PUEDES DECRETAR TU BIEN
Importante reflexión y enseñanza.
Por: Ralph E. Johnson
En uno de sus poemas Ella Wheeler Wilcox llama nuestra aten-
ción a esta paradoja del mar:
“Navega un barco hacia el Este y otro barco hacia el Oeste / am-
bos movidos por la misma brisa.”
¿Cuál es la causa de la diferencia en el rumbo de cada uno? “La
posición de las velas”. La poetisa aplica esta lección a la vida, demostran-
do que el rumbo de nuestra vida, ya flotemos a la ventura empujados por
el viento de la adversidad o ya usemos su fuerza para guiarnos hacia el
puerto de la felicidad y esperanzas realizadas, depende de la manera en
que alistemos nuestras velas.
Ya nos demos cuenta de ello o no, solamente nosotros tenemos el
poder de decidir el rumbo en que ha de marchar nuestro bajes. No flota-
mos en él a la ventura en el mar de la vida, incapaces de elegir nuestro
puerto de destino. No importa cómo ruja el viento en nuestro derredor,
puede siempre ser guiado de modo que entremos en el puerto de la paz,
salud y prosperidad.
Podemos decretar nuestro “Puerto de destino” mucho antes de
desatarse la “tormenta”, aprendiendo a conocer el poder que tenemos
para alistar nuestras velas correctamente. La posición de nuestras velas
convierte toda experiencia en oportunidad que ayuda a guiar nuestro ba-
jel a su destino.
Todos nos hemos encontrado en la vida con ciertas personas que
se acobardan ante la menor dificultad; que creen que la vida consiste sólo
de trabajos, injusticias y persecución. De todo dudan y a todo temen. Aún
antes de que haya sucedido nada adverso, han fijado su curso hacia la
desilusión, fracaso y zozobra, por medio de su actitud cobarde y pesimis-
ta. No es por tanto de extrañar que lo que tanto han temido les suceda.
PUEDES DECRETAR TU BIEN
Importante reflexión y enseñanza.
También conocemos personas que son lo opuesto, personas
que le hacen frente a la vida con valor e intrepidez. La actitud de estas
personas hacia la vida es una actitud positiva y llena de confianza.
Piensen en términos ciertos, seguras de su poder para vencer. Saben
que hay obstáculos, pero acometen cada obstáculo que se les presen-
ta con la seguridad de que pueden vencerlo. Esta actitud les hace re-
ceptivas a la sabiduría, valor, iniciativa y dirección creativa que les ase-
gura el éxito. Han decretado su bien por la manera en que le hacen
frente a la vida.
En el Libro de Job leemos: “También decretarás una cosa y se
te quedará estable”. Este pasaje bíblico se refiere al poder que todos
tenemos para determinar lo que hemos de pensar, cómo hemos de
sentir, y cómo hemos de mirar la vida. Pensar y sentir de acuerdo con
los más nobles principios es “alistar nuestras velas” de modo que el
arribo a nuestro puerto de destino sea seguro, no importa lo recio del
huracán. Sólo tenemos que alistar nuestras velas conforme a nuestro
rumbo; infaliblemente entraremos en el puerto deseado y quedará es-
tablecido nuestro bien.
El conocimiento de nuestra relación con Dios nos ayudará a orien-
tar el curso de nuestra vida de una manera perfecta. Seguros de que Dios
es todo, está en todo y de que nosotros somos parte de Él, no contempla-
remos el mundo como un valle de lágrimas y aflicciones en el cual esta-
mos destinados a vivir. Al contrario, estaremos en la eterna convicción de
que no habrá problema que no podamos resolver, ni enfermedad de la
cual no podamos curarnos; sabemos que el bien se hará manifiesto, por-
que “uno en compañía de Dios constituye mayoría”.
Podemos decretar la manifestación de nuestro bien. Es, por lo tan-
to, posible determinar nuestra felicidad, paz y libertad. El poder que posee-
mos para decretar es la facultad que tenemos para adaptar nuestra ma-
nera de pensar y hablar de modo que nuestra actitud hacia el bien de la
vida sea más receptiva. Nuestro decreto no es una orden o mandato que
damos a Dios, que continuamente nos está colmando de bendiciones;
nuestro decreto es una orden a nuestra propia conciencia para que este-
mos más atentos al amor, bondad y generosidad de nuestro Padre Dios.
La conciencia del hombre es su reino. El verdadero yo, el Cristo
morador, es rey soberano en ella. Al decretar cualquier bien, debemos
ordenar a los vasallos de nuestro reino (los pensamientos que pensa-
mos y las palabras que hablamos) a que obedezcan nuestro decreto.
Lo que sentimos y las ideas que abrigamos y expresamos, preparan el
camino por el cual ha de venir nuestro bien.
Si decretamos salud, debemos resolver no volver a pensar en
debilidad, enfermedad incurable o dolor. En vez de eso, debemos pen-
sar en vigor y salud, en la perfección que esperamos obtener y en la
ausencia del dolor que nos atormentaba. Tal resolución atrae salud y
nos prepara para recibir la acción y gracia de Dios que transforma y
rejuvenece nuestro cuerpo.
Pensando, hablando y viviendo sin temor a escasez de ninguna
clase, decretamos nuestra prosperidad. No nos quejamos de las cir-
cunstancias ni expresamos desaliento en ninguna forma. Limpiamos
nuestra mente de duda y preocupación poniendo toda nuestra fe en la
divina promesa de abundancia, sabiendo que nada ni nadie podrá im-
pedir su cumplimiento. Esperamos obtener buen éxito y buenos resul-
tados en todo lo que emprendemos. Esta capacidad para dominar y
dirigir nuestros pensamientos y nuestras obras es prueba de que so-
mos soberanos en el reino de nuestro intelecto.
No dejemos que cualquier viento que sople en el mar de la vida
nos desvíe de nuestro rumbo. Sabiendo que tenemos el poder de en-
filar el curso de nuestra nave hacia el puerto de la buena salud, gozo,
paz y abundancia, usemos este poder para dar dirección a todos nues-
tros pensamientos y palabras y hacer así manifiesto el bien que desea-
mos en nuestra vida.
Las siguientes afirmaciones por Elsie Ulbrich serán de gran ayuda
en esta dirección:
En el nombre de nuestro Señor Jesucristo decreto para mí sa-
lud, pureza y perfección.
Decreto gozo, felicidad y concordia; vida, luz y entendimiento.
En su nombre decreto para mí abundancia, plenitud y riquezas.
Decreto que mi trabajo sea útil, verdadero y provechoso.
Decreto que mi mente y que mi cuerpo sean cada día más del
espíritu.
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JOYAS ESPIRITUALES - 01/02 - FRATERNIDAD ROSACRUZ DEL PARAGUAY - 475 -
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