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viernes, 17 de enero de 2014

DEBEMOS SER TOLERANTES


DEBEMOS   SER   TOLERANTES

            Dentro de los pensamientos maravillosos que componen el ritual del Servicio del Templo de la Fraternidad Rosacruz destacamos lo siguiente: “Procuremos siempre perdonar las flaquezas y olvidar el aspecto a veces poco atrayente de nuestro prójimo y tratar de vivir la esencia divina que está oculta dentro de nosotros, lo que constituye la base de la Fraternidad ”.
            Estas palabras encierran una exhortación hacia la búsqueda del lado positivo de todos los seres humanos. Con todo, podemos ir más allá, ya que en realidad el ideal es procurar vislumbrar el bien en todas las cosas.
            Cierta vez el Cristo recorría los alrededores de Jerusalén en compañía de sus discípulos. En cierto momento, ellos descubrieron el cadáver de un perro, ya en adelantado estado de descomposición. Ante aquel cuadro nauseabundo, todos expresaron sentimientos de desagrado, pero el Maestro en forma impasible afirmó: “Las perlas no son tan blancas como sus dientes”.
            Esta fue una de las más expresivas lecciones que el salvador nos legó. Sin embargo, esta lección nunca ha sido muy bien comprendida. Raras veces percibimos el lado bueno de las cosas o de nuestros semejantes. Es mucho más fácil notar las faltas ajenas que señalar nuestros propios defectos. Esa tendencia negativa nos coloca en actitud de discordia con nuestros semejantes, formando a nuestro alrededor una atmósfera de desarmonía.
            En realidad cada ser humano es como un diamante en bruto que para ser pulido necesita ser sometido a la piedra esmeril. Aunque muchas veces lo vemos cubierto por una costra poco atrayente, siempre más tarde o más temprano nos mostrará todo su brillo atrayente. Dios, el gran lapidario, dispone siempre de diversos medios para remover esa dura costra. Dejemos de considerar la finalidad de esta última y procuremos meditar sobre su fulgor interno.
            Cada hombre es una ley en si mismo. No hay dos seres absolutamente iguales en el mundo. Cada uno renace en un ambiente diferente, pasando por experiencias también diferentes, lo que acentúa su individualidad. Entonces, no tenemos el derecho de sistematizar el comportamiento humano. Cada hombre se encuentra en un determinado estado en su desarrollo evolutivo. Hasta en las estrellas existen diferencias de esplendor. Es una gran injusticia de nuestra parte exigir de todos que se ajusten a nuestros conocimientos personales de la ética.
            Nuestra formación es sin duda muy débil al permitirnos alimentar tal pretensión. No siempre nuestros conceptos acerca del bien y del mal corresponden a la realidad última de las cosas. El bien, es todo aquello que nos deleita y el mal es lo que nos desagrada. Cuan débiles son estos conceptos. Consideramos siempre nuestras aflicciones y experiencias dolorosas como siendo un mal y no como que son verdaderamente lecciones que tenemos que aprender y que contribuyen al despertar de nuestra conciencia encaminándonos hacia una vida más elevada.
            Debemos tener mucha cautela cada vez que juzgamos los actos humanos. Esto es porque destacamos la tolerancia como una virtud a ser cultivada por todos aquellos que anhelan un despertamiento espiritual.
            Es necesario aclarar siempre que la tolerancia nunca es la connivencia con cosas erradas ni con ciertas distorsiones de sentimientos humanos. Pero, entre expresar críticas destructivas y maliciosas y actuar amorosamente en todos los casos, hay una gran diferencia. Una orientación amigable siempre tiende a fortalecer y alimentar las buenas cualidades ajenas, contribuyendo en gran medida a que los defectos mueran por inanición.
            La tolerancia siempre es un factor de preservación de la paz y la armonía en nuestro medio ambiente, ya sea en el hogar o en el trabajo. No siempre  nuestra comprensión y nuestras buenas intenciones son correspondientes enteramente, pero esto no constituye un argumento para que busquemos el litigio.
Un error no justifica otro error. Si alguien nos decepciona por el modo en que procede, esto no es problema nuestro. Siempre ante las Leyes de Causa y Efecto y de Consecuencia, cada uno de nosotros responderá por sus actos. No somos o estamos nunca obligados a equivocarnos. Tenemos lo más sagrado que tiene el hombre que es, el LIBRE ALBEDRIO.    
Podemos perfectamente optar por un curso de acción, pero debemos grabar en nuestras mentes y corazones que en forma infalible COSECHAREMOS SIEMPRE TODO AQUELLO QUE SEMBREMOS.

ASOCIACION INTERNACIONAL DE CRISTIANOS
MISTICOS MAX HEINDEL
Colombres 2113 – Bº Lomas de San Martín
5.008 – Córdoba – Republica Argentina
E-mail: cristianosmisticos@argentina.com

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Agradecemos al Sr. Raúl Sasia, por este aporte.

Fraternalmente, Edgardo Ceol

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