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domingo, 8 de marzo de 2015

El karma colectivo



EL  KARMA  COLECTIVO

            No sólo existe el karma individual, que hace que recaigan sobre nosotros las consecuencias de nuestros propios actos individuales, sino que,  como  consecuencia  de  la  existencia  de  agrupaciones  humanas homogéneas, que llamamos nación, etnia, pueblo, tribu, grupo, familia, etc., también esos conjuntos, como tales, engendran y experimentan su
propio karma. 
            ¿Y  cómo  se  genera  el  karma  colectivo?  Es  consecuencia  de  las afinidades  que  unen  a  los  miembros  del  grupo,  sean  religiosas, culturales,  económicas,  sociales,  históricas  o  de  cualquier  tipo,  pues ellas  hacen  que  sus  miembros  piensen  y  sientan  y  actúen,  como  tal grupo, de determinada manera frente a los demás grupos y, por tanto,
será él el que reciba las consecuencias de esa actuación. Y, dentro del grupo,  cada  individuo  recibirá  el  karma  que  le  corresponda  por  su participación individual.

            Cada pueblo, pues, es el dueño de su propio destino, como lo es cada  individuo  dentro  de  su  grupo.  Por  supuesto,  cuanto  mayor  es  el grupo, menos influencia ejerce el individuo en el destino común y más se debe éste a la actuación de la masa que, desgraciadamente, cuanto más  numerosa  es,  menor  es  su  nivel  evolutivo.  Lo  que  hace,  pues, evolucionar  a  los  grupos  no  es  el  conjunto,  ni  el  número  de  sus componentes, sino los individuos relevantes, que marcan nuevas pautas de  conducta,  abren  nuevos  caminos,  crean  nuevas  inquietudes  e imponen  nuevas  metas.  Y,  por  tanto,  lo  que  interesa  a  un  grupo  es contar con el mayor número posible de individuos relevantes. Éstos, a su  vez,  tienden  a  ser  seguidos  por  la  masa,  con  lo  que  el  grupo aumenta. De ese modo, los líderes, los verdaderos líderes, los que más han evolucionado a tenor de las leyes naturales, tienden a aglutinar a los grupos, a borrar fronteras y diferencias… De modo que el objetivo final sea un solo grupo, un solo pueblo, una sola raza y una sola meta. 
              Pero entretanto, sin ninguna duda, estamos en manos del karma colectivo.  Idea  recogida,  parcialmente,  por  el  propio  refranero  cuando asegura  que  "Cada  pueblo  tiene  los  gobernantes  que  se  merece".  Y encarnada  también  en  aquel  triste  reflejo  de  la  falta  de  líderes:  “¡Qué buen vasallo, si tuviera buen señor!”

Boletín Nº 36 AÑO 2.000 - TERCER TRIMESTRE 
(Julio-Setiembre) FRATERNIDAD ROSACRUZ  MAX HEINDEL (MADRID) 


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