¿Puede la razón obstruir la percepción mística
interna?
Por
Ralph M. Lewis, F.R.C.
Muchos estudiantes de metafísica y
misticismo, particularmente los miembros de las escuelas populares que enseñan
estas materias, miran la razón como una facultad totalmente mundana. Piensan de
ella como una función mental incapaz de transcender su
propio estado orgánico y aprehender la realidad final o,
como comúnmente se dice, la verdad cósmica. La razón, para estos pensadores,
está reducida a un status más bajo de ese que ellos pueden llamar revelación
psíquica o percepción mística interna.
Desde su punto de vista, razonar sobre un
tema abstracto, un misterio que desafía al intelecto humano, solamente obstruye
la iluminación que se está buscando. La conclusión de la razón es considerada
encarcelar los "altos" aspectos de la mente y prevenir su posible
inspiración divina en un plano más elevado.
A través de las centurias, la razón ha sido
promulgada como un medio principal para arribar a una evidencia de
conocimiento, mientras, por otra parte, se ha pensado que ella es aquello que
realmente podría conducir a los hombres desviándolos de la verdad. Debido a que
la razón dio al hombre una respuesta personal y autoevidente a muchas
preguntas que embrollaban y perturbaban, los filósofos de la antigüedad (y
muchos en períodos relativamente más recientes) la igualaron con la inteligencia
divina.
Estos antiguos reconocieron a la razón como
siendo los más exaltados procesos mentales comunes del hombre. La razón
continuamente se esfuerza por una unidad de experiencia como ella busca
convertir lo desconocido en conocido. Es la razón que mira tras los efectos
para una posible causa. La mente razonante es la verdadera mente pensante.
Razonar es analizar obstinadamente las ideas y luego combinarlas en una
continuidad útil y comprensible.
Todo razonamiento no es necesariamente
pragmático, es decir, que tenga que ver con los asuntos prácticos del día. No
obstante, la razón no provee una orientación personal para nuestra vida porque
nos da una comprensión que reduce la confusión. Las respuestas o soluciones de
nuestra razón personal pueden no ser infalibles, pero nos dan, por lo menos,
una temporaria justificación para los actos que siguen de ella. Los actos
incitados por la razón son un ímpetu íntimo, que es decir que conocemos que
estamos siendo impulsados por la fuerza de nuestro propio pensamiento.
Aristóteles dijo que la razón activa es
un motor que no se mueve, es decir, un tipo de inteligencia cósmica en
la que existe toda forma y toda realidad. Ella impulsa al hombre y a todas las
cosas a manifestarse, siendo, sin embargo, en sí, un motor que no se mueve.
Esta razón activa, afirmaba Aristóteles, penetra al hombre y lo hace
sobrevivir a la muerte; por lo tanto, el alma y la razón activa son presentadas
como teniendo una relación divina.
Alma
Plotino, filósofo neoplatónico, (205?-270
D.C.) declaró que la razón contemplativa es alma. La esencia del alma,
dijo, es un esforzarse después de esa verdad contemplativa que es la
prerrogativa de la Razón Divina. Nuestra común razón humana, afirmaba Plotino,
es la más cercana a la razón contemplativa, que es el alma. En esto, entonces, vemos expuesta la doctrina
de que el alma y la razón contemplativa son un acercamiento a la inteligencia
divina en que se piensa que existe la verdad en su estado absoluto.
En un período relativamente más moderno,
Immanuel Kant (1 724-1804) dijo que nuestro mundo exhibe tres aspectos: 1. Un sujeto pensante y perceptivo, como el
hombre; 2. Un mundo de fenómenos que el ser pensante percibe; 3. Los objetos
del pensamiento en general. La razón, afirmaba Kant, trata de introducir una
unidad absoluta en cada uno de estos factores. En otras palabras, Kant afirmaba
que la razón está en busca del alma como el terreno unificador de la actividad
de la mente. De esto podemos deducir que Kant implicó que la razón es el instrumento
que usa el alma para revelar al hombre su fugaz resplandor de realidad.
El tiempo ha mostrado los numerosos errores
existentes en el razonamiento de muchos de los grandes pensadores, tales como
Aristóteles, que muy a menudo, especialmente antes de la época de Aristóteles,
acudieron a la razón exclusivamente para explicar los fenómenos de la
naturaleza más bien que usar cualquier método empírico u objetivo de indagación
y búsqueda. Los filósofos escolásticos de la Edad Media, asimismo, dependían enteramente
en la razón para encontrar una respuesta a cualquier pregunta que dejara
perpleja a la mente. Cualquier cosa que fuera lógicamente satisfaciente (esa
que la razón no podría refutar) era aceptada como verdad. Existía muy poca
intención para substanciar con hechos las conclusiones de la razón.
Mucho de lo racional de los primitivos
pensadores no era lógicamente perfecto, y críticos posteriores fueron capaces
refutarlo usando los mismos métodos lógicos. John Locke, filósofo inglés, en Un
Ensayo Concerniente con la Comprensión Humana, preguntaba por qué
los hombres razonan tan pobremente. Procedió, entonces, a dar tres respuestas a
su propia pregunta.
Primera: La mayoría de las personas jamás
razonan del todo. Son conducidas por el pensar de otros, y sostienen opiniones
por fe y no por investigación original. La autoridad de otros sobre la que se
basa la fe crea certeza, pero es peligrosa porque conduce a aceptación
dogmática. Segundo: La razón está impedida por las emociones. "Sentimos"
antes de pensar en respuesta a la mayoría de la experiencia. Esto cubre a
nuestra verdadera razón y lleva a una mente cerrada y de juicio
anticipado. Tercero: Nuestra mente está
limitada a la parcialidad. "Vemos, pero en parte, y conocemos, pero en
parte". Esto, entonces, lleva muy rápidamente a la generalidad.
Se nos conduce a la percepción mística
interna y a la apertura de canales de intuición o de percepción interna por la
prueba intelectual de la razón. Esa es razón contemplativa que establece un
motivo, un objetivo para una actividad intencional de la mente. Es
principalmente el método de razonamiento deductivo de un principio general, que
finalmente engendra ese estado de consciencia que puede resultar en experiencia
mística. Es la abstracción del hombre, por ejemplo, acerca de una Causa
Primera, Dios, una Mente Suprema, o acerca de causas naturalistas que crean
para él el estado de ánimo por medio del cual puede eventualmente inducir ese
estado meditativo por el cual tuvo la experiencia mística del asunto.
Verdad
La razón puede arribar a una respuesta que
sea satisfactoria para el intelecto, pero puede carecer de realismo de lo que
puede llamarse la verdad de la percepción mística interna. Sin embargo,
la conclusión de la razón para la persona que todavía no ha alcanzado la
percepción mística interna relacionada con algún asunto, puede ser
convincente. Es entonces solamente
después de que uno ha tenido percepción mística interna con referencia al
mismo asunto, que puede aparecer para uno tener una más grande claridad y
autoridad que razón provista.
Puede realizarse que es solamente condicionando
primeramente la mente objetiva por medio de la contemplación de ciertos temas
profundos que eventualmente abrimos los canales para tales experiencias psíquicas que pueden
llamarse la gran iluminación. Nadie es súbitamente iluminado con
relación a un asunto al que jamás le ha prestado algún pensamiento. Debería
considerarse que las ideas que la mente humana concibe necesitan primero haber
estado relacionadas con algún precepto previo para su comprensión.
Simplemente, la iluminación intuitiva o
psíquica debe ser en términos de tener una relación a algunos elementos de
previas experiencias objetivas o de ideas que salieron de ellas. La iluminación
debe ser en términos de nuestro lenguaje y de nuestras cualidades sensorias.
En el análisis final está la razón, el intelecto, que debe formar la
experiencia mística en un total comprensible.
Como una alegoría, el tema de Dios (lo que
es o significa) es completamente subjetivo. Esto es algo que no puede ser
transmitido a otro en el mismo sentido íntimo en el que uno forma su propia
idea acerca de ello. El concepto persona de uno de tal idea abstracta no puede
ser establecido empíricamente en una forma que pueda ser percibida igual por
los sentidos de otras personas. La idea de Dios es completamente una
interpretación individual de uno que ha contemplado tal idea. El intelecto da
pensamiento a la idea de Dios y llega a una conclusión que puede ser o no una
realidad que corresponda a ello, y, si es así, cómo podría ser. La razón puede
no engendrar suficiente respuesta emocional para dar realidad a la propia
conclusión de uno. Pero un sincero e intenso razonamiento contemplativo acerca
del tema puede producir ese destello intuitivo que substancia o efectúa hasta
un más grande desarrollo de la idea.
En la meditación hay estados
positivos, activos y pasivos. El estado positivo
es el propósito intencional que uno
tiene para arribar a, por ejemplo
una respuesta que la razón todavía no ha producido. La gran mayoría de los
meditadores son aquellos que buscan conocimiento de una clase
específica. Quizás, como otra analogía, ellos deseen paz. Pero
primeramente la razón o la contemplación ha establecido en sus mentes alguna idea
de lo que la paz debería ser. Obviamente, ellos no buscarían algo de lo en que
ya no tuvieran por lo menos una opinión.
El estado pasivo de la meditación es
donde el meditador no ha formulado específicamente algún objetivo que espere
alcanzar en el procedimiento. Sin embargo, él ha formado un concepto de
lo que la meditación es en general. y lo que puede derivarse de ella. Puede no
conocer exactamente sus resultados, pero la considera como una ayuda personal
para él y su razonamiento y, por consiguiente, es razón que ha predeterminado
la verdadera naturaleza y función de la meditación a la que el meditador
acude.
Una verdadera iluminación no puede ser
místicamente derivada si la existencia de su contenido no ha sido primeramente
considerada intelectualmente. La razón
debería ser el cimiento sobre el cual descansa la búsqueda de iluminación
mística y meditación. La meditación debería ser la corte de última apelación y
el examen crítico de la razón. Aquel que primeramente no piensa ha
desdeñado proveer la luz de percepción mística interna para reflejar sobre
ella.
*
No hay comentarios:
Publicar un comentario