CRISTO JESUS Y LAS SAGRADAS
ESCRITURAS
Muchos de los cristianos y aún la gran mayoría de la gente, creen que el
Nuevo Testamento, sustituye al Viejo Testamento. Dicen ellos que la Ley fue hasta la venida de
Cristo y que El vino para sustituir la vieja ley que ya no servía para los
propósitos Divinos. Examinemos esa cuestión con imparcialidad, basándonos en lo
que dicen los Evangelios que componen el Nuevo Testamento.
Para
todos los cristianos el Señor Jesucristo es la suprema autoridad. El era el
“Dios conocido”. Lo que El creía, enseñaba y hacía, es decisivo para nosotros.
Sus puntos de vista, Sus enseñanzas eran un todo verdadero.
¿Cómo
interpretaba el Cristo a las Escrituras? ¿En que concepto las tenía? ¿Cuánta
autoridad le reconocía?
Para
el Señor Cristo Jesús las Escrituras eran la Palabra de Dios, la guía espiritual del hombre,
la autoridad final en materia de fe y doctrina.
Cristo
atribuía autoridad Divina a las Escrituras. Al enfrentarse con Satanás, el se
escudó en las declaraciones del Santo Libro. Por tres veces Satanás procuró
inducirlo al pecado y tres veces Jesús recurrió a las Escrituras para rebatir
las insinuaciones del adversario.. Como Hijo de Dios, Cristo tenía autoridad
para repeler a Satanás con sus propias palabras. Más prefirió emplear las
declaraciones de las Escrituras. “Está escrito – el Libro así lo dice y lo que
el dice Yo lo acepto”
Este
incidente de la tentación en el desierto nos muestra que Cristo citaba las
Escrituras textualmente. El conocía el contenido del Libro. Sabía encontrar lo
que lo escudaba contra LA TENTACIÓN. El era capaz de citar las
Escrituras de memoria, siendo un verdadero ejemplo para nosotros.
Nos
relata San Lucas que “cierto hombre, intérprete de la ley, se levantó con la
intención de poner a prueba a Jesús al decirle: Maestro, ¿que haré para heredar
la vida eterna? Entonces Jesús le preguntó: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo
la interpretas? (San Lucas 10: 25-26 Notemos esto, Jesús tenía autoridad paras
responder la pregunta y elucidar el asunto con sus propias palabras, más
prefirió dirigir al hombre a las Escrituras. ¿Qué está escrito en la ley? La
ley, en este caso, eran los `primeros cinco libros de las escrituras. En forma
virtual Jesús decía: Lo que el Libro dice sobre el modo de conseguir la vida eterna
y la verdad. Puedes creer en él y seguirlo.
Muy
frecuentemente Cristo llamaba la atención de Sus oyentes para hacer
declaraciones acerca de las Escrituras con las preguntas: ¿no leísteis…? ¿No
leísteis en la ley…? ¿No habéis leído…? ¿Nunca leísteis…? ¿No tienes lo leído acerca
de lo que Dios os declaró…? ¿Aún no leísteis las escrituras…? ¿No has leído el
libro de Moisés…? (San Mateo 12: 3-5, 19:4-21, 16:22-31; San Marcos 12: 10-26,
San Lucas: 6:2) Estas preguntas ciertamente no fueron hechas para confundir o
reprobar, más si lo fueron para mostrar la gran importancia de las Escrituras,
así como la necesidad de conocerlas y que les sirvieran de ayuda.
Cuando
después de Su muerte dos discípulos caminaban hacia una aldea vecina de
Jerusalén, desalentados por la pérdida de su Maestro, a pesar de las evidencias
de su resurrección, Jesús los alcanzó y andando con ellos les dijo: ¡Oh
insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!
¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en Su
Gloria? (San Lucas 24: 25-26) El relato sagrado dice más – versículo 27 “Y
comenzando desde Moisés y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en
todas las Escrituras lo que de El decían”.
Notemos
esto: Jesús apunto a lo que de El hablaban “todas las Escrituras” El edificó Su
medianidad sobre las Escrituras. Era porque allí se cumplían todas sus
predicciones y los discípulos debían creen en El como que era realmente el
enviado del Cielo. También aquí, al hacer mención a las partes a El referidas
en el sagrado Libro, Cristo recurrió a Su memoria. Los libros de Su tiempo no
eran adecuados para leer por el camino. El Señor Jesucristo conocía las
Escrituras y las podía citar de memoria.
El
Señor Jesús Cristo creía en todas las Escrituras como la Palabra Divina. El no aceptaba
una sentencia y recomendaba otra. El Cristo no veía en el Santo Libro leyendas
folclóricas de par en par con revelaciones de Dios, narraciones inverosímiles
al lado de datos históricos. Para El todo el Libro contenía la pura verdad que
era emanada del Cielo. “Santifícalos en
tu verdad; tu palabra es verdad” (San Juan 17:17) Incidentalmente, lo que Jesús
aceptaba como Palabra de Dios, revelación del Cielo para los hombres, era el
Viejo Testamento. El Nuevo Testamento no existía en Su tiempo. Las Escrituras a
las que El tantas veces recurrió tanto en Sus enseñanzas, como en Su vida, eran
los escritos de Moisés, los Salmos, los Profetas – Daniel, Isaías, Jeremías y
otros.
El
Cristo creía en los escritos de Moisés, los primeros cinco libros de las
Escrituras. Como efecto, El puso los escritos de Moisés en un pie de igualdad
con Sus propias enseñanzas. A los hombres de Su tiempo que estaban en contra de
Su doctrina, El les dijo: “No penséis que Yo
voy a acusaros delante del Padre; hay quien os acusa, es Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza.
Por que si creyeseis a Moisés, me creeríais a Mi; porque de mi escribió él”. (San
Juan 5: 45-47)
El
Señor Jesús Cristo creía en el Génesis. El creía en la historia de la creación
en que el mundo y en lo que en el había, vino a la existencia por un acto de
Dios. El creía en la afirmación de las Escrituras de que el hombre salió de las
manos de Dios: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y
hembra los hizo? ¿Por esto el hombre dejará padre y madre y se unirá a su mujer
y los dos serán una sola carne? (San Mateo: 19: 4-5) El relato de este acto de
Dios se halla en Génesis 2: 21-24. Cristo creía en la historia del diluvio
universal y comparó las condiciones del mundo en el tiempo de su venida a la Tierra a las condiciones
que prevalecían en los días del patriarca Noe. (San Mateo 24: 37-39).
Aún
hoy hay “sabios” que no creen en el Génesis. Ellos son más sabios que el
Cristo. Lo extraño es que muchos de ellos aún pretenden ser llamados
cristianos. Son seguidores de Cristo que no creen en lo que El creía. ¡Son
discípulos más bien informados que el Maestro¡
El
Señor Jesús Cristo creía en los Salmos como la Palabra de Dios. También
creía en la historia de Jonás. Cierta vez El dijo: “Una generación mala y
adúltera pide una señal: más ninguna señal le será dada, sino la del profeta
Jonás. Porque así como estuvo Jonás tres días y tres noches en el vientre del
gran pez, así el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en el corazón
de la Tierra. Los
hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación y la
condenarán; por ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás y he aquí más
que Jonás en este lugar” (San Mateo 12: 39-41)
Si, Cristo creía en “todos los profetas” San Lucas 24:27)
Durante
los largos siglos de existencia de la llamada “iglesia en el desierto”, - la
iglesia judaica – se desenvolvieron vastos sistemas de ideas humanas, que tomaron el lugar de las enseñanzas del
Libro Sagrado. La Escritura
llama a ese sistema de ideas o prácticas “tradición de los ancianos”,
“tradición de los hombres”. (San Marcos 7: 3-8). El Cristo entró en conflicto
con ese sistema, ordenó y sobrepuso a él la autoridad de las Escrituras. San
Mateo relata: “Entonces se acercaron a Jesús ciertos escribas y fariseos de
Jerusalén, diciendo: ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los
ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan. Respondiendo él, les
dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra
tradición? Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre y El que
maldiga al padre o a la madre, muere irresistiblemente. Pero vosotros dices:
Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a Dios todo aquello
con que pudiera ayudarte, ya no ha de honrar a su padre o a su madre. Así
habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. (San Mateo 15:
1-6) Allí está: Prácticas establecidas por los líderes del pueblo de Dios. Más
ellas contrariaban a las Escrituras y Jesús por eso las condenó. “Hipócritas”
dice El, bien profetizó de vosotros Isaías
cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; más su corazón está lejos de mi.
Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamiento de hombres. (San
Mateo 15: 7-9)
En
otra ocasión Jesús puso en boca de personajes de una de sus parábolas diciendo
que muestran ser las Escrituras la más clara y autorizada revelación de Dios. “Si
no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se
levantare de los muertos” (San Lucas 16:31) En otras palabras: si rechazamos
las Escrituras, no `podemos hacer nada más para que Dios nos muestre el camino.
Si,
para el Señor Jesús Cristo, todas las afirmaciones de las Sagradas Escrituras
eran en forma integral, la
Palabra de Dios. En el decir de San Pablo: “Toda la Escritura es inspirada
por Dios” (II Timoteo 3:16) “Porque nunca jamás”, escribió San Pedro,
“cualquier profecía fue traída por la voluntad
humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el
Espíritu Santo” (II San Pedro 1:21) Aunque fue dado por instrumentos humanos,
el libro no contiene ideas humanas, El es la expresión de la mente de Dios.
Los
propios autores sagrados reconocían que eran tan solo portavoces del Cielo. “El
Espíritu del Señor habló por mi, escribió David y su palabra estaba en mi boca”
(II Samuel 23-2) El profeta Isaías en su visión de Dios, oyó la voz del Señor
que le decía: ¿A quien enviaré y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo:
Heme aquí, envíame a mi. Y dijo y di a este pueblo: Oíd bien y no entendáis;
ved por cierto, más no comprendáis” (Isaías 6: 8-9) Jeremías, al ser llamado
por Dios, oyó estas palabras del Señor: “He aquí he puesto mis palabras en tu
boca” (Jeremías 1:9) La mayor parte de los capítulos de Ezequiel se inician
así: “El trajo a mi la palabra del Señor diciendo: El pequeño vigésimo quinto
capítulo emplea siete veces la expresión: “Así dice el Señor Jehová” Esta misma
expresión o su equivalente, ocurre cerca de 300 veces solamente en el libro del
profeta Ezequiel.
Las
palabras de las Escrituras, tanto en el Viejo como en el Nuevo Testamento, son
palabras de Cristo, palabras del Hijo de Dios. Refiriéndose a los amigos
profetas, San Pedro escribió: “Los profetas que profetizaron de la gracia
destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta
salvación, escudriñando que persona y que tiempo indicaba el Espíritu de Cristo
que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo y
las glorias que vendrían tras ellos.” (I San Pedro 1: 10-11). Notemos esto: El
Espíritu de Cristo estaba en los profetas del Viejo Testamento y en los autores
del Nuevo Testamento. El Agente Divino que estaba en los profetas y apóstoles –
el Espíritu Santo – operaba como representante de Cristo. Así, toda la Sagrada Escritura
representan palabras de Cristo al hombre
Al
apelar a las escrituras para disipar dudas y esclarecer puntos oscuros; al
escudarse en ellas en su humanidad para enfrentar los ataques de Satanás; al
procurar afirmar sobre ellas la fe de sus seguidores; al establecer la suprema
autoridad de ellas en la materia de fe religiosa, el Señor Jesús Cristo
establecía la autoridad y la suprema importancia
de su doctrina. Pues desde el Génesis hasta el Apocalipsis, las Escrituras son
esencialmente palabras de Cristo.-
Tema
traducido de la Revista Servicio
Rosacruz del Centro de San Pablo, Brasil.-
ASOCIACION INTERNACIONAL DE
CRISTIANOS
MISTICOS MAX HEINDEL
Colombres 2113 – Bº Lomas de San
Martín
5.008 – Córdoba – Argentina
E-mail:
cristianosmisticos@argentina.com
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Agradecemos al Sr. Raúl Sasia por este aporte.
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