NUESTRA MISION PERSONAL
Max Heindel nos cuenta aquel episodio del monje que, diariamente, al mediodía, interrumpía sus oraciones para atender las necesidades de decenas de mendigos que concurrían a las puertas del monasterio. Movido por un sincero sentimiento de compasión, el religioso hacía lo posible para saciar el hambre física y espiritual de aquellos infelices.
Cierto día el monje estaba orando cuando una luz fulgurante brilló en el pequeño altar que estaba frente suyo. En medio de aquella luminosidad, apareció, radiante, la figura del Cristo. El monje contemplaba extasiado aquella aparición, cuando las campanas comenzaron a repicar anunciando el mediodía.
El dilema era terrible: permanecería en la capilla deslumbrado ante aquella visión, tal vez hasta intercambiando palabras con el Cristo o ¿atendería a aquella multitud careciente que lo aguardaba allá afuera? Se trataba de una decisión muy difícil de tomar. Presionado por su conciencia más con el corazón contrito, el monje finalmente optó por su misión tan piadosa de todos los días. Lo hizo como siempre, con mucho amor. Terminada la acción altruista, regresó, desolado, a la capilla, imaginando no encontrar a aquella visión. Y cual no fue su sorpresa al encontrarse nuevamente con el Cristo que con una sonrisa le dijo: si usted hubiese permanecido aquí yo ya me habría ido.
Esa narración no solo reafirma que el servicio amoroso y desinteresado debe sobreponerse a nuestros intereses y deseos personales, sino que también debemos ser fieles a la misión que nos hemos impuesto.
Es bueno también recordar el pasaje de Jonás en el Antiguo Testamento. Jonás insistía en no acatar la misión de predicar en Nínive, tarea que le fue confiada por el Señor. Para huir de lo que le fue designado se embarcó en un navío hacia Tarsia. Sobrevino una terrible tempestad amenazando con hundir la nave. Los marineros desconfiando de que Jonás tenía algo que ver con todo aquello lo arrojaron al mar, donde fue tragado por un gran pez. En su vientre el permaneció vivo durante tres días y tres noches, orando sin cesar. Arrepentido de su rechazo decidió aceptar su misión por lo que fue expelido dirigiéndose a Nínive.
Se trata en verdad de una alegoría. Jonás en el vientre del gran pez representa al hombre en lo más profundo de su ser interno, frente a frente con su conciencia. Y así es como nos sentimos cuando alimentamos dudas en cuanto a nuestra misión en el mundo. Ella debe ser bien clara y abrazada sin titubeos. La mejor actitud que podemos tomar es concentrarnos en lo que queremos hacer en el presente y en el futuro, en lo que hemos elegido como nuestra misión personal.
Víktor Frankl, el gran psicólogo austriaco afirmó que: “cuando el ser humano define para si una meta mayor que su propia vida, tiene acceso a una cantidad ilimitada de energía trascendente que lo hace interiormente superior a cualquier obstáculo externo”
Gilberto Silos
ASOCIACION INTERNACIONAL DE CRISTIANOS
MISTICOS MAX HEINDEL
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5.008 – Córdoba – República Argentina
E-mail: cristianosmisticos@argentina.com
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Agradecemos al Sr. Raúl Sasia, por este envío.
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