miércoles, 10 de junio de 2015

Perfección, no Perfeccionismo



Perfección, no Perfeccionismo.

El perfeccionismo es fuente de ansiedad, de estrés y de neurosis, y en consecuencia, es incompatible con la paz interior, con la salud psíquica y con la personalidad equilibrada y armónica. Es preferible ponerse como meta buscar en todo la excelencia, es decir, hacer las cosas lo mejor posible. Pero al perfeccionista, esto no le satisface y pretende el imposible de la perfección en todo, algo que le agota y estresa constantemente. Es supra humano e inhumano buscar la inalcanzable y frustrante perfección, porque todos somos limitados y nadie es perfecto. El constructor se decanta por la excelencia, hace todo lo mejor que puede y sabe. Se acepta como es, con limitaciones, defectos, algunas virtudes y cualidades, y lo disfruta. La mayoría de los perfeccionistas que he conocido, se sentían mal consigo mismos, y al pretender la perfección, acabaron por instalarse en la inanición y el fracaso quejumbroso, trinando contra sí mismos, contra su mala suerte, contra la maldad de los demás y contra la vida. El perfeccionista nunca llega a ser una persona de éxito por culpa de su mente dicotómica, que todo lo percibe y proyecta en la línea de todo-nada. No le interesan los pequeños éxitos, no soporta aprender de los fracasos y al pretender este imposible, se instala en la renuncia, en no intentar nada si no tiene garantizado el éxito. El ser humano está pensado para superar obstáculos, vencer dificultades, asumir responsabilidades y lograr objetivos. Las cosas casi nunca salen a la primera y mucho menos a la perfección; y a lo máximo que podemos aspirar los humanos, es a poner todo el esfuerzo, toda nuestra inteligencia y todo nuestro empeño en aquello que nos proponemos. A eso llamamos “actitud inteligente”, que suele tener como consecuencia excelentes resultados.


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