sábado, 18 de marzo de 2017

Tawba


Tawba

“Morid antes de morir y pedíos cuentas a vosotros mismos antes de que se os pidan”
(Hadiz del profeta Mahoma, recogido por Al Tirmidhi)

La Tradición Sapiencial nos dice que el camino iniciático es contracorriente, ascendente, pero sobre todo que es una Vía de Retorno, lo cual significa que a través de él no vamos a ningún lugar lejano sino que regresamos al centro, al corazón de nuestro Ser.

Y en esta vuelta a la Fuente Primordial, todas las tradiciones nos hablan de un hito fundamental: la Metanoia o “muerte mística”, que supone la defunción del “viejo hombre” a fin de que nazca un “hombre nuevo”, a través del abandono de los viejos hábitos profanos para que sean sustituidos por renovados hábitos virtuosos y acordes con un nuevo estilo de vida.

El Islam llama a esta muerte “tawba” que significa “volver el rostro hacia Allah” o “giro del corazón”, donde se muere al mundo profano y se nace en el mundo espiritual.

“Tawba” significa posar nuestros ojos en lo esencial, en la divinidad pura que radica en nuestro corazón, la misma que nos puede ayudar a re-cordar, a volver al corazón o fuente primordial. Esta fuente es llamada por los sufíes “el corazón de los corazones”, quienes se llaman a sí mismos “viajeros” o “caminantes del sendero místico” –nobles viajeros– en atención a un hadiz atribuido al santo profeta Mahoma:

“Vive en este mundo como si fueras un viajero,
un pasajero, con la ropa y los zapatos llenos de polvo.
A veces, sentado a la sombra de un árbol, a veces
caminando por el desierto. Sé siempre un pasajero,
ya que éste no es tu hogar”.

Cuando le preguntaron a Dhû’l-Nun, un maestro sufí: “¿Cuándo ha alcanzado el sufí su meta?”, éste respondió con tranquilidad: “Cuando es como era, donde estaba, antes de ser.”

La médula del Islam es la sumisión a Dios, que no es otra cosa que una entrega total, una canalización consciente de todos los esfuerzos vitales hacia un objetivo único, en una ofrenda sincera de toda la existencia a Allah (Dios, el Uno sin segundo), lo cual está en consonancia con la máxima latina: “Pedes in terra ad sidera visus”, es decir “Los pies en la tierra, la mirada en el cielo”.

Consciente de esta idea, el verdadero discípulo musulmán puede desempeñar cualquier tarea cotidiana al mismo tiempo que su mirada interior siempre estará fija en Allah, contemplando de frente al Uno sin segundo, escondido detrás de todo evento cotidiano, agradable o desagradable.

Aunque la prensa suela ignorar esta cara interna del Islam, relacionando a los musulmanes con los criminales de Hamas, los “yihadistas” de Irak o los secuestradores de estudiantes en Nigeria, en verdad el camino de Allah es otra cosa bien distinta. El Islam es un camino de amor, una vía tradicional, sapiencial y válida para convertirnos en lo que somos.

La verdadera Yihad está ocurriendo –aquí y ahora– dentro de cada uno de nosotros. Y es absolutamente necesario que triunfemos en esa guerra santa para que en el mundo exterior reine de una vez por todas la verdadera paz, la Paz Profunda.


Palabras del Profeta Mahoma

Dijo Mahoma: “Oh, vosotros que guerreáis, acabáis de llegar del pequeño yihad, para realizar el gran yihad”, y estos le preguntaron, “¿Y cuál es ese gran yihad?”, a lo que Mahoma contestó: “Es la guerra contra el ego”.


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