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jueves, 23 de marzo de 2017

Aterrizando el conocimiento



Aterrizando el conocimiento

Uno de los problemas más usuales al que se enfrentan todas aquellas personas que intentan adentrarse en el camino iniciático es el “aterrizaje” del conocimiento trascendente a la cotidianidad, el pasaje de la teoría a la práctica, del símbolo a la vivencia plena. De nada sirve conocer al dedillo todas las enseñanzas y postulados de la Filosofía Perenne si no estamos dispuestos a abandonar el viejo hombre (palaios anthropos) y vestirnos con los ropajes del “hombre nuevo” (neos anthropos).

Aceptar la validez de los enunciados de la Filosofía Iniciática no basta porque la mayoría de las veces lo único que hacemos es sustituir un conjunto de creencias por otro conjunto de creencias, cuando lo importante es dejar atrás la mera creencia, la aceptación ciega de conceptos que “querríamos” que fuesen ciertos.

Pasar a la acción. Esa es la única forma de transitar el camino conscientemente. Pero, ¡ojo! pasar a la acción no quiere decir “hacer muchas cosas”. Existe una diferencia sutil entre la recta acción y el mero activismo.

La recta acción está íntimamente ligada al propósito existencial y al verdadero sentido del “sacrificio”, la sacralización consciente de toda nuestra existencia, de todas nuestras acciones por pequeñas que sean. En otras palabras, todas las cosas que realices en tu día a día deben estar alineadas a tu propósito y en función de lo Bueno, lo Bello, lo Justo y lo Verdadero.

Por lo tanto: practica, practica, practica, pero no practiques a lo loco. Ordénate, traza una estrategia (de eso trata el módulo “Propósito y Proyecto” del Programa OPI) y subordina todos tus actos cotidianos a la recta acción.

Yo siempre insisto en que toda la Filosofía Iniciática puede resumirse en cuatro palabras: “Hazte lo que eres”. Nada más. Todas las demás enseñanzas complementan y giran en torno a ese concepto fundamental.

El aterrizaje del conocimiento a la vivencia diaria también puede ser sintetizado al máximo con una sola palabrita: “Hábitos”.

La Ascesis Iniciática está fundamentada en la transmutación de nuestros hábitos, de la mejor manera de contrarrestar los venenos de los dragones de los cuatro elementos con poderosos antídotos. Si no estamos dispuestos a modificar nuestros hábitos, no estamos dispuestos a recorrer el camino iniciático. Así de simple.

Y esta Ascesis que practicamos tiene cuatro áreas básicas (1):

Tierra – Dragón basilisco – Equilibrio físico – Corporalidad – Hábitos físicos

Agua – Serpiente escamosa – Equilibrio pránico – Vitalidad – Hábitos energéticos

Aire – Dragón alado – Equilibrio emocional – Afectividad – Hábitos emocionales

Fuego – Bestia de fuego – Equilibrio mental – Concentración – Hábitos mentales



Estas cuatro áreas se complementan con una quinta, asociada al elemento Éter y al desarrollo espiritual, y todas ellas delimitan y conforman la llamada “Ascesis Iniciática” que es integral y que abarca absolutamente todos los aspectos del ser humano.

En sintonía con esto, hay pequeños hábitos sencillos, simples, hasta “tontos” podrían decir algunos, que nos permiten ir mejorando en varios aspectos de nuestra vida. Entre ellos, he elegido cuatro que cualquier persona puede incorporar y que son un buen comienzo para fortalecer nuestra voluntad y disciplinarnos en el día a día:

* Sal a caminar durante una hora cada día. Mediante este ejercicio sencillo, y a la vez muy completo, podrás trabajar al mismo tiempo el cuerpo físico, el cuerpo vital y sobre todo la mente. Los estudios sobre los múltiples beneficios de las caminatas son contundentes.

* Destina un espacio a tus prácticas introspectivas (concentración, meditación, estudio, vocalización), intentando establecer diariamente una “hora mágica”, 60 minutos dedicados al trabajo interno.

* Revisa tus metas y tu declaración de misión. Si no has escrito tus metas personales, deberías empezar hoy mismo, teniendo en cuenta que toda meta que nos tracemos deberá estar sujeta al acrónimo R.E.M.A.R., es decir que debe ser Relevante, Específica, Medible, Alcanzable y Recompensante.(Véase el módulo “Propósito y Proyecto” del Programa OPI)

* Bebe 2-3 litros de agua, un hábito tan sencillo pero fundamental que muchas veces obviamos. Además de hidratarnos, beber agua nos obliga a establecer una rutina y a ser constantes.

“¡Esto no tiene nada de iniciático!”, exclamarán con horror los puristas que viven encorsetados en la dicotomía sagrado-profano. Pues bien, he aquí un secreto que voy a revelar: “En nuestra vida: o todo es sagrado o todo es profano”. No puede haber medias tintas. Cuando contemplamos a la vida como una escuela, todo lo que nos pasa, todo lo que hacemos, la gente que llega a nosotros, ¡todo! está íntimamente ligado a ese aprendizaje, a ese proceso interior que llamamos “iniciático”.

Cuando una persona “iniciada” habla de su “trabajo profano” al referirse a su profesión o su oficio significa que entendió muy poco el sentido de su “iniciación”.

Por esto, es necesario advertir a los puristas que el camino iniciático no puede divorciarse de nuestra vida cotidiana y que cuando empezamos a hollarlo con conciencia empezamos a notar que no hay nada que le sea ajeno. Como dicen los budistas: “Incluso pelando papas estamos practicando el Dharma”.

Volvamos a los hábitos a los que me estaba refiriendo. En definitiva: si no puedes caminar una hora al día, si no puedes destinar un espacio diario a practicar y estudiar (¡al menos 20 minutos!), si no tienes metas escritas y si no puedes hacer algo tan sencillo como hidratarte correctamente… ¿cómo vas a adquirir hábitos más complejos?

Si crees que estás estancado o no tienes idea qué rumbo tomar, prueba empezando con esos cuatro hábitos sencillísimos. ¿O no tan sencillos?

Concordancia

“El misterio tiene lugar en la estación del ferrocarril” (Josef Beauys)

“La meta está en la plaza del mercado” (Aforismo taoísta)

“Cuando llega el hambre, como mi arroz; cuando llega el sueño, cierro mis ojos. Los necios se ríen de mí, pero los sabios entienden” (Linji Yixuan)

“Descalzo y con el pecho desnudo, me mezclo con la gente del mundo. Mi ropa está remendada y cubierta de polvo, y soy más dichoso que nunca. No uso magia para alargar mi vida, pero ahora, ante mí, los árboles marchitos se cubren de flores”. (Kakuan)

“¡Qué maravilla! Parto leña, acarreo agua” (Pang el seglar)


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