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sábado, 17 de marzo de 2012

Significado oculto de los cuentos: LA BELLA DURMIENTE


Significado oculto de los cuentos: 
LA BELLA DURMIENTE

En esta ocasión intentaremos analizar el significado oculto, profundo y metafísico de otro popular cuento no sin antes recordar que un símbolo, personaje o hecho reflejados pueden aludir a distintas interpretaciones o traducciones.
En un país muy lejano nació una linda princesita. Para el feliz acontecimiento los reyes organizaron en su castillo una gran fiesta a la que invitaron a las tres hadas buenas del Reino las que fueron elegidas como madrinas.
Parece que todo lo relativo a asuntos espirituales está lejano, distante o casi perdido e incluso oculto como las Nieblas de Avalón para aquellos que hayan leído el libro o visto la excelente película. No podemos olvidar que “Le” tenemos más cerca que las manos y los pies.
Y por supuesto nuestra protagonista es una niña de noble cuna (una princesita) pero sin olvidar nunca que el atractivo por la Realeza incluso hoy en día sigue vigente entre mucha gente ya que se sigue mirando en el reflejo de reyes y príncipes como seres especiales. No hay duda de que sí lo fueron hace muchos miles de años cuando la humanidad, en estado infantil, fue ayudada en su evolución por seres de elevadísima estatura espiritual provenientes de Mercurio y Venus. Los lectores familiarizados con la Sociedad Teosófica y ciertas tendencias rosacruces recordarán este punto. Así que es muy probable ¿pero cómo probarlo? que aquellos primeros reyes no llevaran corona dorada sobre la cabeza porque no la necesitaban; irradiaban su propia Luz visible a los ojos de una primitiva humanidad clarividente involuntaria. Ellos nos enseñaron a respetar a un soberano y ellos debieron establecer las primeras dinastías de reyes ungidos “por la gracia de Dios”. Esta frase, fuera de cualquier contexto político, dice mucho si sabemos leer entre líneas. Sólo aquellos tocados por la gracia de un alto desarrollo espiritual y quizá graduados en los Misterios eran depositarios de la misión de dirigir a aquella humanidad infantil que no le hacía falta creer porque “veía”.
Y obviamente se invitó a las tres hadas buenas cuyo número siempre está presente como Trinidad tanto en lo sacro como en lo profano: Padre Hijo y Espíritu Santo; Atma,Budi,Manas; Brahma, Vishnu y Shiva; los tres grados masónicos de Aprendiz-Compañero y Maestro; Los tres Reyes Magos con sus tres presentes; Las tres caídas de Jesús subiendo al Calvario; Los tres discípulos que no estuvieron a la altura del Maestro en el monte de los olivos: Pedro, Juan y Santiago porque “se durmieron”. La lista es larguísima.
La reina obsequió a cada una de ellas con un cofrecillo hecho de oro y diamantes. Y en señal de agradecimiento las tres hadas otorgaron un don extraordinario a la princesita. La primera hada dijo:
“Serás la más bella de todas las princesas que jamás existieron”. La segunda anunció: “Tendrás la voz más dulce que pueda imaginarse” Y la tercera expresó: “Serás la más alegre de todas las niñas del mundo”.
Ya tenemos aquí los presentes ofrecidos esta vez por tres hadas que sin lugar a duda son magas porque sin duda el trabajo de los espíritus de la naturaleza lo es aunque los ojos de la mayoría no lo vean. No olvidemos, por otro lado, que el trabajo intrauterino durante los nueves meses de embarazo ( ¡ 3+3+3!) se lleva a cabo no de manera “automática” sino por mediación de elementales constructores. Así que nuestras gracias a esos seres, laboriosos como abejas, pero desconocidos para la gran masa y relegados al mundo infantil y folklórico de donde nosotros las rescatamos. Belleza, dulzura y Alegría, preciosos dones, que también podríamos otorgar al Alma-Personalidad humana
Pero de repente, la alegría de aquel mágico momento se rompió: ¡Un hada fea y malvada entró en la sala del castillo! Furiosa por no haber sido invitada a la fiesta, el hada malvada lanzó sobre la princesita una terrible maldición: “Cuándo cumplas 15 años te pincharás con una aguja (un huso en la versión tradicional) y….morirás! Y después de pronunciar aquellas terribles palabras el hada malvada desapareció envuelta en una nube tan negra como su alma.
Dudamos que existan las hadas malas, ni los espíritus de la naturaleza malvados aunque lo que siempre han existido y ha sido “vox populi” es determinados espíritus de la naturaleza llamémosles “juguetones” que se han deleitado y de hecho se deleitan todavía en crear confusión si les damos pie. Los bosques encantados, las casas encantadas y demás lugares siempre han existido y tienen una explicación, en muchos casos, muy fácil. Tienen habitantes que se deleitan, vibran y viven en esos ambientes aparte de las emanaciones que los seres humanos han lanzado a los éteres y en materia astral y mental dando lugar a que estos seres los sustancien y utilicen. La maldición fue clara: sufrir un pinchazo, sangrar, lo que implica perder la conciencia, morir o pasar al mundo de los sueños como se verá más adelante. Quizá sea interesante no olvidar que la sangre es un fluido muy peculiar no desde el punto de vista bioquímico sino ocultista. La sangre roja caliente indica que un ser ha conseguido un alto grado de evolución y permite que el Yo interno o Yo superior entre como ser individualizado en dicha forma y esta es la razón por la que algunas corrientes ocultistas afirman que el Ego habita en la sangre.
“No se aflijan, majestades” dijo una de las hadas. “Si me permiten, intentaré deshacer el hechizo”. Entonces el hada se acercó a la cunita donde dormía la niña y agitando varias veces su varita mágica sobre ella, formuló un largo sortilegio.
Hoy en día son muchos los que conocen a Harry Potter y los que también de generaciones más viejas asocian al mago con la varita. Obviamente la varita es un símbolo de poder pero de poder mágico y esta capacidad de obrar sobre las leyes ocultas y no ocultas de la naturaleza es algo vedado a menos que se hayan desarrollado ciertos poderes. El poder espiritual conlleva una enorme responsabilidad porque el ser humano ha de adquirirlo siguiendo el sendero de la Luz aunque también haya quien se decante por el sendero de las tinieblas. Así que la varita es un tanto innecesaria pero responde a un viejo elemento del mago blanco que había conseguido redirigir los tres canales generadores o santuario de la cabeza (pensamiento), la laringe (creadora de la palabra hablada) y el sexo (capacidad creadora por excelencia y lugar de residencia del fuego serpentino) que, como ya hemos apuntado, tiene un significado simbólico claro: la energía creadora. Los más versados en los estudios bíblicos y en un fascinante tema como el Arca de la Alianza sabrán que la Vara de Aarón floreció al igual que el Báculo del Papa en la Opera de Richard Wagner Tannhauser.
Pero el hada no pudo romper del todo el sortilegio así que la niña se pincharía con un uso, no moriría pero dormiría 100 años cuando un apuesto príncipe la despertara
Así que nos encontramos con el “príncipe” de tantos y tantos cuentos. Solo un príncipe podía despertar a una princesa; solo quien duerme y no necesariamente en lo físico necesita que alguien le despierte. “Despierte el Alma dormida” decía el poeta; despierte la personalidad dormida; la inocencia dormida en los primeros años de la vida; la princesa en su desarrollo; la niñez hacia la adolescencia de los quince años. ¿Cómo no ver aquí una clara alusión al despertar del vehículo astral? ¿No habrá quien vea incluso más allá aludiendo a la preparación antaño de las niñas para el matrimonio con su consabida “pérdida de sangre”. Quizá también el despertar de la fertilidad que no tiene por qué coincidir con esa edad aunque sea aproximada. Pero nosotros profundizaremos mucho más. Así que tenemos 15 años los que apuntan a la terminación del segundo período septenario de nuestra Princesa. 7+7 = 14 y ella tiene 15 así que está lista para que su cuerpo de deseos nazca y al nacer cómo no pensar en que ese momento la infancia ha dejado de existir porque se recoge lo que un conocido ocultista denominaba “la astralidad” o toda la herencia kármica emocional del pasado ubicada en el cuerpo astral o de deseos. A partir de ese momento ya no se es lo mismo. Pero, muy importante, nuestra princesita (nuestra Alma encarnada) se pincha con un huso (no una aguja con dicen algunas versiones) y si hay algo que en esta vida “tejemos” es nuestro destino el cual es verdaderamente todo un entramado ( a modo de tejido) con hilos que van en múltiples direcciones cruzándose unos con otros y dando lugar a múltiples, y lo más curioso “desconocidas relaciones”, que forman el entramado, trama o malla del destino. Si bien hay quien dirá que los demás vehículos son igualmente kármicos con cierta dosis de epigénesis creativa para el Yo reencarnarte, apuntamos unas sabias frases del Maestro D.K. en “Tratado sobre Magia Blanca” (Edición en Inglés) que reflejan el grado de sumisión a lo Astral: “ El plano astral es el plano del espejismo y de la presentación distorsionada de la realidad” (Pág. 175) o “ En el valle de la ilusión, el plano astral absorbe la atención y ello impide ver lo que está oculto detrás” (Pág. 69) o “El Aspirante debe atravesar este panorama de ilusiones” (Pág. 176) o “Una de las cosas más importantes que un Aspirante debe hacer es comprender el plano astral: comprender su naturaleza,, Aprender a librarse de él, Trabajar en él. “Ver en el plano astral y Conseguir equilibrio y mantenerse estable” (Pág. 175): “La mayoría de los seres humanos son producto del cuerpo astral” ( Pág. 234) y “ Mientras el ser humano continúe identificándose con su cuerpo astral, continúa sucumbiendo al espejismo y a la ilusión” (Pág. 244)
El rey, muy asustado, ordenó de inmediato que se quemaran todos los usos del reino. ¡Nadie volvería a hilar o coser en aquel reino!. Después que los heraldos cumplieron su misión el rey, muy satisfecho, le dijo a la reina: “Ya no has de temer nada, porque el fuego ha destruido todas las ruecas y husos del reino. Nuestra hijita jamás se pinchará con ellas y vivirá alegre y feliz por siempre. Pasaron, pues, 15 años sin que nada ocurriese y mientras tanto la princesita se había convertido en una jovencita muy bella de ojos azules y larga cabellera rubia que brillaba como el sol. Pero el día que cumplió los 15 años, recibió la visita de una adorable anciana que entrando en su habitación la invitó a acompañarla ya que la dijo que tenía un regalo para ella. Fueron entonces a una alta torre del castillo donde había un pequeño desván. Allí vio a una mujer que hacía algo que ella no entendía: hilvanaba con rueca y huso y esto despertó su curiosidad. Con lo que tras su petición de saber qué era eso que ella desconocía, quiso hacer lo mismo pero se pinchó. La anciana se había transformado en la malvada hada y el destino se había cumplido. La princesa no despertaría hasta pasados cien años.
No hay duda que la herencia kármica, buena o mala (pero sabia para nuestro aprendizaje) es algo que sobrevuela nuestras vidas y toma cuerpo de una manera u otra. La mitología griega tenía “Las Moiras” con su equivalente romano “las Parcas” y el escandinavo-germánico en “las Nornas”. Estas “Moiras” eran tres y tenían sus nombres que eran Cloto, Láquesis y Átropos; una hilaba, otra asignaba el destino y otra era inflexible. Son la personificación del destino y su misión, por supuesto, era asignar el destino a los seres que nacían, deparándoles suertes y desgracias. Asistían al nacimiento e hilaban el destino y se las solía representar con una rueca (Cloto); una pluma (Laquesis) y una balanza (Atropos). Así que no es nada nueva esta idea del hilo del destino. Los pueblos antiguos han sabido que de alguna manera existía un destino que venía de mucho tiempo atrás y que para ciertos hechos era inevitable. Los estudiantes de Ocultismo quizá prefiramos hablar de Angeles del Destino, Angeles Archiveros, Señores del Karma, Lipikas u otras poderosas entidades que al igual que las Parcas también cortaban y cortan el “hilo de plata”. Unos y otras responden a lo mismo y la Mitología con su velada sabiduría ya introducía esta idea que nosotros hacemos más científica.
Los reyes cayeron en una profunda tristeza y con todo el dolor de su corazón ordenaron llevar el cuerpo dormido de su hija a la mejor habitación del castillo. Un día, el hada buena se presentó por sorpresa en el castillo y les dijo a los reyes que tenía una idea. Encantaría el castillo para que los habitantes durmieran esos cien años como si nada hubiera pasado cuando la princesa despertara. Dicho esto, el hada buena dio unos pases mágicos y todos cayeron en un profundo sueño. El tiempo se paró, las agujas de los relojes se detuvieron y el tic-tac se esfumó
Nuestra princesita ha recogido toda su herencia astral. La inocencia de la infancia se ha convertido en la recolección de los deseos, pasiones, tendencias emocionales y bloqueos que todos sabemos inciden directamente en nuestro comportamiento. La adolescencia es una época que nos marca y siempre recordamos aquellos años como muy especiales donde aprendimos a ser hombres y mujeres. Si la inocencia ha dado paso al aprendizaje el tiempo se ha detenido, se ha parado; ahora se entra en un nuevo ciclo septenario, de los 14 o 15 nuestra princesa pasará a los 21 de la madurez (en cierta medida) por el nacimiento de la mente. Este período que tiende a marcarnos durante el resto de la vida es como un detener el reloj del Alma-Ego. Es como si durante estos siete años o los 100 del cuento el Alma viviera en cierta manera bloqueada su actividad dado el resurgir de toda la Astralidad que corre desenfrenada desde la personalidad. El átomo simiente atraerá sobre sí los materiales necesarios para generar el cuerpo astral que nos merezcamos. Nuestra es la responsabilidad así que, insistimos, prevalecerá en el ser humano lo emocional sobre lo infantil (crecimiento-nacimiento del cuerpo vital a los siete años) con el consiguiente parón hasta salir y recoger la herramienta que empleará el Alma para dirigir el derrotero de la vida: la mente.
Pasaron 100 años hasta que un día, un joven y apuesto príncipe se internó por el bosque y desmontando su hermoso caballo blanco encontró el enorme y hermoso castillo oculto por árboles y matorrales. Con paso resuelto avanzó en su dirección. Gran sorpresa se llevó al entrar en el castillo y ver a todos dormidos. Y llevado por una especial intuición, subió las escaleras que conducían a uno de los aposentos principales del castillo y allí vio algo que le dejó sorprendido: ¡Una bellísima joven dormía en un lecho suntuoso! Y quizá obedeciendo a su intuición, se acercó y besó a la joven. Nuestra bellísima princesita había despertado. Todos despertaron igualmente y los relojes volvieron a su tic-tac marcando las horas de nuevo. Al día siguiente, las campanas doblaban en júbilo por el anunció de la unión de la bella princesita y el apuesto príncipe.
Cien años o siete o los usuales y simbólicos 40 años bíblicos son tan solo una alusión a un período de aprendizaje que provoca un resultado traducible por una nueva vida o un nacimiento a una existencia distinta. ¿Quién es el príncipe?. Aquel o aquello que nos despierta del sueño no necesariamente del ciclo adolescente sino de un tipo de vida en la que “dormimos”. Quizá el sentido común, la intuición, la mente, el despertar a algo nuevo, la toma de conciencia de lo que es la vida, la firme resolución de volver a nuestro hogar en el Cielo estén representados por el apuesto príncipe. Siempre hay un momento de giro, de inversión de dirección, de rotación en 180 º en que nuestra vida cambia porque “nos han despertado o hemos despertado” del sueño de la ilusión material o Maya. Una vida regida por lo Astral-emocional en que el cuerpo astral gobierna a la mente y por consiguiente lleva la vida por donde quiere, implica una ralentización o “sueño” en que no se ve más allá de lo físico-astral. Nunca hay que olvidar, como si la vida fuera un cuento, que nuestro príncipe bien puede llamarse Atma-Budhi-Manas o Ego o Alma o Espíritu y que antes o después entrará en el castillo fortaleza de nuestra personalidad donde “dormimos” para despertarnos de un largo sueño de siete, setenta o setecientos años. El resultado siempre es el esperado: La boda, pero no la tradicional que todos conocemos y es la reflejada en los cuentos sino la boda mística o alquímica en que los dos principios se funden, el Sol y la Luna, el Agua y el Fuego, Lo superior absorbe a lo Inferior con lo que se explica que los aspirantes de misterios de algunas escuelas ocultas (entiéndase este término) hablen del “dorado vestido de bodas” sin el cual el matrimonio místico no es posible.
Los místicos cristianos, por su parte, siempre aludían al Alma como la novia y a Cristo como el esposo. Valga este recordatorio de San Juan de la Cruz:
¿Adonde te escondiste, Amado,
Y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
Habiéndome herido;
Salí tras ti clamando, ¡y eras ido!


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