioque, locución adverbial latina que significa “del hijo” (Chaves, p. 68, 124).

En síntesis las relaciones entre cristianos griegos y latinos se han vuelto tensionadas por un motivo teológico: “El Espirito Santo proviene del Padre y del Hijo” (posición latina) o del “Padre por medio del Hijo” (posición griega). La controversia se ha calentado entre los siclos IX – XI y ha conducido al cisma bizantino que hasta hoy perdura, aún que las Convenciones de los teólogos de parte a parte estén contribuyendo a aproximar los hermanos entre sí. Se puede decir, por lo tanto, que la controversia es más lingüística que teológica: griegos y latinos no entienden del mismo modo el vocablo “provenir”.

La doctrina según la cual el Espirito Santo proviene del Padre, está en el Evangelio de Juan: “El espirito de la verdad, que proviene (ekporeuetai) del Padre” (15, 26). La Escritura también se refiere a la relación del Espirito con el Hijo cuando Jesús dice: “Recibirá de lo que es mío y les será anunciado” (Jo 14, 16s) o aún: “Cuando venir el Paráclito, que les enviaré junto al Padre” (Jo, 15, 26). Estas citaciones han llevado algunos sacerdotes griegos a afirmar que el Espirito Santo es “del Padre y del Hijo”.

En la lenguaje más formal de la teología, la palabra “encarnación” se basa en el prólogo del evangelio de Juan “Y el Verbo se hico carne”. Sarx egeneto fue latinizado para incarnatus y Jesús se tornó el Dios-Hijo viviendo una vida humana y siendo al mismo tiempo “verdaderamente Dios” y “verdaderamente hombre”.

Con el transcurso del tiempo se han hecho un sin número de tentativas, algunas de las cuales muy ingeniosas para explicar inteligiblemente la idea de un Dios-Hombre. Ninguna de ellas ha logrado sus objetivos de conciliar la divinidad de Jesús con su humanidad, y por lo tanto terminaran siendo declaradas come heréticas (ICK, 70). Es por eso que heredamos la fórmula original sin que esta tuviera sido claramente explicada. En vez de eso, nos es presentada como un “misterio”, lo cual no es divino en la medida en que ha sido creado por un grupo de seres humanos.

De un modo general, el extracto bíblico en Jo 1, 14 es considerado como la afirmación central acerca de la encarnación. Pero la traducción “Y el Verbo se hizo carne y ha habitado entre nosotros…” es poco fiel al texto original en hemin que se traduce por “en nosotros” (Chaves, p. 121). La idea ortodoxa de la encarnación jamás se podrá libertar de la imagen del príncipe que aparece disfrazado en el cuento de Anderson. ¿Afirmará el Cristianismo que Dios se transformó en hombre? ¿Será ese el sentido de las palabras “y se ha hecho hombre”? ¿Se habrá Dios transformado en hombre en determinado momento en el tiempo por un periodo de treinta años? La doctrina cristiana no puede hacer ninguna de estas afirmaciones. Son conceptos equivocados. Dios no se transforma y seria grotesco sugerir que la encarnación tenga algo de común con las antiguas metamorfosis de la mitología griega (Baillie, p. 96).



Referencias Bibliográficas:

1. J. G. Davies, As Origens do Cristianismo, Ed. Arcádia, Lisboa, 1977, Cap. I.
2. Hans G. Kippenberg, Religião e Formação de Classes na Antiga Judeia, Ed. Paulinas; S. Paulo, 1988; ps. 119-125 e 150-166; Cf. Orígenes, Contra Celso, BAC, Madrid, 1967.
3. Lc 6, 20 e ss; cf. Mt 5,1-12
4. Lc.16, 21.
5. Lc 18, 24; cf. Mt 19, 16-30; Mc 10, 17-31.
6. Richard E. Rubenstein, When Jesus Became God, Hart Court, Inc., New York, 2000, pp 68-88.
7. Sl 2, 7.
8. Act 13, 33.
9. Jaroslav Pelikan, Jesus Through the Centuries; New Haven, Yale University Press, 1985.
10. Jean-Claud Eslin, Deus e o Poder, Âncora Editora, Lisboa, 2000. pp 67-67.
11. Homo (mesmo); homoi (semelhante); ousia (ser).
12. Richard E. Rubenstein, ob. cit., pp.72-79; 186-187, 198-199.
13. La palavba homoousios ya hace parte del bocabulário de Porfírio (232-305 d.C.), lo cualla utiliza para referirse a afinidad entre las almas humana e animal. Cf. Richard E. Rubenstein, ob. cit., p. 81.
14. Max Heindel, Conceito Rosacruz do Cosmo, 3ª ed., Lisboa, 1998; p. 339 e ss.
15. Id., ob.cit, p. 120.
16. Id., ob.cit, p 266.

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http://www.rosacruz.pt/auditorio/index.php?option=com_content&view=article&id=252&Itemid=77


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