ACERCA DE LA VALENTÍA
por
Orión de Panthoseas
Podría parecer un término de
otros tiempos y por tanto periclitado, pero no, pues héteme aquí que desde la
intervención militar internacional en Kósovo ha venido a adquirir sello de
primer orden y vuelto por sus fueros. Porque ¿ de qué sirven el dolor social y
el discernimiento, e incluso la determinación de hacer lo que fuese preciso si
no disponemos de valentía para en definitiva acometer cuanto requiera el caso y
hasta el final ? Desgraciadamente hoy nadie quiere exponerse a morir por nadie
ni por nada, nadie, ni siquiera a sufrir un desmayo o simple rasguño. Antes
estábamos dispuestos a todo frente al invasor o al enemigo común, amenazante y
declarado. Sin embargo, en el andar del mundo, los supuestos base y
circunstancias han cambiado de manera extraordinaria, por lo que ahora nos
están exigiendo que nos comprometamos frente a algo aparentemente más lejano y
etéreo, más sutil e impreciso en general porque no suele tocarnos personal y
físicamente a cada uno en concreto, cual hace y es tocante al terrorismo. Esta
nueva exigencia se corresponde sin duda con un más alto y exquisito grado en el
uso y concepción de valores que implica una civilidad arduamente lograda. Ser
conscientes de esto y su importancia, para no volver atrás, requiere desde
luego una conciencia clara, realista y vigilante. Las gentes occidentales, tras
la gran depresión y guerras mundiales, con la tecnología y la riqueza
propiciada – se preveía ya en los años 70 – nos hemos vuelto hedonistas, egoístas
e insolidarios, pero además de ello perezosos y, por ende, ciertamente
cobardes, con escaso margen para el esfuerzo, la necesaria disciplina y el
sacrificio, a la vez que algunos países del área pretenden optar por el viejo y
terrible espectro de la “neutralidad”, como si pudiese haber en la Humanidad
“apartes” incontaminados e incontaminantes, si bien es más grave aún que otros,
no occidentales en este caso, se opongan expresamente a “congelar activos de
personas físicas y jurídicas supuestamente vinculadas al terrorismo”. De aquí
que la “VALENTÍA”, su concepto al menos, emerja por sí misma y venga a
reivindicar el sentido intrínseco que siempre tuvo y deberá tener, pues se
trata de la piedra angular en la que hemos de apoyarnos para racionalizar y
discernir lo que en el mundo está ocurriendo, asumir la responsabilidad común
en la que desde los cuatro puntos cardinales nos hallamos inmersos, y tomar
conciencia y determinación para comprometernos y cooperar de forma activa por
muy arriesgado y desagradable que tal empresa pueda resultar. Sería loable que
todos los países de la ONU tomasen plena conciencia de este hecho y actuasen
consecuentemente, pero, sobre todo, – aparte de EE.UU,
naturalmente – Europa, Rusia, India, Japón y China. Está en juego y riesgo el
sutil tejido de la democracia y la libertad. La primera al ser permeabilizadas
y ajadas sus leyes cívicas por el terrorismo, y, la segunda, como consecuencia,
profunda y seriamente amenazada. Son los valores más grandes para la vida
individual y colectiva, y ésta es una circunstancia que, si no ilimitada, sí se
ha configurado como verdaderamente universal y excepcional.
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Agradecemos al Sr. César Lillo Arelllano, por este aporte.
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