EL SIGNIFICADO ESPIRITUAL DE LA LUNA NUEVA
Fiesta de Matrimonio Místico
Las primeras enseñanzas de Templo se entregaron casi con los albores de la civilización. Ninguna se ha perdido, sino que han pasado a través de las eras al cuidado de las Escuelas de Misterio, y aún están disponibles para “los pocos” que estén listos para recibirlas. Muchos de los hermosos y simbólicos ceremoniales pertenecientes a los antiguos Templos de Misterio han sido incorporados a las diversas religiones del mundo. Quizás los dos más importantes de estos ceremoniales, que fueron tomados de la antigua iglesia Cristiana, son la ceremonia del Bautismo y el rito de la Fiesta del Amor Místico que en la terminología eclesiástica se le llama la Eucaristía o la Santa Comunión.
Estos dos ceremoniales, como observado en los antiguos Templos de Misterio, generalmente eran conmemorados en las noches de Luna Nueva y Llena. A los neófitos del Templo se les enseñaba que éstos son los puntos altamente espirituales de cada mes, porque en las noches de Luna Nueva y Llena hay una gran liberación de energía espiritual, tanto sobre como dentro de todo el planeta Tierra.
Es significante que en varios libros del Antiguo Testamento el lector sea advertido de no tomar parte en los festivales de Luna, y ellos son el objeto de muchos vehementes sermones por varios profetas. La razón
para esto es que los ceremoniales religiosos pertenecientes a la Era
Taurina, mientras son puros y bellos en sus conceptos originales, en los tiempos del Antiguo Testamento habían degenerado en hechicería y sensualismo de la más degradante clase. Las asambleas de Luna Nueva se habían convertido en obscuros y siniestros cónclaves, bajo el escudo de los dioses y diosas de la brujería, a la vez que las fiestas de Luna Llena eran días de licenciosa parranda, descritos en el Antiguo Testamento como el culto del becerro dorado. Aparte de estos degenerativos festivales, sin embargo, hubo verdaderos Misterios de Luna celebrados dentro de los íntimos santuarios del Templo, que siempre han sido de un tipo del más elevado y sagrado orden celestial.
Para el aspirante en el Templo de Misterio, la Luna Nueva es una época de nuevos comienzos. Es una época de consagración y dedicación a los más exaltados ideales a los que él aspira. Al final de cada mes lunar, por lo tanto, él cuidadosamente examina en retrospección todas las tareas del mes que recién termina, y observa en que ha fallado para cumplir aquellos ideales y trata de descubrir la razón para esos fracasos.
Uno de los más célebres de los videntes modernos ha dicho que la única falta real que cualquiera puede tener es dejar de intentar; y así el discípulo del Templo de Misterio tiene la oportunidad de revisar sus fallas. Lamentables como puedan ser, él sabe que no son irreparables, porque no ha dejado de tratar.
Poco después del festival de Luna Nueva cada mes, el discípulo es
instruido para dedicarse a algún individuo o algún movimiento que
contribuirá, aunque en una pequeña escala, al progreso de la
humanidad y al mejoramiento del mundo. Esto se hace para probar su entera e ilimitada abnegación, en armonía con el hermoso mantram Rosacruz: “El servicio amoroso, que incite al propio olvido es el camino más corto, más seguro y más certero para llegar a Dios”.
En las enseñanzas del Templo, la ceremonia bautismal era observada generalmente en las noches de Luna Nueva, y la Fiesta del Amor Místico, o Eucaristía, en las noches de Luna Llena.
Hoy en día, contamos con un servicio bautismal arreglado para
armonizar con la ley esotérica. No obstante de ser simple en la forma, es rico en substancia espiritual, y poderosamente invoca el derrame cósmico.
En este ceremonial se usan los Cuatro Elementos, y cada uno está
dedicado al servicio del aspirante. Estos son: Sal, Aceite, Agua y Fuego (Luz). Se usa también el signo de la Cruz, como en la iglesia. La Cruz es un símbolo perteneciente a la más antigua enseñanza de Templo, y la señal de, o con, la Cruz es un acto litúrgico de “Magia”espiritual que sella la unidad del hombre con el Cosmos. Es un símbolo cósmico en acción. Implora las bendiciones de Cáncer, la Jerarquía en el Norte; de Capricornio, la Jerarquía en el Sur; de Leo, la Jerarquía en el Este; y de Acuario, la Jerarquía en el Oeste. Cáncer representa el Elemento de Agua, de Capricornio de Tierra, Leo de Fuego y Acuario de Aire.
Una bendición es pedida de los cuatro grandes Seres quienes operan a través de los Cuatro Elementos Cósmicos que son tan importantes en el trabajo evolucionario de nuestro planeta Tierra y los seres que residen en él.
En la bendición de los Cuatro Elementos, el signo de la Cruz es hecho primero sobre el corazón y luego sobre la frente, el corazón es el centro de amor del cuerpo y la cabeza el centro de la mente. La cruz de la enseñanza de Templo siempre ha sido la unificación de las fuerzas de la mente y del corazón. La Biblia nos dice que debemos aprender a pensar con el corazón y a amar con la mente. Cuando estas dos fuerzas son establecidas en equilibrio dentro del ser humano, él “Nace” como Iniciado. La unión de las dos fuerzas cósmicas la Biblia la describe simbólicamente como una Fiesta de Matrimonio Místico. Es con una Fiesta de Matrimonio Místico que empieza el Evangelio de Juan. San Juan fue el más avanzado de los discípulos de Cristo y así en su Evangelio el que contiene las más elevadas enseñanzas de Templo alguna vez entregadas al mundo.
Uno por uno los Cuatro Elementos Sagrados son bendecidos para el
servicio del aspirante. Primero, el Elemento de la Sal, simbólico de la pureza; la pureza del alimento que sustenta y nutre al cuerpo físico; la pureza del amor que despierta al corazón; la pureza del pensamiento que ilumina la mente; la pureza de la acción que embellece la vida.
Aquel que ejecuta el rito bautismal coloca sus manos sobre la Sal en
bendición, y entonces hace el signo de la Cruz sobre el corazón del
aspirante, diciendo: “Cristo enseña que sólo los puros de corazón verán a Dios”. Luego hace el signo de la Cruz en la frente, con las palabras:
“Cuando se logra la pureza dentro de la conciencia del hombre, se le conoce como el gran poder espiritual. Del siervo de Dios se dice que su fuerza es como la fuerza de diez, cuyo corazón es puro”.
Después las manos son colocadas en bendición sobre el Aceite que es símbolo de armonía, unidad, cooperación; de curación, camaradería, hermandad. Otra vez el signo de la Cruz es hecho sobre el corazón, con las palabras: “Si caminamos en la Luz como Él está en la Luz nos haremos mutua compañía”. Y se vuelve a hacer el signo de la Cruz sobre la frente, con las palabras: “Que la aspiración de vuestro pensamiento os lleve siempre a armonioso logro con el ideal de la Paternidad de Dios y la Hermandad del Hombre”.
Luego se ponen las manos en bendición sobre el Agua, pues el Agua es el símbolo de la fe; y la fe tiene su centro en el corazón. Se hace el signo de la Cruz sobre el corazón, y las palabras pronunciadas: “Que la hermosa fe de un niño viva siempre y florezca en vuestro corazón”. En seguida se hace el signo de la Cruz sobre la frente, con las palabras:
“Cristo dijo “Si tu fe es como un grano de mostaza, todo lo que pidas te será concedido”.
Después las manos son colocadas en bendición encima de la vela
encendida. San Juan dio una perfecta descripción de la Luz cuando dijo:
“Dios es Luz”, y agregó que “Dios es Amor”. Se hace otra vez el signo de
la Cruz sobre el corazón, con la súplica: “Que esta Luz-Amor celestial siempre brille en vuestro corazón e ilumine vuestra vida y la vida de todos aquellos que conoces”. Y nuevamente se hace el signo de la Cruz sobre la frente, y las palabras de San Pablo son pronunciadas: “Que la mente esté en ti así como también estuvo en Cristo Jesús”.
Ahora se ponen las manos en el agua; una vez más es bendecida y
algunas gotas colocadas sobre la cabeza del aspirante al concluir la
bendición: “Que siempre camines en la Luz como Él está en la Luz, y que siempre vivas, te muevas y lleves tu existencia en Él. Amén”.
La ceremonia del Bautismo ocupaba un lugar muy prominente en la vida de la antigua comunidad Cristiana. Era observada en muchas
estaciones, quizás la más importante de ellas era la Santa noche del
sábado justo precediendo al amanecer de Pascua. Era esa época cuando los recién bautizados se hallaban esperando para tomar parte en esa gloriosa procesión de Pascua que ocurre en los elevados reinos espirituales, y que es conducida por nuestro bendito Señor el Cristo.
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