“SANTUARIO ROSACRUZ”
Max Heindel
Fundador Roberto Ruggiero
Casilla de Correo 20071 - UPAEP
E-mail: juanrezzano99yahoo.com.ar
MONTEVIDEO - URUGUAY
Conferencia dictada por el Sr. Roberto Ruggiero.
La Estrella de Belén y la Navidad
Como
sabemos, a través de la Filosofía Rosacruz, el Universo es un medio evolutivo,
que está siguiendo un impulso rítmico hacia una meta de perfección. Todo se
mueve hacia una finalidad de perfeccionamiento y la fecha que se aproxima de
Navidad forma parte de este proceso. En esta época, todos los años, es renovado
este impulso para la Tierra, para hacer posible un adelanto espiritual. A
seguir, procuraremos explicar en qué consiste, y por qué interviene la
“Estrella de Belén”.
Mucho
se ha hablado de esta estrella, porque, astronómicamente, no existió ni existe
tal estrella; por lo tanto, se supone que pudo haber sido un cometa o algo
circunstancial. En los veinte siglos transcurridos se desenvolvieron muchas
hipótesis y opiniones, pero lo cierto es que únicamente el conocimiento
espiritual puede dar una explicación al respecto y éste se ha ido abriendo paso
y ya está habiendo un cierto entendimiento.
La
Estrella de Belén es un hecho místico, no físico. Si en la época del principio
del Cristianismo guió a los Magos - que eran Iniciados - hacia el lugar del
nacimiento de Jesús, hoy continúa sirviendo de luz, para todos aquellos que van
adelantando en el sendero espiritual. En cada Navidad la Tierra va recibiendo
una ayuda espiritual decididamente mayor; si bien el adelanto puede producirse
durante todos los meses del año, en esta época de Navidad se recibe una ayuda
especial, una dádiva inmensa para el mundo, como consecuencia o resultado de la
venida del Cristo a la Tierra. Esta, con Su Luz, representa la Estrella de
Belén, que consiguen ver los Iniciados, porque tienen desenvueltas facultades
superiores. El Señor Cristo viene en un ámbito de luz, representando el Poder Solar,
la fuerza que impulsiona todo el sistema y que está trabajando para hacer
posible el progreso.
En
esta época, el Señor Cristo se sumerge en la Tierra y con su poder espiritual
procura purificarla, para que haya mayores posibilidades de superación y sea
aprovechado por el espíritu evolucionante. Así, los tiempos han pasado, para
poder transformar a los seres. Los tiempos primitivos dejaron de ser, para
poner hoy a la humildad en una posición especial, de más posible adelanto;
adelanto que está supeditado a determinados factores, y a un evidente cambio.
Con
las permanentes ayudas recibidas, tendría que producirse ahora un cierto
equilibrio en el desenvolvimiento humano. El Espíritu está pronto, pero
limitado a una imagen compuesta: a lo que ha traído, por ley de Consecuencia, a
esta existencia. Como la etapa en la Tierra es para el perfeccionamiento, lo
que se trajo como vehículos no son
perfectos y esto reside el problema planteado. Los cuerpos invisible con
que cuenta cada uno para su manifestación física tienen que ser mejorados y de
allí lo difícil del equilibrio. Conozcan esta causa y aplíquense en tener:
paciencia completa y perseverancia. Paciencia primero, para no caer en el
pesimismo y persistencia en saber continuar. Nadie está abandonado. Todos están
acompañados para que se procese el adelanto espiritual. Los Ángeles, que por
amor están al servicio de la humanidad, acompañan individualmente a cada uno o
a la familia. También Arcángeles no se separan del género humano, acompañando
las razas. Los Señores de la Mente ayudan en el desenvolvimiento de ese
elemento precioso que es la mente, que algún día ayudará a la humanidad a
desenvolver un poder creador. Por lo tanto tenemos que trabajar, como dijimos,
con paciencia y perseverancia. Estamos elaborando o realizando una alquimia y
para que ésta y para que ésta sea real, es lenta. Cuando se dice que “los
molinos de Dios muelen en forma fina”, nos muestra la persistencia a seguir. Lo
que en la Tierra no es perfecto se debe a que no conseguimos todavía controlar
nuestro temperamento. Atraemos material inadecuado, como consecuencia de la
pasión, de la violencia y del egoísmo. Almacenamos un material inadecuado, que
atraemos con nuestro comportamiento, que termina impulsándonos equivocadamente
y perjudicándonos.
El
ser evolucionante para desarrollar su centella divina y alcanzar la perfección,
necesita ejercitarse y estar alerta consigo mismo: así adquiere mayor
experiencia. Cuando Vds. examinan lo que ahora son y revisan para atrás, no se
cambiarían por lo que eran veinte o treinta años atrás, con menos experiencia.
El buen juicio enseña a modificar causas, corrigiéndolas. Nuestra vuelta a la
Tierra tiene esa finalidad, perfeccionante. El que no tenga esa necesidad, no
vuelve. Si regresamos es porque algo nos queda por hacer. El triunfo de cada
uno radica en saber analizarse y comprender qué debe hacer y hacerlo. Debemos
trabajar para conseguir lo que aspiramos. Es una alquimia permanente a ser
realizada; es una alquimia sabia, interna, para producir mejores resultados
externos.
Nuestras
acciones tienen que ser examinadas cada vez con mayor criterio; no podemos
hacer y después pensar. Si queremos llegar a resultados positivos, pensemos con
un cierto cuidado. Las precipitaciones no nos ayudan, la reflexión es nuestro
mejor amigo.
Reflexionemos
de acuerdo a lo que realmente somos; no nos sintamos apenas como seres de la
Tierra, que, aunque funcionando como tales nuestro origen es muy superior.
Probemos a reflexionar como si estuviéramos distantes de la Tierra, y miremos
los problemas desde lejos. Es una experiencia muy interesante, porque lo que
nos parece demasiado grande, gravoso, si lo miramos desde lejos, se reduce y
desaparece. Cuando se le invita a pensar como seres espirituales, no se les
está engañando, se les está dando una ayuda para que se acostumbren a actuar
con mayor acierto, porque la acción recta cuenta enormemente. Nos movemos y
adelantamos por la acción recta, producto de mayor experiencia y de mayor
conciencia.
Seamos
consciente en la mayor extensión de la palabra y entonces nuestra acción será
en consecuencia; no dejemos de ser extremadamente cuidadosos, no cometamos el
error de ser indulgentes con nosotros mismos y exigentes con los demás, al
contrario: tenemos que buscar el bien en todas la cosas, cuando juzgamos a los
demás para debilitar el mal. Muchas veces nos dejamos tentar y no seguimos este
principio Rosacruz educativo, de buscar el bien en todas las cosas; si
aplicamos esta medida para los demás y al ser más cuidadosos en el análisis y
en el juicio, vamos a mejorar en la misma medida para con nosotros mismos.
Entonces recibiremos ayuda celestial y ésta llegará desde los Cielos. Al mismo
tiempo sentiremos que se produce algo internamente, un crecimiento que va a
fortalecernos como Espíritus, por esta nueva actitud. Se espera que seamos
celosos de nosotros mismos, de cómo aplicamos nuestra experiencia.
Todavía,
esta acertada conducta, además de darnos un crecimiento espiritual, son méritos
para que el trazado de la nueva existencia futura se nos concedan oportunidades
mejores. Hoy trabajamos para mañana. El panorama de la nueva oportunidad
estará enriquecido con mejores valores. Todo está unido. Existe un magnífico y
gran archivo celestial. Todo se regula por un haber que debe crecer. Cuando
procuramos llevar la mente hacia el estudio, cuando procuramos incentivar
valores mentales acompañados de sentimientos nobles, ideales, es un
enriquecimiento que se produce dentro de sí mismo y tiene repercusión directa
sobre el nuevo carácter del futuro. El mal temperamento, que nos cuenta
controlar, es producto de un desajuste de nuestro cuerpo vital. De la
composición y organización de este cuerpo depende nuestro temperamento. Si el
cuerpo vital fue construído con deficiencias, no es por fatalismo; es porque el
átomo simiente acumuló esas deficiencias, que luego aparecen para procurar que
busquemos perfeccionarnos. Al hacerlo, estamos construyendo un mejor
temperamento para el futuro, como consecuencia, En el momento de sentir y
manifestar buenos sentimientos, Dios está dentro de nosotros, pero tengamos por
cierto que, mientras es verdad que Dios está dentro de cada uno, lo está en la
medida que seamos capaces de amor para nuestros semejantes. Dios es amor, pero
si no amamos a nuestros semejantes, no estará Dios en nosotros. El primer
mandamiento da la clave para tener a Dios en nuestro corazón, pero la condición
es experimentar amor para los demás; sintiéndolos como parte de nosotros
mismos, construiremos para el futuro, mejorando nuestro temperamento. Si, en
cambio, nos dejamos dominar por bajos sentimientos, estaremos destruyendo una
posibilidad de adelanto. Los reveses no tienen que destruirnos. Tenemos que
comprender el medio y aceptarlo como relativo. Estaba dentro del panorama.
Sigue adelante el que es realizador, el que tiene devoción en su interior y
sabe perdonar, porque comprendió a Dios.
No
extrañen que hemos sido reiterativos; creemos de esta forma ser más útiles.
Agregaremos:
Quien tiene a Dios en su corazón, no teme a nada; consiguió no solamente no
temer, sino ser una expresión de cristianismo en la Tierra, tan difícil para la
mayoría. Quien así proceda, consigue alcanzar un nuevo nivel espiritual. En
consecuencia, pensemos, sintamos y actuemos de acuerdo a la exigencia de esta
verdad y no permitamos que las circunstancias del mundo nos venzan, por más
difíciles que ellas sean. La Enseñanza Rosacruz procura instruir y preparar a
cada uno para su más completo y verdadero triunfo. Trabajemos intensamente y si
a veces no vemos los resultados de inmediato, no nos impacientemos, porque si
no estamos destruyendo ese adelanto, que tanto ansiamos. La impaciencia es un
enemigo del sendero espiritual; debemos conseguir un completo dominio de sí mismo
en la Tierra, para luego ir conscientemente a los Cielos. Goethe definió
magistralmente esta situación cuando afirmó: “Cuando el hombre adquiere el
dominio de sí mismo se liberta de las cadenas que lo unen al renacimiento”.
La
mala conducta y la falta de virtud atan al mundo, a la Tierra y cuando Goethe
alude al dominio de Sí mismo lo hace sabiendo que es una condición para el
equilibrio en los Cielos. Ejemplo: la violencia en la Tierra repercute en el
medio y perjudica al propio ser, lo debilita, lo agota, pero en los mundos
invisibles una explosión de carácter, destruye en forma inimaginable, en forma
pavorosa.
Todo
esfuerzo está produciendo en cada uno una alquimia. Mientras los éteres químico
y de vida, estables, trabajan noblemente, haciendo funcionar y recuperando
nuestro organismo físico, los éteres luminoso y reflector trabajan para
producir capacidad de desenvolvimiento y conciencia en los mundos celestes,
construyendo el “Cuerpo del Alma”. Es el ropaje dorado de los mundos
invisibles, la ropa con que es necesario presentarse en los Cielos. Los éteres
luminoso y reflector, que son los más difíciles de retener porque son
migratorios, están trabajando para producir este ropaje.
En
el pasaje a una nueva etapa superior, que toda la humanidad alcanzará algún
día, es indispensable, como lo fueron los pulmones, cuando la atmósfera dejó de
ser una neblina húmeda y se tornó seca, como al presente.
Como
han llegado a las actuales condiciones, por anteriores esfuerzos, la Enseñanza
les invita a persistir ahora. La época de Navidad es una nueva renovación; se
está revistiendo la Tierra con un elemento espiritual nuevo y fresco, producido
por el Señor Cristo, para que cada uno también se revista. Eso es Navidad.
La
euforia que experimentamos es el nuevo elemento que impregna la tierra. ese
impulso es para que cada uno tenga un revestimiento más puro y sea mejor.
Representa un nuevo sacrificio de nuestro Salvador, pero una nueva oportunidad
para la Tierra y para todos los seres humanos.
18/12/75.
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