PARSIFAL (parte 2)
De repente se oyen gritos …¡El cisne ! ¡Oh, el cisne! y uno de los cisnes del lago cruza la escena revoloteando y viene a caer muerto a los pies de Gurnemanz y de los escuderos que le acompañan quienes al ver esto quedan presos de viva agitación. Otros caballeros entran en escena acompañando a un alto y hermoso mancebo armado de arco y flechas el cual, cuando Gurnemanz le pregunta entristecido: ¿Por qué has matado a este inocente animal?, le contesta con suma ingenuidad: ¿Esta mal hecho?Entonces Gurnemanz le dice del sufrimiento del rey y la parte en que el cisne tomaba en la preparación del baño curativo. Al oír esto, Parsifal queda profundamente emocionado y rompe su arco.
El espíritu al resurgir e iluminarse ha sido representado simbólicamente en todas las religiones en forma de ave. El momento del bautismo, cuando el cuerpo de Jesús estaba en el agua, el Espíritu de Cristo descendió sobre él en forma de paloma.
“El Espíritu se mueve encima del agua”, un agente fluídico como los cisnes se mueve debajo del “Yagdrasil”, el árbol de la vida de la mitología del Norte o en las aguas del lago en la leyenda del Grial. El ave es, por consiguiente, una representación directa de la más alta influencia espiritual y por este motivo los Caballeros tenían razón de lamentarse por su pérdida. La verdad tiene muchas facetas. Hay por lo menos siete interpretaciones adecuadas de cada mito, una para cada mundo y mirando desde el punto de vista material y literal, la compasión nacida en Parsifal y el acto de romper su arco, marcan un paso definitivo en la vida superior. Nadie puede realmente ser compasivo y un auxiliar para la evolución mientras mate para comer, sea personalmente o por delegación en otro. La vida inofensiva es un requisito preliminar indispensable para la vida de ayuda al prójimo.
Ahora Gurnenanz empieza a hacerle preguntas de su persona: quién es y cómo llegó al Mont Salvat. Parsifal demuestra la más extraña ignorancia. A todas las preguntas contesta: “Yo no sé”. Finalmente, Kundry interviene y dice:
“Yo puedo deciros quién es. Su padre era el noble Gamuret, un príncipe entre los hombres que murió combatiendo en Arabia cuando este jovenzuelo estaba aún en el vientre de su madre, la Señora Herzleide. Al exhalar su último aliento su padre le dio el nombre de Parsifal, “el tonto puro” Temiendo que al crecer el joven aprendiese el arte de la guerra y le fuese arrancado de su lado, su madre le llevó a un bosque intrincado haciéndole permanecer en la más completa ignorancia sobre el arte de la guerra”.
Aquí Parsifal la interrumpió diciendo: “Sí, un día vi algunos hombres sobre hermosos corceles y deseé ser como ellos y les seguí durante muchos días hasta que por fin llegué aquí, después de haber tenido que combatir con muchos monstruos semejantes a hombres”.
En esta historia tenemos una excelente imagen del alma que está escudriñando las realidades de la vida. Gamuret y Parsifal son distintas fases de la vida del alma. Gamuret es el hombre del mundo, pero a su debido tiempo se casa con Herzleide, aflicción del corazón en otras palabras, encuentra la pesadumbre en su camino y muere para el mundo, como hacemos todos los que hemos entrado en la vida superior. Cuando la nave de la vida está flotando en aguas serenas y nuestra existencia toda parece ser una suave y hermosa melodía, entonces no nos sentimos empujados hacia arriba; cada fibra de nuestro ser grita: “Esto me basta, no quiero más”; pero, cuando las oleadas de la adversión nos rodean y envuelven y cada sucesiva ola trata de tragarnos, entonces nos hemos desposado con la aflicción del corazón y nos convertimos en hombres tristes y estamos dispuestos a nacer como Parsifal, el tonto de corazón puro o el alma que ha olvidado la sabiduría del mundo y está buscando la entrada en la vida superior.
Gurmemanz se ha convencido poco a poco que Parsifal ha de ser el salvador de Amfortas y le lleva consigo al Castillo del Grial. A la pregunta de Parsifal: “¿Quién es el Grial?, él contesta:
“No podemos decirlo, pero si tu vienes llamado por el, la verdad te será descubierta. Me parece que tu cara no me es desconocida. Para llegar al Grial no hay que buscar ningún camino terrestre y toda tentativa de ir a su encuentro nos aleja aún más, si el mismo no es nuestro guía.”
Aquí Wágner nos lleva hacia atrás, a los tiempospre-cristianos pues, antes del advenimiento de Cristo la Iniciación no era libremente accesiblea cualquiera que quisiera buscarla de un modo apropiado, sino que se reservaba a ciertos individuos escogidos como Brahmanes y Levitas que recibían privilegios especiales como recompensa por haberse dedicado al servicio del templo. Pero la venida de Cristo operó ciertos cambios definidos en la constitución de la humanidad y desde entonces todos estamos capacitados para entrar en el sendero de la iniciación. Tenia que ser así, en efecto, desde el momento en que los casamientos entre miembros de distintas naciones hicieron desaparecer las castas.
En el Castillo del Grial se le insta a Amfortas a que celebre el rito sagrado del servicio del Grial y que descubra el santo cáliz para que su vista pueda renovar el ardor de los Caballeros y estimularles para que efectúen actos de servicio espiritual, pero él se resiste temiendo el sufrimiento que la vista del cáliz le hará sentir cuando la herida que tiene en el costado siempre vuelve a sangrar a la vista del Grial, como la herida del remordimiento nos hace sufrir cuando hemos cometido un pecado contra nuestro ideal. Finalmente, cede a las súplicas combinadas de su padre y de los caballeros y celebra el rito sagrado, esta sufriendo al mismo tiempo la más atormentadora agonía. Parsifal que está en un rincón, siente por simpatía el mismo sufrimiento, sin darse cuenta del porque y, cuando Gurnemanz le pregunta después de la ceremonia lo que ha visto, el se queda mudo y entonces el desengañado caballero le echa airadamente fuera del castillo.
Los sentimientos y emociones no refrenados por el saber son buenas fuentes de tentación. La misma inocencia y sencillez del alma es necesaria para que estas tentaciones se presenten y hacernos ver nuestros puntos flacos. Si caemos sufrimos lo mismo que Amfortas; pero el dolor desarrolla la conciencia y nos hace aborrecer el pecado. Nos fortifica contra las tentaciones. Todos los niños son inocentes porque no han sido aún tentados; solamente cuando hemos sido tentados y hemos permanecido puros o bien cuando hemos caído y nos hemos arrepentido y reformado somos virtuosos. Por esta razón Parsifal debe ser tentado.
SEGUNDO ACTO
En el segundo acto vemos a Klingsor despertando a Kundry porque ha observado que Parsifal viene hacia su castillo y le teme más que a todos los que han venido antes porque es un tonto. Un hombre de sabiduría mundana es enredado fácilmente por los engaños de las doncellas flores de su jardín, pero la sencillez de Parsifal le protege y, cuando estas aparentes flores humanas le rodean, él pregunta inocentemente:
¿Sois flores? ¡Exhaláis un olor tan suave!.
Para vencer su pasividad es preciso emplear la astucia superior de Kundry y aunque ella suplica, protesta y se opone, es forzada a tentar a Parsifal y a este fin se le aparece como una mujer de belleza soberana, llamando a Parsifal por su nombre. Este nombre evoca en su pecho recuerdos de su niñez. El amor de su madre y Kundry le hacen sentarse a su lado y empieza a actuar delicadamente sobre sus sentimientos, recordando en su memoria visiones del amor de su madre y de la tristeza que sintió cuando él se había marchado y de la cual murió. Después le habla del otro amor que pueda ser una compensación para él, del amor del hombre para la mujer y finalmente ella pone en sus labios un beso ferviente, largo y apasionado.
Entonces se produce un silencio profundo y terrible, como si el destino del mundo entero estuviese pendiente de este besoy cuando ella le coge en sus brazos, la cara de Parsifal sufre un cambio gradual, dibujándose en ella una mueca de sufrimiento. De repente se levanta de un salto, como si aquel beso le hubiese inferido un nuevo sufrimiento las líneas de su figura pálida se hacen más intensas y con las manos fuertemente apretadas sobre el corazón, como para sofocar una tremenda agonía. Se le aparece en una visión el cáliz del Grial y Amfortas con el mismo horrible sufrimiento, gritando por fin: ¡oh Amfortas!. Ahora lo sé: la herida de la lanza en tu costado es la que no quema el corazón y está aniquilando mi propia alma. ¡Qué penal qué miseria!, Angustia espantosa. . ., la herida está sangrando en mi propio costado.”
Y continúa con la misma horrorosa entonación: “No es eso sólo. Esto no es la lanza hundida en mi costado, sino que hay fuego y llama dentro de mi corazón que perturba mis sentidos y me hace delirar en una locura horrible de un amor doloroso. . Ahora se como el mundo se ve excitado, agitado y convulso y a menudo hundido en la vergüenza por las terribles pasiones del corazón.”
Kundry le tienta de nuevo: “Sí este solo beso os ha dado tanta sabiduría, ¿cuánta más tendréis si os abandonáis a mi amor, aunque sólo sea por una hora?”
Pero ya no hay vacilación: Parsifal ha despertado; ya distingue entre el bien y el mal y contesta: “La eternidad estaría perdida para nosotros dos si yo me abandonara entre tus brazos aunque sólo fuese una corta hora: no sólo no haré esto, sino que quiero salvarte y también liberarte de la maldición de tu pasión: porque el amor que arde dentro de ti no es más que sensual y entre éste y el amor verdadero de corazones puros, hay un abismo tal como entre el cielo y el infierno”…
Cuando finalmente Kundry tiene que darse por vencida se entrega a una explosión de cólera. Llama a Klingsor para que la ayude y éste aparece con lalanza sagrada que tira contra Parsifal, pero a éste, siendo puro e inocente, nada puede herir y la lanza revolotea alrededor de su cabeza sin tocarle. El la coge, hace la señal de la cruz y el castillo de Klingsor con su jardín mágico caen destrozados.
En el tercer acto estamos en un día de Viernes Santo, muchos años después. Un guerrero que parece venir de un largo viaje, vestido con una cota de malla negra entra en las tierras de Mont Salvat, donde Gurnernanz vive en una cabaña. Se quita su casco de acero, apoya su lanza contra una roca y se arrodilla para orar. Gurnemanz, entrando en escena con Kundry reconoce a Parsifal con la lanza sagrada y con gran alegría le da la bienvenida preguntándole de donde viene.
La misma pregunta le había hecho con ocasión de la primera visita de Parsifa, en aquel entonces éste le había contestado: “No lo sé”; pero esta vez es otra cosa, porque Parsifal contesta: “Vine después de haber buscado y sufrido”. Lo primero significa los vislumbres que el alma percibe de las realidades de la vida superior; pero lo segundo es la llegada consciente a un nivel superior de la actividad espiritual de aquellos que han desarrollado como conciencia sus penas y sufrimientos. Parsifal cuenta luego que muchas veces ha sufrido embestidas de enemigos y hubiera podido escapar por el empleo de la lanza, pero que se abstuvo de hacerlo porque ésta es instrumento para curar y no para herir. La lanza es el poder espiritual con que se comunica al corazón puro, pero debe sólo ser empleado para fines altruistas. La impureza y la pasión ocasionan su pérdida, como sucedió en el caso de Amfortas. Aunque el hombre que posee tal poder pueda ocasionalmente dar de comer a cinco mil personas hambrientas, no le está permitido convertir ni una piedra en pan con el fin de aquietar su propia hambre y, aunque pueda emplearlo para contener la sangre que corre de la oreja cortada de un centurión, no le es licito usarlo para contener la sangre que se escapa de su propio costado. Como se ha dicho siempre de semejante ser: “Él salvó a los demás, pero a si mismo no pudo o no quiso salvarse”.
Parsifal y Gurnemanz entran ahora en el Castillo del Grial donde Amfortas esta solicitado a celebrar el rito sagrado, pero se niega a ello con el fin de evitar el sufrimiento que le causa la vista del Santo Grial y desnudando su pecho suplica a sus correligionarios que le maten. En este momento Parsifal se acerca a él y toca la herida con la lanza, curándola en el acto; sin embargo, destrona a Amforta se hace cargo el mismo de la guardia del Santo Grial y de la Lanza Sagrada.
Sólo aquellos que cultivan el desinterés más absoluto y a la vez poseen el mayor discernimiento, están calificados para disfrutar elpoder espiritual simbolizado por la lanza, Amfortas la hubiera empleado para atacar y herir a un enemigo. Parsifal no quiso siquiera emplearla para su propia defensa, por esto él puede curar, mientras que Amfortas cayó en el foso que él había cavado para Klingsor.
Oliver Wendell Holmes, en su bellísimo poema, “El caracol nautilus” ha encerrado en verso esta idea de la progresión constante en vehículos gradualmente más perfectos y la liberación final. El caracol construye su concha espiral en secciones abovedadas, abandonando constantemente las más pequeñas que ya ha utilizado por la última que edifica.
Año tras año soportando en silencio su trabajo que hace desplegar su lustrosa espiral, callado, viendo crecer sus anillos deja la mansión que tuvo este año por la nueva, deslizándose bajo el brillante arco con suave paso y construye una puerta innecesaria y se amolda a su nuevo hogar, sin conocer más el antiguo”.
“Gracias por el celestial mensaje que me traes, hijo del inquieto mar expulsado de tus orígenes los olvidas”.
“De tus mudos labios sale una nota más elocuente que las emitidas por el cuerno enroscado de Tritón; mientras suena en mis oídos a través de las profundas grutas del
pensamiento, oigo una voz que canta ”Construyo mansiones más duraderas, ¡alma mía!
según las veloces estaciones ruedan. Abandona tus criptas ya surcadas. Haz que cada
templo sea más noble que el pasado; abarca un espacio celeste más ancho hasta que por fin te libertes arrojando tu concha subterránea por un océano e vida inmortal.”
*
http://fraternidadrosacruz.com/articulos/archives/897
*