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martes, 6 de diciembre de 2011

PLEGARIA POR EL ARBOL

PLEGARIA POR EL ARBOL

Constancio C. Vigil


Estimados amigos:

Hay un tema de palpitante actualidad, como es el de los árboles, que forman los bosques en el mundo, pero que lamentablemente ya quedan muy pocos, por la enorme deforestación existente con fines comerciales y como ocurre en nuestro país, por el tema de la soja, que proporciona tantas ganancias.

En realidad los gobiernos de todas las naciones, deberían implementar enseñanzas educativas con el objetivo de que los niños aprendan a respetar y amar a los árboles, que como sabemos, nos proporcionan la inapreciable fuente de vida, como es el oxígeno vivificante, así como los frutos que nos nutren, de hecho, en los países más adelantados, mucho se ha avanzado en ese sentido, pero que lamentablemente no ocurre lo mismo en nuestro país.

Es por ello que me ha parecido oportuno mostrarles esta plegaria de ese gran escritor argentino, que fue Constancio C. Vigil, quien fundara la revista “Billiken” que leíamos con tanto interés cuando éramos niños y este tema que ahora les propongo, ha sido extraído de su libro “El Erial”. Que lo disfruten.

“El árbol purifica y fecundiza, no solo el aire y la tierra, nuestro corazón también. Apóstol silencioso, nos predica el bien, prodigándolo a cuantos se le acercan. Basta mirarlo para sentir su dulzura; basta tocarlo, para sentir su paz. El siempre está aconsejándonos. Los malhechores tiemblan al oírlo de noche, como si murmurara. Tiemblan porque no oyen lo que dice y temen amenazas como las del hombre. Si entendiesen serían buenos. La armonía y la bondad fluyen de cada una de sus hojas, como de libro santo.

El ombú es la historia de la patria vieja y la palmera la del indio. Además de filósofo, historiador y poeta, él árbol es profeta. Contad los árboles de una nación y leeréis su porvenir. Nada grande hay que esperar de los países sin abundancia de árboles. Felices, fuertes y triunfadores son los pueblos que surgen en medio de los árboles y gozan de la caricia de su sombra y de la terapéutica de su fruto. ¿Sabéis de donde viene, sino de sus bosques, esta fragancia virginal de América que con fruición aspira el mundo?

Ay de América si sus bosques desaparecen. En ellos está el secreto de su vitalidad exuberante, en ellos nace el soplo soberano que nos empuja al porvenir. Amar el árbol es comprender la vida. Salió de debajo de la tierra para mirar el Sol y compadecido de los pájaros, abrió los brazos para protegerlos y compadecido de los hombres les da cuanto posee.

Recibe cada mirada como una caricia y cada gota de agua como un tesoro. Trasunto del Universo, por su serenidad, belleza y armonía. Sabio que enseña en silencio, santo que con cada mano pide al cielo la bienaventuranza universal, artesano y artista que trabaja día y noche para convertirse todo él en una plegaria que asciende al Cielo”.-

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Enviado por nuestro amigo Raúl Sasia, a quien saludamos y agradecemos.

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