domingo, 28 de junio de 2015

La Ciencia y la Orden Rosacruz


LA  CIENCIA  Y  LA  ORDEN  ROSACRUZ


Muy estimados amigos:
                                       Estuve estudiando con gran atención una Lección de los Estudiantes de la Fraternidad y me pareció oportuno hacer algunas consideraciones sobre un tema de gran importancia para tenerlo muy en cuenta, dentro de nuestra sagrada tarea de ofrecer a nuestros hermanos del mundo, nuestras maravillosas enseñanzas Rosacruces, de la mejor manera posible, por lo que a continuación expongo algunos extractos de esa lección que contiene verdades tan profundas como de gran valor espiritual.
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            “Las enseñanzas de Misterios Rosacruces tratan de correlacionar los hechos científicos con las verdades espirituales”.  Aquí es necesario entender que el estudiante debe usar las lecciones como comentarios o suplementos de todos los escritos que Max Heindel nos dejó. Además debe tomar nota de todas las referencias haciendo cierta cantidad de investigación en forma independiente.
            También el fundador de la Fraternidad nos decía a propósito de las verdades espirituales con los hechos de la ciencia: “En el pasado las enseñanzas han sido conservadas en secreto, excepto con relación a unos pocos Iniciados y aún hoy día están entre las mas misteriosas y secretas del Mundo Occidental”. Luego procede a explicar lo que quiere decir con la palabra “secreta” demostrando que la revelación de los secretos en la verdadera Escuela de Misterios no depende de la voluntad del Iniciado, sino de la calificación del aspirante.
            Con otras palabras, estos “secretos” no son algo que ha sido transmitido por escrito o de palabra, que el Iniciado jure no revelar nunca a nadie más; en verdad son poderes de la mente y del Espíritu que se desarrollan en el curso del entrenamiento oculto y aún si el Iniciado tratara de revelarlos, el no calificado sería incapaz de beneficiarse con ellos, ya que no podría comprender o usar lo que el Iniciado está diciendo.
            En otro lugar Max Heindel ha dicho llanamente que la Fraternidad Rosacruz no tiene secretos ni juramentos que constriñan la libre voluntad del neófito. Afirma también que los Hermanos Mayores de la Rosa Cruz no aceptarán como discípulo a nadie que se someta a ellos o a cualquier otro. El aspirante a la Iniciación en la Escuela de la Rosa Cruz debe ser absolutamente libre.
            La Fraternidad Rosacruz envía sus lecciones a sus miembros sin ninguna diferencia y sin exigir ningún juramento o secreto. Nuestra herencia de sabiduría es tan vasta que no tenemos que ocultar ninguna parte de ella. Las aguas fluyen en forma abundante y para siempre sin interrupción ni cese alguno. Aquellos que tengan un patrimonio menor pueden desear ocultar sus aguas o distribuirla gota a gota y venderla bajo juramento secreto. La Escuela de Sabiduría Occidental no tiene necesidad de hacer esto, pues sus recursos espirituales son ilimitados y generación tras generación existe un nuevo y continuo desarrollo del conocimiento, de modo que puede darse más y más con cada año que pasa, por lo que invitamos a toda la humanidad, a todos los que esten sedientos de sabiduría, a beber de esta agua que no tiene precio.
            La Fraternidad Rosacruz anima a sus estudiantes a hacer su propio trabajo, a estudiar e investigar; razonar las cosas de la vida y de la materia; USAR el conocimiento y permitir que otros hagan lo mismo. Las lecciones enviadas a los estudiantes no son secretas, pero debe usar el discernimiento para compartirlas con los que no son estudiantes, mostrándolas a quien sepa apreciarlas. No es prudente imponer las enseñanzas ocultas a quienes sean resistentes a ellas o tengan su propia sociedad o movimiento, que a ellos les parezca mejor. Varias escuelas y cultos son algunas veces mutuamente antagónicas a causa de que el método de desarrollo de una requiere una disciplina que la otra no acepta.
            O sea que nunca debemos imponer nuestras enseñanzas a quienes no muestren interés en las mismas. Un Maestro dijo una vez: “Uno puede explicar la libertad personal en esta forma: Yo tengo el derecho de revolver mi brazo y darle vueltas y vueltas así, desde mi hombro. Pero el derecho de revolver mi brazo, termina en la punta de la nariz de quien tengo enfrente”.
            Por lo tanto, el estudiante ejerce el discernimiento al no meter por la fuerza sus lecciones bajo las narices de las personas que no desean leerlas y que no pueden beneficiarse con ellas; Pero cuando encuentre alguien que puede hacerlo con provecho, no debe cree que está violando ninguna obligación para con la Fraternidad Rosacruz si se las muestra. “De gracia recibisteis, dad de gracia”.-


ASOCIACION INTERNACIONAL DE CRISTIANOS
MISTICOS MAX HEINDEL
Colombres 2113 – Bº Lomas de San Martín
5.008 – Córdoba – República Argentina

Agradecemos al Sr. Raúl Sasia, por este aporte

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miércoles, 24 de junio de 2015

Un códice ocultista de hace 500 años Desvelado


Un códice ocultista de hace 500 años Desvelado


En 1499, un abad alemán escribió un extraño tratado sobre la comunicación con los espíritus: la Esteganografía. Su autor, Johannes Trithemius, fue un notable erudito y consejero de emperadores, pero también un mago y alquimista que influyó en Fausto, Agrippa, Paracelso, Giordano Bruno y otros ocultistas. Su obra más emblemática, que constituye un ejemplo excepcional de la magia del siglo XVI, es una insólita exposición de técnicas criptográficas que, tras siglos de intentos fallidos, ha descifrado ahora un matemático norteamericano.
Paco González

Un criptógrafo ha resuelto el misterio de la Esteganografía, la obra cumbre del abad y mago Johannes Trithemius.

Johannes Trithemius (Esteganografía- Códice desvelado)
En plena era de la criptografía cuántica, cuando los científicos tratan de encontrar un sistema para transmitir información codificada mediante sofisticados ordenadores subatómicos, el precursor de la criptografía moderna, el abad benedictino Johannes Trithemius, vuelve a ser noticia. James A. Reeds, un matemático de los laboratorios norteamericanos ATT, ha logrado decodificar la Esteganografía, un misterioso manuscrito que, desde hacía siglos, se resistía a ser descifrado.
Antes de que fuese impreso, en 1609, y posteriormente incluido en el Índices de los libros prohibidos por la Inquisición, este tratado había circulado, en forma de manuscrito, entre célebres ocultistas como Fausto, Giordano Bruno, Agrippa de Nettesheim y John Dee. Sin duda, todos ellos conocían la fama y la reputación de Trithemius, uno de los mayores eruditos y bibliógrafos de Alemania, el mismo autor de más de cincuenta libros pero, sobre todo, gran estudioso de la Cábala y aficionado a las ciencias ocultas.

SORTILEGIOS DIABÓLICOS

Johannes Trithemius, en realidad Johannes von Heidenberg (1462-1516), nació en Tritthenheim (Alemania) y estudió en la célebre Universidad de Heidelberg. Allí, junto con Juan de Dalberg y Rodolfo Huessman, fundó la Cofradía Céltica, una sociedad secreta para el estudio de la astrología, la numerología, las lenguas y las matemáticas.
También en Heidelberg, conoció al mítico Johannes Fausto, que fue testigo de la pasión que Trithemius sentía por las ciencias ocultas y de los experimentos de alquimia que éste solía realizar.
Antes de ingresar en el monasterio benedictino de San Martín de Spanheim, del que fue nombrado abad en 1483, Trithemius desarrolló una inmensa tarea como mago y alquimista. De hecho, su entrada en el monasterio, lejos de atenuarlas, impulsó sus actividades en este sentido.
Trithemius reconoció haber estudiado muchos libros de magia e, incluso, haber aprendido exorcismos. Todas sus investigaciones estaban dirigidas hacia los fenómenos misteriosos. Quizá por ello, la Iglesia le acusó de enseñar las ciencias malditas, de hacer sortilegios diabólicos. Trithemius, prudentemente, se defendió argumentando que tales estudios no habían hecho sino acrecentar su fe cristiana. Pero, ¿cual era el misterioso contenido de sus investigaciones? Parece ser que éstas se referían a extraños procedimientos para hipnotizar a personas a distancia, quizá por telepatía, a través de ciertas manipulaciones del lenguaje. Tampoco faltan en la obra de Trithemius alusiones a la parapsicología y a la Cábala. Esta extraña mezcla se materializó en la Esteganografía, obra de ocho volúmenes sobre la que su propio autor, incluso antes de concluirla, dijo lo siguiente en una carta que, en 1499, dirigió a su amigo Arnoldus Bostius:
Puedo aseguraros que esta obra, en la que enseño muchos secretos y misterios poco conocidos, parecerá a todos, incluso a los más ignorantes, que contiene cosas sobre humanas, admirables e increíbles, habida cuenta de que nadie ha escrito o hablado de ellas antes que yo
. Paradójicamente, Bostius no llegó a leer jamás la misiva. Murió poco antes de que ésta llegara a sus manos. Pero si lo hicieron algunos de sus colegas, quienes, admirados por lo que allí se relataba, no tuvieron reparo en publicar su contenido. En la carta, Trithemius adelantaba las claves de su obra: un método para comunicar el pensamiento a distancia, cientos de modalidades de escritura secreta... No es difícil imaginar las repercusiones que la divulgación del contenido de la Esteganografía tuvo en aquella época.
Trithemius fue inmediatamente acusado de mentiroso y fabulador. Esto en el mejor de los casos, ya que muchos pensaron que se trataba de una especie de agente demoníaco. Entre estos últimos se encontraba el Príncipe Elector Felipe II, de quien se cuenta que, cuando años más tarde descubrió un ejemplar de la Esteganografía en la biblioteca de su padre, ordenó inmediatamente que arrojasen el libro a la hoguera. De manera que si el manuscrito original contenía la clave de tan extraordinarios poderes, éstos se perdieron en la pira. Al menos en su mayor parte, ya que, afortunadamente, existe un manuscrito incompleto, de aproximadamente tres volúmenes, que ha llegado hasta nuestros días.

PROHIBIDA POR LA INQUISICIÓN

Los estudios de la vida y obra de Trithemius coincide en destacar sus excepcionales dotes en astrología y magia, señalándole como figura clave del movimiento ocultista. De él se dice que era capaz de "fabricar" oro alquímico y que conocía el secreto de la piedra filosofal. No es extraño, pues, que Fausto, Paracelso y Agrippa, los tres magos de Praga, sintiesen tanta admiración por el abad benedictino.
Inquisicion (Johannes Trithemius- Esteganografía)
La Esteganografía había estado circulando en forma de manuscrito. No fue sino hasta 1609, cuando una imprenta de Frankfurt decidió publicarlo. En su primera edición, este misterioso tratado lleva la indicación "Con privilegio y permiso de los Superiores", aunque no figura en ella el obligado Imprimatur, de manera que ignoramos de qué superiores se trataba. No parece lógico que estos perteneciesen a la jerarquía eclesiástica. De hecho, al poco de publicarse la obra, aunque incompleta y expurgada, fue incluida en el Índice de libros prohibidos por el tribunal del Santo Oficio.
Pero, ¿por qué la Iglesia católica consideraban tan peligroso aquel libro? Ya hemos mencionado que la Esteganografía contenía un amplio catálogo acerca de ciencias más o menos ocultas y de métodos para "escribir secretamente", argumentos quizá suficientes como para despertar los recelos de la Iglesia. Aunque las intenciones y el afán divulgador del abad no parecen otros que los de un científico desinteresado y, tal vez, excesivamente racionalista para la época, sus coetáneos le colgaron la etiqueta de "mago ocultista", fama que se acrecentó tras su muerte. Y todo ello pese a que Trithemius insistió en que sus conocimientos no eran otra cosa sino magia natural. "No he hecho nada que sea extraordinario -decía el abad- y, sin embargo, hacen correr el rumor de que soy un mago. He leído la mayoría de los libros de los magos, no para imitarlos, sino con el propósito de refutar un día sus malísimas supersticiones". En efecto, algún tiempo más tarde, publicó Antipalus maleficiorum comprehemsus, un trabajo en el que clasifica maleficios, brujos y diferentes variedades de adivinación.

CONJURAR A LOS MUERTOS

El Emperador Maximiliano
Pero, a pesar de las buenas intenciones del abad, su pasión por las ciencias ocultas parece desmedida. Existe un curioso pasaje en su biografía que apoya esta hipótesis. Habiendo sido invitado por el emperador Maximiliano para consultarle sobre cuestiones de fe, se cuenta que Trithemius logró que se apareciese el fantasma de María de Borgoña, difunta esposa de Maximiliano. ¿Tenía el abad poderes para conjurar a los muertos? Es posible, aunque algunas teorías, más racionalistas, ponen en duda esta posibilidad. Diversos investigadores sostienen que éste conocía algunos trucos ópticos que ponía en práctica con la ayuda de espejos y cámaras oscuras.
No es ésta la única anécdota relativa a las habilidades paranormales del abad. Se cuenta que, en cierta ocasión, Trithemius, su discípulo Agrippa y un tercer personaje cuya identidad se desconoce, alteraron el estado de conciencia de una tal Anna Sidow. Durante el trance, ésta anunció a la casa del Príncipe Elector los casos de fallecimientos que iban a producirse en la misma y... acertó. Algunos investigadores han interpretado este suceso como una precognición obtenida por el abad a través de la mujer.

ÁNGELES Y PLANETAS

Otro de los trabajos más relevantes de Johannes Trithemius es De septem secundeis, id est intelligentiis sine spiritibus orbes post Deum moventibus, es decir, De las siete causas secundarias o inteligencias después de Dios, una cronología mística en la que desarrolla una concepción cíclica de la historia de la Humanidad. Según su teoría, emparentada con el gnosticismo y con la tradición hindú, siete ángeles (los siete genios mayores de la Cábala, que corresponden a los siete ángeles del Apocalipsis de San Juan) gobiernan los planetas desde el comienzo de la Creación, turnándose en el poder cada 354 años y cuatro meses. A cada época de silencio y oscuridad, seguirá el reino de la luz, y así sucesivamente.
En este tratado, Trithemius elabora una compleja cronología en la que no faltan sorprendentes predicciones. Supuestamente, en una de ellas fijó, 400 años antes de que se produjese el acontecimiento, la fecha exacta, 1917, de la declaración de Balfour, en la que se pusieron las bases para la creación de un Estado judío.
Pero, dejando de un lado al Trithemius ocultista, otra de las facetas más importantes del abad alemán se refiere a sus investigaciones sobre la criptografía, a sus teorías sobre las claves de transposición que, incluso en nuestros días, siguen empleándose en la diplomacia y el espionaje. Buen ejemplo de ello es la Poligrafía, obra aparecida en 1518. La importancia de este libro, referido exclusivamente a las escrituras secretas, está fuera de toda duda. De hecho, está considerado como uno de los más valiosos ejemplos sobre criptografía moderna. Una de sus primeras ediciones puede contemplarse en Washington, en el museo criptográfico de la Agencia Nacional de la Seguridad de los EE UU (NSA).

INVOCANDO A LOS ESPÍRITUS

Sin embargo, la obra más excepcional y controvertida de Johannes Trithemius es la Esteganografía. El autor, como hemos mencionado, explicaba que el argumento central de este tratado era el de exponer diferentes técnicas para enviar mensajes secretos a larga distancia. Pero, además, una parte considerable de la obra está dedicada a la enumeración de diversos tipos de espíritus, como si de un moderno diccionario esotérico se tratase. Trithemius les pone nombre, los clasifica jerárquicamente y concreta las horas del día, planetas y constelaciones que están asociados con ellos.
Cuando James A. (Jim) Reeds se enfrentó a la difícil tarea de descifrar la Esteganografía se planteó, en primer lugar, la siguiente cuestión: ¿Se trata de una exposición de técnicas criptográficas disfrazada de magia natural o, por el contrario, es primero un tratado de magia que el autor ha ocultado tras una apariencia criptográfica?
Desde 1606, es sabido que los primeros volúmenes de la Esteganografía, plagados de oraciones de carácter piadoso aparentemente banales y de confusos textos para realizar invocaciones, contienen mensajes cifrados ocultos. Pero ahora, casi 500 años después, se han descubierto códigos similares en el tercer y más enigmático libro. De las 180 páginas numeradas de la edición de 1608, 159 pertenecen a los dos primeros volúmenes y tan sólo 21 al tercero. En este último libro puede leerse un somero prefacio y un capítulo, probablemente incompleto, en el que se presentan extrañas tablas numéricas encabezadas por símbolos zodiacales y planetarios.
Pero, ¿cómo enviar mensajes secretos con ayuda de los espíritus? En los volúmenes I y II, Trithemius facilita las instrucciones precisas para hacerlo. Por ejemplo, se anotaba una sencilla oración en un trozo de papel y, tras un curioso ritual, se invocaba a los ángeles. Uno de estos conjuros, que a la Inquisición le parecieron inequívocamente demoníacos, comenzaba por la siguiente frase: "Padiel aporsy mesarpon omeuas peludyn malpreaxo..." Verdaderamente, el mero hecho de pronunciar estas enigmáticas palabras puede resultar inquietante, pero no tiene nada de diabólico. Trithemius utilizó un sencillo código de transposición de letras con una secuencia determinada. Si aplicamos dicho código, el resultado es menos misterioso: "padiel aPoRsY mesarpon oMeUaS peludyn mAlPrEaXo..." Hemos destacado en mayúsculas las letras codificadas. La solución es la expresión latina primus apex... Tras decodificar los innumerables "conjuros" presentes en los dos primeros volúmenes de la Esteganografía, se obtienen una serie de frases banales, probablemente elegidas al azar. En consecuencia, es cierto que Trithemius había descubierto una forma de enviar mensajes secretos a distancia, aunque no parece que los espíritus tuviesen mucho que ver con ella.

ALFABETO INVERSO

El tercer libro de la Esteganografía, con sus oscuras tablas numéricas, suponía todo un desafío para cualquier especialista en criptografía. Jim Reeds descubrió una abundante bibliografía sobre este campo en Alemania durante el siglo XVII. Comprobó que muchos autores incluían en los títulos de sus libros frases como "Justificando a Trithemius". Una de estas obras se publicó en 1676. Su autor, Wolfgang Heidel, aseguraba haber descifrado el código secreto del libro III. Curiosamente, Heidel también utilizó un código criptográfico para revelar el contenido de sus investigaciones, de manera que nadie le entendió. Es más, muchos pensaron que Heidel había fracasado en su intento y, simplemente, quería apropiarse ilícitamente de un mérito que no poseía.
No fue hasta 1996 cuando Thomas Ernst, un investigador de la Universidad de Pittsburgh, logró descifrar la verdadera naturaleza del código. Ernst, que consultó sendas copias del manuscrito original de la Esteganografía en Wolfenbütel (Alemania) y en el Vaticano, publicó los resultados de su investigación en 1996. Quizá por hacerlo en alemán y en una revista poco conocida, su valioso hallazgo no tuvo la repercusión que se merecía.
Finalmente, Jim Reeds, el investigador de los laboratorios ATT, después de transcribir el libro original y microfilmarlo para hacerlo compatible con su ordenador, resolvió el misterioso código de Trithemius en tan sólo dos días. En efecto, Reeds descubrió que el abad benedictino había utilizado el orden alfabético al revés y había asignado letras a números. La dificultad estribaba en que Trithemius no había utilizado letras actuales (como la "k" y la "y"), pero sí otras inexistentes en la actualidad. Tras sustituir adecuadamente los signos, Reeds desentrañó los mensajes secretos ocultos en el entramado de números y signos. Aunque los mensajes codificados resultaron ser bastante inocuos, aparentemente frases escogidas al azar, este hallazgo confirma que Johannes Trithemius es, sin lugar a dudas, la figura más destacada de la moderna ciencia de la criptografía.

PROPÓSITO ENIGMÁTICO

Pero, ¿destierra este descubrimiento el carácter "mágico" de la obra de Trithemius? En opinión de Jim Reeds, este hallazgo no afecta a la personalidad de Johannes Trithemius como figura clave del movimiento ocultista del siglo XVI. Muy al contrario, Reeds cree que este descubrimiento incrementará el interés por la enigmática vida y obras del abad benedictino. Sin embargo, el investigador norteamericano continúa preguntándose por qué Trithemius utilizó la retórica de la magia para fines tan claramente científicos. ¿Cuál era su propósito? Quizá esas frases tan aparentemente banales, resultado de decodificar la Esteganografía, no lo sean tanto. Tal vez encierran el verdadero secreto del abad y mago Johannes Trithemius.
Paco González
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martes, 23 de junio de 2015

PHILIPUS THEOPHRASTUS BOMBASTUS VON HOHENHEIM - PARACELSO

- PHILIPUS THEOPHRASTUS BOMBASTUS VON HOHENHEIM -

- PARACELSO -

 Paracelso

BIOGRAFÍA

Nació el día 10 de noviembre de 1493, en la ciudad de Einsiedeln, una población Suiza de la región de Zúrich. Cabe destacar que esta época (siglo XV), había producido personalidades de una cierta magnitud, como por ejemplo: Lutero, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Kepler, Cópernico, Erasmo de Rotterdam, Durero, Holbein, Pico de la Mirandola, Heinrich Cornelius Agrippa von Nettesheim, por citar algunos entre otros grandes talentos.
Philipus Teofrasto fue hijo único del matrimonio de Elsa Oschner y de Wilhelm von Hohenheim, descendiente de los ilustres Bombasto de Suabia que eran originarios de Hohenheim, cerca de Stuttgart. Se le bautizó con el nombre de Teofrasto, en recuerdo del pensador griego que fue discípulo y amigo de Aristóteles: Teofrasto Tyrtamos de Ereso, un físico especialista en las propiedades medicinales de las plantas y de los minerales, por el que sentía una admiración sin límites el padre de Teofrasto, el doctor von Hohenheim, el cual ejercía la profesión de médico y al mismo tiempo se dedicaba a la enseñanza y al estudio de la alquimia. El nombre de Philipus le fue añadido, sin duda más tarde, pues lo cierto es que Paracelso nunca lo usó, también es curioso que habiendo nacido en Suiza, Teofrasto siempre se consideró alemán como después veremos en sus escritos.
Debido a las guerras suabas, el doctor von Hohenheim tuvo que trasladarse en el año 1502 con su familia a Willach, en la región minera de Carintia. Su madre, Elsa Oschner fue empleada en el Convento de Nuestra Señora de la Hermita, una mujer de una gran piedad, y que según todos los biógrafos, fue la encargada de inculcar a Teofrasto una fe inquebrantable en Dios. Perdió a su madre muy pronto, cuando era todavía muy niño; algunos autores afirman, que fue a la edad de nueve años. A causa de su naturaleza débil y su propensión al raquitismo, el padre se ocupó de él muy atentamente, prodigándole cuidados constantes, y que llamaba al niño con el apelativo cariñoso de “Aureolus”, debido a sus rubios cabellos. El doctor von Hohenheim visitaba a menudo a sus pacientes acompañado de su hijo, lo que permitía a este último sacar provecho de los beneficios que la vida al aire libre supone para la salud.
De esta forma el joven Teofrasto entro muy pronto en contacto con la Naturaleza, a la que más tarde la clasificaría de: “Gran Laboratorio”. Hay que recordar que la farmacia no se hallaba entonces en Europa, reconocida oficialmente, como lo estuvo en China, en Egipto y en Judea muchos años antes de la Era Cristiana, de hecho, la primera farmacopea pertenece a Nuremberg y data de 1542.
Teofrasto seguía también a su padre a los cursos que impartía de latín, botánica, alquimia, medicina, cirugía y teología; aunque estos se tratarán de cursos para adultos. Es necesario aclarar que su padre realizaba un gran número de experimentos en el pequeño laboratorio que había construido en su residencia, en el número 18 de la plaza del mercado, en Willach, y que por tanto Teofrasto estuvo familiarizado desde muy joven con los rudimentos de la alquimia. Cuando llegó el momento en que Teofrasto tenía que recibir la educación que correspondía a su edad, su padre decidió enviarlo a la famosa escuela de los benedictinos del monasterio de San Andrés, en Lavantha. Despues de su padre, el maestro que se encontró fue con el obispo Eberhard Baumgertner, que también era alquimista, y practicaba su arte en los laboratorios de los Fugger, sin duda, contribuyó en gran medida a que el joven Teofrasto continuara con su iniciación a los misterios alquímicos que años atrás su padre había empezado. La fuerte personalidad de Teofrasto fue seguramente producto de una herencia genética, pues su abuelo paterno era de una especial valentía con gran fogosidad e ímpetu, tal como correspondía a los caballeros de la época. George Bombasto von Hohenheim: caballero de la orden de San Juan y entre otras gestas le fue reconocido ser el acompañante de Eberhard el piadoso durante un periplo aventurero en Palestina. Esta herencia genética no cambió en ningún modo las preocupaciones místicas del joven Teofrasto; además del obispo Eberhard Baumgertner, se añadieron a su instrucción el prestigioso abad de Sponheim, Johannes Trithemius, el abad de Tritheim, se llamaba así en gracia del lugar de su nacimiento, pero en realidad se llamaba Juan Heindemberg, una personalidad que ya de muy joven era famoso por su sabiduría.
Hay que recalcar a este abad: Johannes Trithemius, hermético y ocultista de renombre, maestro y amigo del famoso pintor Alberto Durero, y del notable Heinrich Cornelius Agrippa von Nettesheim, este último conocido como notable médico, filosofo y alquimista. 
Johannes Trithemius 
He creído oportuno aquí adjuntar unas notas del abad de Tritheim pues además de maestro de Teofrasto, es autor de: Poligrafía y Escritura Cabalística universal, de Estenografía y de las Siete causas segundas.
El arte de la magia divina reside en la facultad de percibir la esencia de las cosas en la luz de la Naturaleza y en el empleo del poder del alma y del espíritu, para poder producir cosas materiales obtenidas del universo invisible, y en estas operaciones lo que está Arriba y lo que está Abajo tienen que estar reunidos y obligados a actuar de forma armoniosa. El Espíritu de la Naturaleza es una unidad que crea y constituye todas las cosas y que, al actuar con la colaboración del hombre, puede producir cosas maravillosas. Estos procesos se llevan a cabo conforme a la ley. Aprenderéis a conocer la ley en virtud de la cual estas cosas se realizan, si aprendéis a conoceros a vosotros mismos. La conoceréis gracias al poder del espíritu que reside en vosotros y os conformareis uniendo vuestro espíritu con la esencia que se desprende de vosotros. Si queréis tener éxito en esta tarea, será necesario conocer la forma de separar el alma astral que se encuentra en vosotros y hacerla tangible; después de esto, la sustancia del alma aparecerá visible y tangible, hecha objetiva a través de la potencia del espíritu. (Johannes Trithemius)  
A partir de los 14 años, Teofrasto se convirtió en un estudiante nómada de las universidades europeas de mejor reputación; esta manera de pasearse por las diferentes universidades de Europa, le permitió a Teofrasto una visión objetiva de la medicina, ya que es sabido que entre las universidades existían divergencias de opiniones y aparecían fuertes controversias en materia de conocimientos médicos. Sin embargo, tras sus estudios superiores en la escuela de Basilea, obtuvo el diploma de bachiller en Viena. (el humanista Joachim Viadam era su rector) Después decidió ir a Italia y en el año 1513 se inscribió en la universidad de Ferrara, de la que saldría en 1516, con el diploma de doctor en medicina; Algunos autores afirman que fue 1515. Teofrasto von Hohenheim ya se había convertido en Paracelsus unos años antes en Basilea, donde existía la costumbre entre los estudiantes de helenizar o latinizar su nombre, como por ejemplo “Erasmus” o “Frobenius”.
Algunos autores consideran que el nombre de Paracelsus tiene su origen en su padre, ya que éste lo consideraba más sabio que Celsus de ahí “Para-Celsus”. (Celsus fue un famoso médico romano de la antigüedad, nacido en el siglo de Augusto y calificado como Cicerón de la medicina, por la pureza de su estilo al describir en su obra “De arte medica” aproximadamente 250 plantas con sus propiedades y usos terapéuticos. Es la primera obra de medicina clásica que se imprimió; también escribió sobre retórica, historia, filosofía, la guerra y la agricultura.) Otros autores dan el origen del seudónimo Paracelso al significado etimológico de la propia palabra: el traslado de la morada o del hogar a las nubes espirituales.  
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Viajes y Aprendizaje y Redacción de Obras Literarias
Durante los estudios que realizó en Italia, principalmente en Ferrara, los historiadores de Paracelso, aseguran que en su camino tuvo que cruzarse con Christophe Clauser, médico de Zúrich, así como con Wolfgang Talhauser, futuro médico de Augsburgo, también aseguran que fue alumno del médico y humanista crítico Nicolás Leonicero (1428-1524); así mismo, que debió de seguir los cursos de Johannes Ménard (1462-1536) Después de su breve paso como estudiante “errante” por las universidades de Basilea y Colonia, se dirigió a Montpellier, donde se había hecho famoso el “Doctor iluminado”, el alquimista español Arnaldo de Villanueva. De allí, Paracelso se dirigió a Italia, primero a Bolonia, luego a Padua y por último a Ferrara donde había obtenido su diploma de doctor en medicina, como hemos visto antes. En lo que se refiere a ese periodo, escribió:
........ puesto que no quise someterme a las enseñanzas ni a los escritos de estas facultades, viaje más lejos, hasta Granada, y luego hasta Lisboa a través de España........
Sus viajes le llevaron hasta el Tirol, allí tuvo la oportunidad de trabajar en los laboratorios de los Fueger, en Schwaz. Muy pronto, Segismundo Fueger se hizo amigo suyo y lo integró en su grupo de alquimistas. Allí Paracelso adquirió conocimientos, experiencias y dominio, lo que le hizo comenzar la redacción de un tratado titulado: La Archidoxia Mágica. (Actualmente: “Los siete libros de la archidoxia mágica” editorial Humanitas.) su permanencia en Schwaz, solo duro diez meses, después Paracelso decidió recorrer toda Europa en busca de nuevos conocimientos.
En pleno auge del Renacimiento, en el momento en que Lutero presentaba un centenar de tesis que marcaban el inicio de la Reforma, Paracelso retomaba su camino, primero por la península Ibérica, después Portugal, y desde Lisboa se embarcó hacia Inglaterra siguiendo las huellas y enseñanzas del monje alquimista Roger Bacon,(1219-1292) y que ya en aquella época se consideraban reliquias, debido a que su visión de la Naturaleza había caído en desuso.
Que Lutero se ocupe de sus asuntos, y yo me ocuparé de los míos y le sobrepujaré en lo que me corresponda, además los Arcana me elevarán.... no ha sido el cielo el que me ha hecho médico: Dios me ha hecho.
Paracelso supo que se había declarado una lucha violenta en los Países Bajos y que la guerra estaba a punto de estallar (1519) se presentó en el frente al servicio de la armada holandesa, que le nombró cirujano barbero(según la expresión usual de aquella época), es decir, médico militar. Allí practico la cirugía, y a propósito de aquella experiencia escribiría: “Los enfermos deberían ser los libros del médico” en el año 1520 se marcho a Escandinavia, donde la guerra de Dinamarca estaba causando estragos, estuvo como cirujano militar a las ordenes del rey Cristián II. Después se dirigió a los Balcanes y se detuvo en Zeugg, al sur de Rijeka, en Croacia; hasta embarcar hacia Venecia en el año 1522, donde se puso al servicio de la republica de Venecia, que se oponía en aquella época al emperador Carlos I de España, también como cirujano militar. Participó con los venecianos en la batalla por la defensa de la isla de Rodas contra Soliman II el Magnífico, que mantenía sitiados a los caballeros de la orden de San Juan de Jerusalén (a esta orden había pertenecido su abuelo) A pesar de todos los esfuerzos por recuperar el control de la isla, Rodas cayó en manos de los turcos aquel mismo año. Entonces Paracelso se dirigió a los Balcanes, pasando por Dalmacia y Croacia; luego viajó por Valaquia, Transilvania, Hungría, Prusia, Polonia y Lituania hasta llegar a Rusia; durante este largo periplo convivió con los tártaros, lo que le permitió familiarizarse con la vida nómada. Una vez en Rusia, Paracelso hizo el camino en compañía de los cosacos hasta Moscú, donde conoció a un príncipe tártaro con el que decidió viajar a Constantinopla. Allí permaneció durante varios meses en casa de un famoso ocultista que le enseño una gran variedad de conocimientos y secretos turcos y árabes; conocimientos que Paracelso añadía a los que había aprendido del abad Johannes Trithemius. Aunque se pretendía que Paracelso estuvo en el Extremo Oriente, su testimonio invalidó por completo esta información: Yo no he visitado ni Asia ni África, digan lo que digan.
Es digno de mención lo que escribe Paracelso de sus viajes en el Libro “Las Siete Apologías”
Mis viajes me han permitido desarrollarme: ningún hombre se convierte en maestro en su casa, y no es detrás de la sartén donde encontrará a quien lo instruya. Porque el conocimiento no está encerrado, sino que se aprende en el mundo entero. Es necesario ir en su busca y capturarlo allí donde se encuentre.
Las enfermedades vagan por toda la tierra, no se quedan en el mismo lugar. Si un hombre desea conocerlas, es necesario que vague él también. Los viajes instruyen más que la inmovilidad en el hogar. Un doctor tiene que ser también un alquimista. Así pues, es necesario que vea a la Madre Naturaleza allí donde prodiga sus minerales, y puesto que la montaña no viene a él, es necesario que él vaya a la montaña.
¿Porque la reina de Saba llegó de orillas lejanas para escuchar la sabiduría de Salomón? Pues porque la sabiduría es un don de Dios, y este sólo lo concede a los que la buscan con esfuerzo. Es verdad que los que la buscan poseen menos que aquellos que no lo intentan. Los médicos que se quedan en su casa llevan ropas de seda y cadenas de oro; los que viajan, prácticamente no pueden pagar ni siquiera lo que vale un blusón. Los que se quedan en casa se alimentan con perdices, los que viajan en busca de la ciencia, comen sopa de leche. Como dice Juvenal, no tienen posesiones pero saben que el único viajero feliz es el que no posee nada.
Paracelso volvió a Villach en el año 1524; allí volvió a ver a su padre y a vivir en casa de este durante varios meses, hasta que llegó el verano y se marchó a Salzburgo, se supone que por ese entonces escribió entre otras:De la concepción de las cosas sensibles en la razón, Del origen del hombre, De las enfermedades que arrebatan la razón, en está última ya están plasmados los primeros criterios antropológico-filosófico.
Tenía intención de instalarse en Salzburgo, pero al año siguiente se marcho precipitadamente dejando abandonados todo el conjunto de sus bienes personales, se había comprometido en una lucha social organizada por los mineros y campesinos contra el poder del lugar, y habían estallado algunos disturbios graves. Fue detenido pero escapo por poco a la muerte bárbara que le estaba reservada. Se dirigió al Danubio, y visitó los manantiales curativos de Baden, en Suecia. En 1526 volvió a Württemberg y se estableció durante algún tiempo en Tubinga, donde practicó la medicina y la cirugía rodeado de un buen número de estudiantes. Luego se marchó a Friburgo, durante el viaje curó y prodigó sus cuidados a la abadesa de Rottenminster, pero en Friburgo fue recibido con hostilidad y abandonó la ciudad en pocos días dirigiéndose a Estrasburgo, allí también se encontró con la virulenta oposición de un feroz partidario de Galeno, Vendélinius, y con el cirujano Wendelin Hock entablo una controversia de tipo anatómico que perjudicó considerablemente sus esperanzas de hacer carrera en Estrasburgo, a pesar de todo esto hizo numerosas curaciones que para algunos fueron consideradas de “milagrosas”.
Durante el verano del año 1526 se traslado a Basilea, donde Johannes Froben, un gran amigo de Erasmo de Rotherdam, lo había llamado para que lo curase de una mala fractura del pie derecho, antes de su llegada, se había previsto incluso la amputación del miembro pero, al cabo de unas semanas, Froben estaba totalmente curado y pudo volver a su actividad como impresor y editor. Durante su estancia en Basilea, Paracelso entablo relación con un huésped y amigo de Froben, Erasmo en persona, al que diagnostico: gota, cálculos renales y litiasis biliar. Tiempo después, Erasmo le envió una carta en la que le demostraba una gran confianza en su ciencia:
Es absolutamente razonable, oh físico por quien Dios da la salud del cuerpo, desear la salud eterna a tu alma... Sufro dolores en el hígado pero no soy capaz de adivinar la causa; desde hace muchos años, sé que mis riñones están enfermos.
La tercera enfermedad no la entiendo suficientemente pero, sin duda alguna, es muy seria. Si existe alguna solución cítrica que pueda aligerar el dolor, te ruego que me la comuniques. No puedo ofrecerte unos honorarios equivalentes a tu ciencia, pero sí la gratitud infinita. Tú has devuelto del país de las sombras a Frobenius (Froben), que es mi alter ego, y si consigues curarme a mí, habrás curado a dos seres que no son más que uno....
Por descontado, Paracelso consiguió curar al famoso humanista, y Erasmo le mostró su gratitud consiguiendo que el Senado de Basilea lo llamase a finales del año 1526 para ofrecerle un puesto en la universidad. Su nominación se hizo efectiva gracias a la intervención de un tal Hussgen en Marzo del año 1527. Se trataba de un amigo de los reformadores de Estrasburgo, con los cuales simpatizaba Paracelso. La academia no había sido consultada acerca de su nominación, lo que le valió a Paracelso las peores quejas por parte de sus miembros que no tardaron en manifestar su hostilidad.
Durante su clase inaugural en la universidad afirmo:
Los lazos de mis zapatos encierran más sabiduría que Galeno y Avicena juntos, y mi barba tiene más experiencia que toda su Academia.
Además por si fuera poco, Paracelso no había dudado en extender por toda la ciudad de Basilea una proclamación pública que rezaba así:
Así pues, ¿quién ignora que la mayoría de los médicos de nuestro tiempo ha fracasado en su misión de la forma más vergonzosa, haciendo correr los mayores riesgos a sus enfermos? Han seguido y defendido, con un pedantismo extremo, las sentencias de Hipócrates, de Galeno y de Avicena, como si estas hubieran salido del trípode de Apolo junto a otros tantos oráculos, como si no fuera posible alejarse de ellas ni un ápice. Apoyándose en estas autoridades se forman, cuando así lo quieren los dioses, doctores en Medicina imbuidos de su título, pero no médicos... Como invitado de las autoridades de Basilea, que me ofrecen un trato generoso, enseñaré durante dos horas al día Medicina práctica y teórica; y me aplicaré, con el mayor celo posible y para que mis oyentes saquen el mayor provecho de ello, a exponer el contenido de  algunos manuales de Medicina y cirugía escritos por mí mismo. No se trata de libros como los que utilizan otros, que copian a  Hipócrates o no sé a quién, sino de manuales que he redactado basándome en mi propia experiencia, puesto que la experiencia es nuestra suprema maestra de escuela, y en mi propio trabajo. Así pues serán la experiencia y la razón y no las autoridades las que me dirijan cuando quiera demostrar algo.
Que Dios nos guíe y podamos trabajar con tal ahínco que nuestros esfuerzos por avanzar en el arte de la curación tengan éxito.
Por si esto no bastara el día 24 de junio de 1527 durante la celebración de San Juan, Paracelso arrojó el Canon de Avicena al fuego gritando:
¡Quémate en el fuego de San Juan para que todos los infortunios desaparezcan en el aire con tu humo! 
Paracelso no se conformo con todo esto, además sus clases eran en idioma alemán, algo que no se había hecho nunca antes, puesto que la lengua vernácula se había despreciado siempre en provecho de la lengua culta, el latín. Esto fue considerado como una profunda falta de respeto, incluso como un atentado contra la dignidad, puesto que así manifestaba una vulgaridad sin medida. Sin embargo, la intención de Paracelso era conseguir que sus enseñanzas fueran más asequibles a todos sus estudiantes. Evidentemente, no tardo mucho en convertirse en la oveja negra de sus colegas que no dudaron en humillarle con todo tipo de vilezas.
Nota: no he creído conveniente anotar el texto que publicaron sus enemigos y que fue exhibido en el portal de las iglesias de San Martín y de San Pedro de Basilea a causa de su ignominioso contenido.
Al verse vilipendiado, Paracelso se sintió herido, pero no se dejo hundir y decidió replicar a sus detractores con una contraofensiva, y así empezó una lucha sin cuartel, las calumnias amenazaban con arrastrar hasta las filas de los detractores a sus propios amigos. Ocurrió que Froben, al que Paracelso había curado, tuvo la desgracia de morir de repente a causa de una apoplejía. Entonces los que despreciaban y odiaban a Paracelso, aprovecharon la ocasión para acabar con su prestigio, aunque en realidad, la apoplejía de Froben fuera el resultado de un agotador viaje a caballo hasta Fráncfort, que además fue realizado contra la indicación expresa de Paracelso. Este acontecimiento fue la gota que colmó el vaso, llegaron cartas anónimas en las que se le acusaba incluso de homicidio y denunciaban su famoso tratado “Laudanum”. A pesar de todo Paracelso logro mantenerse a flote, mientras tantos las confrontaciones seguían. Lo que acabo con su estancia en Basilea, fue una clara estafa del canónigo Lichtenfels, éste se negó a pagarle los cuidados que Paracelso le había prodigado y que habían alejado al religioso de la desgracia de una muerte segura. Los jueces acordaron injustamente dar la razón al rico canónigo. Esto desato la furia de Paracelso y dio vía libre a su rabia y redacto estas pocas líneas dirigidas a dichos jueces:
¡Cómo pueden comprender el valor de mis medicinas si su método es vilipendiar a los médicos. Si un enfermo se cura, le dicen que no debe desembolsar nada por su curación, de manera que el enfermo y la ley juzgan la ciencia médica de la misma forma que juzgarían el oficio de zapatero!
Al leer estas palabras, se dio la orden de que Paracelso fuera detenido, se decidió un destierro eventual a una isla del lago de Lucerna, pero unos amigos de Paracelso le advirtieron del peligro que corría, y Paracelso abandono Basilea esa misma noche. Esto ocurrió en Enero de 1528. Algunos biógrafos afirman que entre 1526 y 1528, escribió un buen número de obras dedicadas a la cirugía, sobre dolencias internas y externas, sobre complejos preparados farmacéuticos y químicos además de: De renovatione et restauratione y De vita longa.Ambos son libros de “iniciación al saber secreto” de la muerte y el renacimiento, libros impregnados de símbolos de la Alquimia hermética.
Entonces se dirigió a Alsacia. En un primer momento fue a Ruffach, donde se convirtió en huésped del doctor Valentin Boltz, con el que entablaría una amistad que duraría toda su vida. Al abandonar Ruffach se dirigió a la capital de la Alta Alsacia, Colmar, donde fue acogido durante un tiempo por el doctor Lorenz Fries, según las propias palabras de Paracelso, allí encontraría lo que había buscado después de la tormenta: seguridad y algunos días de tranquilidad. (El doctor Lorenz Fries era autor de obras de medicina popular en las que exponía sus concepciones en materia de dietética, además escribía en alemán, todo eso unía a los dos hombres que se sentían animados por un espíritu de independencia.) Pero algunos biógrafos de Paracelso apuntan que las opiniones científicas del anfitrión y el huésped difieren, y que esta fue la causa que Teofrasto volviera a emprender camino. Parece ser que durante este periodo escribió: Sobre las heridas abiertas, De las pustulas, paralisis, ronchas, orificios, etc. Libro del hospital, los tres libros de Berthonei (pequeña cirugía)Del origen y procedencia de los franceses (sífilis), esta última fue incluso prohibida a instancias de los círculos universitarios.
Después de pasar un año en Colmar, Paracelso decidió ir a Esslingen, una población en que sus familiares, los Hohenheim, conservaban algunas posesiones, allí improvisó un laboratorio en una casa situada en el bosque de San Blas. Fue allí donde redacto sus Pronósticos para Europa. Obra de carácter profético que se revela como algo inesperado en un médico, (a parte de Nostradamus) Después de esta enigmática estancia en Esslingen, en el mes de noviembre de 1529, Paracelso se dirigió a Nuremberg, donde se encontró con el extraño místico e historiador Sebastian Frack. Allí volvió a encontrarse con la hostilidad declarada de sus colegas, y fue allí donde decidió lanzar el gran desafío a los médicos de dicha ciudad; este desafío consistía en curar a todos los pacientes que la Facultad consideraba incurables. Entre otras hazañas, nueve leprosos de quince recobraron el uso de sus miembros. Esto atizó más el fuego de la envidia y el odio de sus enemigos. En Nuremberg se prohibió cualquier nueva publicación de sus obras.
Paracelso se marcho a Beratzhausen para continuar a pesar de todo con la redacción de sus obras, allí empezó un tratado de orden teológico que trataba sobre la Interpretación del Salterio de David. Tras unos meses muy prolíficos, Paracelso tuvo que volver a ponerse en camino después de verse envuelto en otro injurioso enfrentamiento con un tal Bastien Casner, este último había recibido sus cuidados y parecía estar satisfecho con ellos, pero llegado el momento de pagar sus honorarios, se negó, además el cuñado de Bastien Casner era médico y le robó los remedios para poder continuar las curas y despidió a Paracelso de forma indecorosa. Así pues el mes de marzo de 1531 decidió dirigirse al sur de Alemania, a la ciudad de Sankt-Gallen, cuyo alcalde interino, Joaqchim de Watt (Vadianus), era un reformador suizo famoso además de ser un médico humanista reconocido, por otra parte se había codeado con Wilhelm von Hohenheim, padre de Paracelso durante su estancia en Willach muchos años antes. Paracelso le dedico los tres primeros tomos de la obra Paramirum en señal de agradecimiento. En Sankt-Gallen Paracelso fue llamado para una consulta en casa del concejal Christian Studer, que acabo siendo su huésped; el concejal era suegro del metalúrgico y alquimista Bartholome Schowinger, conocido entre los alquimistas de la época con el apodo de: el rico filósofo, este trabajaba en el laboratorio del castillo de Horn, y estaba protegido por el emperador Fernando, Paracelso se beneficio de esta relación y participo en algunas de las operaciones alquímicas que se realizaron en el castillo de Horn. Paracelso había curado a su anfitrión y además curaba de forma gratuita a los pobres de la ciudad y sus alrededores. Allí terminó su Paramirum. Esta obra es una de las más fundamentales de Paracelso, ya que en ella trataba de las enfermedades a través de una visión filosófico-alquímica, en esta obra se destaca su interés por las afecciones del metabolismo y la ginecología, de hecho le preocupaba mucho las enfermedades de la matriz y las relaciones que existían entre el ciclo menstrual y el ciclo lunar; además, en esta obra en el capitulo dedicado a lasenfermedades invisibles, trata por primera vez, de una forma magistral, el espinoso tema delas enfermedades psicosomáticas en una época en que la psiquiatría todavía no había nacido. El Paramirum y el Paragranum son consideradas entre lo mejor y lo más característico de los escritos de Paracelso en ellos se halla la afirmación en la cual basa su arte.
¡En adelante, entended bien en qué baso la Medicina y en que mantengo y me mantendré, a saber: en la Filosofía, en la Astronomía, en la Alquimia, en las Virtudes! ¡Como yo hago míos estos pilares, así tenéis que hacerlos vuestros, y tenéis que seguirme y no yo a vosotros!
Veamos brevemente como dichos pilares son especificados por el mismo Paracelso de la siguiente manera:
EN LA FILOSOFÍA
¿Que es la filosofía sino la Naturaleza invisible?....
La Naturaleza es una luz que brilla mucho más que la luz del sol...
Por encima de cualquier mirada y de cualquier poder de los ojos. En esta luz, las cosas invisibles se hacen visibles. No es conveniente que nos conformemos con la luz que brilla por las obras y que las hace visibles; sino que tenemos que buscar más lejos y pensar que lo que hace las obras está por encima de las obras.
Nuestra sola razón, contenida en el cerebro, es demasiado débil para proporcionar luz a un médico. Así pues, es necesario introducir la filosofía en la medicina; los ojos tienen que llenarse de este entendimiento; los oídos deben vibrar como con el ruido de la catarata del Rin, los ecos de la filosofía deben tener en el oído un sonido tan claro como los silbidos del viento del mar; la lengua tiene que probarla como prueba a la miel y la bilis; la nariz tiene que olerla como huele el conjunto de los olores del cuerpo.
EN LA ASTRONOMÍA
... Por lo tanto, así es el firmamento en el hombre, con el movimiento de los planetas y de las estrellas en su cuerpo, sus exaltaciones, conjunciones, oposiciones, etc. Y todo lo que la astronomía ha aprendido con grandes penas y arduo trabajo contemplando las estrellas, es necesario aplicarlo a la explicación del firmamento corporal. Aquel que entre vosotros ignore la astronomía, no podrá llegar a nada en la Medicina.
El cielo actúa en nosotros, pero para conocer la esencia de esta acción, es necesario conocer el cielo interior. El medico no merece su nombre. Si sólo conoce el cielo exterior, se queda en astrónomo y astrólogo. Pero si sabe aplicar esta ciencia al hombre, conocerá los dos cielos. En definitiva, tenéis que entender que el astro superior y el astro inferior son una misma cosa y que, por separado, no son nada.
El cielo exterior muestra el camino del cielo interior. ¿Puede ser médico el que ignora el cielo externo? Las cosas exteriores dan conocimiento de la cosas que están dentro. Así pues, en lo relativo a la salud y a la enfermedad del cuerpo, es indispensable que el médico conozca el ascendente, los planetas, sus exaltaciones y conjunciones, así como todas las constelaciones. Porque la enfermedad es como el astro, y aquel que conoce el astro conoce también la enfermedad. El astro es curado por el astro. Todas las operaciones y todas las ventajas de los medicamentos dependen del cielo, según su concordancia y sus conjunciones. Si la concordancia es mala, cualquier empresa está condenada al fracaso.
EN LA ALQUIMIA
Nadie transforma una materia si antes no se ha transformado a sí mismo. Es el hombre el que se convierte en artista, el que prepara el cuerpo y lo convierte en lo que “es” mediante su ciencia. Su obra lo completa.
Pero la preparación tiene que ser la Exaltatio Paroximi porque, en caso contrario, el resultado es nulo y el cuerpo es tan inútil como si aún fuera parte del barro. La Medicina debería conocer bien la alquimia, por la sencilla razón de que las grandes virtudes, escondidas, colocadas en las cosas por la Naturaleza e ignoradas por los hombres, sólo se revelan a través de la alquimia, que las lleva hasta la luz. En caso contrario, el médico se parece a aquella persona que ve un árbol en invierno pero que no sabe reconocerlo, ni sabe lo que realmente esconde antes de que llegue el verano, que sucesivamente hace aparecer los brotes, las flores y los frutos; en definitiva, todo lo que contiene. De la misma forma se encuentran escondidas para el hombre las virtudes de las cosas, y el hombre no puede conocerlas salvo si, a semejanza del verano, la alquimia se las revela.
Por eso es preciso aprender alquimia, la cual comporta el nombre de espagiria, que enseña el arte de separar lo falso de lo verdadero. Así es la luz de la Naturaleza. 
(nota: espagiria, del griego span - extraer, y ageireim - reunir)
EN LAS VIRTUDES
Para que el médico esté completo y para que descanse sobre una base Perfecta, debéis saber que debe actuar en todo con un orden que le convenga, la conveniencia consiste en seguir con los propios actos el orden y la ley de la Naturaleza, no de los hombres. El médico no está sometido al hombre sino sólo a Dios, a través de la Naturaleza.
Ellos (los médicos) desprecian la filosofía, la astronomía, la alquimia y la virtud. Entonces, ¿cómo pueden los enfermos apreciarlos, si ellos desprecian lo que cura.
Sigamos con la vida de Paracelso, tampoco en esta ocasión supo resistirse de tomar partido en el conflicto religioso que se producía en Sankt-Gallen, los católicos se enfrentaban contra los partidarios del teólogo reformador Zuinglio. En el año 1531, un cometa apareció en el cielo y Paracelso per­cibió una ola de calamidades diversas y el derramamiento de sangre de hombres ilustres. Entonces envió a Zúrich un estudio titulado Interpretación del cometa a Leo Judae, con la siguiente dedicatoria:
Teofrasto al Maestro Leo. Entregado el sábado después de San Bartolomé. Este texto, realizado por lo tanto el 26 de agosto, pre­cedía a la gran batalla del 9 de octubre en que se enfrentaron Zug y Cappel y durante la cual fue asesinado Zuinglio. Después de que Zuinglio muriera en una batalla y su partido se deshiciera, Paracelso decidió abandonar Sankt-Gallen, a partir de ese momento se dispuso a profundizar en las Sagradas Escrituras, y en su obra De Fundamento Sapientiae escribe:
El conocimiento que nuestros sacerdotes poseen nos les llega de Dios sino que lo aprenden unos de otros. No están seguros de la verdad que enseñan; por eso argumentan, embaucan y prevarican; caen en el error y en la ilusión, tomando sus propias opiniones como si fueran sabiduría divina. Hipocresía no es santidad, pretensión no es poder, artificio no es sabiduría. El arte de discutir, adulterar, pervertir y deformar las verdades puede aprenderse en las escuelas, pero el poder de reconocer y de seguir la verdad no se consigue con títulos académicos, sólo otorgados por Dios. Un sacerdote debería ser un guía espiritual para los demás pero ¿cómo puede ser un hombre un guía espiritual si habla de las cosas espirituales sin conocer nada de ellas? Un hombre vestido de sacerdote no es necesariamente una personalidad espiritual aunque haya sido por la Iglesia.... Los que no han sido ordenados por Dios son farsantes y malhechores a pesar de sus creencias supersticiosas, de su ciencia ilusoria y de su autoridad humana.
Durante el año 1532, Paracelso continuó su andadura por el interior de los Alpes; en 1533 llegó al cantón de Appenzell, donde se dedico a prodigar sus cuidados a los suizos más pobres. Vagabundeó por Appenzell durante muchos meses, residió durante algún tiempo en Urnaesch y en Huntvil donde terminó su Paragranumy continuó con la redacción de su Gran Cirugía, el único libro de gran éxito en su vida, todavía hoy en día sigue siendo un gran filón para los cirujanos.
Hay que destacar el Paragranum por ser una obra de una exposición muy polémica, ya en su prólogo aparecen frases como:  
Avicena, Galeno, Rasis, Montagnana, Mesue et ceteri ¡tras de mí, y no yo tras de vosotros!, vosotros los de París, los de Montpellier, los de Suabia, los de Meissen, los de Colonia, los de Viena y todo lo que ocupa las riberas del Danubio y el Rhin, vosotras islas del mar, tú Italia, tú Dalmacia, tú Sarmaci, tú ateniense, tú griego, tú árabe, tú israelita, ¡tras de mi, y no tras de vosotros! Ninguno de vosotros quedará en el más apartado rincón en que no meen los perros. Pero yo seré monarca, y mía será la monarquía, y yo la dirigiré y seré quien os ciña las espadas.
Luego volvió a las minas de Halle y de Schawz, lo que le permitió escribir su tratado sobre la enfermedad de los mineros. Puesto que se vio de nuevo en la miseria, decidió abandonar la región a principios del año 1534, se traslado a Innsbruck donde contaba con obtener del burgomaestre la autorización para ejercer; evidentemente a causa de su apariencia miserable, su petición fue rechazada.
Esta vez se marcho en dirección a Stertzingen, en julio o agosto de este mismo año la peste hacía estragos en esa región, y Paracelso, que había adquirido gran experiencia sobre ella durante sus viajes, se dedico con todas sus fuerzas a contener la plaga, una vez más volvió a verse enfrentado con la hostilidad de los eclesiásticos, en este caso, tanto católicos como reformistas. Por desgracia también él contrajo la epidemia, al mismo tiempo su padre moría en Villach, dejándolo heredero de todo su haber. Por suerte se recuperó de la peste, pero la enfermedad lo dejo muy debilitado, y su recuperación fue lenta. Durante este periodo de tiempo lo dedico para redactar un opúsculo de cuatro capítulos dedicados a la peste.
Poco después de su recuperación, Paracelso decidió abandonar la ciudad de Stertzingen y se dirigió a Merano y a Vetlin, atravesó el puerto de Penser hasta Hohenthauern, visitando Krymlerthauern, Felberthauern, Fushk y Raurischerthauern. Estudió lo que más tarde calificaría como enfermedades de las montañas. Al llegar a Saint-Moritz, estudió las virtudes curativas de las aguas de manantial y analizó su composición química, también estudió el uso de las aguas curativas en Pfäffers. Paracelso fue enviado al monasterio de Pfäffers para curar al abad Jacob Russinger, a la atención del cual redactó un consilium (una disposición). En el mes de septiembre de 1535, se dirigió a Württemberg, durante el viaje se detuvo en Mindelheim, donde tuvo la oportunidad de curar al consejero municipal Adam Reysner, a continuación se dirigió a Saint-Gothard, en Splügen, y atravesó el puerto de Haken. A finales de este año ya tenía acabada su Gran Cirugía, y se encaminó a Ulm para poder publicarla; descontento de la primera edición, fue a Augsburgo, donde confió la versión corregida y completada al impresor Heinrich Steiner, ésta la dedico al “muy poderoso augusto príncipe y señor Fernando, rey de Roma y archiduque de Austria”. Esta obra obtuvo en el momento de su publicación, el mes de agosto de 1536, un gran éxito; aprovechando este éxito que le reportó su Gran Cirugía, Paracelso emitió sus Pronósticos para los próximos veinte años, la obra se tradujo al latín inmediatamente. Paracelso estuvo en Augsburgo hasta comienzos del año 1537. después pasó por Nördlingen, Múnich, Passau y Efterdingen, cerca de Linz, se detuvo en casa del mariscal Johann von der Leipnich, para proporcionarle sus cuidados, éste estaba muy mal de salud y Paracelso permaneció durante bastante tiempo en Kromau; esto le permitió ejercer una actividad literaria intensa, durante el verano de 1537 redactó Astronomía Magna O filosofía Sagax de los mundos superior e inferior, de más de 500 paginas de apretada escritura, actualmente publicada por ediciones INDIGO bajo el título de “la Astronomía Hermética”, de 79 paginas de “amplia” escritura sin contar la introducción. También son de esta época su Labyrinthus medicorum errantium, y las Defensiones, esta última, publicada últimamente también por ediciones INDIGO bajo el título de Las Siete Apologías. Después de aliviar y curar al mariscal se dirigió a Presburgo, más tarde llegaría a Viena, donde el emperador Fernando I lo convocó dos veces para que asistiera a unas suntuosas recepciones en honor a sus méritos, Fernando le prometió subvencionar la impresión de sus obras con 100 florines, promesa que no llego nunca a cumplirse. La capacidad de la obra de Teofrasto sólo se puede clasificar de “titánica”, pues según Jolande Jacobi, en la edición completa de Sudhoff-Matthiessen que se encuentra hoy en prensa abarca más de 8.200 paginas, además, una serie de escritos siguen desaparecidos, y cierto número de ellos espera en manuscrito su edición.
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Últimos años y muerte de Paracelso
A principios del año 1538, Paracelso resolvió volver a Villach, habían pasado cuatro años de la muerte de su padre y tenía que solucionar las cuestiones referentes a su herencia. Recuperando la tradición familiar, acepto el ofrecimiento que le hicieron los Fugger de entrar a su servicio en las minas para estudiar los metales. Con gran emoción, Paracelso volvió a tomar parte activa en los trabajos de localización y extracción de metales y reunió todas sus observaciones en una obra titulada: Crónica Carintia. 
El 24 de Agosto de 1538 fue invitado a una ceremonia que tuvo lugar en Sankt Veit, allí tuvo la oportunidad de darse cuenta de la confianza que las autoridades depositaban en él, esto le dio la esperanza de ver publicados sus tres textos fundamentales, precedidos de su famosa Crónica en forma de panegírico, a saber: El libro de las enfermedades del Tártaro, el Labyrinthus, y las defensas, desgraciadamente una vez más las promesas de las autoridades de la región pronto se desvanecieron en el aire. Paracelso se instaló en Sankt Veit, para ejercer la Medicina, el doctor Albert Basa, médico del rey de Polonia, viajó hasta la residencia de Paracelso para recibir sus cuidados, ese mismo año, el pintor y ceramista Augustin Hirschvogel lo retrató de perfil con una frase que rezaba: “Alterius non sit qui suus esse potest” (Cuando se puede tener una personalidad propia, no es necesario tomar prestada la de los otros) Dos años más tarde, Augustin Hirschvogel, realizo otro retrato, esta vez de frente, pero esta vez contenía otra leyenda: “Omme donum perfectum a Deo, imperfectum a diabolo”(todo lo bueno proviene de Dios y lo malo del Diablo)
Durante el año 1539, pasó por Augsburgo y por Múnich; se dirigió después a Graz, luego a Breslau y a Viena, desde agosto de 1540 vuelve a estar en Salzburgo, obedeciendo al requerimiento del príncipe arzobispo Ernst von Bayern, en la casa que hace esquina al Platzl, donde hoy una placa honra su memoria. Al año siguiente lo encontramos en Strobl, a las orillas del lago de Fuchel, tras un viaje agotador, llegó otra vez a Salzburgo el mes de mayo de 1541, Ernesto, duque de Baviera, lo acogió con una calurosa bienvenida, puesto que entre Paracelso y la familia reinante de Baviera existía una sincera amistad. La salud de Paracelso empezó entonces ha debilitarse apoderándose de él un gran cansancio; las opiniones de sus biógrafos difieren, y algunos opinan que le aconteció un ataque a consecuencia de un cáncer de hígado o una atrofia renal, sea como fuere, aun así durante varios meses siguió pasando consulta tanto a domicilio como en su casa de Kaigasse. A parte de todas estas tareas, aun encontró tiempo para empezar la redacción de un estudio referente a la Santa Trinidad, este estudio, nunca fue terminado, sin embargo el fragmento escrito fue publicado por Toxites, en el año 1570, junto al original se hallaban varios pasajes escogidos y comentados de la Biblia en hojas sueltas. Consciente de su mal estado de salud, sintió la imperiosa necesidad de redactar su testamento. El día 21 de septiembre, día de San Mateo, llamó al notario, el señor Hans Kalbsohr, para dictarle sus últimas voluntades, como se vio imposibilitado de hacerlo legalmente en su laboratorio del Plaetzl, alquiló entonces una habitación en la Posada del Caballo Blanco, en la Kaygasse; el notario Hans Kalbsohr y seis testigos se reunieron para escuchar y dar fe de sus últimas voluntades. El poco dinero que había acumulado se tenía que repartir entre los más pobres, los indigentes y los sin hogar. Respecto a los pocos bienes que poseía, libros, instrumentos de laboratorio y preparaciones medicinales, Paracelso los legó al doctor André Wendl, de Salzburgo. La muerte le llegaría tres días más tarde, el día 24 de septiembre de 1541, día de San Ruperto, fiesta muy celebrada en Salzbourg, aquel año cayó en domingo. A pesar de sus increpaciones incesantes con la Iglesia católica y romana, sus autoridades no tuvieron ningún inconveniente en acoger su cuerpo y fue enterrado tal como él deseaba, en el cementerio de los pobres, se le obsequió con unos solemnes funerales reconociendo la genialidad de su persona que apenas llego a cumplir los cuarenta y ocho años. Durante sus funerales se entonaron los Salmos uno, siete y treinta, tal como fue su voluntad, entre cada uno de dichos Salmos se repartió dinero a los pobres que se hallasen ante la iglesia. Algunos escritos de Paracelso fueron publicados poco después de su muerte por Adam von Bodenstien y Johannes Huser, pero la primera edición completa de sus obras sólo apareció impresa cincuenta años después de su fallecimiento, desde entonces, sus obras han sido brutalmente “amputadas”, “descuartizadas” o simplemente olvidada. En los siglos siguientes se llevaron a cabo dos exhumaciones, la primera cincuenta años después de su muerte, y puesto que se describió en su cráneo una singular lesión a la altura del occipucio, en aquella época corrió el rumor de que Paracelso había sido asesinado por aquellos que lo habían perseguido durante toda su vida. El arzobispo Andreas von Dietrichstein hizo colocar sus restos en un monumento funerario de forma piramidal, que se encuentra todavía hoy bajo el porche de la Iglesia de San Sebastián en Salzburgo. Desgraciadamente el retrato que figura en él no es el de Paracelso sino el de su padre. En el epitafio de la tumba de Paracelso, que es una lápida de mármol rojo sobre su tumba se puede leer:
Aquí descansa Philipus Teofrasto, ilustre Doctor en Medicina que, gracias a su maravilloso arte, destruyó las siguientes enfermedades: la lepra, la gota, la hidropesía y otros contagios incurables del cuerpo, y que prescribió que sus bienes se dieran y se distribuyeran entre los pobres. Cambió la vida por la muerte en el año 1541, el 24 de septiembre.


Firma y sello de Paracelso


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