jueves, 6 de abril de 2017

Escasez de Iluminados

iluminados
Escasez de Iluminados
El pasado sábado tuve el gusto de dar una conferencia en la ciudad de Buenos Aires. En la ronda final de preguntas, un joven me hizo una pregunta bastante incisiva: “¿Está usted iluminado?”. Mi respuesta fue rápida y sincera: “No”, tras lo cual él preguntó: “¿Es posible entonces hablar de la iluminación si no se está iluminado?”.

¡Touché! ¡Muy buena pregunta! En primer lugar tenemos que entender de qué hablamos cuando decimos “iluminación”. Mariana Caplan, en su obra “A mitad de camino” (tal vez el libro más lúcido sobre este tema) confiesa la dificultad de encontrar una definición clara y advierte que si supiéramos lo que es la iluminación… saldríamos “corriendo en dirección contraria” (1).
En pocas palabras, podríamos afirmar que las personas iluminadas son aquellas que ha logrado desarrollar su máximo potencial como seres encarnados, colocando su conciencia en un punto intermedio entre la materia y el espíritu, entre lo de afuera y lo de adentro, entre lo de arriba y lo de abajo, en un espacio donde es posible conciliar los opuestos.
Esta posición estratégica nos permite reconocernos como “seres de dos mundos”, habitantes de dos espacios que parecen ser antagónicos pero que pueden ser conectados (“iluminados”) a través de la conciencia. Por eso, el excelente escritor Lee Lozowick habla de una “dualidad iluminada” donde existe un pasaje consciente desde la dualidad ordinaria (“percibo dos mundos y son irreconciliables”) hasta una dualidad iluminada cuyo trasfondo es la conciencia no-dual (“percibo dos mundos pero puedo conciliarlos y descubro que en el fondo solamente existe la unidad”).
Aunque existen miles de testimonios acerca del proceso de iluminación, no es fácil encontrar seres iluminados. Chögyam Trungpa Rinpoché, quien estuvo al lado de renombrados instructores, maestros espirituales y seres especiales, reveló que solamente había conocido a tres personas iluminadas a lo largo de toda su vida.
No obstante, y aunque la escasez de maestros iluminados es fácilmente constatable, muchos de ellos nos han transmitido su conocimiento a través de “mapas”, describiendo en ellos con más o menos precisión los caminos de la tierra del Espíritu.
Estos mapas han sido conservados y estudiados por las escuelas iniciáticas de Oriente y Occidente quienes han fundamentado sus doctrinas no en meras especulaciones intelectuales sino en el testimonio confiable de estos nobles caminantes del pasado. Esta cartografía trascendente nos sirve para recordar lo que ya sabemos, ayudándonos a re-conocer el sendero de regreso a casa.
Por esta razón, las escuelas iniciáticas son una especie de club de “amnésicos anónimos”, hombres y mujeres que han olvidado su naturaleza esencial y que encuentran un método de entrenamiento eficaz que les permite recuperar la memoria, en compañía de Hermanos que hablan el mismo idioma.
Sin embargo, y vale la pena aclararlo, las escuelas no están formadas por iluminados que ya han llegado a la cima sino por peregrinos en tránsito, personas que vuelcan sus esfuerzos cotidianamente para hallar su propio camino desde la oscuridad a la luz.
no-dualidad¿Llegará un tiempo en que las escuelas iniciáticas sean dirigidas por verdaderos iluminados? Supongo que sí, pero no puedo estar seguro. Lo único que sé es que mientras buscamos al fontanero perfecto se nos está inundando la casa.
Hay frase bastante conocida en el ámbito espiritual: “Cuando uno está preparado, aparece el Maestro”, la cual ha alentado a muchos buscadores a seguir trabajando interiormente. No obstante, en muchísimas ocasiones esta frase nos hace creer que llegará un Maestro exótico, de túnica y barba blanca que nos elegirá y comprobará que somos “dignos” de recibir un conocimiento secretísimo… ¡No, no y no! Tenemos que entender que el único Maestro que vale la pena es el Maestro Interno y que todos los maestros externos son válidos en la medida que nos ayuden a reconocer a ese Maestro.
Las enseñanzas sapienciales son claras: todas las personas, acontecimientos y eventos externos llegan a nosotros a cubrir necesidades del Alma. Por lo tanto, todo maestro exterior (gurú) es valioso solamente en este sentido. Pero también debemos reconocer que aprendemos de todos y que, a veces, la enseñanza llega a nosotros a través del canal más inesperado: nuestro hijo, nuestra mascota e incluso un jefe exigente.
Algunas personas se pasan toda su vida esperando a “su” Maestro perfecto desaprovechando una a una las oportunidades que se le van presentando y protagonizando una historia tan triste como la de la loca que pasó toda su vida esperando a su amado del muelle de San Blas.
Pero volvamos a la pregunta inicial: “¿Es posible entonces hablar de la iluminación si no se está iluminado?”. Sí, claro que sí, dado que tenemos la fortuna de contar con un conocimiento acumulado a lo largo de los siglos en el que tenemos plena confianza y que puede comprobarse a través de la experimentación personal.
¿Y tú qué piensas? Déjame tu comentario más abajo.

“Si uno no está iluminado, enseña lo que sabe, eso es todo. Y si eso se hace con integridad y entrega al propio camino, se puede ser una fuente de transmisión como cualquier otra” (Lee Lozowick)

Notas del texto

(1) Caplan, Mariana: “A mitad de camino”
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La cola del gato


felicidad

La cola del gato

Un gatito daba vueltas una y otra vez tratando de atrapar su cola, ante la atenta mirada de un gato viejo.

Al final de un rato observando la divertida escena, el viejo preguntó: “¡Hey, pequeño! ¿Por qué tratas de atrapar tu cola?”
El gatito se detuvo por un instante y respondió:
– Deseo ser feliz y para nosotros los gatos, la cola es nuestra felicidad, así que la intento atrapar. Cuando lo consiga, seré un gato feliz.
El gato viejo sonrió una vez más y aseveró:
– Pues cuando yo era joven también actuaba del mismo modo y que pensaba que alcanzar mi cola me haría feliz. Pero después de muchos intentos, me di cuenta que siempre que la perseguía se me terminaba escapando. Finalmente supe que cuando hago lo que tengo que hacer y recorro mi camino, es ella la que me termina siguiendo.
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lunes, 3 de abril de 2017

¿Qué es la Espiritualidad Iniciática?

¿Qué es la Espiritualidad Iniciática?

walkerCuando hablamos de “Iniciación” no estamos refiriéndonos a ceremonias, rituales o formalidades litúrgicas sino a un momento cumbre en el desarrollo espiritual, un estado de conciencia superior que también se conoce como Iluminación, despertar de la conciencia o apertura del ojo interior.
Este hito existencial permite que nuestra conciencia alcance un punto de observación privilegiado, un espacio situado exactamente entre la materia y el espíritu, un lugar intermedio a veces llamado “Mundus Imaginalis”, que no es otra cosa que el plano del Alma.
En esta posición central, el Alma iluminada –que estaba anestesiada, miope y confundida– puede finalmente recordar, ver y orientarse conscientemente.
La expansión de la conciencia es una consecuencia del despertar de nuestras facultades latentes. La apertura del “ojo del corazón” nos permite integrar los dos planos y llevarnos al reconocimiento de que somos “seres de dos mundos”: entidades espirituales viviendo una aventura material. Con la Iniciación desaparece toda oposición, toda dicotomía entre “lo sagrado” y “lo profano”.
El equilibrio entre dos mundos puede resumirse en la máxima discipular: “Pedes in terra ad sidera visus” que significa “Los pies en la tierra, la mirada en el cielo”, una alusión a este punto intermedio que nos permite convertirnos en puentes, elementos de conexión entre lo que está arriba con lo que está abajo, lo de adentro con lo de afuera.
La negación de la vida interior nos condena a vivir una existencia superficial, vacía, carente de propósito. Pero –por otro lado– la negación del plano material nos puede llevar a una vida solitaria y miserable, donde la espiritualidad puede ser simplemente una excusa para aislarnos y evadirnos de nuestras responsabilidades.
La vida espiritual no puede esconderse del mundo y ese fue, justamente, el monumental aporte del Buddha: “Si las cuerdas del sitar están demasiado tensas, se rompen. Si están demasiado flojas, no suenan”. La vía del medio. Lo mismo expresaban los alquimistas al decir: “Fac fixum volatile et volatile fixum” (“haz fijo lo volátil y volátil lo fijo”), aludiendo a una materialización del espíritu y una espiritualización de la materia.
iniciatica
La aceptación de estas dos realidades como complementarias e interdependientes, y su incorporación plena a la cotidianidad, nos permite hablar de una espiritualidad iniciática, una vía trascendente que toma como punto de partida la vivencia y no la creencia, y que prioriza el equilibrio armónico entre los dos planos.
La vida espiritual necesariamente debe estar integrada en nuestra vida diaria: en todo lo que hacemos y en lo que dejamos de hacer, en nuestra relación con los otros, en nuestros pensamientos, palabras y acciones cotidianas. Esta visión se contrapone a la espiritualidad entendida como un “hobby”, es decir a una actividad confinada a un espacio y tiempo limitado (ejemplo: la iglesia los domingos o la sala de meditación dos horas por semana).
La espiritualidad iniciática está subordinada a un Ideal fundamentado en la Fraternidad Universal y en el Amor, en un camino de regreso a la fuente primigenia tanto a nivel individual (la reintegración con el Uno) como a nivel comunitario (la restauración de la sociedad primordial).
La adhesión intelectual a este Ideal Iniciático no es suficiente. Es necesario hacernos uno con él, convirtiéndonos en instrumentos de Dios en la Tierra. Y al hablar de Dios no estamos hablando de una divinidad antropomórfica y externa, sino del único Dios que vale la pena: el que habita en nuestros corazones.
Al lograr esta conciencia permanente de la presencia divina en nosotros, permitimos que la sabiduría trascendente fluya y se exprese a través de nosotros para convertirnos en canales de Dios, en agentes eficaces del Ideal Iniciático.
sendero
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sábado, 1 de abril de 2017

¿Qué es la Paz Profunda?

¿Qué es la Paz Profunda?

paz2“Pax profunda omnibus hominibus bonae voluntatis” (“Paz profunda a todos los hombres de buena voluntad”) es un saludo tradicional de las Escuelas Esotéricas de Occidente, especialmente de la Rosacruz, y que generalmente se sintetiza en dos palabras: “¡Paz Profunda!”
Su origen puede hallarse en Lucas 2:14 donde se dice: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz para con los hombres de buena voluntad!” (“Gloria in altissimis Deo et in terra pax in hominibus bonae voluntatis”). No obstante, la Paz de los Iniciados es una “Paz Profunda”, la misma a la que se refiere Filipenses 4:7: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en el Cristo Jesús”.
Verdaderamente, la Paz de Dios o Paz Profunda está por encima de toda comprensión porque no es una Paz externa que esté supeditada a eventos que procedan del mundo profano y a estímulos provenientes de “afuera” sino que es una Paz interna, vinculada a procesos espirituales.
De acuerdo a los místicos, hay tres etapas medulares en el Sendero: la vía purgativa, la vía iluminativa y la vía unitiva, relacionadas a las “tres edades” de la vida espiritual: la de los incipientes, la de los proficientes y la de los perfectos. En la terminología que usamos en nuestra Escuela de Filosofía Iniciática vinculamos estas tres etapas con la Ascesis, la Iniciación y la Reintegración, y a las “tres edades” con los grados de adelanto: probacionismo (o discipulado en probación), discipulado y adeptado. De acuerdo a Clemente de Alejandría, en la primera etapa predomina el Temor de Dios, en la segunda la Fe y la Esperanza, y en la tercera el Amor y la Sabiduría.
Estas tres etapas están directamente relacionadas con una “Paz Profunda” que no es otra cosa que un estado de conciencia superior pero que significa dos cosas distintas, dependiendo del grado de avance en el Sendero.
Para los discípulos, la Paz Profunda es la Iniciación o Iluminación, que los musulmanes llaman as-sakînah, el Zen Satori, los hindúes Samadhi, los budistas Bodhi, y que también se conoce como “despertar del ojo interior”. Para los Adeptos –mientras tanto–, es decir aquellos que ya han iluminado su conciencia, la Paz Profunda significa un supra-estado de conciencia: la Reintegración o Unión con la Fuente Primordial, que es también Moksha, Paranirvana o Mukti. (1)
En otras palabras, cuando saludamos a alguien augurándole “Paz Profunda” estamos haciendo votos para que, en vinculación con su propio estado de conciencia, pueda avanzar en el sendero de desarrollo consciencial y alcance la paz de Dios, aquella que –en palabras de San Pablo– “está por encima del entendimiento”.
Ciertamente, la paz de los iniciados es una paz profunda que proviene del corazón y no es la misma paz superficial que buscan los profanos. De acuerdo con Krishnamurti: “La guerra es una mera expresión externa de nuestro estado interno, una amplificación de nuestra actividad diaria. Es más espectacular, más sangrienta, más destructiva, pero es el resultado colectivo de nuestras actividades individuales. (…) Ningún dirigente, ni gobierno, ni ejército, ni patria, va a darnos la paz. Lo que traerá la paz es la transformación interna que conducirá a la acción externa. La transformación interna no es aislamiento; no consiste en retirarse de la acción externa. Por el contrario, sólo puede haber acción verdadera cuando hay verdadero pensar; y no hay pensar verdadero cuando no hay el conocimiento propio. Si no os conocéis a vosotros mismos, no hay paz. Para poner fin a la guerra externa, debéis empezar por poner fin a la guerra en vosotros mismos”. (2)
paz profunda

“Antes de orar debes de comprender que detrás de todos tus deseos de objetos o de situaciones del mundo, sólo hay un deseo: la Paz Profunda. Y ese deseo último que tanto anhelas y que proyectas en los objetos y situaciones del mundo sólo lo puedes obtener en la interioridad” (Ermitaño anónimo en “Pequeño tratado de oración contemplativa”)
Notas del texto
(1) El hito de la “Iniciación” está marcado con el número “1” en el esquema adjunto (Paz del Alma) y el de la Reintegración con el número “2” (Paz del Espíritu)
(2) Krishnamurti: “La libertad primera y última”
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viernes, 31 de marzo de 2017

Etimología de términos iniciáticos (parte 3)


Etimología de términos iniciáticos (parte 3)

Neófito

Proviene del griego νεόφυτος (neo=nuevo, phytos=planta), es decir “nueva planta” o “retoño”, haciendo alusión a los novicios o aprendices, aquellos que recién están empezando a hollar el camino.
La comparación del proceso espiritual con el desarrollo de la planta es bastante usual, ya que la semilla es un símbolo claro de lo potencial, y su muerte es absolutamente necesaria para que nazca la nueva planta. En otras palabras, es  necesario morir para vivir, matar al “viejo hombre” para que nazca el “hombre nuevo” y, por eso, dice Juan en su Evangelio: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto”. (Juan 12:24).
La primera etapa germinal del proceso iniciático se llama “neofitado” y sus protagonistas son llamados de diversas maneras: aspirantes, aprendices, novicios o neófitos. En algunas ceremonias de iniciación tradicionales, al neófito se le entregaba simbólicamente una semilla que simboliza el talento de la parábola bíblica (Mateo 25:14-30).
¿Qué puede hacer el recién “iniciado” con esa semilla? Puede guardarla en su bolsillo y llegar hasta el grado más alto de la escuela olvidándose del crecimiento de esa semilla, o bien colocarla en tierra fértil y regarla constantemente hasta que, finalmente, la planta produzca su fruto.
La planta está ligada simbólicamente a los cuatro elementos que enmarcan la Ascesis Iniciática: Tierra, Agua, Aire y Fuego. La semilla cae en la tierra y necesita agua para germinar y salir a la superficie, subiendo por los aires con el influjo del calor del sol (fuego). Y de esta manera, la planta crecerá y dará su fruto (quintaesencia), contenedor de nuevas semillas.
Esta etapa de neofitado o aspirantado implica una “nueva inocencia” como fue llamada por Ramón Panikkar (1) y esto queda en evidencia en algunos ritos antiguos (por ejemplo, en los misterios de Cibeles) donde los nuevos iniciados eran alimentados con leche, como si fueran lactantes recién nacidos (2).


Compañero

Esta palabra procede del latín “cumpanis” (“con pan”), una alusión a “compartir el pan” o “comer del mismo pan”.
Siendo así, en una primera vuelta de llave la palabra “compañero” alude a aquellos viajeros de la antigüedad que -de manera fraternal e inegoísta- repartían su pan con otras personas que estaban recorriendo el mismo camino.
No obstante, en una segunda vuelta de llave (3) podemos recordar que la palabra “pan” quiere decir “todo” (παν), por lo cual el compañero es aquel que lo comparte todo.
El pan, por su parte, es aquella sustancia que lo contiene todo y cuando hablamos de “todo” nos tenemos que remitir (¡otra vez!) a los cuatro elementos, apreciando que toda hogaza de pan constituye una síntesis de estos elementos. ¿De qué modo? En el seno de la tierra germinan y se desarrollan las semillas del trigo, en el agua se transmuta la harina en masa, en el aire la levadura hace fermentar la masa y finalmente en el fuego el pan se cocina y se hace comestible.
Desde una perspectiva ritual, este pan “que lo contiene todo” se complementa con el vino “que lo vivifica todo” y que representa el quinto elemento (espiritual). Por eso no es raro que en inglés la palabra “spirit” también signifique “alcohol” y que en castellano hablemos de “bebidas espirituosas” (4).
En el Camino de Santiago conocí, con mis compañeros de ruta, una frase que se suele repetir una y otra vez: “con pan y vino se hace el camino”. Superficialmente observada, esta frase remite a comer y beber o bien de recorrer el sendero con sencillez, pero en su acepción más profunda nos habla de que el camino se recorre con todo nuestro ser, de manera integral, involucrando el cuerpo, la mente y el espíritu.
Una frase que resume a la perfección el sentido del compañerismo es el adagio latino “Unus pro omnibus, omnes pro uno”, inmortalizado por Alejandro Dumas en su magistral novela “Los tres mosqueteros”:
“Uno para todos y todos para Uno”

Este artículo es el tercero de la serie sobre la etimología de algunos términos vinculados a la Tradición Iniciática. Desde aquí puedes acceder a la parte 1 y a la parte 2.

Notas del texto

(1) Panikkar, Raimon: “La nueva inocencia”
(2) Frazer, James: “La Rama Dorada”. Cita: “Durante algún tiempo después de su renacimiento, [al novicio] se le mantenía a dieta de leche como a un recién nacido”(3) Esta segunda vuelta de llave carece de fundamento etimológico y debo admitir que se trata más bien de un juego de palabras con la palabra “pan”.
(4) La creencia popular indica que las bebidas espirituosas se llaman así porque “alegran el espíritu” pero, en verdad, su nombre alude al “vapor sutilísimo que exhalan el vino y los licores” (Diccionario de la Real Academia), que es el etanol o el “espíritu” de las bebidas alcohólicas.
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jueves, 30 de marzo de 2017

Cuento espiritual: Los tres filtros de Sócrates



Cuento espiritual: Los tres filtros de Sócrates


Un discípulo llegó ante Sócrates y le dijo:

– Sócrates, ¿sabes lo último que se comenta en el mercado?
– Espera… antes de contarme ese cuento… ¿lo has pasado por los tres filtros?
– ¿Tres filtros?
– Sí, los tres filtros. El primero es el de la verdad. ¿Te has asegurado de que todo lo que vas decirme es verídico?
– Bueno, yo lo he escuchado a los hombres del mercado y…
– De acuerdo. ¿Y lo has pasado por el segundo filtro? Este es el de la bondad. ¿Es bueno para alguien tu comentario?
– Pues no, más bien al contrario…
– Probemos entonces el tercer filtro: ¿es al menos útil lo que deseas comunicar?
– Nada de eso.
– Pues bien –dijo finalmente el sabio- si lo que tienes que decirme no es verdadero, ni bueno, ni útil, ¿para qué quieres contármelo?
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miércoles, 29 de marzo de 2017

Cuento espiritual: Los tres picapedreros



Cuento espiritual: Los tres picapedreros

En una ocasión, un caminante se encontró un grupo de picapedreros, ocupados en la construcción de un edificio y quiso saber en qué obra estaban trabajando.

Preguntó al primer obrero y este le respondió: “¿No ves? Pico piedra”.

No conforme con la respuesta, interrogó al segundo albañil y este dijo con sinceridad: “Me gano el pan”.

Por último, decidió preguntar al tercer trabajador y este dijo con orgullo: “Construyo una catedral”.


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