Muy estimados amigos: Me es grato compartir con ustedes estos temas que considero son de gran valor, de modo especial el primero de ellos, teniendo en cuenta los tiempos en que vivimos de tantos conflictos, violencias, corrupción e inmoralidad que sufrimos todos los días, Por lo tanto, si creemos en Dios realmente y oramos con toda sinceridad de corazón, seguramente que nos sentiremos protegidos espiritualmente. Pero veamos lo que nos dicen estos artículos tan importantes.
Raúl Sasia
SI CREES EN DIOS
Si crees en Dios, por grandes que fueran las amenazas de anuncios pesimistas en relación a grandes calamidades futuras, conservarás el corazón tranquilo en la convicción de que la Sabiduría Divina sustenta y sustentará el equilibrio de la vida, por encima de toda perturbación.
Si crees en Dios, nunca te perderás en el laberinto de la sublevación o de la desesperación frente a los golpes y las injurias que encontrarás en el camino, porque considerarás a los ofensores y delincuentes en su condición de desdichados, mucho más necesitados de bondad y protección que de odio y censura.
Si crees en Dios, recorrerás la tierra sin adversarios, pues por más que se multipliquen en la senda quienes te agredan o menosprecien, aceptarás a enemigos y adversarios como hermanos nuestros ubicados en puntos de vista diferentes.
Si crees en Dios, jamás te faltarán confianza y trabajo, porque te levantarás cada día con la certeza de que dispones de la bendita oportunidad de comunicación con los demás, disfrutando del incesante privilegio de ayudar y bendecir, comprender y servir.
Si crees en Dios, caminarás sin aflicción y sin temor en los caminos del mundo por grandes que fueran los peligros y riesgos que te oscurezcan la senda, porque aún frente a la muerte, percibirás que estás con Dios al mismo tiempo que Dios está siempre contigo, más allá de las pruebas y las sombras, las limitaciones y los cambios.-
LA OFRENDA
Un discípulo dijo a su maestro: “Todos mis deseos van hacia Dios.
Daría todo lo que tengo, por El: mis posesiones, mis alegrías, todo.”
El maestro le contestó: ¿Acaso Dios es un cobrador de impuestos?
Pero el discípulo volvió a decir: “Daría de buena voluntad mi vida por El.”
“En tu misma vida eres El; serás El en tu misma muerte: ¿de que te servirá, entonces, dársela? - le dijo el maestro.
Pero el discípulo contestó: ¿Cómo puedo entonces servirle?
El maestro se inclinó y recogiendo un fresco pimpollo, húmedo de rocío, se lo entregó diciendo: “Floreciendo, hijo mío, floreciendo”.-
Temas extraídos de la Revista JOYAS ESPIRITUALES de la Fraternidad Rosa Cruz del Paraguay.-
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Agradecemos al Sr. Raúl Sasia, por este aporte.
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