Conferencia en tres partes sobre la Muerte y la Agonía
TERCERA PARTE:
CÓMO VIVIR AQUÍ, AHORA Y LUEGO CON CRISTO
El cuerpo humano es una máquina. Una máquina para la utilización de las fuerzas de la energía y de la vida que emplea la personalidad en el proceso del crecimiento espiritual. En ese proceso de su evolución, el espíritu acumula sabiduría mediante sus experiencias en la forma física. Sólo mediante la muerte y la disolución de los átomos de nuestra actual forma física es como se le proporciona al Espíritu la posibilidad de construir otra mejor. Al margen de cuán perfecto o cuán hermoso sea nuestro actual cuerpo, el propósito del Espíritu es el de construir formas cada vez más perfectas por medio de las que expresarse. Y, como la oruga, hemos de morir como gusanos para volver a emerger a la vida como mariposas.
Como dije antes, tenemos tres átomos simiente: el astral, el mental y el físico. Así que permitidme profundizar brevemente en cada uno de ellos y ver cómo podemos beneficiarnos de su conocimiento.
El átomo simiente astral está localizado en el gran lóbulo del hígado que llamamos plexo solar y conecta con el Espíritu a través del cordón astral-emocional. El cordón es exactamente el que cada uno ha hecho de él, dependiendo de sus emociones y deseos, y sirve como vía de expresión para todas las energías emocionales experimentadas por el individuo. Ha grabado todas las cualidades de las emociones experimentadas por el individuo. El átomo simiente astral encapsula todas las debilidades y fortalezas inherentes del carácter desarrollado por el individuo en cuanto a sus deseos y emociones se refiere. Ello permite a la persona influenciar su propio futuro o su propio destino.
El segundo átomo simiente es el mental. Está situado en la glándula pineal dentro del cerebro, y conecta con la mente supraconsciente, en el triángulo superanímico sobre la cabeza del individuo, mediante el cordón de la Conciencia. Como en el caso del primero, este átomo simiente contiene un registro: el de todas cualidades innatas y heredadas, de la mente del individuo. En él están registradas todas las fuerzas y poderes mentales desarrollados por y en el individuo durante las eras de su progreso evolutivo. Así que, en esencia, el átomo simiente mental es también un átomo del presente y del futuro. Eso indica que podemos hacer cambios instantáneos en el átomo simiente, con sólo cambiar nuestro modo de pensar, ya que ello capacita a la persona para influir su propio futuro y su propio destino. Finalmente, es importante notar que, cuando el Cordón de la Conciencia se haya desarrollado completamente, el individuo tendrá una conexión directa con la mente supraconsciente y se convertirá en un ‘‘Maestro Mental’’. Creo que las palabras ‘‘Transfórmate cambiando tu mente’’ son básicamente ciertas. El átomo simiente mental de hoy es el que hemos formado en nuestras pasadas encarnaciones, pero puede ser dotado de mayores poderes ahora para influir, tanto en nuestro inmediato presente, como en nuestro futuro.
El tercer átomo simiente es el físico, localizado en el ventrículo derecho del corazón. Conecta con el Espíritu Divino por medio del Cordón de Vida. El Cordón de Vida es creación de la Divinidad misma y el individuo no puede influir en su funcionamiento. Las fuerzas de la Vida se derraman, a través del Cordón de Vida, en la forma física, y son distribuidas por el átomo simiente en el corazón, a todo el cuerpo, mediante el torrente sanguíneo. En él es donde se encuentra el registro perpetuo del pasado del individuo, que lo liga a su destino kármico. Ese registro incluye los aspectos físicos, emocionales y mentales. Los átomos astral y mental registran las cualidades de las emociones y la mente. El del corazón, por su parte, registra una imagen electrónica de todo lo que le ha sucedido al individuo en toda su existencia. Así que, en esencia, los átomos astral y mental liberan las cualidades de las emociones y de la mente en el torrente circulatorio, mientras que el átomo simiente físico libera las imágenes atómicas del pasado.
Del mismo modo que el proceso del nacimiento incluye más trabajos que el del simple parto, el proceso de la muerte incluye también más cosas que la mera cesación de los latidos del corazón. Hay un proceso hacia fuera en la muerte física, como hay un proceso hacia dentro en el nacimiento físico. En el proceso del nacimiento físico está el paso de la forma física del bebé, hacia abajo, por el canal natal. Y, al mismo tiempo, se produce una lenta y gradual dilatación de ese canal para permitir el paso de la nueva forma, junto con la natural contracción del útero físico. En el proceso de la muerte física, la forma física hace el papel del útero del que el Espíritu ha de salir.
En esos momentos, las sustancias químicas de las glándulas endocrinas se centran en la pineal e intentan extraer del cerebro el átomo simiente mental. Una vez liberado, sale por la coronilla a través del Cordón de Plata. Lo que para mí resulta muy interesante es que, en todo proceso de nacimiento humano, las suturas entre los huesos parietal y occipital están abiertas. Eso permite que los huesos del cráneo del neonato se solapen y permitan que su cabeza, con grandes huesos, pase a través del canal de la madre. Cuando el bebé ya ha nacido, las suturas se unen, dejando unas brechas, que llamamos fontanelas o puntos blandos anterior y posterior, en la cabeza del niño. Durante el proceso de la muerte física, ocurre lo mismo pero al revés. Entonces las fontanelas anterior y posterior se abren, permitiendo también la separación de las suturas de los huesos parietales y occipital del cráneo.
Las sustancias químicas endocrinas se centran, con gran fuerza e intensidad, en el área del corazón. Ello inicia la lucha por liberar el cuerpo físico. La rotura o separación del Cordón de Plata estimula entonces la conciencia, para evocar y revivir incidentes que necesitan ser experimentados de nuevo, para enfatizar las lecciones que pretendían impartir a la persona cuando estaba en el plano físico.
Tras romperse el Cordón de Plata, el espíritu entra en cu cubierta astral. El proceso normal, para la gente normal, consiste en pasar los siguientes tres días y medio, tras la muerte, en un estado que podría denominarse como de sueño profundo o trance de muerte. Durante esas 84 horas, el individuo debería ser auxiliado con oraciones, pues son de ayuda los pensamientos amorosos dirigidos hacia sus experiencias iluminadoras en su nuevo estadio vital. Esa actitud, por nuestra parte, puede liberar a la persona para su propio progreso anímico, durante el período que sigue inmediatamente a la transición.
Hebreos 9:27 dice que el viaje por el sendero del Juicio no se da ahora en el espacio. Se produce todo en la conciencia, y el Espíritu vuelve a vivir cada incidente y cada episodio desde el momento del nacimiento. Ese viaje parece hacerse en soledad pero, en la actualidad, uno cuenta siempre con la ayuda de un Maestro.
Para los iluminados, las experiencias post mortem constituyen un viaje hacia el éxtasis y la Iniciación o salvación. Para los denominados no llamados, pecadores, es una experiencia llamada juicio. En ese trayecto uno observa toda su vida, reviviéndola y presenciándola como un panorama de sucesos del pasado. El Espíritu permanece en el plano terrestre mientras pasa ante su conciencia la película de todas las imágenes de su memoria. Pero, no sólo está viendo las imágenes, sino que está tomando parte en ellas. En realidad, uno está aparte, observándose a sí mismo actuando en el escenario de la vida que acaba de terminar. Durante ese tiempo, nuestro Espíritu está despierto en el Plano del Deseo, y el paso de los acontecimientos expone sus deseos personales frustrados. Por eso, el escenario que circunda al individuo en su propio panorama tendrá una relación simbólica definitiva con los problemas de su Espíritu, su estatus evolutivo y su reacción cósmica. Esas imágenes simbólicas derivan de las experiencias de su propia historia. Y, durante esa experiencia, el espíritu mira a su propia imagen y experimenta una severa lucha, proporcional a sus desviaciones de los estándares espirituales.
El cristiano medirá el comportamiento de su Espíritu con Cristo y sus Enseñanzas. Por eso el panorama del cristiano diferirá del de un budista, un musulmán o un judío, por nombrar algunos. Esas experiencias representarán lo que le hubiera sucedido su se hubiera orientado hacia la luz en cualquier bifurcación de su sendero. A lo largo de ese recorrido se le mostrará dónde cometió un error y que en todo momento fue libre para elegir. De ese modo experimenta arrepentimiento, ya que ve, no sólo las cosas con que cargó, sino la gloria que dejó de lograr. Las escenas quedan envueltas en el proceso del perdón y la persona perdona o es perdonada y permanece en ese proceso hasta que queda limpio.
Como ocurre con todo, según el estatus evolutivo, cada Espíritu enfrentará distintas experiencias personales desde su abandono de la forma física y del plano terrestre.
Generalmente, hay tres clases de reacciones frente a las experiencias tras la muerte. La primera se da en la mayor parte de la gente. Es una lenta y natural separación del Espíritu, que dura, en general, unas 84 horas. La segunda es la separación repentina del Espíritu a causa de la violencia. Hemos de recordar que los actos violentos son muy diversos y no todos producen necesariamente la retirada repentina del Espíritu. La tercera y última clase es la retirada inmediata, sin interrupción de conciencia y que dura, generalmente, unos seis minutos. Es el tipo experimentado frecuentemente por quienes están espiritualmente iluminados. En Corintios 15:31 Pablo dice: “Yo muero cada día,” indicando que podía abandonar la forma física en cualquier momento, dejándola en un estado de sueño o animación suspendida, mientras él viajaba, con plana consciencia, en el plano superior. Y lo mismo sirve para los rosacruces evolucionados, que aprenden cómomorir cada día.
Como Max Heindel dice en sus escritos: Desde el punto de vista oculto, no tiene importancia si vivimos o morimos, ya que la muerte para nosotros no significa la aniquilación, sino el traspaso de la conciencia a otras esferas. Sin embargo, cuando hemos usado un vehículo durante los inútiles años de la infancia, hemos vivido los ardientes años de la juventud, y hemos llegado a la edad de la discreción, en la que estamos ganando realmente experiencias, cuanto más prolonguemos el tiempo de esas experiencias, más aprenderemos. Por eso, es de cierto valor el prolongar la vida del cuerpo.
Como seres humanos, ignoramos cómo vivir en este plano físico. Hasta ahora, no hemos aprendido cómo prepararnos ni para el nacimiento espiritual ni para la muerte física. Ni siquiera apreciamos ni comprendemos las obligaciones y responsabilidades que corresponden al individuo y a sus relaciones con la sociedad y consigo mismo.
¿Cómo hemos, pues, de vivir ahora y luego con Cristo?
1. Bueno, primeramente hemos de cultivar la sensibilidad al valor que nos habilita para ajustar a los estándares de Cristo el trasfondo de nuestro diario vivir. Hemos de distinguir, sin error, lo que cuenta más a los ojos de Dios de lo que cuenta más a nuestros ojos. Esta sensibilidad para el valor requiere una delicada concienciación sobre nuestros motivos y actitudes, de modo que podamos conocer nuestros hábitos de pensamiento como realmente son.
2. En segundo término, recordad que, durante nuestra transición, durante esas 84 horas que siguen a la rotura del Cordón de Plata, en el viaje hacia el juicio que estamos realizando, lo que se reflejan son los motivos del individuo. No es tan importante lo que el hombre hace mientras está en la tierra, como las razones por que lo hace. El mal que un hombre hace no es tan importante como el motivo que le lleva a hacerlo. Porque el motivo está incorporado en el carácter innato. El Espíritu no puede avanzar en su vuelo ascendente hasta que la compensación se ha completado. Además, el juez es el espíritu mismo, cautivo de sus propias formas mentales negativas.
3. En tercer lugar, tenemos dos átomos simiente trabajando para nuestra libre voluntad y un destino derivado de nuestra propia actuación y de nuestra propia elección. Si, por ejemplo, un individuo nace con la debilidad de la violencia hacia su esposa, esa debilidad se puede encontrar impresa en el átomo simiente emocional como una cualidad innata del carácter de ese individuo. En ese caso, podemos decir con seguridad, tanto que ese átomo simiente es la grabación de los deseos de ese individuo, como que es la grabación de su vida emocional. Y lo podemos decir porque ese átomo simiente derrama sus partículas atómicas en el torrente sanguíneo de esa persona y su influencia llega al sistema glandular endocrino. Con eso in mente, lo que trato de decir es que el átomo simiente astral es la suma total de las cualidades emocionales del individuo, que se han ido acumulando a lo largo de las eras de su pasado. Si eso es cierto, estoy segura de que coincidiréis conmigo en que el átomo simiente concierne al presente y al futuro del hombre. Otra cosa a recordar es que la calidad de un átomo simiente se puede cambiar en cualquier momento mediante los esfuerzos del individuo.
¿Cómo podemos, pues, emplear estos conocimientos para vivir aquí, ahora y, más adelante con Cristo?
Bueno, volvamos atrás. Primero, retrocedamos y preguntémonos: ¿Qué es una emoción? Una emoción no es más que un pensamiento. Y un pensamiento puede cambiarse. Y, volviendo al ejemplo de antes, una persona con la debilidad de la violencia hacia su esposa ha de plantearse la siguiente pregunta: ¿Cuáles son las pautas de pensamiento que han creado en mí esa característica? Una vez encontrada la respuesta, sabrá con toda precisión cuáles han sido esas pautas y empezará a cambiar esos pensamientos básicos innatos.
Como he dicho antes, el átomo simiente del corazón contiene una grabación del pasado de la persona. Ese átomo simiente la mantiene muy ligada a su destino kármico pasado y a su “hado”. ¡Sí! Podemos superar el pasado del átomo simiente del corazón. Pero se requiere fuerza espiritual más allá de la evolución del hombre medio. Para lograrlo, hay que hacer tan fuerte la influencia de la vida diaria hacia el bien, que pueda compensar la influencia del átomo simiente del corazón físico mientras vuelca sus esencias vibratorias en el torrente circulatorio, anulando allí sus efectos sobre el sistema glandular. El karma del pasado ha de superarse así, mediante potentes grabaciones del presente, vertidas desde los átomos mental y astral, para que no pueda enraizar en la vida actual y pierda su capacidad de perjudicarnos o producirnos disfunciones de ninguna clase.
Particularmente, el aprendizaje de la verdad es como combustible para nuestra mente, que nos conduce a instantes de arrobamiento. Las experiencias de la vida dejan su impresión en la mente inconsciente. Esas impresiones se hacen realidad aquí porque nuestra mente vuelca en nosotros las medidas de nuestros pensamientos. Si no vivimos como deberíamos, el día de la muerte nos sorprenderá cautivos, sujetos por los grilletes de nuestra propia actuación. Las esposas a las que estamos acostumbrados en la tierra no son, ni de lejos, tan duras como las que soportamos tras la muerte. Muchos trabajos serán desagradables y no de nuestro gusto, pero son precisamente los que necesitamos para nuestro progreso.
Confío en que todos sigamos la luz de la guía espiritual y hagamos lo que hayamos de hacer en el Sendero. Cuando podamos ver y conocer las condiciones del Espíritu en las esferas elevadas, comprenderemos cuán importante es que se nos ilustre sobre este tema mientras se estemos aún sobre la tierra.
Espero que todos alcanzaremos el momento en que el átomo simiente de nuestro corazón no vierta en la sangre sino excelencia. Un momento en que las imágenes grabadas en la sangre y enviadas a influir las glándulas, sea una corriente pura y constante de partículas de vida, amor y energía divina.
Y ahora, para dar fin a esta conferencia sobre la Muerte y la Agonía , permitidme referirme a un hecho y relataros un suceso en una tribu africana. En mi búsqueda de información real para esta conferencia, encontré que, en un informe médico reciente del neurólogo Oliver Sacks, Dr. en medicina, sugería que el sonido estimulaba la liberación de varias endorfinas y es una gran herramienta muy poderosa en muchas enfermedades neurológicas como el Parkinson y el Alzheimer, debido a su capacidad única para reorganizar funciones cerebrales dañadas. Eso me remite a un sucedido, el sucedido de una tribu africana.
“En determinada tribu africana, cuando una mujer se sabe embarazada, se va al desierto con algunas amigas y oran y meditan juntas hasta que oyen el canto del niño. Ellas reconocen que cada Espíritu tiene su propia vibración, que expresa sus características y propósitos únicos. Cuando todas las mujeres se sintonizan con el canto del niño, lo cantan todas en voz alta. Entonces regresan a la tribu y se lo enseñan a todos los demás.
Cuando el niño nace, la comunidad se reúne y canta el canto del niño. Más tarde, cuando el niño empieza su educación, el pueblo se reúne y canta el canto del niño. Cuando el niño pasa la iniciación de la edad adulta, de nuevo el pueblo se reúne y canta. En el momento del matrimonio, los contrayentes oyen sus cantos. Finalmente, cuando el espíritu está a punto de salir de este mundo, los familiares y amigos se reúnen alrededor de la cama del moribundo, como lo hicieron cuando nació, y lo acompañan, cantando, a la próxima vida.
En esta tribu africana sólo hay otra ocasión en que el pueblo canta al niño: Si, en cualquier momento de su vida, esa persona comete un crimen o un acto socialmente aberrante, se le cita en el centro del pueblo y sus habitantes, en comunidad, forman un círculo a su alrededor y le cantan su canto.
La tribu reconoce que la corrección por conducta antisocial no es un castigo; es amor y recordatorio de la propia identidad. Cuando nosotros conocemos nuestro propio canto, no deseamos ni necesitamos que nadie haga nada que lastime a otro.
Un amigo es alguien que conoce nuestro canto y nos lo canta cuando lo olvidamos. Los que nos quieren no se confunden con nuestros errores ni con el mal concepto que podamos tener de nosotros mismos. Cuando nos sentimos feos, ellos nos recuerdan nuestra belleza; nuestra integridad, cuando nos sentimos rotos; nuestra inocencia, cuando nos sentimos culpables; y nuestros propósitos, cuando nos sentimos confundidos.
Nosotros podemos no haber nacido en una tribu africana que entone nuestro canto en los momentos cruciales de nuestra vida, pero lo hace la vida, que nos recuerda siempre, si estamos en armonía con nosotros mismos o no. Si nos sentimos bien, lo que estamos haciendo se empareja con nuestro canto y, cuando nos sentimos feos, no. En fin, que hemos de reconocer nuestro canto y entonarlo bien anónimamente.
Espero que sepamos aprender las cualidades y hábitos de la realidad y que nuestras vidas se expandan en otras vidas. Y las conoceremos sólo si somos lo suficientemente humildes como para agradecerlas y suficientemente generosos como para pagar repetidamente su precio. Y eso se consigue mediante una vida práctica y concreta. No hemos de esperar pasivamente que sucedan las cosas por la Gracia de Dios. Hemos de buscar la Gracia de Dios viviendo, pensando, exponiendo y orando de una manera práctica y concreta. Entonces, la luz que reside en cada hombre desde que llega a este mundo, gradualmente se convierte en una llama que guía su vida. Cuando morimos, nuestras vidas en los otros planos no son un aura vaga de amabilidad amorosa, sino el foco de todas nuestras energías, capacidades, pensamientos, imaginaciones y deseos.
“Como es arriba, así es abajo.” Viviremos en el plano superior como hemos vivido aquí en el plano físico. Nuestro hogar en los planos superiores es el lugar en el que nuestro espíritu se mezcla con los objetos bellos que ama y, allí, nuestro armonioso Espíritu viene y va, como hacemos en este plano físico en la tierra. Esos hogares son allí, en aquellos planos espirituales, como lo son aquí los del plano físico. La única riqueza que el hombre se lleva consigo más allá de la tumba es la que ha dado antes de llegar a ella. Seamos sabios. Empecemos a construir nuestros nuevos hogares en los planos superiores perfeccionando nuestra manera de pensar, no haciendo lo erróneo en este mundo, y ayudando a los demás. Como dice la historia de la tribu africana, al final, “todos hemos de reconocer nuestro canto y entonarlo bien.” Podéis sentiros desentonando un poco, pero eso les ocurre a todos los cantantes. Continuad cantando y encontraréis el camino a vuestro hogar.
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Magnifico tema,es tan extenso , que es difícil reducirlo,
ResponderEliminarEn la visión del panorama de la vida pasada,
observas la película ,junto con alguien mas , a tu costado ,
si no ves toda tu vida,regresas,,
si regresas , ya no le temes nunca mas a la muerte.....