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Una de
las más grandes verdades, una de las que más satisfacen al alma, es la magnífica
verdad con la que la Teosofía ilumina nuestras vidas; esa grande y espléndida
realidad de la existencia del Gobierno Interno del mundo.
Echando una mirada sobre las condiciones de la humanidad, tal como las ve el hombre corriente, nos hallamos enfrentados a una sorprendente confusión, a una curiosa mezcla de la bueno y lo malo, y en la cual lo malo parece a menudo predominar; es pues difícil discernir el curso que sigue la evolución y la meta que pretende alcanzar, y aún es difícil tener la seguridad de que la humanidad está realmente haciendo algún progreso espiritual.
De
manera que, cuando nos enteramos definitivamente de que la evolución es un
hecho, de que el mundo no ha sido abandonado, para que siga su curso al azar,
sino que su dirección y administración está en las manos de una gran Jerarquía
de Adeptos, quienes están trabajando en el desarrollo de un plan predeterminado,
tal noticia nos llega como un verdadero evangelio llenándonos de alivio y de
estímulo.
Si esto es así, entonces la vida vale la pena de vivirse después de todo, pues existe la certeza de llegar a la meta con solo perseverar en nuestros esfuerzos: y, cuando más adelante aprendemos: que podemos tener el privilegio de trabajar en el sentido de aquella gloriosa consumación, de ayudar a nuestros hermanos en aquel camino, apresurando así su llegada, entonces, se despierta nuestro entusiasmo y esta nuestra existencia terrenal, toma para nosotros un aspecto enteramente nuevo. Pero llega un momento en el cual inevitablemente se presenta a la mente del estudiante la pregunta:
Se
obtiene absoluta certeza, pues muchos de nosotros: la hemos obtenido; pero
generalmente solo llega como el resultado de largos y continuados esfuerzos y de
paciente desarrollo de uno mismo.
Esta
completa seguridad llega solo a través: de una visión directa, la que no es
fácil alcanzar; pero, sin embargo puede uno llegar a una convicción intelectual
razonable por medio del cuidadoso estudio de la literatura teosófica sobre el
particular. El hombre que, por varias razones no puede toda vía ver o
experimentar por sí mismo, no tiene otra alternativa que la de escuchar o leer
las evidencias de otros que han visto, examinar las variadas hipótesis que se le
presentan y, decidir por él mismo cuales de entre ellas le parecen más
probables.
Los que de nosotros hemos tenido el estupendo privilegio de entrar en contacto directo con miembros de la Gran Fraternidad Blanca, no tenemos dudas de ninguna clase sobre tales hechos. Muchos de tales estudiantes han visto ellos mismos algo de la incesante labor que llevan a cabo los Adeptos como parte del Gran Plan, y hasta se les ha permitido, en relación a sus habilidades, tomar alguna pequeña parte en aquella labor.
Pero no
todos nuestros miembros han apreciado el honor que se les ha conferido por el
ofrecimiento de una tal oportunidad; no todos han comprendido el hecho de que
esta distinción ha llegado a ellos como resultado de muchas vidas de aspiración
y de rudo trabajo, y no han comprendido que si dejan de lado esta oportunidad,
pueden pasar muchas vidas antes de que se les presente de nuevo.
¡Hasta ha habido alguno que habiendo tomado esta oportunidad, cometió la increíble locura de abandonarla! La Gran Fraternidad está siempre dispuesta a acoger a los nuevos aspirantes que posean las cualidades esenciales, pero antes de que un hombre pueda conquistar la admisión en la más cerrada de todas las organizaciones, él debe pasar a través de un entrenamiento preliminar muy arduo para estar en condiciones de poder ocupar la posición a la que aspira. Los pasos del Sendero que debe recorrer y, las cualidades que le son requeridas, están ampliamente explicada en la literatura teosófica, y son bien conocidas de todos nuestros estudiantes.
Mucho
se ha dicho y se ha escrito para ayudar a aquellos que desean hollar el
Sendero de la Santidad, de manera que no necesito ahora entrar en
detalles al respecto, pero yo quisiera llamar la atención de todos los que
buscan con sinceridad, hacia ciertas dificultades, ciertas malas influencias que
levantan serios obstáculos en ese Sendero y, que, a menudo, son pasadas por alto
sin dárseles importancia.
Todos sabemos que existen aquellos que deliberadamente se oponen al trabajo de la Jerarquía; que así como hay una Gran Fraternidad Blanca que se esfuerza incesantemente en ayudar la evolución, así también existe una fraternidad de las sombras que lucha con mal dirigida energía para obstaculizarla. Sus miembros han sido llamados los Poderes Negros, los Hermanos de la Sombra, los Señores de la Negra Faz, o meramente, magos negros. Existen diferentes clases entre ellos; yo hablo de ellos en mi obra "Los Maestros y el Sendero" y en "Pláticas sobre el Sendero del Ocultismo", a las que remito a quienes se interesen en mayores detalles.
En la
"Doctrina Secreta" se hallarán muy interesantes datos sobre ellos.
Esos hombres como lo he escrito en otro lugar, siguen una línea de trabajo absolutamente diferente de la nuestra, línea que los pone en oposición a los Maestros de Sabiduría, a la Jerarquía que dirige el mundo y el sistema solar. Naturalmente, que esa oposición se ejerce no solamente sobre aquellos grandes Adeptos sino también sobre nosotros Sus humildes discípulos.
Por lo
tanto, ellos nos atacan esforzándose en malograrnos, debilitarnos, volvernos más
vulgares y llevarnos por cualquier medio imaginable a una condición de deterioro
e inferioridad; y recordemos que es parte del credo de esas criaturas, proceder
con carencia absoluta de todo escrúpulo porque para ellos, el tener
escrupulosidad significa una debilidad tonta y despreciable, de modo que ellos
hacen las cosas más viles, no habiendo para ellos nada demasiado despreciable,
nada demasiado pequeño para su atención, si ello contribuye al relajamiento de
la humanidad y, a minar lo que exista de bueno y verdadero.
Cada
vez que nos enfrentamos a esas criaturas y, constantemente lo hacemos en el
curso de nuestro ordinario trabajo por los Maestros, tratan de influenciarnos
para que hagamos lo malo; tratan de aprovecharse de nuestras debilidades, de
despertar en nosotros sutil amor propio y, de disminuir de todas las maneras
posibles, nuestra utilidad en la causa del bien.
No desdeñan tampoco utilizar los medios que les pueda ofrecer el plano físico para ayudarse en su nefasta labor. Y así como nuestros Maestros tratan de guiar la opinión pública en una recta dirección, así ellos luchan constantemente por inflamar las pasiones populares, por incitar al ignorante a la lucha y al desorden; para encender en todas partes la llama del odio, para rebajar las costumbres y gustos de los pueblos y, para alimentar en los pechos la concupiscencia y la crueldad.
Ellos
no descuidan nada, por más pequeña e insignificante que sea su apariencia y que,
directa o indirectamente tienda a degradar a la humanidad; ellos inyectan
insidiosamente su veneno en el mundo de las artes y, en esa forma convierten a
esos maravillosos poderes que han sido creados para elevar y espiritualizar a la
humanidad, en poderosos instrumentos para la corrupción y contaminación de los
hombres. El arte, que debería elevar nuestro pensamiento hacia la libertad,
hacia la gloria, hacia el inefable esplendor de los más altos planos, es ahora
execrable en vez de ser santificado, en forma que arrastra a los desventurados
admiradores de un arte corrompido hacia el fondo de un estanque de pestilente
lodo.
Hoy, estos Señores del Lodo, planean con gran habilidad imponer subrepticiamente al mundo, su culto insidioso y del más pésimo gusto, de fealdad deliberada, bajo la máscara de lo novedoso y del seudo progreso y, es ciertamente nuestra obligación, como servidores de la buena Ley, ponernos especialmente en guardia contra todo esto. Nosotros no podemos ser cómplices de estos males y, necesitamos tener una mente clara y una definida orientación hacia la pureza y la decencia.
Sabiduría, Fortaleza y Belleza, son los atributos esenciales de la
Deidad; cualidades éstas que debemos tener presentes como ejemplo y, tratar de
desarrollarlas en nosotros tanto como podamos, para imprimirlas en nuestro
ambiente por todos los medios posibles. Existiría ahora en el mundo, un espíritu
de intranquilidad, de perversidad, de impaciencia para todo lo antiguo, por más
bello que fuese. Existe un loco deseo de cambiar todo a toda costa, aunque el
cambio sea decididamente peor.
Ningún hombre sensato negará que hay mucha perversidad actualmente en el mundo y, en muchos sentidos es necesario efectuar algún cambio urgentemente, aunque esto deba ser hecho con discernimiento. Los Poderes del Mal están siempre en acecho, esperando ansiosamente la oportunidad de hacer el mal, de entorpecer nuestros adelantos, de manera de poder tomar ventaja de todos los impulsos nuestros que sean factibles de torcerse en una dirección maligna. Hoy podemos observar la traicionera influencia de esos poderes, no solamente en el arte, ya sea éste pintura o escultura, sino que en aquello a que se da el nombre de música; en la poesía que no es tal poesía; en la danza; en el culto inmoral de lo macabro y de lo intencionadamente grosero, burdo y feo. Es en todas esas cosas y en muchas otras, que aquellos que conocen pueden ver claramente las señales de un vasto complot cuidadosamente organizado y tanto más peligroso cuanto hábilmente disimulada su depravación, bajo la máscara de la moda, de la novedad y del modernismo. Pocas son las personas que se han dado clara cuenta de la profunda e inherente perversidad de todo esto; son pocos los que realmente conocen el mal en su origen o pueden seguir la dirección en la cual se inclina inevitablemente. Más hay algunos, ante quienes la verdad no puede menos de revelarse y, de entre ellos, uno o dos no han temido hablar claramente y con valentía, en esta campaña por la cordura y la pureza.
No hace
muchos días leí una novela del señor E. Lascelles Forester titulada: "Ojo
al lobo", ("Ware-Wolf") y encontré pasajes que indican que el autor se ha dado
cuenta del peligro que amenaza al mundo; ha descorrido el velo que ocultaba su
vista y ha lanzado una mirada al abismo a cuyo borde se nos lleva
apresuradamente.
En la
pág. 49 (de la edición inglesa), él dice de uno de los principales protagonistas
de su obra, lo siguiente:
Naturalmente, que desde el punto de vista del escritor, la destrucción
de la Cristiandad sería el más serio de todos los males, pero nosotros que
probablemente tenemos un horizonte más vasto, sabemos que esa hostilidad no es
llevada .a cabo solamente contra determinada forma de fe religiosa sino contra
todo lo que tiende hacia el bien.
Bien sabemos todos los estudiantes de Ocultismo, que la Gran Guerra (1914-1919) fue programada y llevada a cabo por los Poderes del Mal y, que esos Poderes se deleitaron en el horror y la terrible carnicería de los mejores tipos de hombres de todas las razas afectadas. De tiempo en tiempo ocurren grandes crisis mundiales, en las cuales las fuerzas del bien y del mal se lanzan las unas contra las otras en compactas filas, y obligan a la humanidad a tomar parte en el conflicto, ya sea de uno u otro lado.
La
ocasión anterior a ésta, en la que una lucha mundial de tal magnitud tuvo lugar,
fue en Atlántida, hace ya doce o trece mil años. Fue una
terrible lucha aquella, entre quienes estaban del lado del bien y los que
representaban el egoísmo; entonces vencieron las fuerzas del mal. y porque
aconteció así, fue necesario hundir esa Isla de Poseidón, más de mil años
después, bajo las aguas del Atlántico, y sesenta y cinco millones de seres
humanos perecieron en veinticuatro horas, en ese gran cataclismo.
Y una vez más en nuestros tiempos, las fuerzas del bien y del mal se materializaron aquí en el plano físico, y el terrible conflicto se llevo a cabo de nuevo en este nivel, pero esta vez el triunfo fue del bien. Sin duda fue un gran fracaso para los Señores de la Negra Faz, pero ellos tienen, al menos, la virtud de la perseverancia aunque sea en el sentido del mal y, se han puesto hoy tenazmente a la obra para conseguir sus fines, por medio de la sistemática destrucción de todo lo que sea bueno, verdadero y bello. Esos Seres de las Sombras arrastran consigo una gran cantidad de hombres y mujeres irreflexivos; pero, algunos, como el autor de la novela que hemos citado, están ya comenzando a ver como se lleva a cabo esa maniobra y, rehúsan seguir siendo víctimas de ella.
El
autor de la novela, señor Foster, no es de ninguna manera ciego a la
profunda astucia y la notable multiplicidad de los esfuerzos que esas fuerzan
realizan, pues en la pág. 244 de su obra, pone las siguientes palabras en boca
del protagonista:
Y, de
nuevo volvemos a leer en la página 111:
Existe,
en verdad, tal clase de drogas como éstas últimas a las que se refiere el
escritor de este libro; que ellas hayan sido o no usadas en Occidente, no lo sé,
pero no me parece imposible. El autor del libro llega hasta atribuir a los
mismos Poderes de la Sombra, la intención de revivir, en ciertas partes
de Europa, y en otras introducirlas, la horrible tragedia del Hombre
Lobo, práctica ahora casi extinguida.
Y es así que el autor nos advierte en la página 109 de su obra:
La
teoría del autor de este libro, sobre la práctica del Hombre Lobo, no es
exactamente la misma que aceptamos en los círculos teosóficos, pues parece que
el autor la considera más bien, como una clase de locura y, la forma del lobo
como una alucinación. Esto sería ya bastante malo pero, temo que mis propias
investigaciones me obliguen a darle una más siniestra explicación.
Nosotros no podemos eludir la conclusión de que la forma de lobo es una
efectiva materialización, que tiene todos los poderes y cualidades de un lobo
ordinario, unidas a desagradables peculiaridades propias. Yo mismo, en una
ocasión, vi claramente efectuarse el cambio de la forma humana a la de lobo,
cosa que ocurrió a tres metros de distancia del lugar donde me hallaba; y tuve
la inmediata y segura evidencia de la realidad, fuerza y ferocidad de la bestia.
Yo
había llegado a considerar esa terrible transformación, más bien como una clase
de enfermedad astral que como un culto definido, con una especial forma de
adoración pero, es muy posible que también lo sea así. Y nos parece
completamente cierto que ese culto tomó una tal forma en la Atlántida entre los
pueblos pertenecientes a la cuarta raza. Si esta práctica puede ser revivida
entre gentes de pura raza Aria, yo no lo sé, y espero sinceramente que no. Pero
si tal horror es posible, estoy completamente seguro, que ese sería el trabajo
que con mayor placer haría un mago negro.
Pues, por más intelectualmente desarrollados y más instruidos en las artes mágicas que puedan estar algunos de sus dirigentes, son los más crueles entre los salvajes, más allá de toda medida, bestias feroces del más endurecido corazón; de manera que llamar "brutales" a sus acciones es agraviar a los seres del reino animal. Hace solo unos pocos días que la prensa nos ha dado a conocer un crimen que es típico de ellos - la demolición con dinamita de la espléndida catedral del Redentor en Moscú.
Fijaos
que no se demolió alguna fortificación sino un templo del Señor, un lugar
santificado, una casa de oración y plegaria y una magnífica obra de Arte. Tratad
de imaginaros, si podéis, la inconcebible barbarie, la horrible inconciencia, el
odio mezquino y la perversidad diabólica de una destrucción tan
injustificable.
El señor Forester no es el único que ha vislumbrado la amenaza que se cierne sobre la humanidad, ni el único que ha dado el grito de alarma, pues nada menos que una autoridad como Cyril Scott, ha tenido también el coraje de hablar muy claramente en su tan interesante trabajo titulado: "La influencia de la música en la historia y en la moral".
En la
página 151 y en las siguientes, dice:
Siendo
todo esto así - y no hay la más ligera duda de que lo sea - ¿en qué forma
podemos nosotros intervenir en el asunto? ¿Qué podemos hacer para defendernos
nosotros mismos y ayudar a nuestro hermanos? Primeramente es claro, que debemos
estar constantemente en guardia contra los aviesos intentos del enemigo. Debemos
mantener constantemente ante nuestra mente la imagen de nuestro Maestro; debemos
estar firmemente de Su lado y del lado de todo lo que El representa; debemos
llevar a cabo con todo nuestro corazón el trabajo que El nos ha confiado.
No
podemos arriesgar el dejarnos invadir por la indecisión ni vacilar en nuestro
camino; el débil que se deja desviar de su trabajo, que es como un niño
"arrastrado de aquí para allá por cada viento de doctrina" (Eph. IV. 14. ) ,
está en perpetuo peligro y tarde o temprano caerá en uno u otro de los múltiples
lazos que se le tienden hábilmente.
Acordaos de la advertencia dada en la antigüedad por Jacobo a
Reuben :
Evitad
el hábito poco inteligente de sentiros ofendidos, pues él tiene sus raíces en el
orgullo y el egoísmo. No esperéis que nadie reconozca vuestros esfuerzos; sed
vuestro propio más severo controlador de vuestro trabajo, pero sed siempre
suaves y pacientes con los demás. Guardaos bien de lo que habláis, pues "la
lengua es un fuego, un mundo de iniquidad, un mal sin freno lleno de veneno
mortal" (Sant. III, 6, 8. ) Recordad la sabiduría de Jesús, el hijo de
Sirah
(1), cuando dijo:
No
olvidéis tampoco las cosas relacionadas con vuestro cuerpo físico de las que os
hablé anteriormente. Vivid siempre como si estuvierais en presencia de vuestro
Maestro y en esta forma evitaréis instintivamente todo lo vulgar y grosero. Sed
valientes para discrepar con aquello que tontamente acepta la inquieta multitud,
y manteneos apartados de todas las cosas impuras. No las toleréis bajo ningún
concepto en vuestras vidas ni en vuestro ambiente, ni aparentéis estar de
acuerdo con ellas cuando otros las exhiban en vuestra presencia.
Dejad
que vuestros pensamientos, vuestras palabras y hechos, sean delicados y
refinados. Convertíos vosotros mismos, vuestros vestidos, vuestro lenguaje y
todo lo vuestro en un ejemplo de buen gusto. Dejad que lo que os rodea sea
simple pero hermoso y, acordáos de que todo lo feo que pueda ser evitado y no lo
sea, es un crimen y una ofensa a vuestros hermanos.
Para
resumir; seguid el buen consejo de San Pablo:
NOTAS
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tratamos de poner a su disposición distintos trabajos literarios que nos alimentan el alma, que sea del agrado de todos
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