El Nacimiento de la Luz: La Navidad secreta y II
on Miércoles, 14 Diciembre 2011.
LA NAVIDAD EN CUATRO CLAVES: METAFÍSICA, COSMOLOGÍA, MITOLOGÍA Y ASTROLOGÍA
Segunda parte del artículo de Jordi Calvet dedicado a la Navidad desde perspectivas no ortodoxas y basadas en los contenidos más metafisicos y desconocidos de esta antiquisima tradición que trasciente en realidad el mismo Cristianismo en el que supone se basa.
Cuando celebramos la Navidad, el Sol se encuentra a 0 grados de Capricornio, en el punto del solsticio de invierno, cuando las noches se han hecho más largas y los días más cortos. Este es el momento en que el Sol se encuentra más alejado de la tierra en todo su recorrido anual.
Y en esta máxima oscuridad, en esta noche nace la luz. Nace, literalmente, de modo natural. Se sucede por causa de Leyes naturales. Hasta ese punto la noche dominaba. En el solsticio cambia la situación: en el momento en que las fuerzas de la oscuridad parecen haber vencido empieza el triunfo de la luz. A partir de este punto comienzan a aumentar de nuevo las fuerzas de la luz, con lo cual los días se alargan y al aminorar las fuerzas de la oscuridad, mengua la noche, quedando en equilibrio la duración de día y noche.
Las culturas antiguas mantuvieron un contacto más estrecho con las fuerzas de la naturaleza. Festejaban de manera especial los cambios de las estaciones. Para estas culturas tenía especial significado el punto en el que, en medio de la mayor oscuridad exterior, nacía la luz y comenzaba su curso victorioso sobre las fuerzas de las tinieblas.
La “Nochebuena”, la noche de navidad fue celebrada desde siempre como una noche de consagración. En esta noche se llevaban a los que estaban preparados a las escuelas místicas para su Iniciación. Allí se ejercitaban en las prácticas esotéricas de mirar el Sol a media noche.
Esta antiquísima fiesta, celebrada como la noche de consagración por todas las culturas, fue aceptada muy tardíamente como la fiesta del nacimiento de Jesucristo en el siglo IV, en el año 337, aceptado por el Papa Julio. Previamente existieron 136 fechas distintas para dicha celebración. Crisostomo escribe 390 años después de Cristo lo siguiente: En este día (25 de diciembre), se fijó hace poco en Roma, el nacimiento de Cristo para que los Cristianos puedan celebrar sus fiestas sin ser molestados, en tanto los paganos están ocupados en sus ceremonias. Las ceremonias paganas a las que hacía alusión consistían en el festejo del nacimiento del Sol victorioso y recibían el nombre de Bromalia.
Entre el día de Nochebuena y lo que hoy se celebra como la fiesta de los Reyes Magos, transcurren 13 días; es la temporada más importante del año desde el punto de vista esotérico.
Algo más podríamos interpretar de este recorrido zodiacal: El nacimiento de Jesucristo. Este nacimiento se celebra en la medianoche del día más oscuro del año y la noche más larga. Al colocar una línea sobre el eje del día en el que el Sol está a 0 grados de Capricornio (solsticio de invierno a medianoche),en el Este está Virgo como ascendente en el Zodíaco astrológico. Esto quiere decir que exactamente a medianoche se levantaba en el horizonte del Este la constelación de Virgo. Esta es la señal cósmica del nacimiento de la luz a través de una Virgen.
A esto se refieren siempre los alquimistas como esencial: la verdadera quinta-esencia sólo se halla en el ámbito en el que no estamos dispuestos a mirar porque nos parece demasiado sucio y oscuro. Allí donde nadie va, allí se encuentra lo esencial, lo que busca la alquimia, el vehículo portador de la luz. Este es un secreto antiquísimo; la luz no la encontramos en la claridad sino en las tinieblas, en el punto más oscuro. Esta es la razón por la cual siempre se relaciona esta temporada del año con las ideas y representaciones mitológicas. Así queda escrito: La luz en las tinieblas, brilla.
Quizás podemos seguir ahora, el recorrido del Sol. Desde el punto que se encuentra a 0 grados de Capricornio después de Navidad, el Sol peregrina a través de todo el Signo de Capricornio. Capricornio en Astrología se asocia con Saturno, su regente. Saturno-Capricornio simbolizan entre otros conceptos, las fuerzas enemigas de la vida, las tinieblas, la oscuridad, la vejez y la muerte que amenazan una vez más el camino de la Luz recién nacida y tratan de devorarla. Herodes es la representación histórica y bíblica de este hecho, es la figura saturnina que trata de aniquilar al niño recién nacido. Son ataques a la Luz que, como sabemos, si hemos recibido un mínimo de cultura religiosa, no logran aniquilarla.
El Sol pasa 30 días después por el signo de Acuario, conocido en las figuras mitológicas como el hombre viejo o el ángel que vierte agua. En el relato Cristiano es representado con el bautismo en la figura de Juan el Bautista, quién efectúa la ceremonia de iniciación y purificación que corresponde a Acuario.
Luego el Sol entra al Signo de Piscis, período de ayuno desde el Miércoles de Ceniza (significando Carne-Val) pues el carnaval es la época en que no se come carne. Y cuando el Sol ha recorrido los 30 grados de Piscis, llega el equinoccio de primavera: en los 0 grados de Aries, que se encuentra en un ángulo de 90 grados respecto al eje de nacimiento, lo que quiere decir que el Sol llega a la encrucijada de su propio nacimiento. Esta es la fecha en que celebramos la Pascua o la crucifixión del portador de la Luz. En este punto el Sol y, correspondientemente el Dios-Sol, llegan a su propia cruz y literalmente se crucifican en el sentido cósmico.
Las analogías se siguen presentando a lo largo del Zodíaco en muchos aspectos, pero mayormente solo pueden ser entendidas por los conocedores de la Astrología. Por ejemplo Aries se relaciona con la cabeza, con el cráneo y no es casualidad que la cruz se erigiese en el Gólgota, que se traduce como el lugar de los cráneos.
Estas referencias bastan para el nivel cósmico de los relatos Cristianos o religiosos en general. A través de ellos comprendemos mejor que sí tiene sentido celebrar estas fiestas conscientemente, porque así nos ponemos en resonancia con los eternos ritmos cósmicos.
Las fiestas son los puntos que enlazan al hombre con lo que cósmicamente pasa en el cielo. Y más aprende el ser humano, cuanto más se adapta conscientemente a los grandes ritmos cósmicos.
El nivel mitológico se halla en medio de los otros dos niveles, por una parte el nivel histórico, que compacta la realidad y por otra, el nivel de las leyes cósmicas, a las que nos podemos acercar fácilmente por ser tan evidentes. El nivel mitológico es muy interesante. Este nivel traslada todo lo que acontece a nuestra psique, se refiere al presente, renunciando a la distancia histórica y a la espacialidad del cosmos.
Bajo este punto de vista, la Navidad se convierte en un mito: Es el renacer de la Luz y de lo Divino en nosotros. Esencialmente, sólo aquí puede realizarse la Navidad. Pero el nacimiento de la Luz en el ser humano se puede efectuar unicamente cuando afuera hay oscuridad, es decir, cuando el buscador se aleja del mundo exterior. Este mundo exterior se torna insípido y pierde la fuerza que antes tenía cuando nos identificábamos con la ilusión del mundo fenoménico.
Visto psíquicamente, podemos decir que sólo cuando el ser humano está dispuesto a bajar a la máxima profundidad de su alma, cuando está dispuesto a soportar el peso de su propia sombra, cuando se decide a mirarla, recorrerla, mirar su propia negrura, sus tinieblas, sólo entonces podrá experimentar en ellas el nacimiento de la luz.
La Navidad ocurre en Belén. En hebreo, Bethlehem significa la casa del pan que es el símbolo para nuestro cuerpo dentro del cual debe acontecer la Navidad. Nuestro cuerpo, la máquina biológica, es el lugar para el nacimiento, tal como Bethlehem representa el lugar del nuevo nacimiento.
Tratemos de llevar este hecho a nuestra realidad psíquica. Encontramos en primer lugar a María, la madre-virgen que está embarazada. La mayoría de los dioses-humanos nacieron de una madre-virgen y sus nombres están emparentados linguísticamente: la madre de Bacus se llamaba Myrra; la madre de Hermes, Myrra o Maya; la madre de Buda, Maya y la madre de Jesús el Cristo, María.
María, Maya y Myrra, tienen la misma base común y raiz linguística: mare, el mar; mater, la madre; materia, la materia. Por un lado está la conexión de María con la materia. La materia es lo exteriormente visible, donde se encuentra encerrada la luz. Esta luz es invisible a primera vista, tal como María lleva encerrada, escondida en sus entrañas a la luz de Cristo, la luz de Dios. María es visible pero la luz no. Es decir, la materia, lo externo, las formas de expresión son visibles, en tanto que la luz propiamente dicha, la que se encuentra atrapada dentro de la materia, no es vista si antes no es liberada o despertada.
Se puede llevar esta analogía al mundo físico, cuando pensamos en los combustibles como portadores de energía. Pensemos en el elemento carbono: el carbón es exteriormente negro, pero puede transmutarse en luz o incluso en diamante.
Por otra parte existe una conexión etimológica entre la palabras agua y mar: el mar es agua. En la mitología Cristiana, María fue llamada Stella Maris, la estrella del mar. Igualmente encontramos una conexión entre el manto azul de María y las estrellas, relacionado con el azul celeste y el azul del mar. Y el color azul pertenece de por sí, como símbolo, a un color pasivo y receptivo.
Todos estos son simbolismos para el principio de lo receptivo y de lo pasivo. Es así como el agua, que no tiene nada de expansiva, se caracteriza por causar impresión y por ser receptiva.
Si pensamos en las diosas de la luna a las que pertenece María, vemos que en las imágenes Cristianas María casi siempre aparece colocada en una media luna. Así llegamos a una cadena simbólica significativa:
Agua - Psique - Luna - Femineidad - Madre.
Encontramos en el Apocalipsis (Revelación de San Juán) que se dice de María: ...y una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida de sol, y la luna debajo de sus pies y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. (Apocalipsis 12). Esta referencia a la luna significa, una vez más, que la luna es receptiva como cuerpo astral, no emana energía como el Sol sino que la recibe, depende del Sol. La luna siempre ha sido la expresión de lo femenino, de lo psíquico, lo receptivo y del alma. En el ser humano, el alma, es el elemento impresionable, receptivo, el principio pasivo, femenino, en contraste con el principio masculino, el espíritu, que es activo, dador, expansivo y emanador.
María simboliza nuestra alma. Además se insiste en que es virginal. Pricipio de lo inmaculado, es un símbolo de la Eternidad y del presente vivo. Vestida con el manto azul refleja el cielo y el mar. Aire y Agua que corresponden a los elementos que hemos de mantener puros para vehiculizar la información entre la materia y el espíritu (tierra y Fuego).
Así, comprendemos el ahínco con el que todas las escuelas se esmeran en hacernos partícipes de su estímulo para purificar estos dos elementos. Puesto que si el aire está contaminado no podemos respirar y si ocurre lo mismo con el agua moriríamos en poco tiempo. El Aire y el Agua representan la Mente y las Emociones. Y la Práctica para poder despertar al nuevo Nacimiento, nos lleva a purificar estos elementos para devolverles el estado virginal y puedan transmitir su información sin distorsiones.
Otro requisito fundamental para que logremos este objetivo es nuestro fuero interno. Nuestra actitud, disposición y disponibilidad de abrirnos al cielo hace posible la encarnación de la Luz, estando conformes y de acuerdo así como la contestación de María al ángel cuando éste le anunció que recibiría un hijo, y que fue dicha por ella en estas mismas palabras: “He aquí la sierva del Señor; hágase en mí conforme a tu palabra”.
Esta escueta expresión de conformidad, libera el Alma. Cuando aprendemos a aceptar, a estar de acuerdo y a comprender las señales del universo, entonces podemos decir que estamos preparados y se han dado las condiciones para el renacimiento.
Hoy, se interpreta el término “virgen”, a aquél o aquella que no ha mantenido relaciones sexuales, pero no ha sido siempre así. La raíz “Vir” viene del latín “Vis – Viris” cuyo significado es fuerza. De dicha raíz surgen conceptos como virilidad o virtud, alusivos ambos a la fuerza, sólo que de distinta índole. La raíz “Gen” indica generación y de ella devienen palabras como género, genital, génesis, etc. Virgen se definiría pues como La Fuerza Generadora, nada que ver con el himen de la mujer. El término era generalmente aplicado a las diosas que representaban a la Madre Naturaleza y era alusivo a su fertilidad y fecundidad.
La Estrella y el Ángel son dos caras de la misma moneda. La estrella proporciona luz al mundo visible y el ángel la proporciona desde el mundo invisible. La Humanidad siempre ha querido interpretar el movimiento de las estrellas, queriendo descubrir su destino en ellas. Las hadas son consideradas las guardianas del destino de la Humanidad y esta misión es adjudicada a los ángeles en la tradición judeo-cristiana. Los egipcios conocían el cambio de Era por la determinada posición de la estrella denominada Sirio. Este hecho también forma parte de las tradiciones hindúes y mesopotámicas. El espíritu de cada Era, estaba simbolizado por el nacimiento de un nuevo Avatar (la reencarnación de Dios en la Tierra) y de este modo podemos encontrar representaciones de Mitra dominando a un Toro (época de Tauro) y a Agni, montando un carnero (Época de Aries). Llegando la imagen en la que al Cristo se le representa relacionado con un pez o dentro de una vejiga de pez (vessica piscis) en la Era de Piscis.
En el pesebre,se encuentra José que se sitúa de pie al lado de María, que traducido literalmente significa: “Aquel que debe añadir” . Y José es, significativamente un carpintero, un constructor de las formas. Esto nos hace recordar al Gran Constructor de los Mundos, sinónimo frecuentemente empleado para denominar al Dios-Padre. Ese término se debe a que Dios-Padre es la expresión del principio del espíritu, capaz de crear y realizar formas. Así, José el carpintero es el representante terrenal y concreto del principio del espíritu que llamamos Dios. José es la fuerza creativa del Dios-Creador. El nombre del padre terrestre del dios Agni es Twashtri y significa literalmente: Carpintero. Simboliza al maestro constructor y hace referencia al trabajo de desbastar y pulir, la labor purificadora del ser en su evolución.
Igualmente, como es carpintero se relaciona con la madera, que proviene del árbol, tema central de la mitología Cristiana. El árbol comienza su historia en el Paraiso como el árbol del conocimiento. y del mismo árbol del conocimiento se erige posteriormente la cruz en el Gólgota, obedeciendo a la mitología. Y José el carpintero se relaciona con este árbol, el cual representa para el Cristianismo, un signo bien determinante.
En medio de las figuras de María y José está tendido el niño Cristo, aquel niño Dios alrededor de quién gira toda esta historia. El es el principio divino, lo real y verdadero dentro de nosotros, la chispa divina, el Yo, la Luz Divina, el Logos. Todos estos nombres son distintas denominaciones que se dan al núcleo, a la esencia que se consigue solamente en la existencia humana y en su conciencia.
Cristo no representa un hombre, es la expresión de un estado de conciencia. He aquí el punto central que nos ocupa: el nacimiento del Cristo perenne, de la Luz permanente dentro de nosotros. El niño Cristo quiere nacer cada año de nuevo en el alma humana, como en María, quiere renacer como el germen de Dios.
El nacimiento de Jesús ocurrió en un establo, que probablemente era una cueva. En aquel tiempo, la mayoría de los establos se hallaban en cuevas. Visto esotéricamente es un lugar de iniciación y todas las iniciaciones de la época se hacían en cuevas. Aquí se esconde otro simbolismo: el acontecimiento tiene lugar en el día más oscuro del año y a la hora más oscura del día, a medianoche y más aún, bajo tierra. Nos encontramos de nuevo con la indicación de que la luz verdadera, lo espiritual, lo que no es terrenal, solo se encuentra en la profundidad, no arriba en la superficie. Por esto, muchos hijos de Dios nacieron en cuevas, entre ellos, Mitra, uno más de los llamados elegidos para salvar a la Humanidad de sus pecados.
En la cueva de Belén volvemos a encontrar los cuatro reinos de la naturaleza: el reino mineral, representado por las rocas, el reino vegetal, por el follaje y el heno; el reino animal, por la mula y el buey; y el reino humano, por María y José.
Si abstraemos el significado de la cueva y la representamos con formas más usuales, nos llama la atención que hoy en día todos los nacimientos se hacen representando el pesebre con establos viejos y decaidos.
El significado del establo desplomado es: antes de que surja algo nuevo deben quebrantarse las viejas formas, los viejos moldes. Lo verdadero, lo creativo, requiere siempre el sacrificio de las formas preexistentes. Si no se borran los patrones viejos no puede surgir nada nuevo. Visto desde la psique humana, primero el hombre tiene que pasar por el caos para luego alcanzar nuevas estructuras.
Así mismo, el establo aloja dos animales pacíficos e inconscientes (el buey y la mula), símbolos de las emociones y el pensamiento tranquilos, mostrándonos que aquello que ha de nacer en nosotros es producto de unas emociones y pensamientos no ruidosos.
Buscando otra lectura, si tomamos una carta zodiacal, podemos observar otra visión respecto a estos personajes de la obra: La figura del trígono compuesta por Capricornio, Tauro y Virgo, los tres signos de Tierra. Tauro, representado por el animal con cuernos, expresando con su pacífico comportamiento la capacidad de sostener con su aliento el calor del recién nacido, de amamantar la tierra, que es la naturaleza de Tauro, dando al nacido la capacidad de alimentar las necesidades humanas. Se podría decir pues, que el buey (las energías de Tauro) era un apoyo para Jesús (Capricornio). Y que sería en esta tierra fértil donde penetraría con su nueva Ley. El buey es un toro castrado y manso que ha perdido su fiereza y agresividad, su función es la de servir como guía y pastor a los otros toros.
Si prestamos atención al otro animal, simbolizado por una mula, (Virgo). podríamos decir que su presencia estimula una idea protectora al niño, dándole calor, paz y seguridad. Es un animal incapacitado para la reproducción y sin embargo es de matiz femenina (intuición), siendo además su especie la que ha dejado trazos nuevos en otros perfiles genéticos. Es un híbrido entre un caballo y un asno. Tanto uno como otro representan vehículos de transporte y haciendo analogía, serían el vehículo para la ascensión del espíritu.
El caballo sería el vehículo de Apolo (Sol) o del guerrero y el asno se le asociaba a la cabalgadura del rey David. Con las características del iniciado, “grandes orejas y ojos grandes” (El que tenga ojos para ver, que vea y el que tenga oídos para oír que oiga). La terquedad asociada a este animal es la constancia firme en el Camino. Virgo / Virgen, como hemos comentado antes, etimológicamente significa: fuerza generadora. Así que este animal representaría La Fuerza intuitiva del Iniciado en su constante peregrinaje del Camino escogido para ascender espiritualmente.
La tradición cristiana oficial dice basarse en los cuatro evangelios sinópticos de Mateo, Marcos, Lucas y Juan para explicar de dónde salen estos símbolos, pero sólo en dos de ellos, el de Mateo y el de Juan, se hace referencia a los momentos del nacimiento de Jesús. En el de Mateo se hace mención a unos magos venidos de Oriente, siguiendo una estrella, pero no dice si eran tres o veinticinco, ni cuáles eran sus nombres. En el de Lucas, se menciona el pesebre y los pastores, pero nada de magos ni de reyes y aún menos de bueyes o mulas.
Algunos dicen que la mula y el buey salen de los evangelios apócrifos desestimados por la Iglesia Católica por considerarlos falsos, incluso hay quien opina que se toman estos elementos de un protoevangelio de Santiago, pero en tal protoevangelio tampoco hay ninguna alusión a ninguna mula o buey en el nacimiento de Cristo.
Existen dos tipos de lenguaje en las tradiciones. El exotérico y el esotérico. El primero era para el vulgo y el otro, para los iniciados. El propio evangelio se hace eco de este hecho “¿Por qué les hablas por parábolas? Y respondiendo Él, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no les es dado”.
Siempre existe un lenguaje especializado, incluso en informática, en la música o en la política.
En la evolución de las fuerzas primordiales, podemos encontrar curiosas historias referentes a las religiones antiguas que aún veneraban y adoraban al “Toro”, dando lugar a la idolatría del “becerro de oro”, representada por la ostentación y obtención de la riqueza, luchas por el poder y luchas sociales y económicas. Esto, podemos constatar que sigue dándose hoy en día.
Todos los grados de evolución se encuentran en el mismo tiempo. Todavía podemos encontrar en nuestro mundo, tribus que viven como en la Prehistoria y que aún no saben ni lo que es un automóvil. Todavía se siguen sacrificando animales a los dioses como en la época de Aries, donde se ofrecía el carnero al altar.
Así, todavía en nuestros días se puede acudir a los rituales cristianos donde se menciona que Cristo es el Cordero de Dios, y que al tomar su carne y su sangre accedemos a la redención, escandalizándonos que en algunas tribus aborígenes se coman el corazón de sus enemigos para nutrirse de su valor y destreza.
Encontramos en algunos lugares fiestas relativas a los toros representando la lucha entre la luz y la oscuridad (Tauro), del mismo modo todavía hoy podemos hallar cristianos que asocian el pez como símbolo del Cristo, igual que antiguamente se reconocían los creyentes de esta religión, a pesar de que Acuario, “el Aguador” esté entrando como una energía nueva para la Humanidad.
Todavía estamos anclados en el pasado y nos aterra pensar que lo que creíamos tiene un nuevo matíz al ser insuflados por una nueva característica cósmica. Pero esto es inevitable y paulatinamente la Nueva información para la Humanidad irá tomando forma en todos nosotros, nos guste o no.
Analicemos ahora a los otros dos grupos de personas que se colocan en el pesebre: los tres Reyes Magos y los pastores. Ambos van camino a la adoración y veneración del Niño.
Los testimonios mas antiguos de la Iglesia de Siria y de los padres griegos afirman que los “reyes” procedían de Persia donde existían la casta de los magos y astrólogos. Otros hablan de Caldea de donde surgió la Astrología. Los magos posteriormente pasaron a ser reyes, al parecer fue motivado por San Cesáreo de Arlés, predicador de la Iglesia Latina que nació sobre el año 470 y quién en el siglo VI los calificó de esta manera en un afán por unir la profecía del Salmo 72, 11 que señalaba “Todos los reyes se postrarán ante Él y todas las naciones le servirán”, extendiéndose después esta idea a toda la cristiandad. Más tarde, un sacerdote benedictino inglés, Doctor de la Iglesia Católica llamado Beda (673-735) los consideró representantes de Europa, Asia y África, para así acentuar la soberanía universal de Cristo sobre todas las razas y países. Cada uno siendo abanderado de las tres razas que según la Biblia partían de la estirpe de Sem, Cam y Jafet. Así, Melchor, el más anciano según la leyenda, pasó a ser el representante de los europeos ofreciendo el oro, Gaspar representaría a los semitas de Asia y aportaría el incienso y Baltasar procedería de África aportando la mirra.
En el ”Opus imperfectum in Mattheum” aparece por primera vez en el siglo VI, una leyenda detallada sobre los magos. Muchas de las cuestiones aceptadas por la tradición popular surgen de este escrito. Los investigadores creen que este libro estaba inspirado en otro de un siglo anterior, lo que nos muestra que la importancia que los magos tienen en la tradición cristiana es muy antigua.
En el siglo V, el Papa León habla de ellos como si hubieran existido realmente y fija su número en tres.
Según cuenta una tradición que se pierde en torno al siglo XII, se cuenta que en tiempos del emperador Constantino se encontraron los restos dispersos de los tres Reyes Magos en diferentes partes de Persia. Santa Elena, madre de Constantino, hizo trasladar los restos desde Persia hasta Constantinopla, donde fueron guardados en un sarcófago de granito.Allí permanecieron hasta que en el siglo XII San Eustorgio, obispo de Milán, llevó los restos a Milán. La leyenda cuenta que cruzando las regiones montañosas de los Balcanes rumbo a Milán, un lobo se comió el buey que tiraba del pesado sarcófago y, por la gracia de Dios, lo amansó y éste tiró del sarcófago que llevaba los restos de los reyes.Según continúa la tradición, poco duró la estancia de los Reyes Magos en Milán, ya que el Emperador del Sacro Imperio, Federico Barbarroja, saqueó la ciudad en 1162, trasladando los restos a Colonia.Tras varios siglos de reclamaciones por parte de las autoridades milanesas para la recuperación de los restos, no fue hasta principios del siglo XX que una tibia, un húmero y un esternón, fueron transportados a la Iglesia de San Eustorgio, y colocados en su antiguo sarcófago.El resto de las reliquias continuaron en Colonia hasta la actualidad, salvo un breve periodo durante la II Guerra Mundial en la que fueron ocultados y conservados en una mina de cobre para protegerlos de los bombardeos aliados.
Parece de común consenso el no identificar la palabra Mago que aparece en el evangelio con lo que en la actualidad se considera Mago. Cuando San Mateo los calificaba como Magos no estaba advirtiendo de un dominio de la magia, algo a todos los efectos herético, sino a hombres sabios. Existen teorías que explican que los Magos podrían haber sido astrólogos, sacerdotes, o científicos.En el sentido sacerdotal, se les ha identificado con seguidores de Zaratustra. Esta opinión está muy extendida ya que se dice que los sacerdotes seguidores de Zaratustra eran calificados en Persia como “magu”. Podrían ser conocedores de la Astronomía y la Astrología que, en aquella época, era muy difícil disociar la una de la otra. Otras versiones en cambio los identifican como sacerdotes de Mitra, un dios solar con ciertas pautas de semejanza a Cristo. Aunque esto está menos aceptado.
Parece de común consenso el no identificar la palabra Mago que aparece en el evangelio con lo que en la actualidad se considera Mago. Cuando San Mateo los calificaba como Magos no estaba advirtiendo de un dominio de la magia, algo a todos los efectos herético, sino a hombres sabios. Existen teorías que explican que los Magos podrían haber sido astrólogos, sacerdotes, o científicos.En el sentido sacerdotal, se les ha identificado con seguidores de Zaratustra. Esta opinión está muy extendida ya que se dice que los sacerdotes seguidores de Zaratustra eran calificados en Persia como “magu”. Podrían ser conocedores de la Astronomía y la Astrología que, en aquella época, era muy difícil disociar la una de la otra. Otras versiones en cambio los identifican como sacerdotes de Mitra, un dios solar con ciertas pautas de semejanza a Cristo. Aunque esto está menos aceptado.
Tradicionalmente, como hemos mencionado, se les ha considerado tres, aunque esto parece provenir del número de regalos identificados en el Evangelio de San Mateo. Pero siempre no ha sido así, hay múltiples leyendas y tradiciones que hablan de diferentes números de Magos que fueron a adorar a Jesús. Su número y nombres son distintos según las distintas lenguas y culturas. En griego se llamarían: Appellicon, Amerín y Damascón. En hebreo, Magalath, Galgalath y Serakín. Se hablaba de dos, cuatro, siete y los armenios consideran hasta doce, asignándoles doce nombres diferentes.
Incluso hay versiones que hablan de una caravana, siendo un número no concreto pero, posiblemente, elevado.
Existen leyendas que hablan de un cuarto rey mago llamado Artabán. Se cuenta que este Mago se perdió en el desierto cuando iba a adorar a Jesús.
Los investigadores sobre el misterio de los Reyes Magos han intentado localizar el origen de los mismos a través de los textos, tradiciones y posibilidades históricas reales. Parece aceptado el hecho de que provenían de Oriente.
Si se acepta la idea de considerar a los Magos como sacerdotes de Zoroastro, sólo había cuatro culturas al este de Judá con dichos sacerdotes: Media, Persia, Asiria y Babilonia. En tiempos de Herodes, estas regiones pertenecían al Imperio Parto.
En este estudio, mencionaremos la tradición más común dando la opción al simbolismo del tres.
Gaspar significa “Dueño del tesoro” y representa la tercera fase “rubedo” o roja (barba roja) y es la fase de realización del espíritu en la tierra. Por eso su dádiva es el oro que simboliza la realeza.
Melchor quiere decir “Señor de la Luz” por eso es blanco (barba blanca) y representa la fase alquímica de la “albedo” o iluminación. El Ser conciente de su Divinidad. De ahí, el presente ofrecido: el incienso como dios.
Baltasar significa “protegido de Baal”, es negro y por ello representa la fase alquímica del “nigredo” o fase de la oscuridad, en la que el ser humano ignora su propia divinidad, por tanto su regalo será: mirra como hombre.
Los tres reyes Magos representan a la sabiduría y la realeza interior por una parte, y los pastores, que son las personas simples y puras, por otra, representando la Devoción del Corazón.
En el nivel simbólico se aclara la polaridad. Los tres Reyes Magos son tres líderes, tres hombres que son guías, que llevan corona, la corona es la expresión de sus caminos de iniciación: han recorrido escuelas esotéricas, enseñanzas espirituales y esotéricas y por lo tanto, se han ganado y merecido sus coronas, son auténticas. La corona es el símbolo antiguo para el reino que adquiere el ser humano mediante su trabajo consciente.
Este reino es llamado Kether, la corona, por los cabalistas y en yoga recibe el nombre del reino de las siete hojas o el loto de los mil pétalos, como llaman al séptimo chakra o chakra corona.
Al crear la unión con las energías superiores, el ser humano adquiere el derecho a ponerse la corona, que es una corona verídica abierta por la parte superior para que entren las fuerzas trascendentes. La corona es la expresión de la conciencia superior que se ha adquirido, como lo hicieron los tres Reyes Magos, y por ende no se la tienen que quitar delante del Niño, en contraste con los pastores, que se quitan lo que obviamente les cubre la cabeza, las gorras y los sombreros, que no son coronas.
Los tres Reyes Magos dan la espalda al mundo terrenal, viven alejados del mundo y se acercan a las estrellas, que constituyen su elemento. Estudian las estrellas, su trayectoria, los símbolos que les son familiares porque los han recorrido en un aprendizaje consciente. Están instruidos en la magia. Así, le regalan al Niño, frutos del conocimiento, objetos simbólicos como el oro, el incienso y la mirra, que son la expresión de los tres reinos espirituales (el pensar, el sentir y el querer), expresión también de la tríada: cuerpo, alma y espíritu.
Los pastores son totalmente distintos. Son gente sencilla, que custodia y no son dirigentes. Ellos cuidan animales inconcientes, por lo que custodian el reino inconsciente de la vida sencilla, ligada a la naturaleza. Los pastores no han leído nada sobre las estrellas. Viven cerca de la tierra. Por faltarles aprendizaje, no soportan una confrontación directa con lo espiritual. Es por ello que cuando aparece el Angel anunciándoles al Niño, deben cerrar los ojos por lo deslumbrante de su Luz. En estas condiciones, cuando van adorar al Niño, no le ofrecen los alimentos del espíritu, sino los de la vida: leche, frutas, lana y un corderito.
Pastores y Reyes son guiados por signos muy diferentes: los Reyes Magos por una estrella, un símbolo abstracto expresión del conocimiento cósmico, que sólo significa algo para los instruidos en la materia. La estrella sólo puede conducir a los espiritualmente despiertos, sólo puede desvelar una señal a los seres conscientes.
El camino de los tres Reyes magos conduce por trece noches desde la Nochebuena hasta el Día de Reyes. Este es el mismo camino de los pastores a los Reyes: del nivel inconsciente al consciente; del camino de Jesús-hombre al de Cristo-Dios.
En cuanto al significado cósmico: la estrella es una conjunción de Júpiter con Saturno, los dos grandes planetas de nuestro sistema solar, la cual se repite cada primero de enero. Se repite un momento importante, un signo en el cielo, cada año, para que los que están conscientes puedan interpretar esta señal.
A veces la estrella desaparece y los Reyes tienen miedo de perderla. El miedo de perderla, para luego volverla a encontrar, simboliza la lucha, la búsqueda del individuo por la comprensión. Sin embargo, poco antes de alcanzar la meta, la pierden y tienen que reiniciar su búsqueda. Es entonces cuando acuden a los pastores a preguntarles sobre el Camino correcto: -“buscamos al Niño”- dijeron, lo cual se puede interpretar como: “buscamos al Yo superior”. Y los hombres de corazón los guían en el último trecho hasta el pesebre.
Pastores y Reyes son guiados por signos muy diferentes: los Reyes Magos por una estrella, un símbolo abstracto expresión del conocimiento cósmico, que sólo significa algo para los instruidos en la materia. La estrella sólo puede conducir a los espiritualmente despiertos, sólo puede desvelar una señal a los seres conscientes.
El camino de los tres Reyes magos conduce por trece noches desde la Nochebuena hasta el Día de Reyes. Este es el mismo camino de los pastores a los Reyes: del nivel inconsciente al consciente; del camino de Jesús-hombre al de Cristo-Dios.
En cuanto al significado cósmico: la estrella es una conjunción de Júpiter con Saturno, los dos grandes planetas de nuestro sistema solar, la cual se repite cada primero de enero. Se repite un momento importante, un signo en el cielo, cada año, para que los que están conscientes puedan interpretar esta señal.
A veces la estrella desaparece y los Reyes tienen miedo de perderla. El miedo de perderla, para luego volverla a encontrar, simboliza la lucha, la búsqueda del individuo por la comprensión. Sin embargo, poco antes de alcanzar la meta, la pierden y tienen que reiniciar su búsqueda. Es entonces cuando acuden a los pastores a preguntarles sobre el Camino correcto: -“buscamos al Niño”- dijeron, lo cual se puede interpretar como: “buscamos al Yo superior”. Y los hombres de corazón los guían en el último trecho hasta el pesebre.
Este es un bello símbolo que no deberíamos olvidar: el camino de la mente lleva muy lejos. lleva a la creación de la corona, lleva cerca de la estrellas, lleva casi hasta el borde de la meta, pero nunca realmente hasta el pesebre, porque para lograrlo, tienen que aunarse todas las fuerzas: las del corazón, las inconscientes, las cercanas a la naturaleza, y las de la sabiduría.
Encontrar esa Luz, hallar esa Luz es la meta y tarea de cada ser humano. Y esa Luz sólo la puede encontrar cuando él mismo se encamina y cuando está dispuesto a trabajar para que su conciencia se haga receptiva y entienda el acontecer de la Navidad.
Navi (nave) y dad (Deus/Dios), Cada uno de nosotros somos la nave de Dios siendo portadores de la Luz en nuestro interior.
Y así nos encontramos en nuestro mundo de hoy, viendo que para poder darle una expresión a esta Luz que nos habita a todos, hace falta que cada vez hayan más seres humanos empeñados en realizar la Navidad en su fuero interno.
A primera vista el mito es un concepto muy difícil de entender porque en los últimos decenios hemos colocado delante del mito un “solamente”, resultando “solamente mito”. Con inmensa arrogancia, típica de nuestro tiempo, miramos con altivez a todas las culturas anteriores y a las culturas no tecnificadas, pensando que son subdesarrolladas. Partimos del punto de vista que cuanto más alejadas estén de nuestro tiempo, más tontas son.
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