domingo, 20 de marzo de 2016

Sexta estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús .


Sexta estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús .

VI. Estación: La Verónica limpia su rostro

 
  La tradición nos habla de la
 Verónica. Quizá ella completa la historia del Cireneo. Porque lo cierto es que –aunque, como mujer, no cargara físicamente con la cruz y no se la obligara a ello– llevó sin duda esta cruz con Jesús: la llevó como podía, como en aquel momento era posible hacerlo y como le dictaba su corazón: limpiándole el rostro.

Este detalle, referido por la tradición, parece fácil de explicar: en el lienzo con el que secó su rostro han quedado impresos los rasgos de Cristo. Puesto que estaba todo él cubierto de sudor y sangre, muy bien podía dejar señales y perfiles. Pero el sentido de este hecho puede ser interpretado también de otro modo, si se considera a la luz del sermón escatológico de Cristo. Son muchos indudablemente los que preguntarán: «Señor, ¿cuándo hemos hecho todo esto?» Y Jesús responderá: «Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis» (Mt 25, 40). El Salvador, en efecto, imprime su imagen sobre todo acto de caridad, como sobre el lienzo de la Verónica.


V. Te adoramos, ¡oh Cristo!, y te bendecimos.
R. Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

http://www.fluvium.org/textos/devocion/dev24.html
Vídeo, desde aquí:
https://www.youtube.com/watch?v=MIbypyg4vnk
Sexta estación: VERÓNICA ENJUGA EL ROSTRO DE CRISTO JESÚS

El Cantar de los Cantares de Salomón es una exaltación del Divino Femenino. En ninguna otra obra escrita aparece más vívidamente descrito el éxtasis puro del alma de Uno Iluminado: "Mi amada es mía y yo soy suyo". Este inspirado canto, pues, describe la unión de los dos polos, masculino y femenino, del espíritu.
En el Cinco tiene lugar la lucha entre lo humano y lo divino. En el Seis, las fuerzas de la construcción creativa trabajan para el establecimiento de una armoniosa interrelación. Seis es amor humano dedicado a Venus. Mediante el sufrimiento engendrado por el amor humano, el alma resucita o renace. El número Seis anuncia preparación mediante purificación. Bajo sus poderes, nace la iluminada visión de la clarividencia.


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