E S T U D I O B I B L I C O
EL LAVATORIO DE LAS MANOS Y LOS PIES
Por F. B.
En la parte de las Escrituras Sagradas donde se describen los ritos y ceremonias de los antiguos israelitas, se nos dice que los sacerdotes que tenían que traspasar el “velo del Templo”, tenían que lavarse antes las manos y los pies. En el fondo de este rito sagrado existe una verdad oculta que escapa al lector ordinario, pero no al neófito que se está preparando para traspasar el “velo”.
Este último conoce que en las palmas de las manos y en el arco de los pies, se hallan centros etéricos y que los vehículos sutiles son retenidos más fuertemente en el cuerpo físico por esos lugares.
La ayuda de un maestro se hace necesaria y el agua tiene una fuerza purificadora en los Planos Internos. Por ese motivo, el Maestro lavó y frotó con una toalla los pies de Sus discípulos.
Las palmas de las manos y las plantas de los pies carecen de vellos. La fisiología nos enseña que por medio de los poros de estas partes del cuerpo se expelen ciertos venenos del cuerpo que no se eliminan por otros conductos.
Por lo tanto, es necesario que las manos y los pies estén siempre limpios, para que el proceso eliminatorio del cuerpo sea propiamente ejecutado.
Cuando Cristo Jesús lavó los pies a Sus discípulos, Pedro se opuso tenazmente y el Maestro le dijo: “Lo que yo hago, Pedro, tu no entiendes ahora; más lo entenderás después. Si no te lavare, no tendrás parte conmigo”.
(San Juan. Cap. 13 Vers. 6, 7 y 8).
ver video: http://www.dailymotion.com/video/xbvht5_evangelio-segun-san-juan-11-de-15-c_people#rel-page-8
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Agradecemos a Raúl Sasia por este aporte.
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