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lunes, 19 de julio de 2010

Tendámonos las manos



Tendámonos las manos

Recopilaciones por José Ocampos

No es igual dar que tender las manos al que necesita. Cristo nunca
dio limosna, sino tendió las manos a los enfermos, a los necesitados.
Amor verdadero es ofrecerse a servir, es tender la mano, tratando
de comprender al hijo adolescente en los momentos de su exaltación
crítica y de decisiones juveniles.

Tender la mano, sonriéndo al Cristo -antipático que nunca sabe caer
bien, al que todo le sale mal, al que se siente rechazado y tiene complejo
de inferioridad.

Tender la mano, llenando de cariño la soledad de Cristo -tía soltera
de quien todos huyen por su mal carácter, debido al abandono que sufre.
Tender la mano, preocupándonos por Cristo -familia pobre, que
no halla a quien recurrir en sus problemas familiares.
Tender la mano, tratando justa y humanamente a Cristo –empleado-
no abusando de sus estrecheces y retribuyéndole justamente.
Tender la mano, en lo que estuviera a nuestro alcance, a Cristo -
desempleado que tiene la tremenda preocupación de no poder llevar
a su casa el pan de cada día.

Tender la mano, haciéndole la vida llevadera a Cristo –Padres
ancianos que necesitan atenciones y mimos como niños.
En fin, Cristo está representado y atendido en la persona del prójimo
y en todas las circunstancias de la vida.

Tender la mano, a aquella jovencita que quedó embarazada y tuvo
que huir de la casa por haber sido rechazada por el mal paso que ha dado.
Tendamos la mano, a aquella abuela que se tuvo que hacer cargo
de nietos y nietas rebeldes por incomprensión de los padres.
Tendamos la mano, a ese paralítico que andando con muletas y
con gran dignidad trata de ganarse la vida honrosamente.

Tendamos la mano a los que viven descarriados por no haber
recibido una orientación adecuada.

Tendamos la mano, a aquella persona que ha perdido todo, pero
no su dignidad, y busca ganarse la vida prestando una cocina para
cocinar algo y vender sus productos recorriendo las calles, ofreciendo
los de casa en casa sin sentir calor ni frío, sólo el santo anhelo de
enfrentar la vida con altura.

Tendamos la mano, a aquellos niños que quedaron sin padres
por algún lamentable accidente.

Tendamos la mano, a los que no saben leer ni escribir.
Tendamos la mano, a los enfermos de un hospital que no tienen
recursos ni para comprar una aspirina.

Si somos funcionarios de alguna repartición pública, tendamos la
mano al que llega a nosotros necesitando alguna información.
Con nuestra vida de apóstol, tenemos que borrar la sucia señal
que dejan los sembradores del odio, y con nuestras manos llenas de
amor y con la luz de Cristo que llevamos en el corazón, iluminar el
sendero de los que viven equivocados.

¿Has considerado alguna vez, la hermosura que significa pasar
la mano al necesitado?

Seamos instrumento: de oro o de acero, platino o hierro, grande o
pequeño, delicado o tosco, pero seamos útiles. Es tan útil el serrucho
del carpintero como una mano amiga tendida en un momento muy
difícil, resulta como la más milagrosa pinza del cirujano, que es el mismo
Dios que nos envía para cicatrizar profundas y dolorosas heridas.
Hazlo todo con desinterés, por puro amor, como si no hubiera
premio ni castigo. Pero fomenta en tu corazón la gloriosa esperanza
del cielo tendiendo tu mano generosa para aliviar al necesitado.
Mis ojos están hechos para la luz. Mi boca, para la palabra amorosa
que otro espera. Mis pies están hechos para el camino que conduce
a los desamparados. Mi corazón está hecho para el amor y el
afecto para los que tienen hambre y frío y viven en soledad. Mis manos,
para extender y consolar a los afligidos.

Nadie sabe mirarte con tanta simpatía como los pobres cuando te interesas
por ellos. Pásales las manos como el poncho para el que tiene frío,
como el pan para el que tiene hambre, como la medicina para el enfermo.
Jesús permite que recibas pruebas para hacerte como él capaz
de amar aún en el dolor. Té quita la salud para hacerte pequeño y
humilde. Te da las tinieblas para hacerte suspirar por la luz, te deja
sólo para que lo busques. Y no tiene miedo de verte llorar, porque Él
sabe el valor de las lágrimas. Todo esto nos hace sentir para que cada
día amemos más y aprendamos a pasar la mano al enfermo que sufre,
al anciano que quiere cruzar la calle, al niño, a las plantas, a los
animales, y a todos los que necesitan un poco de amor.

Los hombres saben cada día más acerca del cosmos y cada día
menos sobre sí mismos. De todos los millones de desconocidos que
hay en el universo el más desconocido es el “YO”, porque no hemos
aprendido a pasar la mano al necesitado.

Dijo el Maestro: El aprendizaje se adquiere leyendo libros o asistiendo
a conferencias, y la sabiduría, leyendo el libro de cada uno.
Claro agregó: No es tarea fácil, porque cada minuto del día supone
una nueva edición del libro.

Cada vez que pasamos las manos al que sufre, al necesitado,
estamos aprendiendo a escribir el gran libro de nuestra vida.
El mundo entero se ha vuelto hoy día una ciénaga espantosa de
misterio y de lodo. Se ha perdido la noción del bien y de la justicia. No
se considera otro valor que no sea el oro y la fuerza bruta. El pasar la
mano al necesitado ya no se siente en los corazones que tenga cabida
en los nobles sentimientos.

Para escribir: hay que mirar en el interior de nuestro corazón. Ser
sincero. No temer. Hay que verter el alma en el escrito y no poner en
las hojas nada mas que lo que siente el alma.
Hay fuerzas poderosas que velan sobre aquellos que buscan el
bien, la justicia y la verdad.

Tenemos que tratar de convertirnos en un retazo de Dios, comprender
que hemos bajado a la tierra para cumplir una noble misión
pasando las manos al necesitado.

Por más pobres y miserables que seamos, siempre nos sobrará
algo para ayudar al más necesitado. La naturaleza nos da ejemplo de
ayuda mutua. La flor entrega a las abejas su exquisito néctar, y las
abejas llevan el polen de la flor para fecundar otras flores. Un corazón
lleno de amor, siempre puede dar algo. Cuando ayudamos a alguien,
deberíamos caer de rodillas ante el Padre, y decirle: “Gracias por la
oportunidad que me diste de poder dar algo, PADRE MIO”.

***

453 - JOYAS ESPIRITUALES - 03/00 - FRATERNIDAD ROSACRUZ DEL PARAGUAY

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