martes, 22 de marzo de 2011

Cuando la ficción se acerca a la realidad



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Ya la humanidad terrestre está pasando por todo lo que, en el lenguaje simbólico y alegórico de la
Biblia, se predice en el Apocalipsis de San Juan. Los "tiempos han llegado" y nuestra
civilización agoniza. Tres de los caballos alegóricos y funestos de aquella profecía, han
desatado su furia sobre nuestro mundo. Por eso es que se está viviendo un caos tan
horrible; toda la humanidad está conmovida por la más absurda explosión de los bajos
instintos, de las pasiones desbordadas, de la más cínica y desvergonzada exposición
de sus vicios y de sus brutales apetitos. Nunca, hasta hoy, habíamos asistido a una
quiebra, tan completa, de los más altos valores del espíritu. Las normas elevadas de
moral, de belleza y de armonía, se han olvidado, producen risa y escarnio... todo
marcha hacia su propia destrucción en un bestial alarde de materialismo egoísta,
sádico y repugnante; en una eclosión nefasta de barbarie y de lujuria, que olvida a
belleza y el amor y sólo busca la embrutecedora sensación efímera del orgasmo y la
orgía, en un ambiente invadido por las drogas, la violencia y el crimen... Y así
marchan todos, como un rebaño furioso que se lanza hacia el abismo...

El cuarto jinete apocalíptico asolará la Tierra cuando estalle la tercera y Última
guerra mundial, y los cataclismos y calamidades de todo orden arrasen íntegramente
el planeta; porque los hombres de nuestra raza no han logrado avanzar moral ni
¡intelectualmente hasta un nivel en que su egoísmo, su avaricia, su odio y su lujuria
les dejarán paso a concepciones superiores, a realizaciones más perfectas depuradas,
a instituciones más sabias y altruistas, a una convivencia más fraterna y pacífica...

Sólo han desarrollado la ciencia y la técnica por afán de lucro, de dominio de egoísta
competencia y no de útil cooperación. Y el resultado es la constante división, el
enfrentamiento del hombre contra el hombre, y por tanto, la guerra...

Debes saber, que en ese mundo al que fui llevado, y al que voy a regresar, ya no
se conocen las guerras ni la menor forma de lucha o antagonismo entre sus
habitantes. Han desarrollado instituciones que permiten la mutua y recíproca
convivencia en un sistema de cooperación mundial perfecto, bajo la sabia dirección de
un estado y un gobierno que abarca todo ese mundo. Hace muchos siglos, muchos
miles de años, que esa raza alcanzó tal grado de adelanto, que les permitió visitar la
Tierra en otras oportunidades. Todas las referencias que en los escritos más antiguos
conocidos por nosotros se hace sobre visitas a este planeta de "dioses en carros de
fuego" como en las mitologías de Grecia, de los papiros del Egipto, de Persia, de la
India y el Tibet; las leyendas fabulosas de los Mayas, los Aztecas y los Incas; el
"Hombre de la Máscara de Jade" hallado en una desconcertante sepultura bajo la
Pirámide de Palenque, en México, el año de 1952, cuyo sarcófago de piedra, de diez
mil años de antigüedad, estaba cubierto por una enorme losa con bellos altorrelieves
representando a un hombre sentado a los mandos de una nave espacial... Todo eso ha
sido motivado, en los albores de nuestra civilización, por las visitas que, de tiempo en
tiempo, hacen los hombres de esa raza a nuestro mundo. No se trata de visitas de
estudio ni de mera curiosidad científica. Desde hace miles, muchos, miles de años,
pues cuando el Egipto de los Faraones sólo era un conjunto de tribus salvajes, en
Ganímedes ya existía una civilización tan sabia y tan poderosa que les permitió ser los
intérpretes y ejecutores del Plan Cósmico de nuestro sistema solar. Y en cumplimiento
de ese Plan vinieron a la Tierra cuando su presencia fue necesaria para ayudar a
adelantar a los seres de este mundo.

El mítico y portentoso Hermes Trismegisto, piedra fundamental de toda la
sabiduría egipcia de ese entonces, y de muchas escuelas esotéricas, fue uno de ellos...
Y la subida al "cielo" del profeta Elías en "un carro de fuego", que nos narra la Biblia,
no fue sino una de las tantas misiones de ese Plan Cósmico, ejecutadas por los seres
de esa raza de superhombres...

Mi amigo volvió a callar. Sirvió más café y mientras lo tomaba, me miró serena
pero insistentemente. Yo estaba absorto, sin saber qué decir. Experimenté una
extraña sensación. Me parecía que de sus ojos partiera una luz que invadía y llenaba
mi cerebro. Me sentí confuso y me levanté bruscamente del asiento. El sonrió. Dejó el
pocillo y, abriendo un cajón del escritorio, me mostró un pequeño objeto de metal,
parecido en tamaño y formas a una máquina fotográfica de las más chicas.

-He traído esto y, cuando me vaya, te lo dejaré. Es un aparato transmisor y
receptor con el que se puede uno comunicar directamente con ellos. No debe usarse
sin necesidad, pues no tendrá ningún resultado positivo y útil hacerlo por mera
curiosidad. Te enseñaré su manejo y cuando tenga que entrar en contacto, estarás
presente y así no dudarás más de mis palabras.

-Pero ¿de qué me servirá cuando te vayas?

-Podremos seguir comunicándonos. Será un privilegio que guardarás en el más
estricto secreto, exclusivamente para bien tuyo y de los suyos. Tal vez más adelante,
puedan ustedes, también reunirse con nosotros...

-¿Y cuando se le acabe la fuerza?

-Su potencia es permanente, inalterable. Actúa con energía cósmica y lo único
que se requiere es que pueda recibir, por lo menos, una hora de luz solar cada
semana. Me servirá para instruirte a través de la distancia que separa ambos mundos,
y tú y los tuyos resolverán su porvenir... No olvides lo que te he dicho antes: Los
tiempos han llegado, el Apocalipsis se cumple y esta civilización será extinguida, como
lo indican, en símbolos y alegorías la Gran Pirámide de Keops en el Egipto y las
profecías de San Juan, y ello tendrán lugar en los últimos decenios de este siglo... La
promesa de Cristo se realizará: La famosa -Jerusalem de Oro-, símbolo de la nueva
raza, que baja desde los cielos a la Tierra- para establecer en ella Su Reino, serán
hechos tangibles y reales en el próximo milenio. Pero todos los males de este mundo
tienen que desaparecer. La humanidad de este planeta deberá ser regenerada, para
que una nueva civilización, sobre los moldes de la de Ganímedes pueda reemplazar a
las carcomidas y podridas estructuras sobre las que descansan todas las creencias y
todas las instituciones actuales. Como el Ave Fénix, esta raza y esta civilización
morirán para ser purificadas, redimidas, superadas, renaciendo de sus cenizas en los
albores de un mundo y una raza nuevos, cuyos primeros padres serán aquellos, -
hombres y mujeres- escogidos por su grado de adelanto, que son, efectivamente, "los
de las blancas vestiduras del Reino" de que nos habla el Apocalipsis y el Juicio Final,
que van a ser llevados poco a poco, a Ganímedes para regresar, debidamente
preparados, cuando llegue el tiempo de repoblar la Tierra bajo la dirección amorosa y
sabia, de sus maestros de ese mundo...

-Te he oído decir que esos hombres y mujeres van a venir otra vez, en el siglo
próximo... ¿cómo van a poder vivir tantos años y llegar a ser los padres de la nueva
raza, a que te refieres...?

-No te extrañen mis palabras: en Ganímedes uno de los conocimientos comunes
es el de la conservación de los cuerpos. La regeneración celular, y por tanto el
mantenimiento orgánico sin la esclerosis que produce la vejez, son conocidos y
utilizados por todos. El secreto de los patriarcas bíblicos que vivieron varios siglos, es
común en ese mundo...
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Cualquier persona, con cierta cultura, tendrá, por lo menos, alguna noción o
elemental conocimiento de la existencia de tales escuelas, fraternidades u órdenes,
algunas mejor conocidas; otras en verdad tan secretas, que su existencia ha
transcurrido, desde siglos, entre los herméticos limites de sus disciplinados miembros.

¿Quién no ha oído hablar, por ejemplo, de los Hermanos Esenios, de la época de
Cristo; de los Rosacruces, o Fraternidad Rosa-Cruz; de los Magos de Zoroastro, en la antigua Persia; de las Sociedades o Escuelas Teosóficas; de los Misterios de Eleusis, en la antigua Grecia; de los misteriosos Lamasterios del Tibet y de la India; o de la moderna Fraternidad Universal de Hermanos Acuarianos u Orden de Acuarius?... Pero ¿habrá muchos que puedan saber, algo, positivo, acerca de los Hermanos de la Esfinge, del antiguo Egipto, de la hermandad secreta de Antiguos Nazarenos; de los herméticos Caballeros de la Mesa Redonda; o de los invisibles Discípulos de la Gran Logia Blanca de los Himalayas...?

Mucho ha avanzado nuestra cultura en los últimos siglos. Es realmente
encomiable el rápido y sorprendente desenvolvimiento de la ciencia y de la técnica, en
especial lo que hemos alcanzado en las últimas décadas del presente siglo; pero
¿hemos avanzado, igualmente, en los dominios de la moral, de la ética, de la política
regional o internacional, o simplemente en el desarrollo efe los campos ilimitados de la
mente y del espíritu...? Y es, precisamente, en estos terrenos en los que necesita el
hombre de la Tierra cultivarse, conquistar nuevos laureles, subir muchos peldaños en
la Escala de la Vida, para poder conseguir la superación integral requerida para su
ingreso consciente y voluntario a planos, reinos, dimensiones o mundos superiores al
de la materia...

No es una discriminación caprichosa. En el Universo y en el Cosmos, nada se
hace por capricho. Ya lo dijo, también, Einstein, al refutar la teoría del físico alemán
Heisenberg sobre el "Principio de la Incertidumbre", que pretendía afirmar que algunos
fenómenos ocurridos en los átomos eran fruto del azar. El sapientísimo padre de la
teoría de la relatividad manifestó, al respecto: "No puedo creer que Dios juegue a los
dados con el mundo".

Y en efecto, nada es fruto del azar ni de mera coincidencia, en el Cosmos. Fíjese
bien que no decimos en el Universo, sino en el Cosmos; porque debemos entender que
nos referimos al Cosmos como forma integral del Universo: Universo Físico, material,
tangible, visible, audible y computable con los medios y los sentidos conocidos en un
tipo de mundos como el nuestro. Y ese otro Universo Suprafísico, etérico,
extrasensorial, psíquico, inmaterial para el concepto que nosotros tenemos de la
materia, pero material también, desde el punto de vista de las diferentes gradaciones
en que se desarrolla la Materia, desde los niveles más bajos y pesados hasta aquellos
en que llega a confundirse con la Energía, en esos escalones supremos de la Vida que
representan los reinos o Mundos del Espíritu, uno de los cuales es aquel al que se
refiriera, varias veces, Cristo, cuando decía: "Mi Reino no es de este mundo".

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Extractado de: "YO VISITE GANIMEDES..." JOSIP IBRAHIM
el mundo maravilloso de los OVNIS

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