martes, 13 de noviembre de 2012

El bien y el mal a la luz de la filosofía ocultista






Conferencia jueves 22 de Julio del año 2.004

El bien y el mal a la luz de la filosofía ocultista


              La cuestión que hoy me cabe desarrollar tiene muchísimas aristas y proporciones, a las cuales voy a desarrollar dentro del ámbito que compete a esta fraternidad, que es la del místico y esotérico cristianismo.   Sabemos que no tenemos mucho tiempo de existencia en este plano físico, quizás 80, 90 o 100 años con suerte y que en la misma, oscilamos entre hechos y actos proverbiales de nuestro actuar a aberraciones que ni siquiera la más bestia de las bestias lo realizaría en forma consciente ni inconsciente. 
              Pero ¿qué es el bien? Según el diccionario (22° Edición) de la Real Academia de la Lengua Española proviene del latín bene y que es “Aquello que en sí mismo tiene el complemento de la perfección en su propio género, o lo que es objeto de la voluntad, la cual ni se mueve ni puede moverse sino por el bien, sea verdadero o aprehendido falsamente como tal.” Y el mal, de acuerdo este mismo diccionario es: “Lo contrario al bien, lo que se aparta de lo lícito y honesto. 3. m. Daño u ofensa que alguien recibe en su persona o hacienda. 4. m. Desgracia, calamidad. 5. m. Enfermedad, dolencia.” Es decir, con mucha sabiduría, se asocia a la desgracia, a la calamidad, a la enfermedad.
              Por definición, hacer el bien sería lo que podamos hacer todo cuanto esté a nuestro alcance para establecer la felicidad a lo demás, aún a costa de nuestro sacrificio personal.  Lo contrario, hacer el mal sería en resumen: nuestro egoísmo, es decir, satisfacer todos nuestros gustos aún cuando ello represente la desgracia, el sufrimiento y el dolor para los demás.  Cuando implica el infortunio a los demás, creamos nuestro infierno personal, tanto post mortem como en esta y sucesivas vidas, de acuerdo a las sagradas leyes eternas e inmutables del Creador.
              Para la obtención de las energías internas benéficas como el sentido moral y fortaleza espiritual, no se alcanzan éstas por medio del temor interno o externo sino a través de pasar por el tamiz de la introspección las experiencias de la vida.  Hay muchos canales y senderos para la irradiación del bien dimanados del Cristo interno, siendo la nota-clave para ello el servicio amoroso y desinteresado a nuestros semejantes, realizado éste con mucha inteligencia.
              Nunca no nos faltas oportunidades para servir a nuestros hermanos, sobretodo si observamos y anhelamos el servir.  Muchos lo hacen trabajando en forma familiar y callada, otros se unen a organizaciones filantrópicas y benéficas.  Son tantas las tareas a realizar para todos aquellos que eligen el camino del Bien.  Se puede dar consuelo, paz, enseñanzas, oraciones por los enfermos y por los sanos también, que nunca sabemos como andan de espíritu.
              El mundo sería otra cosa, si nada más nuestras plegarias fuesen altruistas, pero en general lo hacemos por un propósito personal, haciendo que ese gran masa de egoísmo que nubla y poluye al mundo cual smog, siga contaminando y truncando nuestra evolución como seres hijos de Dios.   Nuestro Señor el Cristo dijo: “Como el hombre crea en su corazón así será”.  Y no es que los seres humanos no sean capaces de creer en la buena voluntad, el altruismo, sino que la humanidad anida en su templo-corazón, la astucia, la sagacidad a fin de cumplir los dictados del instinto de conservación y acopio que deviene desde tiempos muy remotos y que se ha convertido en puro egoismo.
              Somos responsables nuestro cielo e infierno de nuestra vida actual; ya que en el pasado tuvimos buenas y malas disposiciones, actitudes, acciones y palabras que nos llevaron a la situación en que estamos.  Pero, aquí y ahora podemos cambiar ese destino de forma inmediata cultivando buenos pensamientos, actitudes, y por sobre todas las cosas bendiciendo y agradeciendo a nuestro Creador por las experiencias y bondades que nos envía, ya que de todas ellas siempre aprendemos para evolucionar, sea por dolor, sea por conciencia siendo por esto el dicho de que somos “artífices de nuestro porvenir”.   Aparentemente es tan fácil pero mientras la mayoría de la gran masa humana que habita el globo terráqueo sigue pensando en los términos en que los hace, nuestro futuro está comprometido con la involución como especie.
              Por medio del conocimiento de las leyes esotéricas u ocultistas, facilitados a través de grandes maestros e iniciados en los mundos espirituales, llegamos al entendimiento de que a través de nuestros sentimientos, deseos, anhelos y pensamientos, arrojamos al mundo una gran cantidad de energías que se unen y al mismo tiempo atraen por ley de afinidad, de otros emitidos por los seres humanos.   Estas energías se expresan con sus polos positivo y negativo, fecundándose y gestándose de este modo inmensas acumulaciones psíquicas que presionan sobre todo a los seres humanos.
              Cuando encuentran a un individuo que por su desarrollo anímico espiritual se preste a darles expresión, van hacia él y por su intermedio operan en el mundo exterior, en forma positiva o negativa, una vez que han madurado.  Las formaciones destructivas creadas por la humanidad durante siglos y siglos cuando han llegado su madurez y encuentran a algún absolutamente maligno, se lanza por medio de éste al mundo externo creando atrocidades.  Son instrumentos de la maldad colectiva, sea consciente o inconsciente creado por el conjunto de nuestros sentimientos, pensamientos de todos nosotros.
              De modo análogo, los individuos que se prestan de ser vehículos de las fuerzas constructivas del bien, son arrastrados por una corriente extremadamente poderosa, que a su paso va destruyendo por fuerte presión, las escorias y ampliando el canal por la cual fluye.  Una vez que ocurre esto, para el que comienza el sendero espiritual, le son arrancadas las escorias espirituales adheridas, lo cual le produce bastante sufrimiento, pero que al avanzar en dicho sendero y abandonar viejos hábitos y actitudes, le sobreviene una inmensa paz del alma.
              Cuando el aspirante al sendero espiritual ya no tiene más que esforzarse en ser virtuoso, sino que los es espontánemente, ya no contribuye a aumentar esos egrégores negativos y pasa a formar por vibración, parte de otras esferas (superiores).   Por lo que hemos señalado y visto, no hay más cielo que el que nosotros mismos seamos capaces de crear e instituir con nuestras bendiciones, pensamientos, actitudes y deseos.
              Cuando traspasamos el umbral de esta vida física, lo objetivo se transforma en subjetivo y viceversa, lo de afuera en lo de adentro, lo externo en lo interno y lo interno en lo externo, de forma que todos nuestros deseos, pensamientos y deseos que hemos tenido para los otros, eso mismo consistirá nuestro infierno, purgatorio o infierno.  Dios mora en nosotros y él actúa internamente para expresarse a través nuestro, con nuestros pensamientos, palabra y obra.  Si anhelamos bondad, belleza, armonía, paz, tenemos que expresarlas nosotros mismos con respecto a las demás personas.
              Todos los pensamientos, sentimientos y acción crean una forma viviente, que lo denominamos elementales de varios tipos, que se vuelven objetivos cuando desparece el cuerpo material.  En el mundo del cine, los artistas de los estudios crean muchos personajes que se convierten con el paso del tiempo den elementales muy fuertes y con mucha vida, ya que millones de espectadores, le dan fuerza con sus emociones y pensamientos.  Es por ello, que no debemos “identificarnos” con los personajes de las películas y debemos administrar sabiamente la dosis de películas que deben ver nuestros hijos ya que es un bombardeo constante al subconsciente que afloraría más adelante y podrían cometer barbaridades pensando que lo que hacen es normal.
              En cambio, sabemos también que Dios es belleza, dulzura, misericordia, bondad, armonía y Luz, es la suprema expresión de todo cuanto elevado y sublime pueda imaginar el ser humano.  Comprendiendo bien  esto, sabremos como crear un cielo perfecto, lleno de luz, luz de Dios, que es la Luz Suprema y el amor de Amores, aún con todos los horrores y defectos que presenciamos en siglo que pasó y en este que comienza, lo podremos crear.
              Entonces, ¿por qué no hacer el esfuerzo y crear un cielo en la tierra?  Si todos los seres inclinados a la espiritualidad en el mundo dedicaran tan sólo unos minutos cada día, en pensar, en sentir, en querer la vida de Dios en la Tierra ¡cómo todo cambiaría!.  La bondad, la dulzura y la armonía coexistirían entre todos los seres humanos y de la especie animal.  Mucha de esta explicación, a pesar de los esfuerzos de los grandes iniciados y maestros espirituales de todos los tiempos por desarrollarla, siendo la principal dificultad en el hecho que la línea que separa el Bien del Mal es tan delgada como el filo de una navaja.  Las mismas fuerzas, los mismos impulsos, los mismos actos pueden ser de una diáfana espiritualidad o de una ponzoñosa materialidad.
              La diferencia se encuentra sólo en el corazón de cada individuo y sólo aquellos que han sido probados una y otra vez, aquellos cuyos ideales se mantienen siempre altos y elevados, a pesar de las circunstancias de la vida, de todos sus sufrimientos y dolores, de todas las decepciones puedan ser considerados dignos de recibir los secretos de los misterios espirituales que dotan de gran poder en todos los ordenes al iniciado.
              Vale la pena esclarecer que los poderes suprasensibles en los niveles más próximos al plano físico, carecen de una ética y una moral, en el sentido que solemos aplicar a dichas palabras.  Hay fuerzas o energías que no son ni morales ni inmorales, son amorales tales como la electricidad, el magnetismo, la gravedad, la energía atómica, energías que pueden ser usadas en ambos sentidos, para sanar o matar.
              Casi todas las fuerzas de la naturaleza son de este mismo tenor, amorales, y los absurdos y horrores que se observan hoy en el mundo se deben exclusivamente al hecho de que es el ser humano que carece de moral y que a causa de ello todas las fuerzas que han sido estudiadas por la ciencia oficial, la cual publica todos sus descubrimientos sin el menor discernimiento ni moral, han sido puestas al servicio de la destrucción masiva y otras, se usan para satisfacer la codicia, la crueldad, o el privilegio de seres satánicos.
              Pero dichas energías que hemos manifestado, aún cuando son muy poderosas, hay otras que son muchísimo más grandes que ellas, pero las sabios maestros del Ocultismo guardan el secreto y la reserva sobre los mismos, no debiendo ser jamás traicionado, pase lo que pase, porque su alcance es terrible, sutilísimo e inescapable.  A fin de cuentas la ciencia oficial sólo ha descubierto energías utilizables en el mundo material y no ha dado con el secreto de energías mucho más poderosas que operan en los niveles supra sensibles.  Gracias al propio materialismo que ha servido de escudo no se ha llegado a conocer las fuerzas o energías más poderosas.
              Entre las energías citadas anteriormente podríamos haber citado a la energía sexual que nosotros la creamos, sin embargo, el ser humano corriente imputa a ésta energía un carácter moral, puesto que, aún en sus propias relaciones matrimoniales, pone un velo de misterio y de ocultamiento como si a pesar de su pretendida legitimidad, la operación de las mismas fuera inmoral.  Sin embargo también son amorales como las otras.  En sí mismas carecen de ética o de códigos, y no se nos ocurriría jamás hablar de la moralidad o inmoralidad de la operación de dichas fuerzas en la fecundación de las flores o de la unión sexual entre los animales. 
              Si vamos al fondo de la cuestión, analizamos que el ser humano aplica una sensación de vergüenza a las fuerzas sexuales generadoras, porque conoce instintivamente que es la exteriorización de la suma total de su Ser (como lo es la savia al árbol) y que estando su personalidad contaminada por la codicia, sensualidad, egoísmo, maldad, odio, etc., que contaminan esas fuerzas creadoras puras al pasar por el nivel de su personalidad, él mismo se avergüenza de esa contaminación y de allí la moral peculiar que surgido en relación con las fuerzas creadoras y sus funciones en el plano material.
              Debemos de hacer hincapié de que lo que estamos hablando de algo que es difícil de transmitir sin provocar malas interpretaciones.  No señalo que la sensación placentera que experimenta el sentido del gusto al comer una fruta dulce sea condenable; así ha sido creada la sensación y la fruta creadora por la madre naturaleza, que es la perfección misma.  El mal no consiste en saborear la fruta dulce creada por ella sino en dejarse degenerar y convertirse esclavo de la fruta.   Así mismo el mal no consiste en satisfacer las necesidades sexuales o creadoras normales, sino en convertirse en un esclavo de la sensación por ella misma; buscarla, anhelarla y entregarse en cuerpo y alma a su satisfacción.  Nada en cuanto vaya en contra la vida natural puede ser bueno y moral, sean cuales fueren las normas artificiales que el ser humano haya establecido al respecto.  Normas que siempre varían en el espacio y tiempo.
              Quisiera que analizáramos el papel del ocultismo y del místico ocultista en nuestra época con relación al bien y el mal señalando que el ocultista es un individuo que ha sobrepasado a los pueblos, las colectividades y el tiempo.  El debe considerar todas las cosas desde la mayor altura espiritual posible y guiarlas de acuerdo con la corriente evolutiva, liberándose de cualquier prejuicio y convencionalismo.  Y en esto radica precisamente su mayor peligro, porque el nacimiento de una conciencia impersonal, superior, espiritual, deja abandonada a la personalidad ordinaria a sus propios medios y a cualquier enseñanza superior dada a personas carentes de madurez necesaria, puede dar a hechos de terribles desviaciones.
              Es por este y otros motivos que los instructores ocultista de cualquier escuela, deben enseñar la parte práctica a individuos absolutamente probados por su fidelidad, lealtad e ideales.   Hasta que los ideales cristianos humanitarios se han hecho verdadera carne en los mismos, hasta que todo su ser esté impregnado de caridad y otros atributos, sea capaz de resistir todos los reveses y las tribulaciones y se haya constatado además su espíritu altruista, de constante sacrificio de sí mismo, de trabajo generoso y desprendido, pase lo que pase, no es posible poner en sus manos las claves de las fuerzas cósmicas, sin cometer un verdadero asesinato espiritual con ellos.
              Estas consideraciones quizás hagan entender mejor los motivos que gobiernan el trabajo de distintos círculos, la necesidad imperiosa que existe de interesar a sus miembros en obras filantrópicas, altruistas y misericordiosas, sea cual fuere la esfera en que el estudiante se desenvuelva.   El menor error que pueda cometer los instructores, puede llevar a verdaderas catástrofes anímicas y espirituales porque las fuerzas materiales sólo pueden causar daños más o menos extensos en el plano material en el cual son utilizadas.  Pero las fuerzas anímicas y espirituales, verdaderas fuerzas cósmicas, por ser impersonales, causan daños universales, aunque aparentemente los individuos que las hayan puesto en operación queden momentáneamente indemnes.  El tiempo cósmico se mide con otras medidas que el tiempo individual, y aunque el individuo será arrastrado más tarde por las mismas energías que el puso en operación, es posible que no le ocurra de forma muy inmediata.
              Dentro de este análisis del bien y el mal, deberíamos aprovechar para analizarlo también bajo la lupa de los resultados de la así llamada Magia Blanca y la Magia Negra, aún cuando estos conceptos no están del todos comprendidos por los estudiantes de ocultismo.  Diremos que nuestra filosofía enseña que no sólo maligno sino cualquier uso egoísta de los poderes mágicos es Magia Negra, debiendo aclarar que el uso egoísta de la magia, es muy común pero por ignorancia de las consecuencias que esto acarrea.  Muchas personas que por curiosidad o adentrarse en lo desconocido se interesan por la Magia Negra (no sabiendo que es negra) cayendo generalmente en ese intento bajo la dirección de los Mano-chantas o supuestos chamanes que en ocasiones envenenan a sus acólitos con pócimas peligrosas, o los hacen poseer por espíritus muy negativos y adictos al alcohol, drogas y tabacos.
Vamos a definir Magia, siendo esta de acuerdo al Diccionario Rosacruz: “Antigua ciencia y práctica de los poderes ocultos de la Naturaleza para
comunicarse con seres superfísicos o ejercer dominio sobre los planos inferiores y
producir efectos visibles. Se clasifica en Teurgia (magia natural o blanca) de carácter.benéfico, y Goecia, (magia negra) maléfica. La magia es un procedimiento mediante
el cual pueden realizarse ciertas cosas no realizables bajo las leyes ordinarias
conocidas. Algunos hombres han investigado las leyes de la Naturaleza, desconocidas
para la mayoría, y se han convertido en adeptos para manipular las fuerzas sutiles.
Emplean sus poderes para ayudar a los demás seres cuando su ayuda puede realizarse
en armonía con las leyes que rigen su crecimiento. Otros que también han estudiado
esas leyes, haciéndose capaces de manipular las fuerzas ocultas del universo, emplean
sus conocimientos con fines egoístas para obtener poder sobre sus semejantes. A los
primeros se les llama " blancos ", y “negros" a los segundos. Ambos emplean las
mismas fuerzas, estando la diferencia en el motivo que les impulsa. El mago blanco
está impulsado por el amor y la benevolencia. Si bien no obra esperando la
recompensa, el alma se desarrolla portentosamente como resultado de su empleo de la
magia. Pone sus talentos a rédito y está ganando el ciento por uno. El mago negro,
por otra parte, se encuentra en un triste estado, porque se ha dicho que "el alma que
peque morirá", y todo cuanto hagamos contrariamente a las leyes de Dios, producirá
inevitablemente el deterioramiento de las cualidades anímicas. El mago negro, gracias
a sus conocimientos y artes, puede, algunas veces durante varias vidas, mantener su
puesto en la evolución, pero seguramente llegará un día en el que el alma se
desintegrará y el Ego volverá a lo que pudiéramos llamar salvajismo. La magia negra
en sus formas más atenuantes, tales como el hipnotismo, por ejemplo, produce
algunas veces el idiotismo congénito en una vida futura. Los hipnotizadores privan a
sus víctimas del libre empleo de sus cuerpos, Por esto, debido a la ley de
Consecuencia, se verán ligados a un cuerpo cuyo cerebro deformado impedirá su
expresión. No debemos deducir de esto, sin embargo, que todos los casos de
idiotismo congénito sean debidos a esas malas prácticas por parte del Ego en una vida
pasada; hay también otras causas que pueden producir el mismo resultado. Respecto a
este asunto dice Max Heindel: "La magia negra se está practicando mucho más
comúnmente de lo que uno se podría suponer, algunas veces en forma inconsciente,
pues la línea divisoria puede consistir únicamente en el motivo, No obstante, si
abusamos de nuestro conocimiento superior, aunque seamos más refinados en la
satisfacción de nuestras pasiones, el resultado parece que será ciertamente
desastroso".
              Como oímos, la magia no es un estudio para almas jóvenes sino para las avanzadas, y aquél  que es competente para enseñar la Magia debe vivir en armonía con los preceptos más elevados de moral conocidos en su época y país.  Este adelanto debe ser profundo, no como el caso de instructores que decían no “haber probado carne durante muchos años” y en cambio bebía.   La meta final del teúrgo o mago blanco es alcanzar “la medida de la estatura de la espiritualidad del Cristo”; y la meta o destino del Mago Negro, cuando menos de aquel que lo hace en sus formas más viles es llegar a ser un alma perdida.
              Entonces, ¿cuáles son los métodos apropiados para desarrollar los dones del espíritu, si no podemos hacerlo por medios artificiales?  Los poderes de la Magia Blanca no se itentan ni se desarrollan por sí mismos; siendo el método para adquirirlos es llevar una vida de servicio vivida lo más elevadamente posible.
              Los fines y métodos de la magia blanca son espirituales, no materiales.  Recordemos las palabras del más gran Mago Blanco que ha caminado sobre esta tierra:  “Aquél que sea el más grande de entre vosotros, que sea el sirviente de todos... Si alguno viniere a mí, dejadle que renuncie a sí mismo, cargue su cruz y me siga..... En qué forma el hombre podría beneficiarse si obtuviera el mundo entero y perdiera su alma... Buscad el Reino de Dios y su Justicia, y todo os será añadido...”  Para la práctica de la Magia Blanca, Max Heindel nos dá una buena regla:  “Existe un camino para prepararse, el cual es seguro; busque a Cristo y mantenga su mente ocupada siempre con el estudio de cómo podría servirle”.
              El Mago blanco, no solamente está impedido de usar sus poderes para sí mismo, sino que está restringido de usarlos para los demás, puesto que un maestro o estudiante podrían al usar sus conocimiento de magia para ayudar a un malhechor en sus dificultades, cometer nada menos que un crimen.  En Argentina, Brasil & Paraguay, las bandas de delincuentes y traficantes de drogas suelen acudir a un “Pai” de las religiones afroamericanas, pero de las líneas más negras, para que realicen un “trabajo” invocando a los seres más oscuros para que los mismos les protejan durante sus asaltos u otros actos ilícitos.
              El auxiliar materialmente a otros seres humanos, sin prestarles ayuda espiritual, es decir hacerlos felices sin hacerlos buenos, es Magia Gris, no Magia Blanca.  El prestar una ayuda material a una persona sin dársela moral y espiritualmente, podría no serle de ninguna utilidad en cualquier caso, porque ciertamente el tendría que pagar tarde o temprano por éste beneficio inmerecido.  El verdadero sanador espiritual no curará solamente porque uno lo desea, no se tiene derecho a desear la salud, el conocimiento, riquezas y talento o cualquier otra bendición, por sí solo.  Debiera desearse con verdadero derecho con el fin de usarlo en el servicio.
              Casi la mayoría de los astrólogos no siguen estos principios; el que lo hace con el único fin de asesor cuando invertir dinero, viajar o firmar documentos no está practicando la magia blanca.  Contrario sensu, el mago blanco predecirá a quien lo consulte cuando podría sufrir una tentación o revés de orden moral o espiritual para que pueda saber reaccionar por propia voluntad y sabiduría, ya que la magia blanca nunca interfiere con la voluntad de otras personas.   Y deberíamos de saber que la magia blanca comienza con el dominio propio, la negra con el dominio de los otros.  Los que practican este tipo de magia, evidentemente son ignorantes, por más que aseguren que son conocedores de sus artes, ya que si fuera esto así, jamás lo realizarían por las consecuencias que en esta y otras vidas le acarrearía.  La ignorancia es sinónimo de pecado y tinieblas.
              Para llegar a la realización del Bien, debemos estar inspirados sin duda alguna por la fuerza incontenible del Amor.  Debemos de buscar en la quietud de nuestras conciencias la gran fuerza, capaz de sobreponerse a todas la vicisitudes y dar consistencia inquebrantable a la fe y al amor que vencerán toda flaqueza y debilidad humana, transportándonos por el sendero del bien.
              El Amor será el único triunfador; el Amor es un sentimiento que se expresa en benevolencia para todos y se manifiesta en acción constante, en servicio al prójimo, amar es sentir con hondura en el corazón y practicar con sinceridad el bien y el servicio.  Con cada acto de Amor damos algo de nosotros mismos, de nuestro espíritu, y esto es lo único que cuanto más se gasta y prodiga, más se engrandece.
              Para hacer el bien y comprender su acción debo decir que no hay que vivir teorizando sino que debiéramos ser objetivos, prácticos y muy inteligentes.  A este respecto, dice Max Heindel que si una estufa hablase y se dirigiese a un grupo de personas con mucho frío, para exaltar las bondades del calor y ella misma no estuviese encendida y llena de carbón, sus palabras sonaría huecas y lejos de remediar la situación, aumentaría los sufrimientos de los oyentes, con la idea de un bien imposible.  Por lo cual recomendamos no ser tan pródigos con las palabras y tan mezquinos con los hechos, porque con ellos es como se contribuye a desequilibrar a la sociedad.
              “Si la luz que hay en ti es oscuridad, cuán grande es esa oscuridad.”  Es el Cristo Interno el que es el Primer Iniciador.  La entrada al Sendero del Bien ha de buscarse dentro, no fuera, pues es un estado de conciencia exaltada.  Pero una vez que se alcanza esa conciencia, el Sendero es objetivo.  Nuestra conciencia no sólo debe trascender los cinco sentidos físicos, sino que debe trascender también el psiquismo ordinario.  Para ser Mago Blanco, debe haber traspasado el foco de su conciencia de la personalidad a la individualidad, el Ego inmortal y siendo esta conciencia abstracta es capaz de aprehender las cosas del espíritu que no tienen manifestación en los planos de la forma.
              Al haber transferido el foco de su conciencia de la personalidad a la individualidad, le son por lo tanto perceptibles cosas que están escondidas al hombre ordinario.  Vive en una evolución, no en una encarnación, y consiguientemente todos sus valores son cambiados.  Puede ver profundamente el reino de la causas, percibiendo hechos que fermentan en los planos internos mucho antes de que se hagan manifiestos en el externo; por lo tanto tiene el don de la profesía.  Viendo las causas, puede a menudo controlarlas.  Operando sobre los planos superiores, que actúan como niveles controladores para los planos inferiores, puede equilibrar fuerza contra fuerza arrojando su voluntad en la balanza; y cambia así la emisión de sucesos sobre el plano físico.
              Bien sabemos que debemos enfrentar, no digamos ya la incomprensión de quienes simplemente nos observan, sino también a veces, la de aquellos que reciben el beneficio de nuestra acción; no obstante, el deber está en hacer el Bien, ya que sobre todo, desde nuestro este punto de vista rosacruz cristiano, comprendemos que la vida es una constante realización del Bien.   La vida es una suerte de agregado de oportunidades, y siendo ello así, es bueno que aprovechemos cada una de ellas para realizar todo el bien posible.
              Hasta el momento, somos en general más deudores que acreedores en nuestros destinos y cuanto más claramente se afirme en la conciencia de cada uno la existencia de esa deuda sagrada, se comprenderá mejor el deber que tenemos que cancelarla en la única forma posible de hacerlo: mediante el servicio desinteresado y amoroso a la humanidad.
              Servir con Amor es la palabra de Ley a la cual debemos ajustar nuestra conducta, pues el servicio para ser verdaderamente tal, debe estar santificado por el Amor, que es la fuerza que retempla en ánimo para llegar a cualquier designio superior.  “El Amor os liberará” dijo el Maestro pues, cuanto más se prodiga, más se reproduce, en lo cual se infiere que si tenemos Amor para todo el Mundo, el mundo entero estará a nuestra disposición prodigándonos Amor.  Ralph Waldo Emerson dijo: “El mundo entero ama a un amante”.
              El estudiante Rosacruz adopta como nota clave de su vida: el Servicio Desinteresado y se educa en la actividad conciente y beneficiosa, persiguiendo un fin bien determinado: la conquista del propio bien, mediante la del bien ajeno.  Ningún esfuerzo en el sentido del bien se perderá sin dar su recompensa, pero es indispensable intentarlo.  Dios da alimento a los pájaros, pero no se lo lleva al nido, el ave tiene que buscarlo.
              Como ejemplo, la vida del Maestro Jesús el Cristo es una fuente inagotable de ellos en que inspirar nuestros actos. Él que no tenía nada que dar, se daba a sí mismo a la humanidad y sus labios no se abrían más que para bendecir. Si bien entendemos que no podemos llegar a tanto y a tan alto, no por eso dejemos de intentar el esfuerzo, que lo contrario sería cumplir mal y faltar a nuestro deber.
              Es este deber que nos indica imperiosamente con fidelidad la ruta trazada por el Divino Maestro, esa verdadera síntesis de armonía, que es la doctrina Rosacruz Cristiana, en la que con una lógica admirable, se amalgama la Religión y la Ciencia, y se explica con inobjetable claridad el porqué de los hechos que ocurren en el mundo.  Es la verdadera religión demostrada, que se nos dejó como preciosa herencia y se puso en nuestras manos  para que tomándola como una bandera del Bien, la leguemos a nuestra vez, con la misma pureza con la que hemos recibido, a nuestros continuadores, como reconocimiento al Maestro.
              A pesar de todo el mal y egoísmo que se percibe, el mundo fue creado por el Amor, y por el Amor y el Bien será redimido, gracias a ese sentimiento primordial, podremos ponernos en armonía con todo lo existente y elevarnos hasta Dios.  ¿Cómo podría la raza humana evolucionar si no pudiese extraer las fuentes inagotables del Bien, las fuerzas que le permitan remontar el curso de la vida para ascender a las serenas cumbres de la perfección?
              En realidad la vida está regida por el Amor y el Bien.  Todo está movido por esa suprema energía, y por consiguiente, nada ni nadie puede sustraerse a su ley inmutable.  El universo está saturado de Amor y del Bien, la energía que los impulsa, las substancias que las compone y lo que determina su acción consecuente.  Conocemos como el mal, en todos sus aspectos, es la transgresión de las leyes naturales. 
              El odio es una de las peores expresiones del mal, ya que es un sentimiento negativo y pernicioso opuesto a la ley de la bondad y del Amor y está todavía tan profundamente arraigado a en la conciencia humana.  Debemos pensar que en muchos casos su presencia no es más que un anuncio de la proximidad del bien, tal como la negra noche es un anticipo de un nuevo y brillante día.
              Siendo tan negativo este sentimiento en todas sus manifestaciones y consecuencias, parecería inexplicable el señorío que ha sentado en el corazón de la mayoría de los hombres, aún conociendo el mal y sus funestos resultados; apena ciertamente pensar, en la ignorancia y debilidades humanas, que parecen no tener límites para justificar tal anomalía. 
              El Bien que representa el Amor y la Armonía, en un futuro acaso demasiado lejano aún, pero hacia el cual se dirige inexorablemente la evolución de nuestra especie, será el sentimiento normativo de nuestras acciones; y el mal respresentado por el odio y otras manifestaciones del mismo, que es su contraste, es el que engendra el desequilibrio.  Es por consiguiente el choque de las pasiones y la violencia en todos sus aspectos y este estado dominante en el mundo de nuestros días, impulsa a los pueblos, a pesar del horror que sienten a considerar posible e incluso a prepararse para la guerra nuclear.
              La guerra no es más que una expresión dolorosa de esa parte negativa del sentimiento del Mal que es el Odio, es el olvido de la Ley del Amor y del Bien, que tiene sumida a la humanidad en constante preocupación y miedo.  Por ello, es necesario reaccionar, esforzándonos por despertar la conciencia a la realidad, enfocando la vida desde un punto de vista optimista y positivo, pues lo negativo como el odio y el vicio, rompen la armonía del vivir con su secuela de dolor y sufrimiento.
              Más poderoso que cualquier bomba nuclear es el Amor, la primera Ley de Dios y que transgredir esa Ley es caer en el mal.  Armonizar nuestra conducta con ésta ley primaria de la vida es la única forma de robustecer el bien en el mundo, el bienestar espiritual, y siendo el espíritu real y eterna del ser, sus cambiantes estados se reflejan hasta en el aspecto físico, ya que el físico no es más que el instrumento de expresión o manifestación del Espíritu.
              Si nos detuviéramos a meditar sobre de los aspectos más interesantes de la ausencia del Bien, sobre la fealdad, desde el punto de vista estético con toda seguridad rectificaríamos nuestra conducta y trataríamos por todos los medios de que nuestras acciones se inspiren en los sentimientos y conceptos más elevados como la caridad, la simpatía, la benevolencia, el altruismo, etc., que imprimen a la personalidad esa soberana distinción, propia de un gran alma o mahatma como se dice en hindú.
              Todo lo que hay en el mundo de ingrato u horrible obedece a la ausencia de Amor, lo mismo puede decirse del Bien y del Mal, en cuanto se refiere a la faz moral.  El Amor dulcifica, suaviza, perdona, inspira acciones nobles de acercarnos en afán de ayuda a nuestros semejantes; y en lo intelectual, en el dominio de la razón.  En cambio sabemos que el Odio como una de las expresiones del mal turba la mente, como si se le pusiese un velo muy pesado y espeso que nos impidiera el claro raciocinio, el análisis sereno y la justa comprensión de los hechos y las cosas.  Podría uno adquirir toda suerte de conocimientos y estar en posesión de infinitas riquezas materiales, pero si todo ello no está santificado por el Amor y ennoblecido por la práctica del bien, no será más que vanidad, ilusión, pura hojarasca a merced de todos los vientos.
              Existe dentro de nuestro MicroCosmos un manantial inextinguible de Luz, Amor y Bien,  sólo nos falta abrir el corazón a su clara corriente para que fluya con caudal inagotable esa fuente de vida, verdad, belleza y se deslice la existencia a través de esa corriente diáfana y pura, cual quería San Francisco de Asís.  Lejos de sustraernos a las corrientes de la vida, debemos tomar posición en ella para ofrecer al mundo toda nuestra capacidad de esfuerzo en el buen obrar para que cada uno de nosotros realice, aunque sea en parte el ideal de un mundo mejor.  La paz que nuestro Señor el Cristo dio a sus discípulos se las otorgue a todos ustedes....

                        Queridos Hermanos/as que las Rosas florezcan sobre vuestra cruz.

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