miércoles, 13 de noviembre de 2013

Amor

Amor 



Los dos principales postulados de las Enseñanzas 
de Jesús son: 

El Teocentrismo, que implica no percibirse a sí 
mismo o a alguien más, sino a Dios como el Fundamento 
principal del universo, como la Meta y el Significado de 
la existencia de todo, dedicando la propia vida a Él, 
preparándose y esforzándose para la Unión con Él y 
ayudando a los demás en este Camino.  

Lo segundo es la preparación de uno mismo para 
la realización del primer punto a través del desarrollo 
del amor emocional principalmente en las relaciones con 
otras personas. Cuando este amor esté desarrollado, 
podrá dirigirse a Dios Padre, lo que asegurará el rápido 
acercamiento y Unión con Él. 
Es muy importante entender que la Unión con el 
Padre es la Unión con Él en el amor, porque Él Mismo es 
Amor, el estado de Amor. Por eso nosotros también 
debemos transformarnos en Amor para que esta Unión 
sea posible. 
El grado de transformación de uno mismo (como 
una conciencia) en energía de amor emocional (a 
condición de que uno también posea la sabiduría y haya 
desarrollado la conciencia cualitativamente) es el índice 
del propio progreso espiritual. (Por el contrario, la 
austeridad y la severidad emocional de muchos 
«pastores» es una indicación de lo contrario). 
El amor no es pensar sobre las buenas acciones ni 
tampoco hacer lo que creemos que son buenas acciones. 
El amor es una emoción, un estado emocional de la 
energía de la conciencia. 
Si alguien se propone como objetivo realizar actos 
de amor, pero no es capaz de amar cordialmente, esto a 
menudo se traduce en un absurdo y lleva a la 
imposición egocéntrica y testaruda de sí mismo, a la 
violencia hacia los otros e incluso a la indignación por 
sus reacciones cuando uno piensa: «ellos no entienden 
mi amor», «no quieren aceptar mis cuidados»… 
El verdadero amor es incompatible con la violencia 
(a excepción de algunos casos en los cuales uno debe  
proteger a alguien de la violencia, a veces sacrificándose 
a uno mismo, y algunas situaciones de educación de los 
niños y de corrección de la conducta de los dementes); 
en caso contrario, no será amor, sino la violación. Y 
ninguna persona normal quiere esto. 
Las emociones desenfrenadas de la pasión sexual 
tampoco son el verdadero amor. Ésta es una pasión, no 
amor. 
Y, por supuesto, el amor no es la mera técnica de 
alcanzar la satisfacción sexual. 
El verdadero amor consiste en las emociones que se 
originan en el corazón espiritual, y los actos del 
verdadero amor son los que se hacen —bajo el control 
del intelecto— sobre la base de estas emociones. 
Las emociones no son un resultado de la actividad 
del cerebro, como los «materialistas» enseñaban, sino 
que son estados de la conciencia y se originan en 
órganos energéticos especiales de la conciencia, y no del 
cuerpo. 
El cerebro, de hecho, reacciona a los estados 
emocionales cambiando su actividad bioeléctrica, 
porque a través del cerebro, la conciencia actúa 
recíprocamente con el cuerpo. Por ejemplo, bajo ciertas 
emociones, la presión de la sangre y el semblante 
cambian y también aparece la sudoración. Pero éstas no 
son emociones, pese a que tales aserciones aparezcan en 
los libros de fisiología escritos por los «materialistas», 
sino que son simplemente reacciones del cuerpo a los 
estados emocionales de la conciencia comunicados a 
través del cerebro.  

En el organismo humano multidimensional, hay 
centros energéticos especiales (llamados chakras o 
dantianes), responsables de regular los estados de 
conciencia. 
Por ejemplo, la actividad mental es responsabilidad 
de los chakras de la cabeza. Las emociones de ansiedad 
y enojo se originan en la estructura energética (chakra) 
de la parte superior del abdomen, mientras que las 
emociones de amor, en el corazón espiritual, que se 
localiza en la caja torácica y que ocupa (si está 
desarrollado) casi todo su volumen. 
La «apertura» del corazón espiritual es el punto 
fundamental en la fase inicial del 
autoperfeccionamiento, porque le permite a una persona 
experimentar por primera vez (para la mayoría de ellas) 
qué es el amor, y no sólo hablar de éste. Sólo después de 
conocerlo, podremos entender «en qué idioma» 
debemos hablar con Dios y con aquellos que están cerca 
de Él. Sólo después de ese momento, seremos capaces de 
encontrar armonía con el mundo circundante de la 
naturaleza viva y con las personas. Y sólo después, lo 
que se denomina «espiritualidad» podrá surgir en 
nosotros; sin esto no hay ningún Camino espiritual. 
En la antigüedad, dentro del movimiento cristiano, 
se desarrolló un método llamado «oración de Jesús» (13)*
*13 Conocido también como «plegaria a Jesús», «oración del 
nombre de Jesús», «oración del corazón».  

para «abrir» el corazón espiritual. Algunos buscadores 
lograron el debido resultado con la ayuda de este 
método [22]. Sin embargo, su efectividad era baja por la 
falta de un conocimiento completo acerca de la 
naturaleza de la conciencia y de la estructura del 
organismo humano. Por consiguiente, sólo unos pocos 
entre aquellos que practicaron la oración de Jesús 
lograron el éxito a través de ésta, y sólo lo alcanzaron 
después de años de trabajo con este método. 
En cambio ahora, poseyendo el conocimiento y 
practicando los métodos pertinentes, uno puede lograr 
el resultado en pocas clases. 
Sobre el amor cordial, Jesús y los apóstoles dijeron 
lo siguiente: 

«¡Bienaventurados los de limpio corazón, porque 
ellos verán a Dios!» (Mateo 5:8) 

«Entren en su templo, en su corazón, ilumínenlo 
con pensamientos buenos, con la paciencia y la 
confianza inquebrantable que ustedes deben tener en su 
Padre. 
»Sus vasos sagrados son sus manos y ojos. 
¡Piensen! Y hagan lo que es agradable para Dios, porque 
haciendo el bien a su prójimo, ustedes cumplen un rito 
que embellece el templo cuyo Dueño es Aquel Que les 
dio vida. 
»Si ustedes tienen intención de realizar obras de 
bondad o amor, ¡háganlas con un corazón generoso y no 
permitan que sus acciones sean gobernadas por cálculos 
o la esperanza de sacar provecho!» (La Vida de San Issa, 
9:12,13,16) 

«¡Nuestras bocas están abiertas a ustedes, (…) 
nuestros corazones están ensanchados!» (2 Corintios 
6:11)  

«¡Que cada uno se preocupe no sólo de sí mismo 
sino también de los demás!» (Filipenses 2:4) 

«Un mandamiento nuevo les doy: ¡Que se amen los 
unos a los otros! ¡Así como Yo los he amado, ámense 
también unos a otros!» (Juan 13:34) 

«¡Sobre todo, tengan un amor profundo los unos 
por los otros, porque el amor cubre multitud de 
pecados!» (1 Pedro 4:8) 

«Si alguien dice: “¡Yo amo a Dios!”, pero odia a su 
hermano, es un mentiroso. Pues si no ama a su hermano 
a quien ve, ¿cómo puede amar a Dios a Quien no ve?» (1 
Juan 4:20) 

«¡Amados! ¡Amémonos unos a otros, porque el 
amor es de Dios! (…) ¡Quien no ama no ha conocido a 
Dios, porque Dios es Amor!» (1 Juan 4:7-8) 

«¡Amados! Si Dios nos amó así, nosotros también 
debemos amarnos unos a otros (…). ¡Si nos amamos 
unos a otros, Dios mora en nosotros, y Su Amor perfecto 
está en nosotros!» (1 Juan 4:11-12) 

«(…) ¡Dios es Amor, y quien permanece en el amor 
permanece en Dios, y Dios está en esa persona!» (1 Juan 4:16) 

«¡No deban nada a nadie, salvo el amor! (…)» 
(Romanos 13:8) 

«Si yo hablo en lenguas humanas y angélicas, pero 
no tengo amor, soy como metal resonante (…). Y si 
tengo el don de profecía y sé todos los misterios y tengo 
todo el conocimiento y toda la fe, tal que puedo trasladar 
montañas, pero no tengo amor, nada soy. Y si doy todos 
mis bienes para alimentar a los pobres y entrego mi 
cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada 
me sirve. 
»El amor es paciente y bondadoso. El amor no es 
envidioso ni jactancioso ni orgulloso; no se comporta 
con rudeza. No es egoísta. No se irrita. No guarda 
rencor. No se alegra de la injusticia, sino que se alegra 
con la verdad. El amor cubre calladamente todas las 
cosas, siempre mantiene la confianza, confía (en Dios) en 
todas las cosas, soporta todas las cosas. El amor jamás 
dejará de existir, aunque las profecías se acaben y las 
lenguas cesen (…)» (1 Corintios 13:1-8). 

«¡Amen a sus enemigos, bendigan a quienes los 
maldicen, hagan bien a quienes los odian y oren por 
quienes los ultrajan y los persiguen! (…)» (Mateo 5:44) 

«(…) Si ustedes aman solamente a quienes los 
aman, ¿qué recompensa recibirán? (…)» (Mateo 5:46) 

«(…) Si tienen amarga envidia y carácter pendenciero (en lugar de amor) (…), no se jacten ni mientan contra la verdad. Esta “sabiduría” no es la que viene de lo alto, sino que (…) es diabólica» (Santiago 3:14-15). 

«¡Quien dice que está en la luz y odia a su hermano 
está todavía en la oscuridad!» (1 Juan 2:9) 

«¡Que el amor sea sincero! ¡Aléjense del mal, 
apéguense al bien! ¡Ámense fraternalmente unos a otros 
con ternura! (…)» (Romanos 12:9-10) 

«¡Amarás a tu prójimo como a ti mismo! (…)» 
(Mateo 22:39) 

«¡Ama a tu hermano! (…) ¡Cuídalo como a la 
pupila de tu ojo!» (El Evangelio de Tomás, 25)  

«(…) ¡Que Mi alegría esté en ustedes, y que su 
alegría sea perfecta! Éste es Mi mandamiento: ¡Que se 
amen los unos a los otros, como Yo los he amado!» (Juan 
15:11-12) 

«Esto les mando: ¡Que se amen los unos a los 
otros!» (Juan 15:17) 

de: Las Enseñanzas  originales 
de Jesús el Cristo - Dr. Vladimir Antonov 





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