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domingo, 28 de septiembre de 2014

Por que soy Estudiante Rosacruz Por Max Heindel


Por que soy Estudiante Rosacruz
Por Max Heindel

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Frecuentemente sucede encontrar a alguien que aprovecha la oportunidad de explicar públicamente por qué es Bautista, Metodista o Cristiano Científico, o por qué profesa cualquiera otra fe. A menudo nos han preguntado nuestros estudiantes, para explicarlo mejor a sus asociados, por qué han abrazado las
enseñanzas de los Hermanos Mayores, dadas por conducto de "La Fraternidad Rosacruz, " en vez de cualquier otra. Por tanto, nos esforzaremos en resumir sucintamente las razones que nos parecen suficientes, pero los estudiantes indudablemente encontrarán otras razones igualmente buenas, o mejores, que ellos pueden añadir verbalmente a lo que sobre el particular sea dicho.
Debería explicarse claramente, ante todo, que los estudiantes de "La Fraternidad Rosacruz, " no se llaman a sí mismos Rosacruces, sino que tal título se aplica solamente a los Hermanos Mayores, que son los hierofantes de las Sabias Enseñanzas del Oeste, y cuya elevación está por sobre el santo más grande que hubiese vivido, desde el punto de vista de su desarrollo espiritual, así como el santo está sobre el más vulgar de los adoradores de fetiches.
Cuando la barca de nuestra vida navega ligera sobre el dulce mar en calma, sostenida suavemente por las hermosas brisas de la salud y de la prosperidad; cuando los amigos están siempre prontos a ayudarnos en los placeres que aumentarán nuestra alegría en los bienes de este mundo; cuando los favores sociales o los poderes políticos nos son conferidos en cualquier esfera en que
nuestras inclinaciones se expresen, entonces, podemos decir sin temor de equivocarnos, con toda el alma: "Este mundo es bastante bueno para mí." Pero cuando el mar de los sucesos cambie el placer en padecer; cuando el viento fuerte de la adversidad nos estrelle contra la rocallosa orilla del desastre y la ola del sufrimiento nos envuelva; cuando los amigos nos hayan abandonado y toda ayuda humana esté tanto lejos como inaccesible, entonces, como hace el
marinero cuando lucha con el ímpetu de las olas, buscaremos la guía en las estrellas.
Pero cuando el navegante investiga el cielo en busca de una estrella cuya luz pueda guiarle, halla que todo el cielo se encuentra en movimiento y que el seguir una de las miríadas de estrellas visibles sería desastroso. El requisito de la estrella capaz de guiar, que estriba "su perfecta inmovilidad y firmeza, no está sino en la Estrella Polar."
Mediante la luz de la Estrella Polar el marinero puede llevar con plena seguridad su navío y conducirlo al puerto del reposo y de la salvación.
Igualmente quien busque una guía, en la que pueda confiar en los días de dolor, debe abrazar una religión fundada sobre leyes eternas y con principios inmutables, que puedan explicar el misterio de la vida de una manera lógica, para que su intelecto esté satisfecho, y que, a la vez, con- tenga un sistema de devoción que pueda satisfacer al corazón. Intelecto y corazón: dos factores gemelos de la vida que deben satisfacerse igualmente. Sólo cuando el hombre tiene una concepción clara del esquema del desarrollo humano, está en grado de colocarse en línea con él; y cuando él ha comprendido que ese esquema es benéfico y benévolo en el más alto grado, que el conjunto está en verdad regido por el amor divino, entonces, tarde o temprano el entendimiento
producirá en él una devoción verdadera y una cordial aquiescencia que se modificará en el deseo de llegar a ser un cooperador con Dios en la labor del Mundo.
Cuando almas anhelantes se acercan a la puerta de la iglesia demandando una tregua al dolor, no pueden satisfacerse con la respuesta de que es la voluntad de Dios que sufran en este mundo; que El, en su Divina Providencia, ha visto que lo ameritan, y que ellos debían tomar el sufrimiento corno un indicio de Su
Amor para con las criaturas, y que debían estar contentos no importa lo que sucediese. Ellos no pueden ver que la Divinidad hace justicia cuando El hace a algunos ricos y a muchos pobres; a unos pocos saludables y a muchos enfermizos. Muy a menudo es evidente que la iniquidad es próspera mientras que la rectitud está en harapos.
Las enseñanzas Rosacruces dan una idea clara y lógica del mundo y del hombre; invitan a la discusión en vez de rehuirla; de manera que quien busca la verdad espiritual puede satisfacer ampliamente su intelecto, y las explicaciones que recibe son tan estrictamente científicas como reverentemente religiosas.
Nos relatan los problemas de la vida sujetos a leyes tan inmutables en su esfera de acción, como inmutable es en el cielo la Estrella Polar.
Cuando la Tierra gira sobre su eje con una velocidad de mil millas por hora, nosotros permanecemos en pie sobre su superficie, porque el principio de gravedad impide que seamos arrojados dentro del espacio por la terrible velocidad. Sabemos que esa ley de gravedad es eterna; que no está en vigor hoy para suspenderse mañana. Cuando penetramos en un ascensor hidráulico
permanecemos seguros sobre una columna de agua, porque este fluido ejerce menos presión que los sólidos, y esta propiedad fue la misma ayer, lo es hoy y será siempre. Si esta acción se suspendiera, aunque fuera por unos pocos minutos, miles de personas morirían; pero que esa ley es firme y constante lo creemos implícitamente.
La ley de causa y efecto es también inmutable. Si arrojamos al aire una piedra, el acto no se completa sino hasta que por la gravitación aquella vuelve a la tierra. "Lo que el hombre siembra, recoge, " es el modo como esta ley se expresa en el reino moral. "Los molinos de Dios muelen muy despacio, pero muy fino, " y una vez que un acto se ha verificado, vendrá la reacción en cualquier día o de cualquiera manera, ni más ni menos que como la piedra que
se arroja al aire vendrá a tierra.
Es manifiesto que no todas las causas que nos impulsan en la vida tienen su efecto en la presente existencia, y de ahí se deduce que ellas deben producir sus efectos en alguna parte o en algún otro tiempo, a menos que se invalidara la ley; cosa que sería tan imposible como que la gravitación pudiera suspenderse, con lo cual el Cosmos vendría a caer en el caos.
La filosofía Rosacruz explica esto estableciendo que el hombre es un espíritu que concurre a la Escuela de la Vida con el propósito de desarrollar su latente poder espiritual, y que con este fin vive muchas vidas en cuerpos terrestres, cada uno de contextura más fina que el anterior, lo cual lo capacita para expresarse mejor y mejor. En los primeros grados de esta escuela de evolución, el hombre viene a la escuela en la mañana de su infancia y le son
dadas lecciones que estudia, y por la noche, cuando la fiel aya de la
naturaleza, la Muerte, viene a dormirlo, ya puede descansar de sus labores hasta al amanecer de un nuevo día cuando recibe un nuevo cuerpo infantil y emprende nuevas lecciones.
Cada día la Experiencia maestro de su escuela, le ayuda a aprender nuevas lecciones, y gradualmente viene haciéndose más y más proficiente. Algún día habrá completado este estudio, que así como enseña a usar cuerpos, enseña a formarlos. Así, pues, cuando vemos a alguien que demuestra pocas facultades, sabremos que es un alma joven que ha frecuentado muy poco a la escuela de la vida; y cuando encontramos un hermoso carácter, veremos en él un alma
grande, que ha pasado mucho tiempo practicando sus lecciones. Por lo tanto, no desesperemos de la bondad de Dios cuando miremos las desigualdades de la vida, porque sabremos que algún día todos seremos perfectos, como perfecto es nuestro Padre Celestial.
Las enseñanzas Rosacruces también quitan la espina del dolor que nos causa la más grande prueba: la pérdida de nuestros seres queridos y aun los que se han descarriado. Es un hecho que "en Dios vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser; " así es que si una sola alma se perdiese, una parte de Dios se perdería, y tal proposición es absolutamente imposible. Bajo la ley inmutable de
causa y efecto, estamos destinados a encontrar esos seres en lo futuro, bajo otras circunstancias, y el amor que nos une continuará siempre hasta completar su más alta expresión. Lis leyes de la naturaleza serían violadas si una piedra arrojada desde la tierra se suspendiera en la atmósfera, y bajo esas leyes inmutables, aquellos que pasan a esferas más elevadas, deberían regresar. Cristo dijo "Necesario os es nacer otra vez," y "Si voy a mi Padre, volveré."
Pero aunque nuestra razón pueda llegar hasta los misterios de la vida, hay, sin embargo, un estado más elevado: el actual conocimiento directo, que es aún el más alto grado de conciencia capaz de verificar las precedentes consideraciones por medio del sexto sentido latente en nuestro ser, que nos haría aptos para ver los mundos espirituales tan claramente como vemos el mundo temporal.
Este sexto sentido se desenvuelve en todo el curso de la evolución, y hay algunos medios de desarrollarlo ahora para aquellos que se tomen el trabajo Y tiempo necesarios. Algunos han llegado a este fin, y ellos nos hablan de sus viajes en el mundo del alma. Nosotros les creemos al igual que a aquellos que han viajado por Africa o Australia y nos hablan de aquellas tierras. E igualmente que nosotros podemos decir nosotros conocemos que la Tierra gira
sobre su eje y describe una órbita alrededor del Sol porque así lo dicen los científicos que han hecho tales investigaciones y cálculos que establecen esos hechos, así también decirnos que sabemos que el muerto vive, y que nosotros muertos o vivos, en el cuerpo o fuera de él, descansamos en el Amor de nuestro Padre que está en los Cielos, "sin cuya Voluntad ni aún el más leve pájaro cae a tierra; " que El cuida de todos y guía nuestros pasos de acuerdo con sus planes a desarrollar en lo posible nuestros poderes espirituales hasta
la más elevada potencialidad.
Así por cuanto da lógica satisfacción al alma la filosofía de la vida dada por los Rosa- cruces, nosotros seguimos sus enseñanzas con preferencia de otros sistemas e invitamos a otros quienes deseen una porción de sus bendiciones a la investigación de éstas.

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miércoles, 24 de septiembre de 2014

La Visión de Hermes Trismegisto




La Visión de Hermes Trismegisto

La Visión es el más famoso de todos los fragmentos herméticos y contiene una presentación de la cosmogonía hermética y las ciencias secretas de los egipcios con respecto a la cultura y el desarrollo del alma humana. Durante algún tiempo, fue llamada erróneamente «el Génesis de Enoch», pero en la actualidad tal error ha sido rectificado. Mientras preparaba la interpretación de la filosofía simbólica oculta en
La visión de Hermes que expondrá a continuación, el autor de este libro ha tenido a mano las siguientes obras de referencia: El divino Poimandres de Hermes Mercurio Trismegisto (Londres, 1650), traducida del árabe y del griego por el doctor Everard; Hermetica (Oxford,1924), editada por Walter Scott; Hermes,The Mysteries of Ancient Egypt (Filadelfia, 1925), de Édouard Schuré, y The Thrice Greatest Hermes (Londres, 1906), de G. R. S. Mead. Al material que contienen estos volúmenes ha añadido comentarios basados en la filosofía esotérica de los antiguos egipcios, además de aclaraciones derivadas en parte de otros fragmentos herméticos y en parte del arcano secreto de las ciencias herméticas. Para mayor claridad, se ha preferido la forma narrativa, en lugar del estilo original en forma de diálogo, y se han sustituido las palabras obsoletas por otras actualmente en uso.
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Mientras deambulaba por un lugar pedregoso y solitario, Hermes se entregó a la meditación y la oración. Siguiendo las instrucciones secretas del Templo, poco a poco fue liberando su conciencia superior dela esclavitud de sus sentidos físicos y, una vez liberado, su naturaleza divina le reveló los misterios de las esferas trascendentales. Contempló una figura imponente y sobrecogedora: era el Gran Dragón, que tenía las alas extendidas en el cielo y cuyo cuerpo irradiaba luz en todas direcciones. (Según los Misterios, la Vida Universal se representaba como un dragón.) El Gran Dragón llamó a Hermes por su nombre y le preguntó por qué meditaba así sobre el Misterio del Mundo. Aterrorizado por el espectáculo, Hermes se postró ante el Dragón y le suplicó que le revelara su identidad. La enorme criatura le respondió que era Poimandres, la Mente del Universo, la Inteligencia Creativa y el Emperador absoluto de Todo. (Schuré identifica a Poimandres con el dios Osiris.)Entonces Hermes suplicó a Poimandres que le revelara la naturaleza del universo y la constitución de los dioses. El Dragón accedió y le pidió a Trismegisto que retuviera su imagen en la cabeza.
De inmediato cambió la forma de Poimandres. En el lugar donde había estado quedó un resplandor espectacular que palpitaba. Aquella Luz era la naturaleza espiritual del propio Gran Dragón. Hermes «ascendió» al centro de aquel Fulgor divino y el universo de objetos materiales se desvaneció de su conciencia. Entonces sobrevino una gran oscuridad que, al expandirse, se tragó la Luz. Todo se puso turbulento. Entorno a Hermes se arremolinaba una misteriosa sustancia acuosa que emitía un vapor que parecía humo. El aire se llenó de gemidos inarticulados y suspiros que parecían proceder de la Luz que había sido tragada por la oscuridad. Su cabeza le dijo a Hermes que la Luz era la forma del universo espiritual y que la oscuridad en remolino que la había envuelto representaba lo material.
A continuación, de la Luz prisionera surgió una Palabra santa misteriosa que se situó sobre las aguas humeantes. Aquella Palabra, la Voz de la Luz, surgió de la oscuridad como una gran columna y el fuego y el aire la siguieron, aunque la tierra y el agua permanecieron abajo, sin moverse. Entonces, las aguas de la Luz se separaron de las aguas de la oscuridad; de las aguas de la Luz se formaron los mundos superiores y de las aguas de la oscuridad se formaron los mundos inferiores. A continuación, la tierra y el agua se mezclaron y se volvieron inseparables y la Palabra espiritual, llamada Razón, se movió sobre su superficie y provocó un desconcierto interminable.
Una vez más se oyó la voz de Poimandres, pero sin que se revelara Su forma: «Yo tu Dios soy la Luz y la Mente que existían antes de que la sustancia se separara del espíritu y la oscuridad, de la Luz. Y la Palabra que surgió de la oscuridad como una columna de fuego es el Hijo de Dios, nacido del misterio de la Mente. El nombre de esa Palabra es “Razón”. La Razón es hija del Pensamiento y la Razón separará la Luz de la oscuridad y establecerá la Verdad en medio de las aguas. Entiéndelo, oh, Hermes, y medita profundamente sobre el misterio. Lo que ves y oyes en tu interior no es la tierra, sino la Palabra de Dios hecha carne. Así se dice que la Luz Divina habita en medio de la oscuridad mortal y la ignorancia no puede separarlas. La unión de la Palabra y la Mente produce el misterio llamado “Vida”. Así como la oscuridad que te rodea está dividida con respecto a sí misma, la oscuridad que hay en tu interior también está dividida de la misma forma. La Luz y el fuego que surgen son el hombre divino, que asciende por el camino de la Palabra, y lo que no puede ascender es el hombre mortal, que no puede ser partícipe de la inmortalidad. Profundiza en la Mente y su misterio, porque en ellos reside el secreto de la inmortalidad».
El Dragón volvió a revelar su forma a Hermes y durante largo tiempo los dos estuvieron mirándose fijamente a la cara el uno al otro, de modo que Hermes temblaba ante la mirada de Poimandres. Al oír la Palabra del Dragón, los cielos se abrieron y se revelaron los innumerables Poderes de la Luz, elevándose por el Cosmos con alas que despedían fuego. Hermes contempló los espíritus de las estrellas, los celestiales que controlan el universo y todos aquellos Poderes que brillan con el resplandor del Fuego Único, el esplendor de la Mente Soberana. Hermes se dio cuenta de que la visión que había contemplado solo le había sido revelada porque Poimandres había dicho una Palabra. La Palabra era la Razón y mediante la Razón de la Palabra se manifestaban las cosas invisibles. La Mente Divina —el Dragón— prosiguió su discurso:
Antes de que se formara el universo visible, se fabricó un molde, llamado «Arquetipo» y dicho Arquetipo estaba en la Mente Suprema mucho antes de que comenzara el proceso de la creación. Observando los Arquetipos, la Mente Suprema quedó prendada de sus propios pensamientos, de modo que, tomando la Palabra como un martillo poderoso, fue abriendo cavernas en el espacio primigenio y reproduciendo la forma de las esferas en el molde del Arquetipo y, al mismo tiempo, sembró en los cuerpos recién creados las semillas de las cosas vivas. La oscuridad inferior, al recibir el martillo de la Palabra, se convirtió en un universo ordenado. Los elementos se separaron en niveles y en cada uno surgieron criaturas vivas. El Ser Supremo —la Mente—, masculino y femenino, produjo la Palabra y la Palabra, suspendida entre la Luz y la oscuridad, se expresó en otra Mente, llamada «el Obrero», el «Maestro Constructor» o «el Hacedor de objetos».
De esta manera se consiguió, Oh, Hermes: desplazándose por el espacio como un soplo, la Palabra produjo el Fuego por la fricción de su movimiento. Por consiguiente, el Fuego se llama «Hijo del Esfuerzo». El Obrero atravesó el universo como un torbellino y, con la fricción, hizo que las sustancias vibraran y resplandeciesen. El Hijo del Esfuerzo formó de este modo los Siete Gobernadores, los Espíritus de los Planetas, cuyas órbitas delimitaban el mundo, y los Siete Gobernadores controlaban el mundo mediante el poder misterioso llamado Destino, que les había concedido el Obrero Ardiente. Cuando la Segunda Mente (el Obrero) hubo organizado el Caos, la Palabra de Dios salió enseguida de su prisión material, dejando a los elementos sin la Razón, y se unió a la naturaleza del Obrero Ardiente. Entonces, la Segunda Mente, junto con la Palabra que se había elevado, se estableció en medio del universo e hizo girar las ruedas de los Poderes Celestiales y así continuará desde un comienzo infinito hasta un final infinito, porque el principio y el fin están en el mismo lugar y estado.
Entonces, los elementos vueltos hacia abajo y desprovistos de razonamiento produjeron criaturas sin Razón. La Sustancia no podía proporcionar Razón, porque la Razón había salido de ella. El aire produjo objetos voladores y las aguas, objetos nadadores. La tierra concibió extraños animales de cuatro patas que se arrastran, dragones, demonios complejos y monstruos grotescos. Entonces el Padre —la Mente Suprema—, al ser la Luz y la Vida, creó a su imagen un Hombre Universal espléndido: no un hombre terrenal, sino un Hombre celestial, que vivía en la Luz de Dios. La Mente Suprema amó al Hombre que había creado y le entregó el control de las creaciones y las pericias.
Como el Hombre quería trabajar, estableció Su morada en la esfera de la generación y se fijó en las obras de Su hermano, la Segunda Mente, que estaba sentado en el Anillo de Fuego. Después de observar los logros del Obrero Ardiente, Él también quiso hacer cosas y Su Padre le dio permiso. Los Siete Gobernadores, de cuyos poderes era partícipe, se regocijaron y cada uno proporcionó al Hombre una parte de Su propia naturaleza.
El Hombre anhelaba perforar la circunferencia de los círculos y comprender el misterio de Aquel que estaba sentado sobre el Fuego Eterno. Como y atenía todo el poder, se agachó y echó un vistazo a través de las siete Armonías y, atravesando la fuerza de los círculos, se manifestó ante la Naturaleza, que estaba estirada abajo. El Hombre miró a las profundidades y sonrió, porque vio una sombra sobre la tierra y una semejanza reflejada en las aguas y aquella sombra y aquella semejanza eran Su propio reflejo. El Hombre se enamoró de Su propia sombra y deseó descender hasta ella. Coincidiendo con el deseo, el Objeto Inteligente se unió con la imagen o la forma irracional.
La Naturaleza observó el descenso y se envolvió en torno al Hombre, al que amaba, y los dos se fusionaron. Por este motivo, el hombre terrenal es compuesto. En su interior está el Hombre del Cielo, inmortal y hermoso; en el exterior, la Naturaleza, mortal y destructible. Por consiguiente, el sufrimiento se produce porque el Hombre Inmortal se enamoró de su sombra y renunció ala Realidad para vivir en la oscuridad de la ilusión; porque, si es inmortal, el hombre tiene el poder de los Siete Gobernadores y también la Vida, la Luz y la Palabra, pero, si es mortal, lo controlan los Anillos de los Gobernadores: la Suerte o el Destino.
Del Hombre Inmortal habría que decir que es hermafrodita, o sea, masculino y femenino, y siempre está atento. Nunca duerme ni está inactivo y lo rige un Padre que también es masculino y femenino y siempre vigila. Este es el misterio que se mantiene oculto hasta hoy, porque la Naturaleza, después de fusionarse en matrimonio con el Hombre del Cielo, produjo una maravilla de lo más maravillosa: siete hombres, todos bisexuales, masculinos y femeninos, y de postura erguida, cada uno de los cuales es un ejemplo de las naturalezas de los Siete Gobernadores. Estas, Oh, Hermes, son las siete razas, especies y ruedas.
De esta manera se generaron los siete hombres. La tierra era el elemento femenino y el agua, el masculino; del fuego y el éter recibieron sus espíritus, y la Naturaleza hizo los cuerpos según la especie y la forma de los hombres. Y el hombre recibió la Vida y la Luz del Gran Dragón y de la Vida se hizo su Alma y de la Luz, su Mente. Por consiguiente, todas estas criaturas complejas, que contienen la inmortalidad pero son partícipes de la mortalidad, siguieron en tal estado durante un período. Se reprodujeron a partir de sí mismas, porque cada na era masculina y femenina. Sin embargo, al finalizar el período, el nudo del Destino se desató por la voluntad de Dios y el lazo de todas las cosas se aflojó.
Entonces, todas las criaturas vivas, incluido el hombre, que había sido hermafrodita, se separaron y los machos se volvieron diferentes y las hembras también, según los dictados de la Razón.
Y Dios habló a la Palabra Santa que estaba dentro del alma de todas las cosas y le dijo: «Seguid creciendo y multiplicaos en multitudes, todos vosotros, criaturas y pericias mías. Que quien esté dotado de Mente sepa que es inmortal y que la causa de la muerte es el amor al cuerpo y dejad que aprenda todo lo que hay, porque quien se reconoce a sí mismo ingresa en el estado del Bien».
Y después de que Dios dijera esto, la Providencia, con la ayuda de los Siete Gobernadores y la Armonía, reunió los sexos, hizo las mezclas y estableció las generaciones y todas las cosas se multiplicaron según su especie. Quien comete el error de apegarse y ama su cuerpo se queda deambulando en la oscuridad, consciente, y sufre las cosas de la muerte, mientras que quien se da cuenta de que el cuerpo no es más que una tumba para su alma asciende a la inmortalidad.
Entonces Hermes quiso saber por qué había que privar a los hombres de la inmortalidad solo por cometer el pecado de la ignorancia y el Gran Dragón respondió: «Para los ignorantes, el cuerpo es lo más importante y son incapaces de darse cuenta de que llevan dentro la inmortalidad. Como solo conocen el cuerpo, que está sujeto a la muerte, creen en la muerte, porque adoran la sustancia que es la causa y la realidad de la muerte».
Entonces Hermes preguntó cómo van hacia Dios los justos y los sabios, a lo cual Poimandres respondió: «Lo mismo que dijo la Palabra de Dios lo repito yo: “Porque el Padre de todas las cosas está hecho de Vida y Luz y lo mismo ocurre con los hombres.” Por consiguiente, quien aprenda y comprenda la naturaleza de la Vida y la Luz pasará a la eternidad de la Vida y la Luz».
A continuación, Hermes preguntó por el camino que seguían los sabios para llegar a la Vida eterna y Poimandres continuó: «Dejad que el hombre dotado de Mente tome nota, analice y aprenda por sí mismo y, con el poder de su Mente, se separe de su no-yo y se vuelva esclavo dela Realidad».
Hermes preguntó si no todos los hombres tenían Mente y el Gran Dragón respondió: «Ten cuidado con lo que dices, porque yo soy la Mente: el Maestro Eterno. Yo soy el Padre de la Palabra, el Redentor de todos los hombres, y en la naturaleza del sabio la Palabra se hace carne. Por medio de la Palabra, el mundo se salva. Yo, el Pensamiento (Thot),*el Padre de la Palabra, la Mente, solo acudo a los hombres que son santos y buenos, puros y misericordiosos y llevan una vida piadosa y religiosa; mi presencia les sirve de inspiración y de ayuda, porque cuando llego, enseguida saben todas las cosas y adoran al Padre Universal. Antes de morir, estos sabios y misericordiosos aprenden a renunciar a sus sentidos, sabiendo que estos son los enemigos de su alma inmortal.»
No permitiré que los maléficos sentidos controlen el cuerpo de aquellos que me aman ni tampoco que alberguen emociones malignas ni malos pensamientos. Me convierto en portero o cancerbero y no dejo entrar el mal y así protejo a los sabios de su propia naturaleza inferior. Sin embargo, no acudo a los perversos, los envidiosos ni los codiciosos, porque ellos no pueden entender los misterios de la Mente; por consiguiente, no les resulto grato. Los dejo con los demonios vengadores que ellos fabrican en su propia alma, porque el mal aumenta todos los días y atormenta más al hombre y cada mala acción se suma a las malas acciones previas hasta que finalmente el mal se destruye a sí mismo. El castigo del deseo es el suplicio de la insatisfacción.»
Hermes agachó la cabeza en señal de agradecimiento al Gran Dragón que tanto le había enseñado y le suplicó que siguiera hablando sobre lo supremo del alma humana, de modo que Poimandres resumió:«En el momento de la muerte, el cuerpo material del hombre regresa a los elementos de los que procede y el hombre divino invisible asciende a la fuente de la que procede, es decir, la Octava Esfera. El mal se traslada a la morada del demonio, mientras que los sentidos, los sentimientos, los deseos y las pasiones del cuerpo regresan a su origen, es decir, los Siete Gobernadores, cuya naturaleza en el hombre inferior destruye, pero en el hombre espiritual invisible da vida.
»Cuando la naturaleza inferior ha vuelto a la brutalidad, la superior se esfuerza otra vez por recuperar su espiritualidad. Escala los siete Anillos sobre los cuales están sentados los Siete Gobernadores y devuelve a cada uno sus poderes inferiores de esta manera: sobre el primer anillo deposita la Luna y le devuelve la capacidad de crecer y decrecer; sobre el segundo anillo sienta a Mercurio y le devuelve las maquinaciones, el engaño y la picardía; sobre el tercer anillo sienta a Venus y le devuelve los deseos y las pasiones; sobre el cuarto anillo sienta al Sol y a este Señor le devuelve las ambiciones; sobre el quinto anillo sienta a Marte y a él le devuelve la impetuosidad y el atrevimiento irreverente; sobre el sexto anillo sienta a Júpiter y le devuelve el sentido de acumulación y las riquezas, y sobre el séptimo anillo sienta a Saturno, a la Puerta del Caos, y le devuelve la falsedad y la conspiración maléfica.
»A continuación, después de deshacerse de todas las acumulaciones de los siete Anillos, el alma llega a la Octava Esfera, es decir, el anillo de las estrellas fijas, donde, liberada de toda ilusión, mora en la Luz y entona loas al Padre con una voz que solo los puros de espíritu pueden comprender. Fíjate, Hermes, que en la Octava Esfera hay un gran misterio, porque la Vía Láctea es el semillero de las almas, que desde allí caen en los Anillos, y a ella regresan otra vez desde las ruedas de Saturno. Pero algunas no pueden subir la escalera de siete peldaños de los Anillos, de modo que deambulan por la oscuridad inferior y son arrastradas a la eternidad con la ilusión de los sentidos y la practicidad.
»El camino hacia la inmortalidad es difícil y solo unos pocos lo encuentran. El resto aguarda el Gran Día en que las ruedas del universo se detengan y las chispas inmortales huyan de la vaina de la sustancia. Pobres de los que esperan, porque deben volver a regresar, inconscientes y sin saberlo, al semillero de las estrellas y aguardar un nuevo comienzo. Los que se salven gracias a la luz del misterio que te he revelado, oh, Hermes, y que ahora te pido que instaures entre los hombres, volverán una vez más al Padre que habita en la Luz Blanca y se entregarán a la Luz y serán absorbidos por la Luz y en Ella se convertirán en Poderes divinos. Este es el Camino del Bien y solo se revela a los que tienen sabiduría.
»Bendito seas, oh, Hijo de la Luz, a quien, de entre todos los hombres, yo, Poimandres, la Luz del Mundo, me he revelado. Te ordeno que sigas adelante, que te conviertas en guía para aquellos que de ambulan en la oscuridad, para que todos los hombres en los que habite el espíritu de Mi Mente (la Mente Universal) se salven por medio de Mi Mente en ti, que invocará a Mi Mente en ellos. Establece Mis Misterios y ellos no fracasarán en la tierra, porque soy la Mente de los Misterios y, mientras la Mente no falle —esto no ocurre nunca—, mis Misterios no pueden fallar.»
Con estas palabras de despedida, Poimandres, radiante de luz celestial, se desvaneció, mezclándose con los poderes de los cielos. Elevándolos ojos al firmamento, Hermes bendijo al Padre de Todas las Cosas y consagró su vida al servicio de la Gran Luz.
Así predicaba Hermes: «Oh, habitantes de la tierra, hombres nacidos y hechos de los elementos, pero con el espíritu del Hombre Divino en vuestro interior, ¡¡levantaos de vuestro sueño de ignorancia!! Sed serios y reflexivos. Daos cuenta de que vuestra casa no es la tierra sino la Luz. ¿Por qué os habéis entregado a la muerte, si tenéis poder para ser partícipes de la inmortalidad? Arrepentíos y cambiad vuestra mente. Alejaos de la luz oscura y renunciad a la corrupción para siempre. Preparaos para ascender a través de los Siete Anillos y para fundir vuestras almas con la Luz eterna».
Algunos de los que lo escucharon se burlaron y se mofaron y siguieron su camino, entregándose a la Segunda Muerte, de la cual no existe salvación. Otros, en cambio, se arrojaron a los pies de Hermes y le suplicaron que les enseñara el Camino de la Vida. Él los levantó con suavidad, sin recibir ninguna aprobación para sí mismo, y, con el bastón en la mano, siguió enseñando y guiando a la humanidad y mostrándoles cómo podían salvarse. En los mundos de los hombres, Hermes sembró las semillas de la sabiduría y las nutrió con las Aguas Inmortales. Finalmente llegó el crepúsculo de su vida y, cuando el resplandor de la luz dela tierra comenzó a reducirse, Hermes ordenó a sus discípulos que mantuvieran inmaculadas sus doctrinas a lo largo de los siglos. Encomendó que se pusiera por escrito la visión de Poimandres, para que todos los que desearan la inmortalidad pudieran encontrar en ella el camino.
Para concluir su exposición de la visión, Hermes escribió lo siguiente: «El sueño del cuerpo es la sobria vigilancia de la Mente y, si cierro los ojos, se me revela la Luz verdadera. Mi silencio se llena de nueva vida y esperanza y está lleno de bondad. Mis palabras son la plenitud del fruto del árbol de mi alma. Porque este es el relato fiel de lo que he recibido de mi verdadera Mente, que es Poimandres, el Gran Dragón, el Señor de la Palabra, mediante el cual Dios me inspiró la Verdad. Desde aquel día, mi Mente ha estado siempre conmigo y en mi propia alma he dado a luz la Palabra: la Palabra es la Razón y la Razón me ha redimido. Por este motivo, con toda mi alma y toda mi fuerza, alabo y bendigo al Dios Padre, la Vida y la Luz y la Bondad Eterna.
Bendito sea Dios, Padre de todas las cosas, que existe desde antes del Primer Comienzo.
Bendito sea Dios, cuya voluntad se cumple y se hace cumplir mediante
Sus propios Poderes, a los que ha dado a luz fuera de Sí mismo.
Bendito sea Dios, que ha decidido darse a conocer y que es conocido por Sí mismo por aquellos a quienes se revela.
Bendito seáis Vos, que por Vuestra Palabra (la Razón) habéis establecido todas las cosas.
Bendito seáis Vos, a cuya imagen se ha hecho toda la Naturaleza.
Bendito seáis Vos, a quien la naturaleza inferior no ha dado forma.
Bendito seáis Vos, que sois más fuerte que todos los poderes.
Bendito seáis Vos, que sois mejor que toda excelencia.
Bendito seáis Vos, que sois mejor que toda alabanza.
Aceptad estos sacrificios razonables de un alma pura y un corazón tendido hacia Vos. 
Oh, Inefable, a Quien se alaba en silencio. 
Os suplico que me miréis con misericordia para que no yerre mi conocimiento de Vos y pueda iluminar a aquellos que son, en la ignorancia, hermanos míos e hijos Vuestros.
Por eso creo en Vos y de Vos doy fe y parto en paz y con confianza en Vuestra Luz y Vida.
Bendito seáis, ¡oh, Padre! El hombre que habéis creado se santificará con Vos, ya que le habéis dado poder para santificar a otros con Vuestra Palabra y Vuestra Verdad.

La Visión de Hermes, como casi todas las obras herméticas, es una exposición alegórica de grandes verdades filosóficas y místicas, cuyo significado oculto solo pueden comprender aquellos que han sido «elevados» a la presencia de la Mente Verdadera.

de: Las Enseñanzas Secretas de todos los Tiempos de Manly P. Hall, en la pagina 124


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lunes, 22 de septiembre de 2014

EL RAPTO DE PROSERPINA, DE BERNINI



EL RAPTO DE PROSERPINA, DE BERNINI
José Antonio Bernardo

El artista y la obra

Gianni Lorenzo Bernini (Nápoles 7 de diciembre de 1598 – Roma, 28 de noviembre de 1680). Se le incluye en el estilo Barroco y fue un artista polifacético, escultor, arquitecto y pintor. Aquí nos ocuparemos de él como escultor. Durante 1621 a 1625, realizará cuatro conjuntos escultóricos que le encargaría el cardenal Borghese, de donde son conocidos como “los cuatro grupos borghesianos”, los cuales le consagrarían como maestro. Estas obras son el conjunto Eneas, Anquises y Ascanio, representando un motivo de la Enéida; una imagen de David, de motivo bíblico; Apolo y Dafne, que vuelve sobre la fértil mitología griega, y el conjunto que centrará nuestra atención, El rapto de Proserpina.

El rapto de Proserpina es una escultura realizada por el artista napolitano entre los años 1621 y 1622, perteneciente, por lo tanto, al Barroco inicial, que también podríamos identificar como el Manierismo. La obra es producto de una época en la que el arte todavía era un asunto privado, de poderosos privilegiados ligados a las monarquías la nobleza o a la Iglesia, quienes constituían el mecenazgo. Esta obra fue encargada al artista por el cardenal Scipione Borghese, quien se la cedió al Cardenal Ludovico Ludovisi en 1622 para que éste la llevara a su villa. Permaneció allí hasta 1908, cuando el Estado italiano la adquirió y la devolvió a la Galleria Borghese. Actualmente se halla situada en la villa del mismo nombre al norte de Roma, donde puede ser visitada junto a otras obras y conjuntos escultóricos del mismo artista.

La gran estatua de mármol compone un grupo escultórico que representa a Proserpina —Perséfone en la mitología griega— siendo raptada por Plutón —Hades—, hermano de Zeus y soberano de los infiernos. La composición es un ‘contraposto’ retorcido, que remite al manierismo, ya que el artista presta una especial atención a los detalles y adopta posturas rebuscadas, al tiempo que nos permite una observación simultánea del conjunto en una perfecta y armoniosa unidad de las partes, como exigiera el más puro clasicismo siguiendo el canon renacentista de imitación de los antiguos.

“Manierismo” fue entendido como a la manera de… es decir, con un estilo propio. Los artistas manieristas emprendieron su técnica con una voluntad de superar los conceptos de belleza del Renacimiento que canonizaban las formas y reglas aprendidas de los antiguos, tal como les habían llegado a través del mundo cristiano, por los nuevos “monumentos” descubiertos y documentos traducidos, como la Poética de Aristóteles. Las reglas directrices marcadas por los genios del Renacimiento se institucionalizarían en el clasicismo francés del siglo XVII, que se entendió como una imitación de las reglas de los grandes maestros renacentistas y clásicos: lo teorizado por Alberti y practicado por Leonardo, Miguel Ángel o Rafael.

El origen de la primavera. El mito

El mito, aunque superado por la explicación filosófica, está en los orígenes y nunca ha sido dejado del todo en nuestra civilización. En cierto modo pervive entrelazado con ella, completando y dando forma y sentido a la misma. Los motivos de la mitología son un recurso del arte del Renacimiento, ya que permitía eludir algunos prejuicios morales ligados a la religión, al tiempo que era un modo de ajustarse a las reglas de la “mimesis” que se había extendido como regla, tras la difusión de la Poética de Aristóteles. En el terreno de la estética la rememoración de la mitología es especialmente fecunda, ya que fue el motivo de desarrollo de un arte tan elaborado en aquellos inicios que durante muchos siglos fue considerado el modelo, y que deviene por ello clásico.

Los griegos han sido el faro de referencia del pensamiento en nuestra civilización, y nunca se ha perdido el hilo que une nuestra cultura con aquella mitología. Con aquellos orígenes se conecta el cristianismo, la patrística, el platonismo cristiano medieval, el renacimiento aristotélico de Averroes y Tomás de Aquino; a él retorna y remite la inversión de Nietzsche, Heidegger y la Hermenéutica. Siempre que el pensamiento se encuentra extraviado por “los caminos del bosque”, la Andenken nos devuelve al cordón umbilical de los orígenes griegos.

Perséfone es hija de Zeus y Demeter; ésta, a su vez, hija de Cronos y Rea, que era hermana de Zeus y diosa de la fertilidad y del trigo. Su tío Hades —Neptuno—, hermano de Zeus y dios de los infiernos, se enamoró de Persefone y un día la raptó. Se cuenta que la joven fue raptada con la complicidad de Zeus y en ausencia de Demeter, mientras se encontraba cogiendo flores en compañía de sus amigas, las ninfas Atenea y Artemisa, que eran sus hermanas de padre. Esto sucedió en el momento de recoger un lirio. La mitología cuenta que en ese momento se abrió la tierra y por la grieta sale Hades que la toma y se la lleva. Las flores se marchitarán y fatalmente Perséfone se convertirá en la reina de los infiernos y de los muertos.

El nombre de Perséfone es traducido por los latinos como Proserpina, y así la conocemos en la obra de Bernini que rememora este episodio mítico. Cuenta la leyenda que su madre, Remeter, entra en gran duelo y emprende una ardua tarea de búsqueda, abandonando sus quehaceres de diosa, con lo cual la tierra se tornó estéril hasta el punto en que, conmovido Zeus, ordenó a Neptuno que devolviera a Proserpina. Pero ¡oh drama de los dramas y hermosa tragedia! Proserpina no había cometido el grave error, sino que había sucumbido al engaño, comiendo un grano de granada y estando determinado que quien tomara bocado de un producto del Tártaro quedaría encadenado a él para siempre.

Pero esto es cosa de dioses y nada es imposible a Zeus, el más grande y poderoso de todos ellos. ¿Cómo se iba finalmente a imponer un capricho de su hermano al tremendo dolor de su amada esposa?, ¿y como iba a poner remedio al desastre que la errante búsqueda emprendida por Demeter, y el consecuente abandono de sus quehaceres, causaba en los campos estériles? Zeus, justo juez, como forma de suavizar el conflicto, dictamina la “custodia compartida”: dispuso que Proserpina pasara una parte del año en el Tártaro, en los confines de la tierra junto a Hades y el resto retornaría a la tierra con su madre, quien debía de comprometerse a tomar su morada en el Olimpo junto a Zeus y cumplir con su obligación de fertilizar los campos.

Los pactos se cumplen y de este modo se constituye el orden cíclico de la naturaleza, tan presente en las regiones del Mediterráneo; desde entonces la naturaleza quedará marcada con las idas y venidas de Proserpina. Cuando ella se va, las flores se marchitan y la tierra se vuelve estéril; y a su vuelta todo revive, aparecen las flores y retorna la primavera. Esta belleza amable y jubilosa de la vuelta de Proserpina tiene la contrapartida de la función de su ausencia; su retorno al lado oscuro y tenebroso, su función de “reina de los infiernos”; la temible reina de los muertos, de quien era temerario pronunciar su nombre en alto entre los griegos, que se referían a ella como “la Doncella”. A este aspecto de la historia parece aludir la presencia, que ha querido Bernini, del Can Cerbero en su conjunto escultórico.

La experiencia estética. La contemplación

La sensibilidad, la excitación de los sentimientos, el tocar el corazón, atribuidos a lo estético, tienen que armonizarse, aunque no siempre ocurra así, con la razón”. El fenómeno estético se produce en el espíritu humano sensible que mira. Y vamos a mirar el mármol de Bernini…

Archivo:Rapeofproserpinadetail.JPGSegún se mira desde la izquierda, vemos un “superhombre”, Plutón, tratando de mantener bien segura a Proserpina, sujeta; no hay ninguna duda de que el rapto es irreversible, premeditado y contundente, y así nos lo atestiguará el posterior conocimiento del relato mítico en que se basa el motivo de la obra. Mirado de frente parece llevar a su presa en brazos. Desesperadamente la mujer intenta zafarse de su raptor apartando su cabeza en una lucha desigual, la cual nos llena de ternura, mientras tiende su mano derecha hacia atrás como pidiendo ayuda desesperadamente. Nos conmueve, quisiéramos acudir en su ayuda, pero la imagen serena, segura y decidida de Hades nos asegura que no hay nada que hacer, que es un asunto sobrehumano, de dioses, sublime.

Contemplando desde la derecha, observamos las lágrimas de la mujer-diosa, lo cual nos conmueve aún más, y excita nuestra condición de macho recurrente salvador de la hembra violentada. El viento sobre su pelo imprime al conjunto una sensación de movimiento, que junto con los giros aboca esta forma de la piedra hacia el Barroco; y desde este punto de mira, nos arrebata el detalle de la cesión de la textura del cuerpo de mujer tan hermosamente tallado, al contacto con los dedos poderosos de su inefable raptor, lo cual nos hace olvidar definitivamente que lo que tenemos delante es un material inerte. Hay un no se qué, que cobra intensa vida por unos instantes, de modo tal que nos embriaga una atmósfera de sensaciones placenteras que nos hacen olvidar nuestra propia condición espacio-temporal contingente. Y por último la presencia del Can Cerbero, ladrando, configura una atmósfera de misterio y sublimidad que completa el bloque vibrante de sensaciones que se nos da.

El Can Cerbero ladra. Recuerda aquella escena que nos describe Pío Baroja en “La casa de Aizgorri”; de noche lluviosa, cerrada, oscura y silenciosa, en torno a la casa aislada. La lluvia cae suave, persistente, casi sin producir sonido alguno, como lo suele hacer en los brumosos valles del País Vasco otoñal. El caserío separado, como los otros que conforman la aldea: unos distantes de otros y próximo al bosque oscuro de abetos y hayedos; y de la otra cara, abierto a la ladera de los pastizales. Es noche de difuntos, y de conversación queda en la semioscuridad. Para aumentar el misterio en el relato, y embargarnos en su descripción de viaje al mas allá, Baroja utiliza la frase “los perros ladran”; del mismo modo, en la obra de Bernini la pose ladrando del Can Cerbero nos hace sentir que algo misterioso y terriblemente sublime está sucediendo. Algo inaccesible, inexplicable, solo sentido, que sobrecoge de temor o incertidumbre.

Solo después sabremos por la mitología que llegada la raptada al Tártaro, por imprudencia o engaño, Proserpina permanecerá allí fatalmente presa, convertida en reina de los infiernos y de los muertos. De modo que la presencia del Can Cerbero despierta en nosotros ese sentimiento temeroso frente a lo tétrico infinito, inconmensurable del más allá, en el mismo sentido que lo consigue literariamente Pío Baroja en la descripción de la noche oscura y lluviosa de su “Casa de Aizgorri”, rematando con la frase “los perros ladran”. Un sobrecogimiento frente a lo sublime.

Así se lo imaginaban los griegos quienes luego se referirán a Persefone como “la Doncella” personaje contradictorio o contrapuesto en la mitología si lo hay, entre la tristeza de los infiernos y el fin y la alegría del retorno, el renacer y la primavera, en un eterno retorno nietzschiano de lo mismo. Es notable la representación de los detalles: Proserpina empuja la cabeza de Plutón, estirando su piel, y los dedos de este aprietan cruelmente la carne del cuerpo femenino tratando de inmovilizarla.

Una vez impresa la imagen exteriorizada de la mente del genio esta se conserva en la obra cobrando autonomía, y cobrando, en cierto sentido vida, o al menos actividad: la pose del Neptuno raptor enamorado, la del amenazador Can Cerbero, guardián de los sublimes misterios inalterables y la de la joven diosa arrancada de su medio a pesar de su voluntad, permanecen mientras la física de la roca no sufra alteraciones importantes, que deterioren la forma conferida por el artista. Y estará ahí productiva y fértil, creando afectos, sensaciones y afecciones sin fin en el “alma” de cada sujeto que la mire, según el juego libre de sus facultades.


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vídeo desde aquí: http://www.youtube.com/watch?v=Ud50EVikfX4

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domingo, 21 de septiembre de 2014

DÉCIMO PRIMER ENCUENTRO FRATERNAL - PROGRAMA MODIFICADO Y DEFINITIVO

 


ASOCIACIÓN INTERNACIONAL DE CRISTIANOS
MÍSTICOS -  CÓRDOBA ARGENTINA
DÉCIMO PRIMER ENCUENTRO FRATERNAL
 
SABADO 11 DE OCTUBRE DE 2014
 
De 10 y 30 a 13 horas Conferencia en la Sala del
Hotel Sussex de Calle Buenos Aires Nº 59
 
Tema: ESPIRITUALIDAD PRACTICA PARA LA VIDA DIARIA – María Rosa
Gil Bosco del Centro Rosacruz de Asunción del Paraguay
 
Tema: LA FUERZA DEL BIEN PENSAR – Gustavo Perez Laterra del
Centro Rosacruz de Asunción del   Paraguay
 
17,30 Hs – Servicio del Templo en el Centro Rosacruz de Calle Colombres Nº 2113
18.00 Hs – Charla participativa con un coordinador sobre temas de la Conferencia
Pública.
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DOMINGO 12 DE OCTUBRE
09.00 Hs – Servicio del Templo.
09.30 Hs – Reunión de Probacionistas para intercambiar criterios y vivencias de
como compartir entre todos nuestra manera de difundir las enseñanzas Rosacruces.
11.00 Hs – Conferencia tomando como base la Ley Divina y nuestras necesidades
Cotidianas.
 
16.00 Hs - Mesa redonda en relación al tema Los Niños Índigos y las Glándulas
Endógenas.
18.00 Hs - Servicio del Templo.
19.00 Hs - Evaluación sobre temas del Encuentro Fraternal Rosacruz.
 
LUNES 13 DE OCTUBRE
09.00 Hs- Servicio del Templo.
09.30 Hs - Inicio de una excursión a las Sierras de Córdoba
 
Los esperamos fraternalmente, invita:
ASOCIACION INTERNACIONAL DE CRISTIANOS MISTICOS MAX HEINDEL -
Colombres 2113 - 5.008 - Barrio Lomas de San Martín - Córdoba – República
Argentina
 
105 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE LA FRATERNIDAD
ROSACRUZ

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LA MANO MISTÈRICA DE SABACIO ó SABAZIO



LA MANO MISTÈRICA DE SABACIO

Dorso de la Mano de Pompeya
 Sabacio es un dios frigio  cuyo culto tiene carácter orgiástico. Con frecuencia, en el mundo griego es asimilado a Dionisio y se le considera como un Dioniso más antiguo, hijo de Zeus y Persèfone . Se le atribuía la idea de domesticar los bueyes y someterlos al yugo.
Así se explicaban las imágenes que lo representaban con cuernos en la frente.
 Mano del Brithis Museum
En el British Museum, por ejemplo, se conserva esta mano, descubierta en Tournai (Bélgica), a finales del siglo XVI o comienzos del XVII. En el caso de la pieza británica, ha sido datada por los investigadores en torno a los siglos II o III d.C. En opinión de los expertos, estas curiosas manos de Sabazios seguramente eran colocadas en santuarios durante las ceremonias, o bien dispuestas en lo alto de palos o postes que se llevaban en las procesiones.
 Estela con representación del dios Sabacio ,Museo de Tirana, Albania.
Esta  mano votiva de bronce proveniente de Frigia y dedicada a  Sabacio  un Júpiter rústico contiene una figurita con gorro y calzones frigios, los pies
apoyados en una cabeza de morueco y levantando el pulgar, el índice y el dedo del corazón en la llamada bendición latina: el pulgar de Venus para obtener la prosperidad, el índice de Júpiter para que guíe su destino, y el dedo del corazón de Saturno para que llueva.
 Imita la postura de la mano que la sostiene y en el índice está posada el águila de Júpiter. Era no tanto una bendición como un gesto propiciatorio empleado antes de  comenzar un discurso o una recitación; los oradores griegos y latinos nunca lo omitían.
Mano de Cartagena
En España  se han documentando bastantes evidencias del culto a Sabacio, concretamente en la costa mediterránea, como es de suponer, ya que esta región abierta al mar, gracias al comercio, era más permeable a influencias orientales y la adopción de divinidades foráneas, que en muchos casos acabaron sincretizándose con otros dioses locales.
Detalle de la mano de Cartagena
Una  de las piezas conservadas en el Museo Nacional de Arqueologia   (ARQUA) de Cartagena .  Se trata de una "Mano de Sabacio" .
Este dios, que los romanos terminaron asimilando con Baco/Dionisio y con Júpiter, fue centro de uno de los cultos mistéricos  orientales que se propagaron por el mundo romano en la Antigüedad tardía.
Aunque mucho menos conocido que otros cultos mistéricos como los de Mitra, Eleusis  o Isis , el culto a Sabazios poseía un mismo carácter esotérico e iniciático,esta  mano con la representación de Sabazios (la figura está bastante desfigurada), y otros elementos habituales en este tipo de piezas: un carnero, un cuchillo, un lagarto o serpiente, etc… En este caso, la mano ha sido datada en el último tercio del siglo I d.C.
 Mano de Sabazios conservada en el Museo de Melbourne, hallada en Pompeya.
Este tipo de piezas son relativamente frecuentes, y distintos museos conservan ejemplares similares.

Entre los ritos iniciáticos que el aspirante debía superar había uno sumamente singular, con un innegable contenido sexual. Durante el mismo, se introducía una serpiente de metal bajo las ropas del iniciando lo cual, en opinión de los expertos, suponía una forma de unión sexual con el dios. 
Detalle de la mano hallada en Pompeya.
Por este motivo, Sabazios era a menudo denominado Theos dia kolpou, "Dios entre los pliegues de la túnica" o "Dios a través del vientre. Teniendo en cuenta las condiciones en las que solían celebrarse las ceremonias de iniciación a los cultos mistéricos, este rito en concreto debía ser, como poco, atemorizante para el iniciando, que no sabía a ciencia cierta qué iba a encontrar en un espacio a media luz, apenas iluminado por antorchas.

Era un Dios exòtico Sabacio , sus misterios tenian fama era un Dios elegido por sus devotos, no una deidad del panteòn comùn, un sacerdote de Sabacio hizo gravar sobre una tumba: “Come, bebe y divièrtete antes de venir a unirte a mi; mientras vivas , pàsalo bien, solo traeras esto contigo.  Aquí yace Vicentius, sacerdote del Dios Sabacio, que ha celebrado los ritos Santos y Divinos”.


 Mano del Museo del Louvre.
Fuentes: Artsecreta,antonionorbanoblog. Interclàsica. elcafedeocata.blog.