Pitágoras y el Ocultismo
La ciencia oculta o ciencia hermética es la primera ciencia que existió en la historia de la humanidad, es el conocimiento del hombre, el conocimiento del universo, el conocimiento de las leyes que nos mueven, un poco el conocimiento de los qués y los porqués.
Ocultistas como Ramón Llull, Giordano Bruno, Flamel, Pitágoras, estudiaron y trabajaron durante años leyendo, comparando, buscando, experimentando y encontrando leyes tratando de entender el universo.
Tal vez se identifica a Pitágoras más como un matemático que como un gran ocultista, que de hecho todo su esquema de las matemáticas lo desarrolló para explicar el del universo.
Para Pitágoras todo nacía del cero, lo que llamó el huevo cósmico.
Pitágoras concibe la idea del universo con los números como clave, lo cual no es matemático, es algo más profundo.
El cero es una cosa muy curiosa, se parece mucho a un huevo, y el huevo nos sugiere la primera idea de que no hay nada, pero sin embargo alberga el potencial de todo. Hasta que el huevo no haga eclosión la vida no existirá; en la nada está contenido el todo. Y ésa es un poco la idea de Pitágoras. De esa nada surge algo, un punto, la primera energía, el primer concepto, el uno, y ese uno lo contiene todo; pero claro, está completo, no se puede mover de ahí, está parado. Al uno se le ocurre dividirse en dos y así puede ir y venir. El uno se rompe, se divide sin perder su identidad.
El uno crea el más infinito y el menos infinito; sin dejar de ser infinito se convierte en el máximo lleno y en el máximo vacío. Genera el espacio y el tiempo. Si hay dos se requiere una separación; si hay una separación existe un aquí y un allá, y por tanto una posibilidad de movimiento; sin espacio no existe el movimiento y por tanto la posibilidad de acción y al mismo tiempo existe el tiempo, un antes y un después, hay una diferencia de tiempo; sin el tiempo es imposible el movimiento porque el movimiento es el desplazamiento en el espacio durante un periodo de tiempo. Si no hay tiempo no puede haber desplazamiento, si no hay espacio no puede haber desplazamiento.
Pitágoras creó una escuela filosófico hermética (Escuela Pitagórica) absolutamente esotérica, en la que se practicaban el naturismo, el vegetarianismo y el cuidado del cuerpo. Que Pitágoras estableció el famoso Teorema no como explicación del triángulo rectángulo sino como una explicación de la relación entre el hombre y el universo. Nadie cuenta que la mitad de los matemáticos, los más importantes que han existido a lo largo de la Historia, todos han sido esoteristas: Fibonacci (padre del número Phi, la regla áurea, la relación perfecta entre la proporción menor y la proporción mayor para que la estética sea perfecta), John Dee, Newton, etc.
Siempre ha habido intereses, círculos que intentan deliberadamente que el ocultismo se desprestigie y se vea como pura superchería, sin contenido ni conocimiento subyacente; como algo propio de gente descentrada o sin cultura. Otros lo entienden como algo más exterior que interior, en el sentido que se contentan con el típico coqueteo con diversas mancias, hechizos y magias o tomando el conocimiento como simple teoría, y se olvidan de la parte verdaderamente esotérica, que es la que implica el compromiso personal con la Obra.
Pitágoras fue el primero en utilizar el término Cosmos para describir el orden y la armonía inherentes a un universo regido por unas leyes cognoscibles e inteligibles por el hombre a través del número que es el principio elemental, «la esencia de todas las cosas», componente esencial de la armonía matemática que debe guiar, con finalidad religiosa, toda investigación sobre el universo.
Pitágoras alcanzaría esta iluminación, tras sus viajes, a través de su propia reflexión sobre la sabiduría milenaria de los pueblos de Oriente Próximo.
De los egipcios aprendería que las formas de las figuras geométricas se ajustan a números y proporciones y de Mesopotamia que los movimientos de los astros están regidos por leyes numéricas.
De su propia experimentación, Pitágoras deduce que la armonía musical también está regida por el número. De estos tres hechos, tras una audaz extrapolación, Pitágoras estableció que «el número es la esencia del universo» y que «el número es la raíz y fuente de la naturaleza eterna».
Bajo estos presupuestos vitales e intelectuales, Pitágoras funda una comunidad en la que los aspectos científicos y religiosos están íntimamente asociados de forma mística.
Se trata de un culto ritual que recuerda a los adoradores de Orfeo, donde las armonías y misterios de la Matemática y de la Filosofía eran partes esenciales y cuya influencia no tardó en hacerse sentir en toda la Magna Grecia e incluso en Roma.
El principal objeto de las doctrinas pitagóricas era la purificación del alma o catarsis mediante la permanente prosecución de estudios filosóficos, matemáticos y cosmológicos, emprendidos como factores de sublimación espiritual para la dirección de la existencia, merced a la identificación intelectual –filosófica– con la gran idea divina ordenadora del universo: el número, que integra y confiere unidad a todo un sistema de pensamiento filosófico, científico y religioso.
Las propias palabras Filosofía y Matemática parece que fueron acuñadas por el propio Pitágoras para describir sus actividades intelectuales, como elementos de elevación moral hacia la salvación.
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