Claves de
la Enseñanza Rosacruz
Max Heindel en el “Concepto Rosacruz
del Cosmos” dice que el examen de conciencia retrospectiva que se realiza
diariamente cada noche “es quizás la enseñanza más importante de esta obra”…
“Viviendo nuestro purgatorio aquí y ahora, avanzamos mucho más aprisa que lo
que sería posible de otra manera”.
El autor de “La Imitación de Cristo”
escribe que “mejor es el purgar ahora los pecados y cortar los vicios, que
dejar el purgatorio para lo venidero.”
En “Iniciación Antigua y Moderna”,
Max Heindel dice que “el hombre avanza únicamente mediante el sacrificio.”
Se entiende por “sacrificio” la
ofrenda que se hace a una deidad en señal de reconocimiento.
El ejercicio retrospectivo tiene una
correspondencia con el “Altar del Sacrificio” que estaba a la entrada del
Tabernáculo; el confesionario de las Iglesias Católicas posee también esta
cualidad.
En los tiempos de Moisés se le pedía
a los Israelitas que sacrificara sus propiedades materiales a las que tenía a
pego en el “Altar de los Holocaustos”, esto es: corderos, ovejas, bueyes o
machos cabríos.
Esta forma de expurgar los pecados es
condenada por el profeta Isaías (Cap. I). Ahora la exigencia es el sacrificio
de la naturaleza inferior, del yo inferior; para dar lugar al “maestro místico”,
el Yo Superior o Dios Interno. Es este “Dios Interno” el que enciende el “fuego
de la conciencia”, que inmola a la víctima, que transforma la inocencia en
virtud y purifica los vehículos del ser humano permitiendo el acceso consciente
al Ego.
Max Heindel descubre en San Pablo que
el sendero de la cruz esta simbolizado en el arreglo de los distintos elementos
del “Tabernáculo en el Desierto”, es decir, “la sombra de los bienes
venideros”.
El apóstol Pablo se encuentra en la
misma línea que el profeta Isaías cuando dice en Hebreos 10:4 que la sangre de
los toros y los machos cabríos no pueden quitar los pecados, y más adelante
(H.10:22) “Lleguemos con corazón verdadero, en plena certidumbre de fe,
purificados los corazones de mala
conciencia, y lavados los cuerpos con agua limpia.” (Simbolizado el lavabo de Bronce)
Citando a Ángelus Silesius, Max
Heindel nos enseña que el simbolismo de la cruz es el sacrificio de la
naturaleza inferior.
“La Cruz del Gólgota contemplarás en
vano, mientras que dentro de ti mismo no se levante”.
El ser humano de pie, con los brazos
extendidos horizontalmente, tiene la forma de la cruz, y su centro es el
corazón, sede del Espíritu de Vida, donde se encuentra el átomo-simiente del
cuerpo físico y los registros de todos los acontecimientos vividos. (ver:
“panorama de la vida pasada”)
Cuando el ser humano separa sus pies
se encuentra figurando simbólicamente la estrella pentagonal, señalada por los
cinco centros: 2 en los pies, 2 en las manos y la coronilla.
“La Estrella dorada, dice nuestro
servicio de curación, representa el Manto Dorado Nupcial que es tejido mediante
una vida pura.”
Significativamente “La Estrella
Pentalfa” era el símbolo de reconocimiento entre los miembros de la comunidad
pitagórica.
Recordemos que Pitágoras en los
“Versos Áureos” recomendaba el ejercicio retrospectivo nocturno como medio de
purificación previo a la iniciación.
El
historiador Josefo dice que “Los
llamados esenios practicaban un género de vida conforme a los principios de
Pitágoras.” Josefo había sido en un tiempo miembro de la Orden Esenia.
En
Palestina, antes de la predicación de Cristo, existía ya la confraternidad de
los esenios o Taciturnos, cuya sala de reunión, dependencia del templo de
Jerusalén, era llamada Hassa’im, “sala de los silenciosos”.
Esta
dependencia o sala del templo puede muy bien asociarse simbólicamente al
corazón, donde se efectúa la operación del “Lavado de los Pecados”. Hay un
aforismo que dice: “todo lo exterior es interior”.
M. Heindel
escribe en el “Concepto R.C.” que “Jesús fue educado por los Esenios y alcanzó
con ellos un elevado grado de desarrollo espiritual durante los treinta años en
que usó su cuerpo.”
Plinio dice
que los Esenios “son gente solitaria y muy superior al resto de la humanidad.
Viven sin mujeres y han renunciado al comercio con Venus. Los esenios
renunciaban también a las riquezas y comían solo los alimentos más simples.”
Estaban convencidos de que la fraternidad humana es la relación natural de los
hombres. Estudiaban las raíces medicinales y las propiedades de las piedras.
Poseían el don de la predicción del futuro. Vestían siempre de blanco. (Para
los pitagóricos el blanco es vida y el negro: muerte).
Filón dice
que los Esenios se habían reunido a causa de su “celo por la virtud y por la
pasión de su amor a la humanidad.”
“Parece
obvio –observa E. Wilson- que la tradición monástica de los cristianos derivó
en última instancia de los esenios, y siempre ha existido la teoría de que
Jesús fue originalmente un miembro de la Orden.”
De la misma
manera que en la comunidad pitagórica había una enseñanza exotérica y otra
esotérica, el candidato que solicitaba ser miembro de la orden, debía pasar un
período de prueba de por lo menos dos años, antes de ser admitido y prestar
juramento.
Los
estudiantes de las enseñanzas Rosacruces diseminadas por Max Heindel tienen a
su disposición el acceso a la Filosofía Rosacruz Cristina y esotérica. Los
probacionistas tienen la posibilidad de vivir estas enseñanzas, es decir,
llevarlas a la práctica; a las puertas del discipulado el candidato debe haber
hecho el trabajo de purificación consciente, convirtiéndose de inocente en
virtuoso.
Platón
decía que “la libertad está en ser dueño de la vida propia, en no depender de
nadie en ninguna ocasión, en subordinar la vida sólo a la propia voluntad y en
no hacer caso de la riqueza.”
En
“Filosofía Rosacruz en Preguntas y Respuestas”, Tomo 1, N° 180, le preguntan a
M. Heindel ¿Qué se entiende por el término Maestro?, él responde: “En el lejano
Este, el discípulo que aspira a la vida superior busca a un Maestro, y se ata
de pies y manos…”. Pero aquí en Occidente, dicho método sería considerado como
degradante, porque hemos llegado a un grado de individualidad que sólo
podemos adelantar mediante la acción que surge del interior”.
Max Heindel
menciona a lo largo de su obra a muchos autores, algunos grandes iniciados,
como Pitágoras o Platón, otros fueron inspirados por el creador de la Orden
Rosacruz, o por alguno de los Hermanos Mayores.
Siempre que
ahondamos en las enseñanzas u obras de alguno de los autores citados nos hemos
enriquecido espiritualmente y hemos constatado un hilo invisible que une las
enseñanzas. Así por ejemplo, Shakespeare, Goethe, Jacobo Boehme, Paracelso, R.
Wagner… etc.
Los aportes
de Boehme, “el zapatero iluminado”, sobre “el Ungrund”, la Raíz inefable de
toda existencia, y sobre la Androgeneidad del ser Humano, son muy importantes
(interpretadas y difundidas por Nicolás Berdiaev). El concepto de libertad
increada enlaza muy bien con el de Epigénesis. No hay Epigénesis sin libertad.
Heindel
cita de Goethe: “el hombre se libera de todos los poderes que encadenan al
mundo, cuando adquiere dominio de sí mismo.”
En el poema
“Misterios” de Goethe aparece por primera vez en la literatura La Guirnalda de
rosas asociada a la Cruz.
Trata de un
Hermano Markus quien después de viajes largos y difíciles, llega a una
estructura en forma de claustro. Ve un símbolo sobre su portal:
A
continuación siguen las estrofas que tratan del Emblema.
“Ve el magnífico Emblema en el
claustro erigido,
que es para todo el mundo
esperanza y consuelo.
Con el que están en deuda tantos
miles de espíritus.
Ante el cual han orado miles de
corazones.
El que al poder amargo de la
muerte, ha vencido,
el que ondea sobre tantas
victoriosas banderas.
Torrente refrescante, da
descanso a sus miembros;
mira la Cruz y baja sus ojos
reverente.
El poder que fue en ella de
curación la fuente,
es sentido de nuevo. Siente la fe
del Mundo.
Otro significado, enteramente
nuevo,
compenetra su espíritu, cuando
le es presentado
aquel antiguo emblema que
contempla sus ojos.
Allí la Cruz se eleva,
circundada de Rosas.
¿Quién añadió las Rosas que a la
Cruz engalanan?”
Goethe ve en el
emblema “Otro significado, enteramente nuevo”, y esto ocurre a la toma de
conciencia de que al simbolismo de la Cruz se sumaba el de la Rosa.
El poder
convocatorio que se desprende al leer sobre las imágenes sugeridas por el
Emblema es de tal magnitud que nos deja sin palabras y solo deseamos tener la
capacidad para incorporarlas a nuestra alma.
Las Rosas rojas,
dice M. Heindel, representan la sangre purificada. En “Principios Ocultos de la
Salud y la Curación”, escribe: “la única parte del cuerpo que es realmente
nuestra es la sangre, y en la misma
medida en que podamos controlar toda nuestra sangre, puede el Ego expresarse
por intermedio del cuerpo”.
Para Frederic
Portal (alquimista francés) “La rosa
y su color eran los símbolos del primer grado de regeneración y de iniciación
en los misterios.”
Fulcanelli
escribe que “la rosa roja es la firma reservada a los iniciados de la orden
superior o Rosa Cruz.”
En el
Cristianismo la Rosa simboliza la Transformación de la sangre de Cristo, una
representación del “Sagrado Corazón” muestra las gotas de sangre emanada que se
van convirtiendo en Rosas. También es conocida la imagen de la rosa
representando una copa o cáliz que recoge la sangre del Salvador. La leyenda
del Grial recopila esta tradición.
Ángelus Silesius
ve en la Rosa la imagen del Alma, también la de Cristo, de quien el Alma recibe
la impronta.
Louis
Charbonneau-Lassay (arqueólogo francés),
estudioso sobre el simbolismo del Sagrado Corazón de Jesús, describe “un hierro
para hostias, del siglo XII, donde se ve La Sangre de las llagas del
crucificado caer en gotitas que se transforman en rosas, y el vitral del siglo
XIII de la Catedral de Angers, donde la sangre divina, fluyendo en arroyuelos,
se expande también en forma de rosas.”
En el capítulo
“La sangre de color rosado y la rosa”, Carl Gustav Jung dice “El paralelo
Cristo-Lapis fue presumiblemente el puente a través del cual se introdujo en la
alquimia la mística de la rosa. Esta se puso de manifiesto primeramente en el
empleo de las expresiones Rosarium y Rosarius (el jardín de las rosas). Más
adelante Jung cita un texto de Mechthild von Magdeburg. (El Señor le dijo): “¡Mira
mi corazón y ve!” Una bellísima rosa de cinco pétalos cubría el pecho del Señor
y él dijo: “Glorifícame en mis cinco sentidos, que son manifestados por la
rosa.”
Luego de citar a
Dante y los “fedeli d’amore”, a San Bernardo, a Dorneus y otros, Jung cita el
poema de Goethe: “En la segunda mitad del siglo XVI nos encontramos en vísperas
de la aparición de los rosacruces, cuyo lema –per crucem ad rosam- ya comienza a perfilarse. Goethe en su poema ‘Die
Geheimnissen’ (Misterios), ha caracterizado muy acertadamente el temple de ánimo
de este Eros”.
Por un lado
tenemos la asociación de la rosa con la sangre y el corazón; por otro, tenemos
la incorporación de la rosa a la cruz cristiana.
M. Heindel en “Filosofía
Rosacruz en Preguntas y Respuestas”, Tomo II, N° 142 dice que Christian
Rosenkreuz, en tiempos de Cristo, encarnado en Lázaro (v. Evangelios de San
Juan, cap. XI) “se convirtió en un cristiano encargado de explicar los
misterios de la Cruz, y como símbolo de este misterio la Rosa fue agregada…”
“La Rosa es el emblema del misterio de la Cruz porque ella explica el sendero
de la castidad.”
La Rosa solo
puede florecer en un cuerpo regenerado y purificado, en un cuerpo de blancura
inmaculada; por eso la Cruz de la “Fraternidad Rosacruz” es blanca con la
guirnalda de Siete Rosas Rojas y una Rosa Blanca en su centro.
Una cruz negra
no corresponde con este simbolismo.
El triunfo de
Cristo no se halla en la muerte en la Cruz, sino en la Resurrección en un
cuerpo inmortal, en el “cuerpo del alma”.
Una parte
nuestra debe “morir”, por así decirlo, para dar paso al “Hombre Nuevo”.
Existe la
necesidad de someter el “falso yo” la
voluntad del Yo superior.
Pero, no se
despierta conciencia sin dolor. “El sufrimiento que nos viene es necesario,
dice M. Heindel, para enseñarnos una lección o para mejorar nuestro carácter.
La única manera de acortar tal sufrimiento es por medio de un esfuerzo por
comprender porque estamos en la condición que nos produce dolor.”
Raimundo Lulio escribió “Cántico del Amigo y del Amado”.
El Amado es nuestro Señor Dios como creador, el Amigo es cualquier
devoto y fiel cristiano:
“¿Y dime Amigo preguntó el Amado; tendrás paciencia si te doblo tus
dolencias?”
Leemos en el “Concepto
Rosacruz del Cosmos”: “Conforme vamos adquiriendo mayor desarrollo, aprendemos a
dar la bienvenida a todas las cosas con ecuanimidad, viendo en todo dolor el
resultado del mal pasado y sintiéndonos gozosos de haber pagado las
obligaciones en que habíamos incurrido, sabiendo que nos queda menos por
delante y que el día de la liberación de la rueda de nacimientos y muertes se
acerca.”
Según C. G. Jung
“solo tiene efectos curativos lo que libera al hombre de su carácter de
prisionero del yo y lo lleva más allá de sí mismo.” (el Yo Superior o Ego)
“Cada uno de nosotros es u Cristo en formación, dice
M. Heindel, y pasará algún día por el nacimiento místico y la mística muerte.”
Ángelus Silesius escribe: “La muerte de la que no
florece una vida nueva: de esa huye mi alma de entre todas las muertes.”
El florecimiento permite visualizar el milagro de la
Luz y el Amor.
“Los ojos no podrían ver el Sol, si no fuera un Sol
en cierto modo” dice Plotino.
La Cruz crea el ojo que pueda verla.
“La Flor de Oro es la Luz”. La flor es una imagen
arquetípica del Alma.
“Los que quieren seguir la luz han de batallar por el
desarrollo del Alma” leemos en “Recolecciones de un Místico”.
El Apóstol Pablo en Efesios VI, nos enseña cómo
prepararnos para la batalla contra las fuerzas que nos llevan al mal obrar.
“Vestíos de toda Armadura de Dios, para que podáis
estar firmes contra las acechanzas de diablo.”
“Vestíos de la cota de justicia.”
“Escudo de la fe.”
“Yelmo de salud y la espada del Espíritu.”
La Armadura protectora es la luz blanca de Cristo:
“Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy
blancos, como la nieve” – Marcos 9:3
“Y se transfiguró delante de ellos; y resplandeció su
rostro como el Sol, y sus vestidos fueron blancos como la luz.” Mt. 17:2
Maestro Eckart dice: “Dios espera una sola cosa de
ti; que salgas de ti mismo en cuanto eres un ser creado y dejes a Dios ser Dios
en ti.”
Bernardo
Chiesi
*
Agradecemos al Sr. Alejandro Cora, por este envío.