viernes, 16 de mayo de 2014

Energías de los cuerpos sutiles y relaciones humanas


Energías de los cuerpos sutiles y relaciones humanas
Hay dichos populares para todo, especialmente cuando hablamos de las relaciones que establecemos entre los seres humanos, desde amistades superficiales hasta matrimonios consumados, que tienden a explicar movimientos energéticos con frases tipo “los opuestos se atraen” o “Dios los cría y ellos se juntan”. En estudios ocultistas, esotéricos, místicos y metafísicos, se le da mucha importancia a este tipo de energías que se mueven entre las personas cuando se inicia una relación entre ellas, ya que son de suma importancia para entender porque unos se atraen, otros se repelen, unos son felices durante 80 años y otros no se aguantan más que tres días.
En este tema, hay que abrir la mente para entender que no solo están en juego las atracciones puramente sexuales y de carácter, sino que las relaciones establecidas entre dos personas se producen y existen a nivel de los siete cuerpos sutiles que poseemos, y la relación tendrá una connotación distinta según el número de capas o cuerpos que se hallen conectados entre esas dos personas.
Una fuerza vital, dos polaridades
Decía Dion Fortune en varios de sus escritos que, para el sostenimiento de la vida basta con una fuerza única, la fuerza vital de la Creación, a través de nuestro SER y espíritu, pero que para expandir esa creación hacen falta dos fuerzas: una dinámica, activa y actuante, y otra inertemente potencial y pasiva. Una que se considera el aspecto masculino de la energía, y otra que se considera el aspecto femenino de la misma. Allá donde estas dos fuerzas o polaridades se encuentren e interactúen, se puede dar por asegurado la puesta en marcha de movimientos energéticos que, entre otras cosas, dan lugar a la continuidad de la vida misma.
En el plano físico, todos tenemos un cuerpo orgánico que determina nuestra polaridad energética principal, somos hombre o mujer, masculino y positivo o femenino o negativo. Las fuerzas vitales y sexuales que actúan en el primer cuerpo del ser humano están determinadas puramente por la actividad química del sistema endocrino, y las hormonas generadas, produciendo así la estimulación de nuestros sistemas reproductores, que varia según la composición química de estas hormonas que circulen por la sangre. Cuando en una relación entre dos personas de distinto sexo interactúan fuerzas que involucran solo el primero de los cuerpos que poseemos, sin ninguna añadidura por parte de las fuerzas de cuerpos sutiles superiores, tenemos el sexo físico, puro y duro, desprovisto de todo acompañamiento o relación energética superior. Es cuando en una relación entre dos personas se empiezan a involucrar al resto de cuerpos sutiles, que empezamos a entender de donde viene la sabiduría de los refranes anteriores.
La polaridad de los cuerpos sutiles
Como ya sabéis, cada capa o cuerpo energético hace de contenedor para el cuerpo o capa inmediatamente inferior. Las capas impares (1, 3, 5 y 7) son estructuradas mientras que las pares (2, 4 y 6) son amorfas y fluidas. Los diversos cuerpos, entonces, son alternativamente positivos y negativos en sus relaciones mutuas, siendo el más sutil positivo respecto con el más denso. Es decir, el cuerpo emocional, es de polaridad positiva respecto al cuerpo físico, que es negativo, siendo el cuerpo físico el estimulado siempre por la acción de las emociones “activas” de la persona. En otras palabras, cuando el cuerpo emocional está involucrado en la relación entre dos personas, es este quien pone en marcha el sistema físico para que se produzca el intercambio energético en estos dos primeros niveles.
Este mismo esquema se repite en todos los cuerpos, haciendo que, el superior, actué como fuerza activa sobre el inferior, que entonces reacciona y provoca el intercambio y unión energética entre ambas personas. A más cuerpos sutiles están involucrados en una relación, más profunda es esta, pues más partes del ser humano están implicadas en el intercambio entre ambos. Puesto que no todas las personas han alcanzado el mismo grado de evolución, en la mayoría de los casos, las uniones entre parejas se producen solo a nivel del cuerpo físico, instintivo o etérico y emocional, es decir, se es capaz de realizar la unión física, de sentir afecto por la otra persona pero no siempre se llega al compañerismo intelectual, que implicaría la activación mutua del tercer cuerpo sutil en la relación de pareja y conexiones superiores. Cuando dos personas tienen ya los cuatro cuerpos o capas energéticas funcionando en paralelo, se tratarán como compañeros y amigos “espirituales”, además de compañeros intelectuales, emocionales y físicos. Una persona con más cuerpos energéticos en activo que otra, reclamará una actividad acorde a ellos en el intercambio con otra persona, mientras que una persona con menos cuerpos desarrollados se sentirá plenamente satisfecha en una relación solo con la gratificación de sus sentidos y pasiones (intercambio físico y emocional, por norma).
Las leyes que regulan el intercambio energético en una unión entre dos personas
La unión en cada plano depende de que haya intercambio real de energía en ese nivel. Así, en el plano físico, la unión depende solo del uso de nuestro cuerpo en el acto sexual. En el plano emocional, la unión tiene lugar cuando se intercambian los deseos, emociones y sentimientos, en el plano mental, se produce cuando existe simpatía emocional e intereses intelectuales comunes, y en los planos superiores cuando el ideal espiritual es el mismo para ambas personas.
¿Los opuestos se atraen o se repelen?
Y aquí es donde tenemos la respuesta a nuestra pregunta, que depende de la unión en el plano que tratemos. En el primer plano, a nivel físico, los opuestos se atraen, a nivel de polaridad, lo masculino por lo femenino y viceversa. En el segundo plano, el emocional, es al revés, aquello que es igual, atrae a más de lo mismo, “Dios los cría y ellos se juntan”, dice la sabiduría popular, ya que la atracción en este segundo plano, a nivel emocional inferior, depende de que se comparta una pasión mutua y semejante entre ambas personas.
A nivel emocional superior (el cuerpo emocional tiene diferentes estratos), se invierte la polaridad de nuevo, y la diferencia es la causa de la atracción. Los que tienen un gran poder de amar son atraídos muchas veces por aquellos que necesitan afecto, los que tienen un instinto protector, son atraídos por aquellos que necesitan a alguien en quien apoyarse, etc.
A nivel mental inferior o nivel de la mente concreta, el contenido similar de la conciencia de la persona es el factor que las hace sentirse atraídas, mismos intereses, valores, simpatías y objetivos, mientras que a nivel del cuerpo mental superior o abstracto,  aquellos que poseen y se plantean sus problemas intelectuales desde puntos de vista opuestos son los mejores compañeros, pues se estimulan mutuamente en ese aspecto.
Luego, en los planos superiores, que no están prácticamente desarrollados en la mayoría de los seres humanos, la unión depende del perfil espiritual de cada uno, uniéndose o sintiéndose atraídos por aquella almas que comparten un mismo camino, ideales y visión de la vida.
En conjunto, en una pareja, hay mucho más que la simple relación física o emocional inferior, y todo depende siempre del desarrollo personal que cada uno de los miembros tenga. Muchas veces se produce la evolución conjunta, uno tirando del otro en algunos momentos para ir desarrollando la conexión en todos los niveles, otras veces, siendo imposible hacerlo, viendo como ambos caminos, puntos de vista, entendimientos y formas de percibir las relaciones se vuelven totalmente dispares. Tenemos siete cuerpos que podemos desarrollar y usar para el intercambio y fluido de energías vitales, espirituales, cósmicas, etc., entre nosotros, pero cuando no se usan o no están activos o equilibrados al mismo nivel entre los dos miembros de una relación, es cuando echamos mano de nuevo de la sabiduría popular para entender el porqué del refrán que dice: “el lobo y la oveja, nunca hacen buena pareja”  :—)
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