QUÉ ES Y EN QUÉ CONSISTE UN TABLERO DE OUIJA
por
Orión de Panthoseas
Se trata de uno de los medios o
instrumentos con que podemos establecer contacto con seres que se encuentran
desencarnados. Está compuesto generalmente de un alfabeto con las letras dispuestas
en círculo, así como de una disposición numérica más otras abreviaturas
precisas a fin de que el espíritu o espíritus desencarnados en contacto puedan
transmitirnos sus respuestas o señales.
Obviamente los seres de alta espiritualidad no suelen atender requisitorias de este tipo, pues los fallecidos tienen muchas cosas que hacer en el más allá y no satisfacer precisamente la curiosidad o meros pasatiempos de muchos de nosotros. Incluso podemos afirmar que, para tales seres, en los casos ordinarios, “volver” a atrás, es decir, atender a cuestiones de esta naturaleza, es retroceder en su camino espiritual, en su evolución como almas que han terminado aquí sus quehaceres de momento. No ocurre así con los desencarnados perversos, aquéllos que llevaron una vida construyendo desgracias y odios en este mundo y que, dado que la muerte no hace al criminal santo, se encuentran constantemente al acecho de espíritus de buena fe, clarividentes involuntarios, médiums para sesiones en trance o para materializaciones, almas negativas o débiles en general, a través de quienes están dispuestos en todo momento a aprovechar cualquier ocasión propicia para inocular en el ánimo de gentes incautas sus perversiones y engaños (fechorías de todo tipo, daños, homicidios, riñas, sexualidades improcedentes, etc). Hemos de saber que con el mero hecho de acercarse a un tablero de Ouija, ya estamos poniendo en evidencia una postura negativa previa para cualquier acontecimiento que pueda ocurrir. Quiere ello decir que nos predisponemos a entrar en un concierto de sucesos que no dominamos en absoluto (pues no sabemos con quién vamos a tratar ni tampoco los medios de defensa en su caso); antes al contrario, estaremos abriendo de par en par las puertas para que los criminales del otro mundo nos invadan y dispongan de nosotros. Así surgen las posesiones (obsesiones) con numerosísimos trastornos psicosomáticos e incluso, por repercusión, orgánicos de muy difícil o imposible reparación a veces.
Quien no lo sepa debe saber que, a tales actos, acuden por afinidad los denominados “cascarones” dejados atrás por dichas gentes pervertidas una vez han dejado atrás la fase purgatorial, verdaderos demonios que se alimentan de los vapores de los licores, del humo de los inciensos y de los dos éteres más bajos del ser humano. Estos son a los que Cristo se refería cuando los expulsó e hizo que entrasen en una piara de cerdos.
El asunto de Ouija es, como otros muchos que sabemos que existen pero que desconocemos realmente en qué consisten, extremadamente peligroso. Lo que debe recomendarse siempre es no asistir nunca a una sesión de este tipo ni a ninguna otra de naturaleza semejante. Decimos esto porque siempre habrá quien pueda decirse: “Bueno, yo sé lo que voy a hacer”; o “a mí los muertos no pueden hacerme nada, yo no tengo miedo… ” Pura banalidad, pura ignorancia. Yo mismo he visto descomponerse a gente en mi presencia mientras hacía Ouija. Ser positivo en todo momento y no permitir jamás que nadie tuerza nuestra voluntad es un buen antídoto para no ser “usurpado” por ningún espíritu-control o espíritu-vampiro. Pero lo mejor, insistimos, es no acudir a tales actos ni en calidad de prueba ni mucho menos en calidad de pasatiempo. El mundo del deseo, el astral dicen otros, es un compendio grandioso de luz y color en el que se encuentran seres de grandiosa evolución; pero, en sus regiones inferiores, en las que tiene lugar la experiencia purgatorial, ahí es donde residen los seres más degradados de la tierra y los monstruos más horribles emanados por nuestros propios pensamientos y nuestros propios deseos. En ese nivel nos colocamos cuando nos acercamos a un tablero de Ouija y el peligro, por tanto, es enorme.
Agradecemos al Sr. César Lillo Arellano, por este aporte.
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