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viernes, 13 de agosto de 2010

LA VOZ DE LA ABEJA - Por Isolda Betina

LA VOZ DE LA ABEJA
Por Isolda Betina

Una abejita de rubio color, que de sus patitas colgaban dos diminutas
canastitas de amarillo polen, se detuvo un momento para conversar
asomada a un pétalo de rosa y me dijo: “Mírame cómo voy
cargada, llevo el polvillo de las flores a mis hermanas que esperan por
mí esta tarde. Estamos trabajando mucho esta primavera porque el
amo nos dio una casa con tres pisos y hay que llenar todos los barrilitos
de miel. Después, los cubrimos de blanca cera y además, debemos
almacenar provisiones para el invierno. En esta estación construimos
cunitas a los bebés que nacerán en la próxima primavera.” Ella me
miró con sus ojitos de ónix, y señalando el Oriente, continuó diciendo:

“Vengo de muy lejos, allá donde el horizonte se estira cual cuerda de
guitarra, hay un monte de flores campesinas, aromos y narcisos de
dulce almíbar. A nosotras nos gusta recolectar el pólen y el néctar de
las flores; miles de diligentes obreras son acarreadoras o aguateras,
otras son guardianes que constantemente tienen que luchar con los
zánganos, que sólo quieren divertirse y vivir sin trabajar. Cientos de
nuestras valientes mueren protegiendo el abejar”.

A veces siento nostalgia de parientes que viven más allá del horizonte
y vuelo cerca de la costa para mirar los veleros de blancas
velas que viajan sobre el mar; pero me consuelo soñando hermosas
ciudades de abejas. Cuando el tiempo es caluroso, las datileras destilan
deliciosa miel. entonces pernocto bajo sus perfumados frutos, y si
el calor molesta, hago vibrar mis alitas de gasa refrescando mi cuerpo.

A siete millas de aquí hay un viejo roble donde vive una colonia
ermitaña. A ellas les gusta que les cuente las novedades de la ciudad.

A la reina madre no le gusta la civilización. Ella dice que los hombres
son abejorros, que esclavizan y racionan la miel. La soberana no permite
salir de los linderos del monte a ningún miembro de su familia.

La Abejita de traje de terciopelo, hace zumbar sus alitas a manera
de adiós. Viéndola alejarse me quedo pensando en el dulce trabajo
de la abeja, en su labor constante llena de hermosura y de belleza y el
pobre hombre insensato que no sabe que trabajar es cumplir una divina
ley de la naturaleza para así poder amar la vida y vivirla en plenitud.



* * *



Cuando trates de ayudar a alguien, no te

impacientes por sus debilidades. Éstas son las que

te permiten el privilegio de servirle; pues de lo contrario

no tendría necesidad de tu ayuda.


J. S.
Arrundale



* * *

El Amor es un principio de orientación en mí.

Atrae hacia mi experiencia, relaciones perfectas
y armoniosas.

Dios es Amor; quien vive en Amor, vive en
Dios y Dios en él.

Que se cumpla en mí tu santa voluntad.


* * *




458 - JOYAS ESPIRITUALES - 08/00 - FRATERNIDAD ROSACRUZ DEL PARAGUAY

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