por Francisco Stiglich Todo mago verdadero debe conocer los modos de operar y tratar con las criaturas de los elementos, ya que ellas ejercen una importantísima acción sobre aquel elemento al que están ligados. No hay obra humana o natural que no este sujeta a la acción de estas criaturas. Dentro de la terminología mágica se suele utilizar el término elemental de un modo tal que puede confundirnos, ya que con este nombre muchas veces se está citando a fuerzas o entidades distintas. Para evitar esta confusión vamos a realizar una breve distinción entre aquellas entidades o fuerzas que pueden citarse de este modo o de un modo similar. Seres elementales de la naturaleza Estos son los elementales propiamente dichos, conocidos en la magia de la antigüedad como ángeles inferiores. Son los seres del fuego, el agua, el aire y la tierra. De ellos hablaremos más adelante. Elementales kama monásicos Es muy común que se llame elementales a las ideas fuerzas que habitan en el astral. Estas ideas fuerza, son generadas de manera inconsciente por las todas las personas y de manera consciente por el mago. El trabajo con estas fuerzas corresponde a la rama de la magia llamada “psicurgia”. Elementarios Almas de personas desencarnadas en busca de elevación. Seres elementales de la naturaleza La naturaleza, creada por Dios, es un reflejo de su gloria. Dios ha creado todas las cosas basándose en el material que poseía que era su propia luz. De esto se deriva que la creación posee algo de esta luz divina. La naturaleza, a la que Dios crea en cinco días, es básicamente buena, de hecho, en el Génesis o Bereshith, el libro de la generación, la creación; dios, al terminar la obra de cada día manifiesta la bondad y la luz de cada cosa creada; pues cada día al contemplar lo creado, “Dios ve que eso que ha creado es bueno”, “Y Dios vio que era bueno...” Podemos definir a la naturaleza en dos niveles de vibración; uno llamado “opaco” donde enmarcamos a los reinos animal, vegetal, mineral etc, tal como lo conocemos, y por otro lado está la naturaleza “diáfana” a la cual pertenecen los elementales que son invisibles en estados normales de conciencia pero perceptibles en estados superiores o bajo condiciones energéticas específicas. La naturaleza es “maga”; posee virtudes mágicas ocultas que el mago y el alquimista conocen y aplican. Estas cualidades ocultas, esta magia de la naturaleza, se encuentran estrechamente ligadas a los elementales. Tendemos a pensar a todo ser del reino invisible como un ser sin cuerpo. Esto realmente no es así. Según la enseñanza de la tradición mágica y en especial la de Paracelso sabemos que estos seres poseen un cuerpo de características especiales llamado “cuerpo diáfano”. Su cuerpo posee un nivel de sutilidad que lo hace invisible a nuestros ojos. Así y todo, ellos comen, beben, se enferman, se reproducen y mueren. Posen idioma, vestimenta, vivienda y otras cosas que lo asemejan a los hombres. Pero así mismo no son hombres. Y aun que se acercan en muchas cosas a los animales tampoco son animales ya que estos no poseen por ejemplo un lenguaje articulado en palabras ni habilidades manuales como los elementales poseen. Paracelso dice al respecto. “... no son ni hombres ni animales. Al igual que el mono, que es el animal más parecido al hombre por sus ademanes y sus obras, de la misma manera hemos de entender su relación con respecto al hombre. Y al igual que un cerdo tiene la anatomía de un hombre, de tal suerte que es por dentro como un hombre aun cuando sea un cerdo y no tenga nada de hombre, así pueden ser comparadas esas criaturas (los elementales) con los hombres, los monos y los cerdos aun cuando sean mejores que estos”. Los elementales son criaturas que conjugan dos opuestos. Son por un lado espíritus invisibles y por otro lado poseen un cuerpo real como un animal o el hombre. Pero no son espíritus puros pues poseen un cuerpo por medio del cual se reproducen y alimentan, ni son tampoco animales ni hombres pues pueden realizar con este mismo cuerpo cosas solo posibles para los espíritus como atravesar paredes. ¿Entonces que son? Son, como dice Paracelso: como un compuesto de dos partes, una agria y otra dulce y que sin embargo no se presenta así, o como dos que hayan sido fundidos entre sí y que presenten una única figura, aun cuando sigan siendo ambos. Los elementales conocen como nosotros la muerte. Aun que son criaturas muy longevas, (pueden vivir cientos de años) mueren finalmente. Y en torno a la muerte de estos gira el tema central de la relación de ellos con nosotros.andracos y hadas Los seres de la naturaleza al morir mueren de manera definitiva, ni reencarnan ni resucitan, desaparecen. Solamente pueden alcanzar la inmortalidad por medio de su relación con los humanos. Es por esto que los seres elementales de la naturaleza, han buscado siempre el trato con el reino humano para que por la relación con este le otorgue la posibilidad de la vida eterna. Un mago suele trabajar con uno o más elementales a los cuales custodia y cuida. Amén de los cuidados que estos requieren, al igual que un perro o un gato, los elementales reciben en el trato con el mago la posibilidad de partir al morir hacia donde su aliado esté. Está misma lealtad que va más allá de los limites de la muerte se le atribuye en la magia a los animales domésticos. Según creemos, estos estarán con nosotros donde sea que nosotros estemos luego de la muerte. Los elementales pueden no solamente entablar contacto con los humanos, sino que se cree que es posible para ellos llegar a concebir hijos con hombres o mujeres. Así lo cree Paracelso que dice así miso que estos seres nacidos de elementales y personas serían humanas y no elementales. La tradición mágica considera que ciertas personas llamadas “semidioses” son fruto de estos encuentros. Estas personas poseen cualidades y virtudes humanas y feéricas. Me estoy refiriendo aquí a ser como Merlín de quien se cree hijo de una mujer y un silfo; Hércules, Alejandro magno, también son considerados hijos de silfos y mujeres. Montfaucon de Villars, en su libro “El conde de Gabalís” se hace eco de esta tradición y da como hijos de elementales a Platón. Apolonio de Tiana, Teseo, Aquiles, Sarpedón, Eneas y el misterioso Melquisedec de quien dice que ha nacido del encuentro de un silfo y la mujer de Sem en el arca de Noé. En este libro se cita el nacimiento de Zoroastro como hijo de una salamandra. También el libro conocido bajo el titulo de “El libro de Henoch”, cita el nacimiento de los gigantes, seres del elemento aire, producido por el encuentro entre ángeles y mujeres. Según este mismo relato, estas mujeres fueron luego convertidas en sirenas, seres de agua de características muy especiales. Sabemos que estos seres se alimentan, viven y mueren y que incluso enferman de nuestras mismas enfermedades. Su alimento está ligado al elemento al que cada uno pertenece. Los frutos de la naturaleza que nosotros consumimos son para ellos así mismo fuente de alimento energético. Ellos no consumen los alimentos que les ofrecemos, sino tan solo su energía dejando la “cáscara” vacía de energía vital. Casi todos los reinos elementales poseen jerarquías similares a la de algunos animales o insectos. Se asemejan en esto a las abejas y las hormigas que poseen estructuras sociales jerarquizadas de manera monástica. De hecho la magia considera a las hormigas y las abejas como elementales de cuerpo menos diáfano. Así como los elementales son animales “sutiles”, ciertos animales son elementales “bastos”. Entre estos animales se encuentran las lagartijas, asociadas al reino de las salamandras, los delfines, a las ondinas, las mariposas y las abejas vinculadas a las hadas, las hormigas a los duendes etc. Estos seres fueron conocidos desde siempre por los iniciados en las ciencias espirituales. En un tiempo como el actual, toda referencia a estos temas será tildada de fantasiosa por el espíritu científico y por demoníaca por el espíritu religioso. Sin embargo, está plagada la antigüedad de referencias a estas criaturas aún dentro del marco de la fe cristiana. San Antonio, llamado “el grande”, monje del siglo III conocido como Antonio del desierto, nos ha dejado un bello relato de su encuentro con un elemental que le solicita ser iniciado en la fe cristiana. Sin tratar de ir más lejos, la misma iglesia católico romana ha canonizado a San Cristóbal, un gigante, (elemental de aire) que posee imagen de cinocéfalo, esto es cabeza de perro. Estas cuestiones que hoy resultan al creyente extravagantes, están enraizadas en la historia religiosa de un modo tal que quitarle la existencia de los elementales a esta historia implica cercenar una parte de la experiencia terriblemente valiosa. La tradición que cuenta el nacimiento de los gigantes como fruto del encuentro de ángeles, y mujeres es incluso bíblica. El relato del Moisés, el gran iniciado hebreo lo testifica de esta manera en el libro del Génesis capítulo 6. “Cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la tierra y les nacieron hijas, los hijos de Dios, vieron que estas eran hermosas y tomaron como mujeres a todas las que quisieron. Entonces el Señor dijo: Mi espíritu no va a permanecer activo para siempre en el hombre, por que este no es más que carne; por eso no vivirá más de ciento veinte años. En aquellos días, y aún después, cuando los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres y ellas tuvieron hijos, había gigantes en la tierra: estos fueron los héroes famosos de la antigüedad. La alusión bíblica a los gigantes está presente luego en la lucha de David con Goliat. Goliat era uno de esos “héroes famosos de la antigüedad” a los que hace referencia el relato de Moisés. Sabemos que los gigantes dada su inmensa fuerza física, fueron soldados muy codiciados. Los magos cristianos del Medioevo y el renacimiento, han hablado de estos seres con claridad. Me refiero aquí a maestros como Paracelso y Cornelio Agripa entre otros. Los elementales también fueron conocidos durante la edad media también bajo el nombre de “espíritus familiares”. Los grimorios mágicos más antiguos como las legendarias “Clavículas de Salomón” hacen referencia a ellos y como realizar talismanes para relacionarse. Hacia fines del siglo XVIII el Abbé de Villars, editó el tratado más difundido sobre estás criaturas llamado el “Conde de Gabalis”, enraizado en la doctrina rosacruz. Dentro de la magia moderna, Levy, Papus y muchos otros han dejado tratados sobre los elementales más o menos extensos. La literatura al respecto ha crecido muchísimo desde el siglo XIX. El interés por los elementales llegó a personas y disciplinas diversas; la escuela de Carlg Jung los abordan en torno a los arquetipos psicológicos; Rudolf Steiner se ha ocupado de ellos como criaturas y en su sentido simbólico desde los cuentos de hadas. El universo de los seres invisibles permanece latiendo en nuestra conciencia a la espera de ser descubierto cada día según los ojos de quien mira en cada época. http://espacioarcano.com.ar/#!/-los-elementales *
Muy interesante material a tener en cuenta
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