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martes, 6 de mayo de 2014

El perdón



E  L      P  E  R  D  O  N

            En nuestras relaciones diarias con vecinos y amigos, tal vez muchas veces podemos estar estamos sujetos a sentimientos negativos: insultos, críticas embarazosas, así como otras situaciones desagradables.
            Siempre consideramos que nuestros semejantes pueden herirnos de alguna manera y que también pueden atribuirse motivos contra nosotros. Esta sentencia de mentira o injuria psicológica alimenta la llama del resentimiento o enciende el fuego de la hostilidad abierta.
            Al producirse la reacción, cuando percibimos estas injurias, nos dejamos envolver con ideas que aparentan justificarnos. Los argumentos proceden o se suceden sin que uno u otro hable. La ruptura puede ser temporaria o permanente. Puede dejar cicatrices emocionales que afecten nuestra salud o tal vez hieran a un espectador inocente.
            Si miramos hacia nuestro ser interno y nos concientizamos de todo aquello que aconteció, en general hallamos que existe algo negativo y que nuestro “enemigo” en nosotros despertó. ¿Somos demasiado sensibles? ¿Cuáles son los miedos, inseguridades o debilidades internas que nuestro “enemigo” expone? Si nos analizamos más tarde, con un total detenimiento y absoluta sinceridad, seguramente que podremos  hallar las mismas flaquezas en nosotros que en el resto de la humanidad.
            El Perdón es la Fuerza Curativa de la Fraternidad.
            El verdadero perdón significa tolerar las flaquezas en ambos; tanto en nosotros como en los demás. El perdón es el paso positivo para la auténtica unión entre los seres  humanos, que está basado en el reconocimiento de idénticos problemas, así como de la necesidad imperiosa de solucionarlos.
             El perdón es el producto de la fuerza espiritual interna sobre la que muere la explosión de los sentimientos negativos; que se convierte en una mentalidad libre de egoísmos y que se identifica con todos los seres humanos en el espíritu del verdadero amor.
            Debemos tratar por todos los medios posibles de esforzarnos por ejercitar en la vida diaria el poder del Perdón, para que de esa manera podamos convertirnos en verdaderas luces que sean capaces de encender el faro de la verdadera fraternidad espiritual, que es el bálsamo de Gilead, la única panacea que puede calmar las angustias de nuestros hermanos del mundo.

            Artículo traducido del inglés de la Revista Rayos de la Rosa Cruz.


ASOCIACION INTERNACIONAL DE CRISTIANOS
MISTICOS MAX HEINDEL
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Agradecemos este aporte al Sr. Raúl Sasia.

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