APRENDER A ENVEJECER
(Andrés Martínez Villagrasa - Requena)
Ante un nacimiento, quien no conoce dice: ”Ha nacido un niño”, mientras que, el que conoce, piensa: “Un ego llega a esta vida en el mundo físico para extraer experiencias”. Ante una muerte, el primero dice: “Ya se ha muerto. Se acabó”, mientras que el segundo piensa: “Un ego regresa a los mundos superiores para asimilar el fruto de las experiencias vividas”.
Cuando un ego nace, su entrada en este centro de entrenamiento que llamamos vida, empieza su actividad hasta el punto que llamamos muerte, un período que podemos dividir en tres etapas. La primera se refiere a la recepción en esta vida y a su preparación para las actividades futuras; en esta etapa, otros le ayudan en su crianza y preparación. La segunda sería la más activa, pues entonces ayuda él a la crianza y preparación de otros, mientras desarrolla una actividad laboral, política y social con influencias en su vida y en el ámbito en donde se mueve. La tercera es la etapa de la finalización o despedida y de preparación para retornar al sitio de donde vino.
La cultura materialista mucho se ha preocupado y hecho para atender a los que llegan, pero muy poco ha preparado para ayudar a los que se van. Sólo conocen este mundo material que ven y palpan y, por lo tanto, tiene interés ayudar al que llega, al que “tiene toda una vida por delante”, pero nada interesa el fin de esa vida, aunque abra las puertas de otra, tanto o más interesante que la que deja. Si en las etapas anteriores aprendió una serie de cosas para su actividad en ellas, ahora debe aprender otras que le serán de mucha importancia; ahora debe aprender a envejecer.
Aprender a envejecer supone ir madurando en el conocimiento de la vida, llenándose de sazón, como el fruto en el árbol.
Supone ir liquidando los asuntos materiales; ir desprendiéndose de todos los valores mundanos que se nos han ido pegando, empezando por los llamados bienes materiales y siguiendo por las glorias, honores y vanidades, que de nada nos servirán.
Cuando hacemos esto, nos desprendemos fácilmente de todo lo que nos ata a este
mundo, como fácilmente se desprende el hueso de la fruta madura.
Supone tomar conciencia de que la muerte no es el fin; si acaso, el fin de una situación, pero el comienzo de otra, de la que puede ser que no sepamos nada, porque nada hemos hecho para conocer cosas de ese mundo al que vamos. Cuando hemos de trasladarnos a otro país, ¿no es aconsejable indagar antes todo lo que podamos sobre él?
Supone, en definitiva, tomar conciencia de que estamos preparando el equipaje para volver a casa.
Boletín Nº 37 AÑO 2.000 - CUARTO TRIMESTRE
(Octubre-Diciembre) FRATERNIDAD ROSACRUZ MAX HEINDEL (MADRID)
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