En el reino de Bazur se organizó un importante torneo de arquería donde se dieron cita los más famosos arqueros de la región. Entusiasmado por el evento, el mismísimo rey decidió inaugurar la jornada y se hizo presente en la zona de competición, colocando una inmensa bolsa de oro sobre una mesa y diciendo: “Estoy realmente feliz y para dejar constancia de mi interés en este torneo, he decidido ofrecer esta gran recompensa al ganador de este torneo”.
Todos festejaron con algarabía la decisión real y después de un rato, los mejores arqueros entraron en escena.
El primer arquero, famoso en la provincia de Luan, ni siquiera le dio a la diana. Su flecha se perdió entre los árboles. El segundo arquero también falló estrepitosamente. Y el tercero, y el cuarto… así sucesivamente. Pasada la primera ronda, ninguno de los competidores había logrado clavar una flecha en la diana.
El rey montó en cólera y gritó: “¿Cómo puede ser? ¡Los mejores arqueros reunidos aquí! ¿y ninguno pudo anotar ni un punto? ¿Se están burlando de mí? El torneo queda suspendido”, tras lo cual se retiró a sus aposentos.
Horas más tarde, el rey mandó llamar a su consejero y le preguntó qué era lo que había sucedido.
El consejero lo tenía muy claro y le explicó: “Todos los arqueros fallaron porque no estaban apuntando a la diana sino que su pensamiento estaba fijo en la bolsa de oro”.
“Luego que el hombre concertado abandona el fruto de la acción, alcanza la eterna Paz. Al hombre desconcertado le hostiga el deseo y a sus acciones se liga por el apetito del fruto”. (Bhagavad Gita)
Proviene del latín “recordare” y es una palabra compuesta por el prefijo re (de nuevo, volver) y cordis (corazón), es decir “volver al corazón”.
El verdadero trabajo de las escuelas iniciáticas está focalizado en ayudar al caminante a “re-cordar” el camino de regreso a casa. De esta manera se entiende por qué razón la Filosofía Iniciática no habla de un “progreso” (pro=adelante, gressum=ir hacia) sino de un “regreso” (re=atrás y gressum=ir hacia). Pero ir hacia atrás no quiere decir que debamos perder cosas sino que tenemos recuperar otras. Ante esta idea, los materialistas argumentarán: “¿volver? ¿ir hacia atrás? ¿significa eso regresar a las cavernas?”. No. Volver atrás no tiene nada que ver con la cronología y mucho menos con un tiempo lineal, sino que la vuelta está vinculada al corazón. Por eso, al regresar no debemos mirar hacia atrás sino hacia adentro. Volver al corazón.
“Hazte lo que eres” reza el axioma oriental que resume a la perfección toda la enseñanza espiritual. No dice “Hazte algo distinto” o “Conviértete en algo mejor”. No. “Hazte lo que eres” quiere decir: recupera lo que has perdido. No busques afuera, busca adentro. Recuerda el VITRIOL. Visita el Interior de la Tierra y Rectificándote Encontrarás la Piedra Escondida.
Por lo tanto, la educación iniciática se focaliza en el sentido último de la palabra “educar” o “educir”: “sacar desde adentro nuestras potencialidades”, convertir la potencia en acto a fin de alcanzar la perfección. En esta línea de pensamiento, Platón sostenía que “todo conocimiento es recuerdo”, por lo cual es indispensable que cada peregrino esté dispuesto a “recordar” (anamnesis) lo que ha olvidado (amnesis) pero que sigue estando en su interior.
En algunos países latinoamericanos y en algunas regiones de España el vocablo “recordar” es sinónimo de “despertar” (1), mientras que en idioma portugués la palabra “acordar” significa “fazer sair ou sair do sono” (hacer salir o salir del sueñ0) (2), lo que evidencia la clara relación entre la memoria y el despertar.
Si hablamos de re-cordar y de cordura no podemos dejar de lado al arcano 0 del Tarot, ese joven caminante que está “loco”. Y la locura está en oposición a la cordura (otra vez de “cordis”, corazón). Pero, ¿la locura del loco es locura para quién? Para los profanos, obviamente, que no ven con buenos ojos que el loco desafíe el statu quo y ponga en tela de juicio el leit-motiv de la sociedad materialista: “La única realidad está afuera y existe una barrera insalvable entre lo de afuera y lo de adentro”.
Por eso, cuando empezamos a hollar un camino iniciático entramos en conflicto con esa visión superficial del hombre y del universo y muchas personas se molestarán con nosotros por abandonar la seguridad del redil. Ojalá fuera distinto, pero es así.
Yehuda Berg da en el clavo cuando nos dice: “Si caminas por un sendero sin levantar polvo, entonces no estás caminando por un sendero. Cuando haces un cambio verdadero en tu vida, las cosas se mueven, los amigos cambian y la gente no siempre está contenta con tu crecimiento. Los senderos auténticos nunca son tranquilos. Hoy reconoce que, mientras avanzas en tu vida, no todo el mundo va a apoyarte. No tengas problema con eso. Y dale hacia adelante”.
En la película Matrix la dicotomía cordura-locura se muestra claramente con la decisión que debe tomar Neo cuando Morfeo le presenta dos píldoras, una azul y otra roja: “Esta es tu última oportunidad. Después de esto, no hay vuelta atrás. Toma la píldora azul: el cuento termina, despiertas en tu cama y creerás lo que quieras creer. Toma la píldora roja: permaneces en el país de las maravillas y te mostraré qué tan profundo llega el agujero del conejo. Recuerda, todo lo que estoy ofreciendo es la verdad, nada más”. (3)
Desde una perspectiva iniciática, es la sociedad la que carece de cordura porque se empecina en vivir en la superficie, hipnotizada con las cosas que pasan “afuera” y festejando con algarabía toda novedad tecnológica, televisiva o de entretenimiento que rompa la monotonía y el vacío existencial. Por lo tanto, si te das cuenta que la sociedad está desquiciada e insistes en adaptarte a ella, estás eligiendo la píldora azul.
Pansofía
La palabra “Pansofía” está compuesta por “Pan” (Todo, total) y “Sophia” (Sabiduría), por lo cual al hablar de “Pansofía” estamos hablando de un conocimiento total e integrador. En otras palabras, la Pansofía hace suya la expresión clásica “Homo sum, humani nihil a me alienum puto” (“Hombre soy; nada humano me es ajeno”) para declarar que “nada humano le es ajeno”. (4)
¿Qué significa esto? Que todas las discipilinas humanas son partes interrelacionadas de un todo armónico, coherente y holístico. En nuestros días, todo tiende a la hiperespecialización y las profesiones, oficios y todas las disciplinas terminan convirtiéndose en “islas” con poca o ninguna vinculación con el resto. Siendo así, los empresarios, los militares, los trabajadores, los sacerdotes y los estudiantes, al carecer de una visión de conjunto o un propósito en común terminan defendiendo a capa y espada sus propios intereses, sin tener en cuenta el bien común.
Uno de los críticos más mordaces de esta hiperespecialización fue Ortega y Gasset quien, en su obra “La rebelión de las masas”, sostuvo lo siguiente: “Generación tras generación, el hombre de ciencia ha ido constriñéndose, recluyéndose, en un campo de ocupación intelectual cada vez más estrecho [y] en cada generación el científico, por tener que reducir su órbita de trabajo, fue progresivamente perdiendo contacto con las demás partes de la ciencia, con una interpretación integral del universo, que es lo único merecedor de los nombres de ciencia, cultura, civilización europea. (…) El especialista «sabe» muy bien su mínimo rincón de universo; pero ignora de raíz todo el resto. (…)
Antes los hombres podían dividirse, sencillamente, en sabios e ignorantes, en más o menos sabios y más o menos ignorantes. Pero el especialista no puede ser subsumido bajo ninguna de esas dos categorías. No es sabio, porque ignora formalmente cuanto no entra en su especialidad; pero tampoco es un ignorante, porque es «un hombre de ciencia» y conoce muy bien su porciúncula de universo. Habremos de decir que es un sabio-ignorante, cosa sobremanera grave, pues significa que es un señor el cual se comportará en todas las cuestiones que ignora no como un ignorante, sino con toda la petulancia de quien en su cuestión especial es un sabio”. (5)
Aunque la hiperespecialización es positiva en muchos aspectos, la mayoría de las veces nos hace perder de vista la visión de conjunto, que es justamente la preocupación de la Pansofía: la contemplación de un saber omniabarcante, es decir un sistema filosófico que pueda integrar y unificar el conocimiento de acuerdo a un propósito último.
¿Y cuál es ese propósito último? La Unidad en la Diversidad, la cual vista desde una perspectiva humana no es otra cosa que Fraternidad, la comprobación que cada uno de nosotros está ligado (hermanado) a los demás seres humanos y que todos somos Uno.
La primera persona en utilizar la palabra “Pansofía” fue el rosacruz moravo Jan Amos Komenský (Comenius) y a lo largo de la historia podemos encontrar a diferentes personalidades que se han acercado a saber integrador, polímatas como Aristóteles, Leonardo Da Vinci, Ramón Llull, Roger Bacon, Galileo, Goethe, entre otros, mientras que en el siglo XX podemos reconocer al incansable Rudolf Steiner, creador de la Antroposofía y que destacó en áreas tan disímiles como la Filosofía, la Danza, la Arquitectura, la Agricultura, la Medicina y la Educación.
La humanidad actual globalizada, al no contar con un eje integrador virtuoso supeditado a un propósito común, encontró un punto de confluencia en el dinero y por esta razón la globalización está enmarcada en principios mercantiles y no espirituales. Se habla de “mercados comunes”, “alianzas comerciales” y la humanidad ha pasado a ser un mercado.
La Pansofía busca la restauración del propósito perdido, tanto a nivel individual como comunitario. En este sentido, es necesario recordar que -desde esta perspectiva- toda disciplina, profesión y oficio humano pueden ser un vehículo de la conciencia y una vía hacia la autorrealización, pues la espiritualidad iniciática no puede confinarse a reductos sagrados sino que debe estar presente e impregnar todos los aspectos de la vida, los 365 días del año, las 24 horas del día.
Entre la Pansofía y la Filosofía Iniciática no hay diferencias sustanciales. La primera busca integrar todo el conocimiento humano en un solo sistema coherente, universalista y omniabarcante, mientras que la segunda se enfoca en el proceso, en ese sendero de perfeccionamiento que lleva a cada uno de nosotros a la autorrealización.
Gracias por sus comentarios y sugerencias.
Si no viste los artículos anteriores sobre etimología de términos iniciáticos, puedes hacerlo desde estos enlaces:
(1) Según la Real Academia Española: “En algunos países, especialmente en el habla rural, pervive el uso antiguo de recordar(se) con el sentido de ‘despertar(se)’: «A las cuatro y media de la madrugada tuve cólicos y asfixia. Me recordé sudando»”. Véase este enlace.(2) Diccionario de lengua portuguesa. Enlace aquí.(3) “The Matrix” (1999) (4) Publio Terencio Africano: “Heautontimorumenos” (“El enemigo de sí mismo”) (5) Ortega y Gasset, José: “La rebelión de las masas”
Fraternidad Rosa Cruz de Colombia Gran Logia Raghozini
La Fraternidad asume que quienes entran en su página son personas con anhelo de encontrarle respuestas a las preguntas constantes sobre la existencia humana que en su mente habitan. La información inicial de la fraternidad, la que le ayudará al estudiante a aclarar muchas de sus dudas y a construir conceptos claros, los cuales serán la base de su formación, se encuentra, en su totalidad, en las revistas publicadas.
Adicional a la información contenida en las revistas, se recomienda que el estudiante complemente y profundice sus estudios con las obras de Israel Rojas Romero, R.C LEGNA y William Walker Atkinson, Orison S. Marden, R. W. Trine.
Estos libros, si bien es cierto que son básicos, le ayudaran al estudiante a construir un sendero, una forma de ver la vida coherente con el ocultismo y toda su esencia hermética, pues la información contenida en ellos ayuda a romper esquemas, prejuicios y conceptos mal establecidos que limitan el pensamiento y la libertad de la imaginación y por ende la amplitud de pensamiento.
Luego de que el estudiante comience a comprender de qué se trata este sendero, después de terminada la construcción de sus conceptos y el inicio de la reforma de sus intenciones, pensamientos y acciones, el paso a seguir es comenzar con la lectura de la obra fundamental de Max Heindel — El Concepto Rosa-Cruz del Cosmos–, para comprender las enseñanzas Rosacruces, así como la Novela Rosa Cruz de Krumm Heller y La Zarza de Horeb de Jorge Adoum.
Cuando el estudiante sienta que ha avanzado lo suficiente para comprender el sentido de este sendero, esta en toda la libertad de escoger cada obra y cada conocimiento que mejor le parezca. Comienza este a dejarse llevar por su corazón lo cual le permitirá encontrar lo que realmente debe y quiere aprender con el fin de avanzar como EGO en la evolución de cada ser. Hay quienes desean anhelosamente experimentar el gozo de corazón y comenzar por allí su búsqueda espiritual, o sumergirse en el intento de comprender la más humana personalidad, para desde allí iniciar su búsqueda espiritual. sin importar cual sea el camino o ruta seleccionada el destino siempre será el mismo para todos.
Hace algunos días atrás, durante la Semana Santa, me hicieron esta pregunta: “¿Qué sentido tienen los huevos el domingo de resurrección? ¿Qué simbolizan los huevos de pascua?”
Aunque la tradición de los huevos se pierde en la noche de los tiempos y tiene muchos antecedentes históricos (Egipto, Mesopotamia), durante la Semana Santa cristiana es necesario interpretar el símbolo en su contexto. ¿Y cuál es este contexto? El Cristo resucitando, volviendo a la vida tres días después de su muerte.
El huevo es un espacio cerrado donde ocurre una transformación. Por esta razón, no es difícil establecer una correspondencia entre el huevo y la semilla, el útero materno, el horno alquímico o athanor, el capullo de seda, la cámara de reflexión masónica, el sarcófago iniciático, etc.
En el marco de la Semana Santa, el espacio cerrado donde puede constatarse una transformación es el Santo Sepulcro, el lugar donde José de Arimatea y otros judíos colocaron al Cristo inerte y -al tercer día- salió el Cristo vivo.
En Rusia pre-soviética la correspondencia del huevo con la resurrección era evidente en los rituales de Pascua ortodoxos. Según cuentan las crónicas: “A media noche las campanas rompen en alegres repiques, en tanto que todas las cabezas se descubren y que el cañón truena. Después del canto de los salmos, el obispo ó el oficiante se acerca al iconostasis que oculta el sepulcro, levanta el sudario y hace ver al pueblo que el sepulcro está vacío. Entonces, recurriendo al simbolismo tan del agrado del rito greco-ruso, el oficiante, en vez de anunciar la resurrección, sale de la iglesia con toda la clerecía en busca de Cristo resucitado; después, volviendo á entrar en el templo, anuncia en voz alta á los fieles que el Hijo de Dios ha salido del sepulcro, y entona un himno de triunfo. En tal día se ve á los hombres de todas las clases abrazarse con efusión al grito de «Ha resucitado Cristo» y cambiar entre sí el huevo tradicional de la Pascua.»” (1)
Estas costumbres orientales de compartir huevos y hacer alusión al Cristo resucitado seguramente tienen su origen en una leyenda ortodoxa en la que María Magdalena logró llegar ante el emperador Tiberio, entregándole un huevo y diciendo: “Cristo ha resucitado”. El emperador -incrédulo- comentó: “Que Cristo haya resucitado es tan imposible como si este huevo se volviera de color rojo”. Según cuenta la historia, en ese mismo momento el huevo se volvió de un rojo intenso para sorpresa de todos los presentes. (2)
Esta costumbre ortodoxa rusa llegó a la Francia católica (3) y durante los siglos XVII y XVIII era usual que a la salida de la misa de Pascua se ofrecieran canastas de huevos pintados a mano bajo el grito de: “¡Viva el Cristo resucitado!”. (4)
Al mismo tiempo que el sepulcro ha sido asociado con un huevo, el mismo Cristo resucitado se ha comparado con un ave que rompe el cascarón, pero… ¿cuál sería esta ave?
Si repasamos el simbolismo cristiano tradicional, podremos verificar que el Cristo renacido siempre se ha vinculado con el ave fénix (5), ese animal fabuloso que prepara su nido pacientemente para luego prenderse fuego y más tarde renacer de sus cenizas.
Sobre esto, Clemente de Roma decía: “Hay un ave, llamada fénix. Esta es la única de su especie, vive quinientos años; y cuando ha alcanzado la hora de su disolución y ha de morir, se hace un ataúd de incienso y mirra y otras especias, en el cual entra en la plenitud de su tiempo, y muere. Pero cuando la carne se descompone, es engendrada cierta larva, que se nutre de la humedad de la criatura muerta y le salen alas. Entonces, cuando ha crecido bastante, esta larva toma consigo el ataúd en que se hallan los huesos de su progenitor, y los lleva desde el país de Arabia al de Egipto, a un lugar llamado la Ciudad del Sol; y en pleno día, y a la vista de todos, volando hasta el altar del Sol, los deposita allí; y una vez hecho esto, emprende el regreso”. (6). A esto, agrega Cirilo de Jerusalén: “Una vez rehecha esta Fénix como era anteriormente, va volando por los aires tal como era antes de morir, mostrando a los hombres con toda evidencia la resurrección de los muertos.” (7)
Aún más explícito es San Buenaventura, al aseverar que “Cristo nuestro redentor es la verdadera ave Fénix que sin simiente de varón fue concebido en las purísimas y aromáticas entrañas de la Virgen María, por obra del Espíritu Santo. (…) Esta Fénix pues que es Cristo voló del Cielo al mundo, adonde habitó muchos días en soledad y necesidad. Y queriendo después renovarse buscó otros leños, que fueron los de la Cruz, los cuales allegados a su santísimo cuerpo y encendidos con el fuego de la tribulación, soplando el viento de la envidia de los judíos, fue muerto y convertido en gusano. (…) Este gusano resucitó al tercer día, recibiendo alas, que son los dotes del cuerpo, y voló a la soledad celestial”. (8)
Si consultamos el Antiguo Testamento encontraremos una interesante cita en Job que se vincula con todo esto: “En mi nido moriré, y multiplicaré mis días como la arena” (Job 19:18). Sin embargo, algunos comentaristas han destacado que la palabra “KHOL” traducida como “arena” también podría significar “fénix” (9) y así ha sido traducida por algunas versiones de la Biblia, como la New Revised Standard Version (NRSV) (10), la New American Bible de la Conferencia de obispos católicos de EE.UU, (NAB) o La Palabra de España (BLP).
En conclusión: así como la navidad representa la primera iniciación del Cristo en la oscuridad de la caverna (elemento tierra) el domingo de resurrección simboliza la quinta iniciación (elemento éter), la etapa final del proceso de cristificación que tendrá su epílogo con la ascensión (11), cuarenta días después de la salida del sepulcro.
La tradición de los huevos es una excusa más para “recordar” un acontecimiento trascendente que no es histórico sino supra-histórico, lo que significa que no sucedió hace casi 2.000 años sino que es un proceso que está ocurriendo aquí y ahora, en este preciso momento, en el corazón de todos los nobles caminantes que han comenzado su peregrinación de regreso a casa.
Romper el cascarón. Convertir la potencia en acto. Esa es la cuestión.
Notas del texto
(1) Leroy-Beaulieu, Anatole: “L’Empire des tsars”, citado por Fernand Nicolay (2) Graham, Stephen: “With the Russian Pilgrims to Jerusalem”. Esta leyenda explica además por qué en los países de tradición ortodoxa los huevos de pascua suelen ser de color rojo carmesí, en alusión a la sangre del Cristo. (3) Recordemos la íntima relación de ambos países a lo largo de los siglos y que la lengua de la nobleza rusa era el francés. (4) Véase Nicolay, Fernand: “Historia de las creencias : supersticiones, usos y costumbres” (5) Dice Chevalier en su Diccionario de Símbolos: “La edad media vio en el fénix el símbolo de la resurrección de Jesucristo, y a veces el de la naturaleza divina, mientras que la naturaleza humana se figuraba con el pelícano”. En relación con esto, vale la pena destacar que muchas veces se asocia la cuarta iniciación crística (fuego) con el pelícano y la quinta (éter) con el fénix. (6) Clemente de Roma: “Epístola a los Corintios” (7) Cirilo de Jerusalén: Catequesis XVIII (8) Marcuello, Francisco: “Historia natural y moral de las aves”, Volumen 1 (9) Véase “Phoenix” (parte 2) de David Herbert Lawrence y “Job, Ecclesiastes, Song of Songs”, escrito por August H. Konkel y Tremper Longman III (10) “Then I thought, ‘I shall die in my nest, and I shall multiply my days like the phoenix”(11) Desde una perspectiva iniciática, la vida del Cristo ejemplifica los 5 pasos o “iniciaciones”: Tierra en la gruta o cueva del nacimiento, Agua en el bautismo del Jordán, Aire en el monte de los Olivos, Fuego en la cruz (I.N.R.I.) y Éter en la resurrección, que se complementa y completa con la ascensión.
En un reino muy lejano, un rey joven, altanero y caprichoso se cayó desde una torre. Al principio, los médicos del reino temieron por su vida, pero luego de un largo tratamiento, el monarca dejó de estar en peligro y pudo volver a sus tareas cotidianas… aunque, eso sí, con muletas.
En lugar de agradecer a sus médicos, el rey se encolerizó por no haberle salvado y los mandó encerrar en un calabozo. Al observar que todas las demás personas podían caminar (y él no), se llenó de envidia y llamó inmediatamente al heraldo real.
– Heraldo, comunica al pueblo este decreto real: “A partir del día de hoy, todos los habitantes del reino están obligados -bajo pena de muerte- a caminar con muletas para solidarse con el rey Juan”.
El heraldo comunicó al pueblo el decreto y los soldados se encargaron de hacerla cumplir a rajatabla.
El rey Juan tuvo una vida muy larga, que superó los 100 años, y en el reino pocas personas recordaban la vieja época donde podían caminar libremente. Cuando éste finalmente murió, nadie se atrevió a cuestionar el viejo mandamiento y además ya nadie sabía cómo era caminar sin las muletas.
Un muchacho curioso leyó en un viejo pergamino que los antiguos habitantes del reino podían caminar y hasta correr. ¡Imposible!, se dijo, pero la curiosidad era tan fuerte que empezó a intentarlo.
Cuando tuvo la suficiente confianza, el jovencito pudo empezar a caminar por las calles del pueblo pero como todavía no manejaba la técnica a la perfección, se caía con frecuencia y los demás se reían a carcajadas de su torpeza.
“¿Caminar? ¡Bah, bobadas! Esos son cuentos de viejas…”, criticaban los otros habitantes del pueblo.
Pero con el tiempo y después de practicar mucho, el joven empezó a caminar con seguridad y a atraer a muchachos y muchachas jóvenes que admiraban su atrevimiento.
El grupito de caminantes fue creciendo, pero el resto de la población prefirió la seguridad de las muletas que aprender a caminar. Salir de la zona de confort realmente da mucho miedito.
Al grito de “¡Muera la libertad y vivan las cadenas!” el populacho español festejó con algarabía el regreso de Fernando VII a Madrid en el año 1814 y para celebrar el sometimiento, se soltaron los caballos del carruaje y se sustituyeron por súbditos fieles y felices por el retorno de su monarca.
Aunque la escena es terrible, no dejo de pensar que -al menos- estos hombres y mujeres que penosamente gritaban “¡vivan las caenas!” (1) al menos eran conscientes de que éstas existían y que entre la libertad y la seguridad preferían la segunda.
La dicotomía entre “seguridad” y “libertad” ha sido el punto de reflexión de muchos filósofos modernos, entre ellos Benjamín Franklin quien sostenía que “un pueblo listo a sacrificar un poco de libertad por un poco de seguridad no merece ni uno ni otro y acaba por perder los dos”.
Sigmund Freud también se ocupó del tema y llegó a la conclusión de que la mayor parte de los síntomas neuróticos se deben al renunciamiento de una gran parte de libertad a cambio del incremento de la seguridad. Años más tarde, Fromm aún más será categórico y hablará de un “miedo a la libertad”, postulando que los hombres anhelan romper las cadenas pero como más tarde no saben qué hacer con esa libertad, terminan optando por una libertad tutelada que verdaderamente de libertad solamente tiene el nombre.
En palabras de Goethe: “Nadie es más esclavo que el que se siente libre sin serlo” (2) y George Orwell modelará en el mismo sentido su novela “1984” bajo el paradójico lema “Libertad es Esclavitud” (3).
El hombre moderno, que se cree liberado de las viejas cadenas, se ha terminado convenciendo que votar cada cinco años es la mejor comprobación de esa “libertad” cuando -en verdad- las cadenas visibles han sido sustituidas por otras cadenas, más sutiles pero más fuertes que las anteriores.
Seguridad y Libertad
Ahora extrapolemos los dos términos a nuestro tránsito por el camino iniciático. La seguridad (o supuesta seguridad) es aquella que enmarca la vida profana, ese estilo de vida superficial donde las certezas vienen siempre desde afuera, desde el mundo percibido por los sentidos. Por lo tanto, el profano (4) -al suponer que el mundo externo es lo único real- concluye que la satisfacción de sus deseos y sus caprichos es la mejor manera de ser libre.
El discípulo, por su parte, sabe que la felicidad no está ni en la satisfacción de los deseos ni en el conformismo sino en el riesgo, en atreverse a transitar un sendero lleno de desafíos.
Entre el camino fácil y el difícil, el profano elige el fácil. Prefiere quedarse en la seguridad que brinda la zona de confort. Ante la misma disyuntiva, el discípulo elige el camino apropiado que (¡oh, casualidad!) casi siempre termina siendo el más complicado.
Yo siempre recuerdo con cariño una de las enseñanzas que recibí en el Camino de Santiago, más precisamente al salir de la ciudad de Burgos. Nevaba copiosamente y cuando el frío empezó a calar mis huesos me metí en un bar de pueblo donde encontré con otro peregrino que estaba tomando un café con leche. Después de dialogar un buen rato sobre los caprichos del clima, éste me dio un consejo muy sabio: “Enamórate de la incomodidad”, me dijo, y después agregó : “comodidad es sinónimo de conformidad y -por el contrario- incomodidad es sinónimo de inconformidad, y un peregrino nunca debe conformarse porque la conformidad es inmovilidad”.
Cuando la nevada se detuvo, caminé unos kilómetros con ese peregrino y después nunca más lo vi, pero ese brillante consejo me acompañó hasta el final del camino y aún sigue siendo una buena fuente de motivación.
El sendero iniciático se halla en las antípodas del leit-motiv de la sociedad de consumo: “Seguridad ante todo”, porque ninguna persona que busque “seguridad ante todo” podrá aventurarse demasiado en el sendero, dado que éste implica aceptar todo tipo de riesgos y enfrentarse con valentía a los más fieros dragones.
La vida es continuo cambio, nada es permanente, nada es seguro. Como bien expresa un refrán popular que tenemos en el Río de la Plata: “A seguro se lo llevaron preso” (5) y si buscamos que las condiciones externas nos brinden seguridad, estamos condenados al sufrimiento.
La vida es insegura, la muerte es segura. Y cuando aceptamos (y vivimos) esta gran verdad, la muerte deja de ser una amenaza para convertirse en nuestra aliada, en nuestra compañera de senda, en nuestra maestra de vida.
La aceptación consciente de la muerte nos lleva a vivir plenamente, de instante en instante.
¿Acaso existe una libertad más perfecta?
Agradezco vuestros comentarios y aquí dejo un “mapa” para entender un poco más los contenidos de este artículo:
“Si uno observa la historia del siglo XX, del siglo XIX o incluso del régimen antiguo del siglo XVIII, verá que la gente se rebelaba al comienzo contra el orden de las cosas debido a la falta de libertad y exigía más libertad. Y cuando lograron tenerla, se atemorizaron y desearon tener más seguridad para variar”. (Zygmunt Bauman)
Imágenes: ¡Vivan las caenas!
Video: “¡Vivan las caenas!”
Video: “Eres un esclavo, Neo”
Video: Víctor Frankl: La libertad última
Notas del texto
(1) “Caena” es una forma vulgar de decir “cadena” y por esta razón la frase “Vivan las cadenas” se ha terminado convirtiendo en “Vivan las caenas”. (2) Goethe, Wolfgang: “Las afinidades electivas” (3) Orwell, George: “1984” (4) Pro (delante o fuera) y Fanum (templo), es decir aquella persona que vive “afuera del templo”, ajena a lo sagrado, con su mirada puesta en el mundo exterior. (5) Este es un dicho bastante conocido en Uruguay y Argentina, pero su origen puede encontrarse en España: “a Segura lo llevaron preso”, haciendo referencia al castillo de Segura de la Sierra (en Jaén), que fue utilizado como prisión.
A María le gustaba mirar cómo cocinaba su madre, prestando atención a todos los detalles. Un día, mientras observaba la preparación de una pierna de cerdo antes de colocarla en el horno, la niña preguntó: “Mami, ¿por qué cortas los dos extremos de la carne? ¿No es eso un desperdicio?”
-Pues no lo sé, pero mi mamá siempre lo hacía de esa manera – respondió la madre.
– Pero, ¿por qué razón?
– No lo sé, pero vayamos a preguntarle a la abuela.
La abuela, que vivía en la casa contigua, recibió a su hija y a su nieta, y éstas le preguntaron:
– Abuelita, al preparar la pierna de cerdo siempre le cortabas los dos extremos antes de echarla al horno, ¿por qué lo hacías?
– Mmmm… porque mi madre siempre lo hacía de ese modo.
– Pero, ¿por qué?
– No estoy segura, pero mejor llamemos a la bisabuela.
Las tres llamaron por teléfono a la bisabuela, que vivía en otro barrio, y le preguntaron:
– Bisabuela, al preparar la pierna de cerdo siempre le cortabas los dos extremos antes de echarla al horno, ¿por qué lo hacías?
– ¡Ah! Simplemente porque la bandeja del horno era demasiado pequeña.
La disposición de las letras del teclado de las computadoras es una herencia de las viejas máquinas de escribir. Uno podría llegar a suponer que este orden se fundamenta en el logro de una mayor rapidez al momento de escribir.
Sin embargo, la razón es bien diferente: las primeras máquinas tenían las teclas ordenadas alfabéticamente y un sistema de impresión basado en una especie de martillitos con elementos tipográficos (letras, números o signos). Cuando los dactilógrafos más experimentados adquirían rapidez, las teclas se empezaron a trancar entre sí.
Para solucionar este problema, los fabricantes buscaron una forma de dificultar la escritura y colocaron las letras más utilizadas en sitios alejados entre sí. De este modo, los usuarios quedaron obligados a trabajar más despacio.
Muchos años más tarde, esta disposición (llamada QWERTY) pasó a las máquinas de escribir eléctricas y de ahí a las computadoras, sin que nadie se atreviera a cuestionarla.
¿Qué diferencias hay entre el cuerpo emocional y la mente de deseos?
Cuerpos y sensaciones
El Frater Víctor Humberto de México nos pregunta: “He leído con atención “El Castillo Interior” y veo que las definiciones del cuerpo emocional y la mente de deseos son muy similares. Esto me generó un poco de confusión y deseo saber si es un error del texto o si es posible aclarar un poco ambas definiciones”.
Agradezco al querido Frater Víctor Humberto por la pregunta. Tal vez el texto sea un poco confuso, pero en verdad no hay error en las definiciones brindadas.
Dice “El Castillo Interior”: “El cuerpo emocional es un vehículo teñido de ese deseo que nos empuja hacia afuera, hacia los objetos de sensación. Una de las funciones de este cuerpo es convertir en sensaciones las vibraciones que se captan del mundo físico a través de los cinco sentidos”. (p. 94)
“La principal función de la mente de deseos es interpretar las sensaciones provenientes del medio circundante y convertirlas en percepciones, las cuales se combinan y almacenan en nuestra memoria. De este modo, la memoria nos ayuda a identificar objetos y circunstancias, las cuales, teñidas por el deseo, se convierten en “deseables” (atracción), “indeseables” (repulsión) o “neutras”. (p. 102)
“Cuerpo mental inferior o kama-manas (“kama”, deseo y “manas”, mente), el vehículo donde residen nuestros pensamientos teñidos de deseo. En este cuerpo se interpretan las sensaciones provenientes de nuestro entorno, a fin de convertirlas en percepciones, las cuales son combinadas y almacenadas en nuestra memoria”. (p. 23)
En negritas he colocado las palabras que nos pueden llevar a confusiones. Para poder comprender las diferencias entre ambas definiciones, debemos recordar la primera parte del proceso emocional, es decir la captación de estímulos del mundo exterior:
a) Recepción de impresiones externas (sensación) b) Interpretación de las sensaciones (percepción)
En primer lugar, los cinco sentidos captan las vibraciones del entorno y con el auxilio del cuerpo emocional estas vibraciones se convierten en sensaciones. Por esto, la misma etapa de “sensación” puede ser dividida en dos partes: “captación” y “conversión”.
Siendo así, para diferenciar las dos definiciones debemos prestar atención sobre esto: el cuerpo emocional “convierte” y la mente de deseos “interpreta”, lo cual podría esquematizarse según el diagrama que aparece en la página siguiente.
Una vez más, admito que el texto original podría ser más claro, pero espero que esta respuesta haya sido útil para aclarar el panorama.
Pregunta Ana María de Chile: “He encontrado en las monografías de OPI el uso reiterado del término “probacionista”. ¿Cuál es su origen y su significado?”.
A lo largo de la historia, diversas escuelas esotéricas y órdenes religiosas utilizaron la palabra “probación” para referirse a un período de prueba, previo a la aceptación definitiva del candidato como uno de los suyos.
La Real Academia española define “probación” de esta manera: “En las órdenes regulares, examen y prueba que debe hacerse, al menos durante un año, de la vocación y virtud de los novicios antes de profesar”.
La utilización de este vocablo en las modernas escuelas de esoterismo se remonta a fines del siglo XIX, cuando los Maestros transhimaláyicos hablaban de un “chelado en probación”, un período de prueba antes de ser admitido como “chela”, palabra que en la terminología oriental significa “discípulo”.
En este sentido decía Kout-Houmi en una de sus cartas a los teósofos alemanes: “Ser aceptado como un chela en probación es algo fácil. Tornarse chela aceptado es procurar los sufrimientos de la “probación”. La vida en su curso normal no está constituida enteramente de pesadas pruebas y sufrimiento mental; la vida de un chela que se ofrece voluntariamente es un largo sacrificio. Aquél que desea controlar los acontecimientos de su vida aquí y más allá debe, ante todo, someterse a sí mismo al control, y triunfar sobre cada tentación y cada infortunio de la carne y de la mente”. (1)
En los escritos de la segunda corriente teosófica –iniciada por Annie Besant en 1907– se buscó reemplazar la nomenclatura oriental por otra que fuera entendida más fácilmente por los occidentales y del nombre “chela en probación” pasó a hablarse de “pupilo en probación” (“Probationary Pupil”) o “discípulo en probación” (“Probationary Disciple”).
Años más tarde, algunos autores, originalmente pertenecientes al movimiento teosófico, retomaron el uso de la palabra “probacionista” a secas para referirse a una etapa de prueba dentro de sus organizaciones, como en el caso de Max Heindel en la Fraternidad Rosacruz y Jorge Ángel Livraga en Nueva Acrópolis.
Sin embargo, el vocablo “probacionista” ya había sido usado anteriormente a nivel escolástico e iniciático muchos años antes, en el seno de la Escuela Esotérica que impulsó Helena Blavatsky como núcleo interno de la Sociedad Teosófica. En esta estructura, los candidatos que tuvieran “en su corazón el auténtico deseo de evolucionar” debían pasar por un período de probación para distinguirse de la “masa de los demás teósofos” (2). En este primer grado de la Sección Esotérica se preparaba y entrenaba al estudiante “para el estudio del ocultismo práctico o Raja Yoga” (3).
En el esquema de las etapas del Sendero Iniciático consideradas como peldaños de una escalera, el Probacionista se sitúa entre el Aspirante y el Discípulo (también llamado “Discípulo aceptado” o “Discípulo juramentado”), aunque en su obra “Fundamentos de Teosofía” (“The First Principles of Theosophy”, 1921), el teósofo cingalés Jinarajadasa (que seguramente fue el primero en vincular al “hombre de ideales” o “idealista” con el sendero del discipulado), no consideraba que existiese un paso intermedio entre el idealismo y el probacionismo (ver esquema adjunto).
Si nos atenemos al esquema que hemos presentado en nuestros trabajos, el probacionista es aquel que se compromete con el Sendero y que ha comenzado a trabajar en la alineación, es decir la purificación de los vehículos del cuaternario. Aunque los probacionistas no son discípulos, su período de probación incluye pruebas y desafíos vinculados a los cuatro elementos: Tierra-Físico, Agua-Vital, Aire-Emocional y Fuego-Mental inferior, tras lo cual pasan a ser aceptados como discípulos (de las “pruebas” del probacionismo se pasa a la “disciplina” del discipulado) para continuar avanzando hasta el centro del laberinto.
Imagen: Las etapas según Jinarajadasa, quien incorpora al esquema al “hombre de ideales” (1921)
Imagen: Certificado de probacionista expedido por HPB
Notas bibliográficas
(1) “Cartas de los Maestros de Sabiduría”, primera serie. (2) Blavatsky, Helena: “H. P. Blavatsky on the Esoteric Section” en “The Esoteric Papers of Madame Blavatsky” (3) Blavatsky, Helena: “Esoteric Section of the Theosophical Society: Preliminary Memorandum” en “The Esoteric Papers of Madame Blavatsky”