Una aventura en el tiempo, de Charlotte Moberly y Eleanor Jourdain: ¿Viaje en el tiempo documentado?
Testimonio en primera persona de un time-slip.
“Una aventura en el tiempo” (2014, disponible enFantasyTienda) es una de las últimas novedades del segundo semestre del sello Fábulas de Albión de la editorial Nevsky y que fue publicada en conjunto con “Máquinas del tiempo” de Nina Allan. Al igual que con el libro de Nina Allan, comparte traductoras, pues Carmen Torres y Laura Naranjo se han encargado de verter al español el volumen; y también ilustradora porque la portada es de Eva Ramón de nuevo. Veremos que no es el único punto en común que tienen. El prólogo es del cineasta francés Jean Cocteau.
“Una aventura en el tiempo” es un libro atípico, de eso no queda duda. Si “Máquinas del tiempo” aborda el desplazamiento en el tiempo desde el punto de la narrativa de ficción, esta narración desarrolla e intenta explicar el supuesto deslizamiento en el tiempo que sufrieron, siempre según ellas, las autoras Charlotte Mauberly y Eleanor Jourdain durante el verano de 1901.
Las dos, que no se conocían con anterioridad, pues una de ellas se encuentra de vacaciones en París y es la huésped de la otra, de mayor edad, es su anfitriona en la capital francesa, van a pasear en un día de agosto por los jardines del Palacio de Versalles.
En determinado momento, paseando por el Pequeño Trianón son testigos de una serie de extraños acontecimientos, personajes vestidos de época, construcciones que no deberían encontrarse en el lugar, sienten una extraña opresión que las agobia…
Al principio, atribuyen esas anomalías al calor, no vuelven a hablar del tema entre ellas y no le dan mayor importancia. Pasado un tiempo retoman el contacto y comentan lo sucedido, por su extrañeza y porque no concuerda lo que vieron con lo que debería ser real. Poco a poco van indagando en bibliotecas y archivos históricos, tratando de desentrañar qué les ocurrió en aquel día de agosto. Al final, llegan a la conclusión de que, sin saber de qué forma, han debido de viajar al pasado durante un corto periodo, a la época en la que bullía la Revolución Francesa.
¿Es posible el viaje en el tiempo? ¿Logrará la ciencia algún día que viajemos al pasado o al futuro?
Desde nuestra perspectiva de personas del siglo XXI saturadas de información y que tenemos acceso a esta al momento y en tiempo real, “Una aventura en el tiempo” puede parecernos una historia personal un tanto inocente de dos mujeres aburridas, crédulas o impresionables. Sin embargo, hay que tener en cuenta el enorme esfuerzo de ambas para tratar de documentar que cuanto les ocurrió fue cierto tal y como decían, buceando e investigando en fuentes históricas, documentándose sobre las diferentes etapas de la construcción de los jardines de Versalles y tratando de cotejar los ropajes de los personajes que vieron con los reales de la época a la supuestamente viajaron. Tal es el empeño que la edición de Nevsky además reproduce los croquis realizados por las autoras para demostrar que determinadas construcciones no se encontraban en el jardín a principios del XX pero que sí llegaron a ser construidas. Este empeño resulta casi obsesivo, academicista y no tiene nada que envidiar al método científico.
Creo que podemos permitirnos dudar del testimonio de las autoras, que publicaron el libro en su momento bajo seudónimos en 1911. No estoy diciendo que mientan al contarnos su historia, digo que nos cuentan lo que ellas creen que es cierto. Es posible que no recordaran bien lo que vieron, o que una sugestionara a su amiga para convencerla de que sucedió aquello en realidad. No lo sabemos, ni jamás podremos saberlo. Lo único con lo que contamos es con su testimonio reproducido en el texto y su afán por tratar de demostrarnos que vivieron un auténtico viaje en el tiempo en los jardines de Versalles durante un caluroso día de verano de principios del siglo XX.
El lector actual exigirá unas justificaciones científicas más sólidas e irrefutables que las que nos dan las autoras. Pero la investigación se basa en su testimonio personal, luego su objetividad está comprometida por su implicación en el supuesto time-slip. Y no es que se tratara de unas iletradas, ambas tenían preparación universitaria, e incluso una de ellas daba clases en la Sorbonne.
Lo mejor de esta historia es que sirve de perfecto acompañamiento a “Máquinas del tiempo” de Nina Allan. El libro es una anécdota, una aventura de sus autoras por justificar y documentar lo que pudo haber sido un breve viaje en el tiempo, a pesar de esta peregrina tarea, durante toda la narración se trasluce un interés por encontrar la verdad que es encomiable. Narrado y contado de forma deliciosa y, de nuevo, con un excelente trabajo de edición por parte de Nevsky. Desde luego, una de las cosas que se pueden alabar de esta historia es que os hará pensar y reflexionar: ¿Viajaron en el tiempo Charlotte y Eleanor? ¿Se perdieron por los jardines de Versalles? ¿Una de las dos lo imaginó todo y sugestionó a su amiga? Son cuestiones que surgen al terminar de leer “Una aventura en el tiempo” y es tarea del lector elegir qué posición tomar.
¿Es posible el viaje en el tiempo? ¿Logrará la ciencia algún día que viajemos al pasado o al futuro?
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