INFLUENCIA
Una piedra arrojada en la superficie de un lago forma ondas que se propagan a mucha distancia de su punto de origen. La acción del badajo en las paredes de la campana produce sonidos que se escuchan a gran distancia del campanario. Una acción genera una respuesta parecida en múltiples corazones y una vida deja en una estera que sirve de farol un modelo para otras vidas. Ningún acto por pequeño que sea deja de producir un efecto. Nadie tan insignificante que no influya sobre otra existencia. Así mismo un bebe siempre afecta la vida de sus padres.
¿Quien no recuerda aquella viuda que cierto día se aproximó en forma silenciosa al arca del templo para colocar dentro de ella su ofrenda de dos moneditas? Tan humilde era su dádiva que procuró no ser vista entre todos aquellos que podían ofrecer orgullosamente cantidades de oro.
Más aquel acto tan humilde y aquella oferta casi sin valor material, de casi dos mil años atrás, continúa aún moviendo los corazones en reconocimiento a Dios y a la generosidad para con el prójimo.
Hace muchos años, dos niños se divertían jugando en el jardín de una mansión en Inglaterra. Uno de ellos era el hijo del jardinero, el otro el hijo del dueño de la propiedad. En determinado momento, el niño rico se cayó en la pileta de natación y sin ninguna duda se habría ahogado, si no fuese por el niño pobre que, sin medir las consecuencias, se arrojó al agua para salvarlo.
Su generosa acción conmovió al dueño de casa y de alguna manera deseó recompensarlo.
¿Qué podremos hacer por este niño? Preguntó a su padre.
Si fuera posible, que sus estudios fueran costeados, respondió el jardinero.
Pasaron los años. El niño rico se convirtió en un gran estadista, uno de los mayores hombres de la historia contemporánea. Más cierto día, se vio atacado por una severa pulmonía. Su vida corría serio peligro. Inglaterra entera estaba acometida por una gran aprensión debido a la enfermedad del hombre que los había llevado a la victoria en la Segunda Guerra Mundial. Había apenas un remedio recién descubierto y muy raro que podría salvarle la vida y que fuera descubierto por el hijo del jardinero, era la penicilina.
De esa manera y por dos veces Alexander Fleming salvó la vida de Winston Churchill. Por otro lado, el acto generoso de Fleming en su infancia, lo llevó a la fama mundial y la acción del padre de Churchill, contribuyó más tarde para salvar la vida de su hijo.
Todo lo que traemos para este mundo debe ser puesto a prueba por medio de la acción y convertido en crecimiento del alma. En ese proceso también dependemos de las realizaciones de los demás, del trabajo que ellos realizan.
En verdad debemos empeñarnos en la adquisición de conocimientos en más grande medida, así vamos adquiriendo el saber mediante los esfuerzos de nuestros semejantes. Por consiguiente, nada es más justo que acrecentarnos a nosotros mismos, de algo importante del acervo cultural del medio ambiente en que nacimos y desarrollamos nuestras vidas.
Luego si fallamos en el cumplimiento de esos deberes, otros se sentirán inclinados a seguir nuestros pasos. Si nos desempeñamos muy bien, otros se inspirarán en nuestras vidas en momentos que se vean afectados por el desánimo.
Venimos muchas veces a este mundo y debemos cada vez que lo abandonamos, procurar por todos los medios posibles, dejarlo mejor de lo que lo encontramos cuando a él vinimos. “Nadie vive para si, así como nadie muere para si”. Cada uno deja señales a su paso por este mundo. Que las nuestras indiquen las alturas a los que vienen detrás de nosotros y les brinden ánimos para continuar en forma perseverante en la lucha por abrir el camino hacia la luz.-
Agradecemos al Sr. Raúl Sasia, por este artículo
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