jueves, 9 de septiembre de 2010

Arte - Recopilaciones por el Hno. José Ocampos

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Arte
Recopilaciones por el Hno. José Ocampos

Hacer arte, cualquier tipo de arte es un acercamiento a Dios más
profundo que todo pensamiento, filosofía o teologías abstractas. El arte
es análogo a la contemplación, o es contemplar en el pleno y verdadero
significado de contemplar la belleza..

El arte es la virtud de descubrir la belleza. Según algunos entendidos:
es la reencarnación de la BELLEZA.

Todas las cosas están tan íntimamente ligadas entre sí, que es
imposible tocar o maltratar una flor, sin que en el firmamento una estrella
no se estremezca. Es que la flor es un símbolo del arte y hay que
tratarla muy delicadamente.

En la vida no podemos seguir actuando siempre de la misma manera.
Hay que encontrar, descubrir el arte para progresar, para perfeccionarse
todos los días, aunque sea de a poco.

Hay veces en que necesitamos dar un cambio de rumbo a nuestra
vida y ese paso es un verdadero arte, porque necesitamos tener muy
fina percepción de los diferentes elementos que necesitamos pulir o
cambiar.

Saber sufrir es realmente un arte y talvez sea el más importante y
difícil de la vida.

Los hombres y las mujeres que buscan ser superiores tienen que
permanentemente buscar el arte para obtener un desarrollo más elevado,
sutil, delicado, de alto nivel de perfeccionamiento.

Los triunfos tienen un grato sabor. Conocemos el precio de lo logrado
y en consecuencia, le damos más valor. Triunfar luchando, re-

nunciando a muchas cosas, es porque hemos descubierto el arte del
renunciamiento a las perjudiciales frivolidades que tanto perjudica. En
cambio, abrazamos con alegría el arte del esfuerzo, del sacrificio, de la
entrega total para llegar al objetivo.

El hombre es un ser que trata de muchas maneras de descubrir el
arte de mantener su imagen positiva. Duele que nos llamen hipócrita,
irresponsable, mentiroso, cretino, falso, trepador. A nadie le gusta los
adjetivos tan poco lisonjeros; entonces debemos descubrir el arte de
contrarrestar toda esa avalancha de penosos insultos, aplicando el arte
del amor al Señor para que nos de fortaleza y rectitud para no manchar
nunca nuestro nombre.

Hace muchos años, decía Platón: Educar no es sólo plantar conocimientos.
Es despertar el arte de descubrir potencialidades latentes,
remover las riquezas que duermen dentro del corazón de los alumnos.
Educar no es sólo plantar conocimientos, transmitir experiencias. Educar
es ayudar a los hijos a que tengan el arte de descubrir sus grandes
tesoros interiores para que se puedan realizar.

Siempre habrá manos ingratas tirando piedras en nuestros caminos.

Siempre habrá manos envidiosas clavando espinas en nuestra
sensibilidad. La redención debe pasar ciertos calvarios para que podamos
sentir más cerca la claridad interior, para que descubramos el arte
y la riqueza mayor de la inmolación.

Por lo general los jóvenes no son buenos escritores: ¿Por qué?.

Simplemente porque todavía no han vivido lo suficiente. El arte moderno,
sólido y consistente sólo crece en la vida, con sufrimiento maduro.

El arte es vivencia, asimilación. Un mundo interior que brota hacia
afuera, después de mucha sedimentación, sufrida y callada.

Abrir y cerrar la ventana es un gesto tan simple y rutinario, pero
cuando se abre la ventana de la vida, para que entren el sol, el paisaje, el
perfume de las plantas, el azul del cielo, el canto de los pájaros, el murmullo
de las calles, las esperanzas y las alegrías de mis hermanos; entonces,
abrir ventanas no es rutina, es un verdadero arte para recibir el amor.

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SEÑOR: que sea humilde, silencioso, santo y bueno, sin jamás
perder mi corazón de niño bueno y tener el arte de saber analizar los
menores detalles de la vida.

Las oportunidades revolotean cerca pidiendo entrar, ofreciendo alegría,
paz, esperanza, horizontes más claros, mejores garantías, nuevos
empleos, tareas compensadoras, objetivos más nobles.

Legiones de incautos, displicentes, no encuentran, no descubren
el arte de prestarle la más mínima atención.

¡Todo me sale mal! ¡Están equivocados! Ellos son los malos artistas
en el arte de vivir y vencer. Nunca aciertan. Pasan los días durmiendo.
Son unos eternos desafinados en la sinfonía de la existencia. Tienen
voz y oído pero nunca aciertan el tono ni el ritmo. Viven desafinados en
la orquesta de la existencia.

¡Cuántas veces en la vida la culpa es nuestra únicamente!. No es
de la vida de los otros ni de Dios. Por falta de humildad, nos cuesta tanto
admitir esta dura realidad. Echar la culpa a terceros fue siempre la salida
más cómoda y superficial. Ya lo dijo Pilato lavándose las manos hace
20 siglos.

La vida va pasando, nosotros vamos pasando, pero hay algo que
queda. La vida tiene una proyección que permanece. Lo bueno que en
la vida hayamos hecho. Pero lo que hemos realizado auténticamente
como hechos buenos y que creemos puede quedar como verdaderos
ejemplos.

La ley reguladora del orden, base de paz y de grandeza, no debe
ser impuesta por el capricho de la voluntad, sino dictada por la razón y la
justicia auténtica y no fachada de justicia.

Para implantar una conducta de sana justicia, tenemos que orar,
así estamos en línea directa con el Altísimo y estando con el Altísimo
será difícil que nuestro proceder tenga falla, porque con la bendición del
Señor nuestro proceder será auténtico.

El hombre nace puro y bueno decía un conocido pensador, pero es
la sociedad que lo pervierte. El hombre nace puro porque procede de
Dios; pero desde el momento en que nace, cae en esa charca llamada
sociedad humana, en donde no aprende más que el orgullo, el amor de
sí mismo, el desprecio a los demás y así ya no actúa con autenticidad,
sino con apariencia.

En lo más profundo de todo hay un insaciable deseo de felicidad. El
alma avanzada desea la felicidad exactamente lo mismo que el mundano
buscador de placeres; la diferencia estriba simplemente, en que el
primero por conocimiento y experiencia, no va en pos de la felicidad,
pues sabe que nunca la hallará buscándola directamente, sino que la
encontrará en el servicio y el amor a los demás, y en victoria sobre sí
mismo, mientras que el último persigue el fuego fátuo de la felicidad
aparente en cada forma de placer y esa no es la felicidad.

La mayoría de la gente va en busca de una vida fácil, de una alegría
aparente, la que nunca hallarán, sino precisamente lo contrario.

Las dificultades nos enseñan, nos templan el carácter, nos dan
experiencias, nos dan alegría verdadera, nos templan la fe, nos empujan
al optimismo, nos dan sabiduría, nos hacen ver mejor las cosas y
nos obligan a descubrir fuerzas superiores que tenemos y que nos permitirán
alcanzar felicidad, la auténtica, la legítima.

El fin de la vida es constante esfuerzo y el deseo de llegar a lo mas
noble y alto, a lo mas sereno y sabio; lo que importa es esforzarse con
todo entusiasmo, cualquiera sea el resultado, pero se debe luchar siempre
con la justicia y la verdad. Nada de trucos, nada de acciones deshonestas,
nada de torcidas acciones, sino la absoluta pureza de nuestro
proceder.

En la búsqueda de nuestra meta, tenemos que batallar sin tregua,
sin decaer en el entusiasmo por la causa que hemos abrazado porque
sabemos que cuando uno persigue un fin noble y sano, siempre tendremos
la ayuda del Señor. Cuanto más dificultades encontremos en el
camino, más debe crecer nuestro entusiasmo. Se presente como se
presente la situación, difícil o grave, igual debemos afrontarlo con gran
entusiasmo y el triunfo final llegará porque el sacrificio, la tenacidad, la
voluntad, el tesón que hemos puesto están bendecidos por la misericordia
del Señor que siempre alienta al que se esfuerza legítimamente para
mostrar que cuando se busca llegar a una meta sólo se necesita de la
pureza del esfuerzo sin ningún tipo de emparchamiento ilegítimo.

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464 - JOYAS ESPIRITUALES -- 02/01 -- FRATERNIDAD ROSACRUZ DEL PARAGUAY

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