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viernes, 31 de marzo de 2017

Etimología de términos iniciáticos (parte 3)


Etimología de términos iniciáticos (parte 3)

Neófito

Proviene del griego νεόφυτος (neo=nuevo, phytos=planta), es decir “nueva planta” o “retoño”, haciendo alusión a los novicios o aprendices, aquellos que recién están empezando a hollar el camino.
La comparación del proceso espiritual con el desarrollo de la planta es bastante usual, ya que la semilla es un símbolo claro de lo potencial, y su muerte es absolutamente necesaria para que nazca la nueva planta. En otras palabras, es  necesario morir para vivir, matar al “viejo hombre” para que nazca el “hombre nuevo” y, por eso, dice Juan en su Evangelio: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto”. (Juan 12:24).
La primera etapa germinal del proceso iniciático se llama “neofitado” y sus protagonistas son llamados de diversas maneras: aspirantes, aprendices, novicios o neófitos. En algunas ceremonias de iniciación tradicionales, al neófito se le entregaba simbólicamente una semilla que simboliza el talento de la parábola bíblica (Mateo 25:14-30).
¿Qué puede hacer el recién “iniciado” con esa semilla? Puede guardarla en su bolsillo y llegar hasta el grado más alto de la escuela olvidándose del crecimiento de esa semilla, o bien colocarla en tierra fértil y regarla constantemente hasta que, finalmente, la planta produzca su fruto.
La planta está ligada simbólicamente a los cuatro elementos que enmarcan la Ascesis Iniciática: Tierra, Agua, Aire y Fuego. La semilla cae en la tierra y necesita agua para germinar y salir a la superficie, subiendo por los aires con el influjo del calor del sol (fuego). Y de esta manera, la planta crecerá y dará su fruto (quintaesencia), contenedor de nuevas semillas.
Esta etapa de neofitado o aspirantado implica una “nueva inocencia” como fue llamada por Ramón Panikkar (1) y esto queda en evidencia en algunos ritos antiguos (por ejemplo, en los misterios de Cibeles) donde los nuevos iniciados eran alimentados con leche, como si fueran lactantes recién nacidos (2).


Compañero

Esta palabra procede del latín “cumpanis” (“con pan”), una alusión a “compartir el pan” o “comer del mismo pan”.
Siendo así, en una primera vuelta de llave la palabra “compañero” alude a aquellos viajeros de la antigüedad que -de manera fraternal e inegoísta- repartían su pan con otras personas que estaban recorriendo el mismo camino.
No obstante, en una segunda vuelta de llave (3) podemos recordar que la palabra “pan” quiere decir “todo” (παν), por lo cual el compañero es aquel que lo comparte todo.
El pan, por su parte, es aquella sustancia que lo contiene todo y cuando hablamos de “todo” nos tenemos que remitir (¡otra vez!) a los cuatro elementos, apreciando que toda hogaza de pan constituye una síntesis de estos elementos. ¿De qué modo? En el seno de la tierra germinan y se desarrollan las semillas del trigo, en el agua se transmuta la harina en masa, en el aire la levadura hace fermentar la masa y finalmente en el fuego el pan se cocina y se hace comestible.
Desde una perspectiva ritual, este pan “que lo contiene todo” se complementa con el vino “que lo vivifica todo” y que representa el quinto elemento (espiritual). Por eso no es raro que en inglés la palabra “spirit” también signifique “alcohol” y que en castellano hablemos de “bebidas espirituosas” (4).
En el Camino de Santiago conocí, con mis compañeros de ruta, una frase que se suele repetir una y otra vez: “con pan y vino se hace el camino”. Superficialmente observada, esta frase remite a comer y beber o bien de recorrer el sendero con sencillez, pero en su acepción más profunda nos habla de que el camino se recorre con todo nuestro ser, de manera integral, involucrando el cuerpo, la mente y el espíritu.
Una frase que resume a la perfección el sentido del compañerismo es el adagio latino “Unus pro omnibus, omnes pro uno”, inmortalizado por Alejandro Dumas en su magistral novela “Los tres mosqueteros”:
“Uno para todos y todos para Uno”

Este artículo es el tercero de la serie sobre la etimología de algunos términos vinculados a la Tradición Iniciática. Desde aquí puedes acceder a la parte 1 y a la parte 2.

Notas del texto

(1) Panikkar, Raimon: “La nueva inocencia”
(2) Frazer, James: “La Rama Dorada”. Cita: “Durante algún tiempo después de su renacimiento, [al novicio] se le mantenía a dieta de leche como a un recién nacido”(3) Esta segunda vuelta de llave carece de fundamento etimológico y debo admitir que se trata más bien de un juego de palabras con la palabra “pan”.
(4) La creencia popular indica que las bebidas espirituosas se llaman así porque “alegran el espíritu” pero, en verdad, su nombre alude al “vapor sutilísimo que exhalan el vino y los licores” (Diccionario de la Real Academia), que es el etanol o el “espíritu” de las bebidas alcohólicas.
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