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lunes, 27 de enero de 2014

LA RAZON DEL HOMBRE



LA  RAZON  DEL  HOMBRE

            Me parece interesante comenzar este texto citando lo que nos decía ese gran escritor argentino que fue don Constancio C. Vigil en su libro “El Erial” y en uno de los subtítulos Bendito Deseo: “Has de saber que no sabemos nada si nos atenemos a nuestra razón”.
            Seguramente que él se refería a la falta de claridad de pensamiento del hombre, por su inclinación un tanto egoísta y muchas veces totalmente desprovista de nobles sentimientos, por no decir de una total falta de amor altruista.
            Ya el gran Apóstol Pablo también lo señalaba claramente al decirnos que: “el conocimiento engríe, infla, pero el amor edifica”, dando a entender que no debe haber un divorcio entre mente y corazón, sino que  debe haber o existir un total equilibrio entre nuestros razonamientos y los sentimientos que los acompañan, para que de esa manera podamos desenvolvernos siempre lo más acertadamente posible en los caminos de la vida que todos recorremos a lo largo de nuestra existencia en este plano físico de manifestación.
            Más debo aclarar estimados amigos, que he sentido el ferviente anhelo de reflejar en este breve escrito, este tema que tanto tiene que ver con nuestra vida cotidiana y luego de haber terminado de leer una vez más ese interesantísimo libro que es tan recomendado por su naturaleza mística devocional, me refiero a LA IMITACIÓN DE CRISTO, de Tomás de Kempis, que en el Capítulo XVIII, el último de esa gran obra, dice lo siguiente.
            “La razón del hombre es débil por lo que se equivoca muy fácilmente, pero la verdadera fe no se puede engañar.
            La razón y todas las indagaciones naturales deben seguir la Fe y no precederla ni combatirla.
            Pues la Fe y el Amor se levantan por encima de todo y obran de una manera desconocida en el santísimo y augustísimo Sacramento.
            Porque Dios eterno, inmenso, infinitamente poderoso, hace en el Cielo y en la Tierra lo más grande, lo más inaccesible e incomprensible y nadie sería capaz de penetrar sus maravillas.
            Pues si las obras de Dios fueran tales que la razón del hombre, tan limitada, pudiera fácilmente comprenderlas, dejarían de ser maravillas y no podrían ser llamadas inefables”.
            Maravillosas palabras que las dejo a vuestra consideración junto a la sugerencia de que lean este maravilloso libro que nos toca las fibras de nuestro corazón y que entiendo luego de la Biblia , es uno de los que más ha sido traducido y leído en el mundo.
            Gracias por su atención y que Dios bendiga a todos.
Raúl.-

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agradecemos al Sr. Raúl Sasia, por este aporte.

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