Amor
Los dos principales postulados de las Enseñanzas
de Jesús son:
El Teocentrismo, que implica no percibirse a sí
mismo o a alguien más, sino a Dios como el Fundamento
principal del universo, como la Meta y el Significado de
la existencia de todo, dedicando la propia vida a Él,
preparándose y esforzándose para la Unión con Él y
ayudando a los demás en este Camino.
Lo segundo es la preparación de uno mismo para
la realización del primer punto a través del desarrollo
del amor emocional principalmente en las relaciones con
otras personas. Cuando este amor esté desarrollado,
podrá dirigirse a Dios Padre, lo que asegurará el rápido
acercamiento y Unión con Él.
Es muy importante entender que la Unión con el
Padre es la Unión con Él en el amor, porque Él Mismo es
Amor, el estado de Amor. Por eso nosotros también
debemos transformarnos en Amor para que esta Unión
sea posible.
El grado de transformación de uno mismo (como
una conciencia) en energía de amor emocional (a
condición de que uno también posea la sabiduría y haya
desarrollado la conciencia cualitativamente) es el índice
del propio progreso espiritual. (Por el contrario, la
austeridad y la severidad emocional de muchos
«pastores» es una indicación de lo contrario).
El amor no es pensar sobre las buenas acciones ni
tampoco hacer lo que creemos que son buenas acciones.
El amor es una emoción, un estado emocional de la
energía de la conciencia.
Si alguien se propone como objetivo realizar actos
de amor, pero no es capaz de amar cordialmente, esto a
menudo se traduce en un absurdo y lleva a la
imposición egocéntrica y testaruda de sí mismo, a la
violencia hacia los otros e incluso a la indignación por
sus reacciones cuando uno piensa: «ellos no entienden
mi amor», «no quieren aceptar mis cuidados»…
El verdadero amor es incompatible con la violencia
(a excepción de algunos casos en los cuales uno debe
proteger a alguien de la violencia, a veces sacrificándose
a uno mismo, y algunas situaciones de educación de los
niños y de corrección de la conducta de los dementes);
en caso contrario, no será amor, sino la violación. Y
ninguna persona normal quiere esto.
Las emociones desenfrenadas de la pasión sexual
tampoco son el verdadero amor. Ésta es una pasión, no
amor.
Y, por supuesto, el amor no es la mera técnica de
alcanzar la satisfacción sexual.
El verdadero amor consiste en las emociones que se
originan en el corazón espiritual, y los actos del
verdadero amor son los que se hacen —bajo el control
del intelecto— sobre la base de estas emociones.
Las emociones no son un resultado de la actividad
del cerebro, como los «materialistas» enseñaban, sino
que son estados de la conciencia y se originan en
órganos energéticos especiales de la conciencia, y no del
cuerpo.
El cerebro, de hecho, reacciona a los estados
emocionales cambiando su actividad bioeléctrica,
porque a través del cerebro, la conciencia actúa
recíprocamente con el cuerpo. Por ejemplo, bajo ciertas
emociones, la presión de la sangre y el semblante
cambian y también aparece la sudoración. Pero éstas no
son emociones, pese a que tales aserciones aparezcan en
los libros de fisiología escritos por los «materialistas»,
sino que son simplemente reacciones del cuerpo a los
estados emocionales de la conciencia comunicados a
través del cerebro.
En el organismo humano multidimensional, hay
centros energéticos especiales (llamados chakras o
dantianes), responsables de regular los estados de
conciencia.
Por ejemplo, la actividad mental es responsabilidad
de los chakras de la cabeza. Las emociones de ansiedad
y enojo se originan en la estructura energética (chakra)
de la parte superior del abdomen, mientras que las
emociones de amor, en el corazón espiritual, que se
localiza en la caja torácica y que ocupa (si está
desarrollado) casi todo su volumen.
La «apertura» del corazón espiritual es el punto
fundamental en la fase inicial del
autoperfeccionamiento, porque le permite a una persona
experimentar por primera vez (para la mayoría de ellas)
qué es el amor, y no sólo hablar de éste. Sólo después de
conocerlo, podremos entender «en qué idioma»
debemos hablar con Dios y con aquellos que están cerca
de Él. Sólo después de ese momento, seremos capaces de
encontrar armonía con el mundo circundante de la
naturaleza viva y con las personas. Y sólo después, lo
que se denomina «espiritualidad» podrá surgir en
nosotros; sin esto no hay ningún Camino espiritual.
En la antigüedad, dentro del movimiento cristiano,
se desarrolló un método llamado «oración de Jesús» (13)*
*13 Conocido también como «plegaria a Jesús», «oración del
nombre de Jesús», «oración del corazón».
para «abrir» el corazón espiritual. Algunos buscadores
lograron el debido resultado con la ayuda de este
método [22]. Sin embargo, su efectividad era baja por la
falta de un conocimiento completo acerca de la
naturaleza de la conciencia y de la estructura del
organismo humano. Por consiguiente, sólo unos pocos
entre aquellos que practicaron la oración de Jesús
lograron el éxito a través de ésta, y sólo lo alcanzaron
después de años de trabajo con este método.
En cambio ahora, poseyendo el conocimiento y
practicando los métodos pertinentes, uno puede lograr
el resultado en pocas clases.
Sobre el amor cordial, Jesús y los apóstoles dijeron
lo siguiente:
«¡Bienaventurados los de limpio corazón, porque
ellos verán a Dios!» (Mateo 5:8)
«Entren en su templo, en su corazón, ilumínenlo
con pensamientos buenos, con la paciencia y la
confianza inquebrantable que ustedes deben tener en su
Padre.
»Sus vasos sagrados son sus manos y ojos.
¡Piensen! Y hagan lo que es agradable para Dios, porque
haciendo el bien a su prójimo, ustedes cumplen un rito
que embellece el templo cuyo Dueño es Aquel Que les
dio vida.
»Si ustedes tienen intención de realizar obras de
bondad o amor, ¡háganlas con un corazón generoso y no
permitan que sus acciones sean gobernadas por cálculos
o la esperanza de sacar provecho!» (La Vida de San Issa,
9:12,13,16)
«¡Nuestras bocas están abiertas a ustedes, (…)
nuestros corazones están ensanchados!» (2 Corintios
6:11)
«¡Que cada uno se preocupe no sólo de sí mismo
sino también de los demás!» (Filipenses 2:4)
«Un mandamiento nuevo les doy: ¡Que se amen los
unos a los otros! ¡Así como Yo los he amado, ámense
también unos a otros!» (Juan 13:34)
«¡Sobre todo, tengan un amor profundo los unos
por los otros, porque el amor cubre multitud de
pecados!» (1 Pedro 4:8)
«Si alguien dice: “¡Yo amo a Dios!”, pero odia a su
hermano, es un mentiroso. Pues si no ama a su hermano
a quien ve, ¿cómo puede amar a Dios a Quien no ve?» (1
Juan 4:20)
«¡Amados! ¡Amémonos unos a otros, porque el
amor es de Dios! (…) ¡Quien no ama no ha conocido a
Dios, porque Dios es Amor!» (1 Juan 4:7-8)
«¡Amados! Si Dios nos amó así, nosotros también
debemos amarnos unos a otros (…). ¡Si nos amamos
unos a otros, Dios mora en nosotros, y Su Amor perfecto
está en nosotros!» (1 Juan 4:11-12)
«(…) ¡Dios es Amor, y quien permanece en el amor
permanece en Dios, y Dios está en esa persona!» (1 Juan 4:16)
«¡No deban nada a nadie, salvo el amor! (…)»
(Romanos 13:8)
«Si yo hablo en lenguas humanas y angélicas, pero
no tengo amor, soy como metal resonante (…). Y si
tengo el don de profecía y sé todos los misterios y tengo
todo el conocimiento y toda la fe, tal que puedo trasladar
montañas, pero no tengo amor, nada soy. Y si doy todos
mis bienes para alimentar a los pobres y entrego mi
cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada
me sirve.
»El amor es paciente y bondadoso. El amor no es
envidioso ni jactancioso ni orgulloso; no se comporta
con rudeza. No es egoísta. No se irrita. No guarda
rencor. No se alegra de la injusticia, sino que se alegra
con la verdad. El amor cubre calladamente todas las
cosas, siempre mantiene la confianza, confía (en Dios) en
todas las cosas, soporta todas las cosas. El amor jamás
dejará de existir, aunque las profecías se acaben y las
lenguas cesen (…)» (1 Corintios 13:1-8).
«¡Amen a sus enemigos, bendigan a quienes los
maldicen, hagan bien a quienes los odian y oren por
quienes los ultrajan y los persiguen! (…)» (Mateo 5:44)
«(…) Si ustedes aman solamente a quienes los
aman, ¿qué recompensa recibirán? (…)» (Mateo 5:46)
«(…) Si tienen amarga envidia y carácter pendenciero (en lugar de amor) (…), no se jacten ni mientan contra la verdad. Esta “sabiduría” no es la que viene de lo alto, sino que (…) es diabólica» (Santiago 3:14-15).
«¡Quien dice que está en la luz y odia a su hermano
está todavía en la oscuridad!» (1 Juan 2:9)
«¡Que el amor sea sincero! ¡Aléjense del mal,
apéguense al bien! ¡Ámense fraternalmente unos a otros
con ternura! (…)» (Romanos 12:9-10)
«¡Amarás a tu prójimo como a ti mismo! (…)»
(Mateo 22:39)
«¡Ama a tu hermano! (…) ¡Cuídalo como a la
pupila de tu ojo!» (El Evangelio de Tomás, 25)
«(…) ¡Que Mi alegría esté en ustedes, y que su
alegría sea perfecta! Éste es Mi mandamiento: ¡Que se
amen los unos a los otros, como Yo los he amado!» (Juan
15:11-12)
«Esto les mando: ¡Que se amen los unos a los
otros!» (Juan 15:17)
de: Las Enseñanzas originales
de Jesús el Cristo - Dr. Vladimir Antonov
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