Moshe Idel - EL GOLEM:
¿NECIO O INTELIGENTE?
Poderoso arquetipo que obsesionó a Meyrink y Borges, el Golem sería la constatación de que el hombre puede ser también demiurgo. Moshe Idel, el más destacado discípulo de Gershom Scholem, autor del estudio canónico sobre el tema, Golem, analiza en este texto en exclusiva para Letras Libres a ese antropoide que cada vez nos sorprende menos.
1. El Golem estúpido En las tradiciones judías que tratan el tema del antropoide artificial, existen dos líneas principales de interpretación sobre esta criatura. Una considera que se trata de un ser subhumano, tonto y no inteligente; la otra supone que el antropoide artificial puede ser más sagaz que sus creadores.
Comencemos por la primera interpretación. En ésta, los eruditos consideran que la creación del Golem representa una porfía a lo divino y que, básicamente, se trata de un cometido peligroso, sospechoso e inferior. Este punto de vista repercutió en forma decisiva en un célebre poema de Borges, El Golem:
El rabí lo miraba con ternura
y con algún horror. ¿Cómo (se dijo)
pude engendrar este penoso hijo
y la inacción dejé, que es la cordura?
...
En la hora de angustia y de luz vaga,
en su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?
El hombre y el creador del Golem se presentan como parte de una perspectiva de la religión que podría definirse, en forma simplista, como la que se ocupa de lo que sale mal. El modelo paradigmático que está en las alturas es el ente único y más importante, mientras que lo demás, los seres que están abajo, son sombras, precarias emulaciones del ser supremo y sus acciones.
El Dios de Borges está decepcionado de su criatura, el legendario Maharal, a la vez que el rabino está desilusionado de la suya, el Golem: una serie de desengaños. Ambos creadores tienen la impresión de haber abandonado la actividad más sublime, la sabiduría, por una forma inferior de actividad, la creación en el ámbito de lo concreto.
Cierta tristeza permea el tono del poema de Borges, que refleja una perspectiva platónica del arte visto como traición de un paradigma supremo. La meditación y la sabiduría se presentan como opciones más sublimes que la acción.
2. El Golem inteligente Con todo, según algunos autores judíos –cuya teoría no ha recibido la debida atención–, la sabiduría y la perfección espiritual son lo que permite la creación de un Golem perfecto. De esta manera, por ejemplo, nos informa un antiguo e influyente texto medieval:
A través del Sefer Yetzirah Dios creó Su mundo... y cuando nació Abraham... [éste] se puso a meditar solo sobre aquél, pero no pudo entender nada sino hasta que una voz celestial le dijo: “¿Estás tratando de equipararte a mí? Yo soy uno y he creado el Sefer Yetzirah y lo he estudiado; pero tú por ti mismo [solo] no lo puedes entender. Por lo tanto, consigue un compañero y mediten juntos, y lo entenderán.” De ahí, Abraham fue con su maestro, Shem, hijo de Noé, y durante tres días lo consultaron hasta saber cómo crear un mundo. Y hasta la fecha, nadie puede entenderlo por sí solo, [se necesitan] dos sabios, y aun así lo entienden sólo a los tres días, a partir de lo cual pueden hacer lo que desee su corazón. Rava también quería entender solo el libro... Vamos a reunirnos, entonces, para estudiar el Sefer Yetzirah... También Ben Sira quería entenderlo solo. Y una voz le dijo: “Dos son mejor que uno” [Eclesiastés 4:9]. Fue con Jeremías y lo estudiaron durante tres años y se sumieron en su contemplación y se creó un hombre. Y en la frente llevaba escrito YHWH“Elohim” Emmet [Jeremías 10:10.].Y en la mano tenía un cuchillo y estaba borrando la [letra] “A[leph] de” Emmet. Jeremías le dijo: “¿Por qué lo hiciste?” Y respondió: “Les contaré una parábola: Había un hombre que era un creador y un sabio. Al verlo las personas lo hicieron rey. Más adelante, llegaron otras personas y aprendieron esa profesión: ellos [la gente] abandonaron al primer hombre y se dirigieron al último. Es el caso del Sagrado, Bendito sea, que consultó el Sefer Yetzirah y creó el mundo, y todas las criaturas lo hicieron rey. Cuando llegues y hagas lo que Él ha hecho ¿qué va a pasar al final? Van a abandonarlo, al que te creó, y [en cambio] se volverán hacia ti.” Entonces le preguntaron: “¿Qué hacer?” Él les dijo: “Retroceder. Y [entonces] ese hombre se convirtió en polvo y cenizas.
Este enfoque no sólo es el comentario más largo sobre el Golem, sino, como se dijo antes, uno de los que tienen más influencia y cuya huella se percibe en una variedad de textos del siglo XIII sobre el Golem. Se trata de la primera leyenda medieval que describe la creación de un antropoide artificial. Efectivamente, según este texto, se trató de la apoteosis del Sefer Yetzirah, ya que este libro se concibió para estar al servicio de la actividad creadora tanto de Dios como del hombre, y no sólo para describir esas actividades a posteriori. Concebir un libro primordial compartido por Dios y el hombre reduce al mínimo el posible conflicto entre la absoluta omnipotencia divina y el intento humano de imitarla.
El hombre creado artificialmente se presenta en este texto bajo una luz más bien única hasta esa fecha: el hombre habla y es inteligente. De hecho, el antropoide le enseña a Ben Sira y a Jeremías el posible significado de su obra, y cómo deshacerla. En consecuencia, a diferencia de otros relatos en los que el antropoide no habla, aquí no sólo tiene la palabra sino que es inteligente, inclusive capaz de instruir a dos sabios reconocidos. El Golem les enseña que su obra, merced a su perfección, es propensa a crear confusión entre la masa, y que su producto perfecto se convierte mucho más en un problema para ellos que en una conquista: podrían adorarlos a ellos en vez de a su Creador. Sin embargo, el texto deja claro que los maestros mismos no pensaban de ningún modo en equipararse a Dios. No obstante su intención, pueden ser la causa del surgimiento de un culto falso. De esta manera, el problema estriba básicamente, no en una competencia intencional con la creatividad divina, sino con la posible malinterpretación del vulgo. El fenómeno, mágico por sí mismo, es religiosamente peligroso no por su esencia, sino sólo en su manifestación pública.
Para entender esta interpretación de la creatividad es decisivo considerar este libro paradigmático, o plan del mundo y el hombre, a la manera de la perspectiva midrásica[hermenéutica] de que Dios creó el mundo en contemplación de la Torá. También en este caso Dios y los maestros judíos consultaron un texto, como hacen los arquitectos para materializar sus planes. Por este motivo la parábola de los creadores va tan a propósito del Golem. Los creadores asimilaron la capacidad de crear que proporciona el Sefer Yetzirah, cuyo estudio resulta automáticamente creativo y genera diversos seres.
Por otra parte, esta midrash o interpretación tardía le impone una teoría rabínica al Sefer Yetzirah: Abraham por sí solo no habría podido entender el Sefer Yetzirah, tanto menos utilizarlo con fines prácticos. Se afirma que fue a estudiar con su maestro, lo mismo que Ben Sira, que estudia con su padre Jeremías. De modo que no se trata simplemente de estudiar con otra persona, sino de acudir en realidad a un superior: un maestro o un padre, y formar parte así de determinada línea de autoridad. Lo logrado por Dios como creador único no lo puede repetir una persona sola, aunque dos sí pueden hacerlo.
El primer encomio del estudio, atribuido a Dios, procede de una tradición judía que alentó la lectura del libro, mientras que el segundo supuestamente tiene su origen en una tradición árabe que se encuentra en uno de los tratados más famosos de magia del siglo IX, en árabe, de Ibn Wahshiyyah, Agricultura nabatea, conservado en una traducción hebrea del siglo XIII realizada a partir de un texto del siglo IX:
Shem Tov Ibn Falaquera escribió que había encontrado, en el “Tratado sobre agricultura”, que en una época muy antigua uno de los magos creó un hombre; mencionaba en su libro cómo lo había creado y qué hizo para que su obra fuera completa. Pero reconoció que el hombre que había creado no era de la especie humana y no podía hablar ni pensar. Sin embargo, sus miembros salieron perfectos de forma. [El mago] se asombró [de que el hombre que había hecho] no pudiera hablar ni pensar y de que no se alimentara, y [sin embargo] sobreviviera un año. Dijeron que el rey le impidió [al mago] hacer [otro] hombre o animal, para no corromper la fe de las masas... También mencionó que el hombre que había hecho podía abrir y cerrar los ojos... También está escrito ahí que existe una montaña en China en la que se genera la forma de un hombre con todos sus miembros, y que la gente de esos países toman el polvo de esa montaña y lo remojan en un lugar escondido hasta que se humedece bien, [para que] de ahí se genere la forma de un hombre vivo, capaz de moverse. Con todo, posteriormente sobrevive sólo un día o menos.
En el siglo X, Ibn Wahshiyyah hizo una traducción al árabe de un tratado de magia supuestamente mucho más antiguo, tal vez escrito en griego, y este libro estuvo al alcance por lo menos de dos fuentes judías en la Edad Media. Sus semejanzas demuestran que hay buen motivo para pensar que por lo menos algunas de las características de las diversas fórmulas para crear el Golem son anteriores a la presentación de los autores judíos europeos del Medievo, y permite hacer una descripción mucho más compleja de la historia de las ideas sobre el Golem. Lo que hay que recalcar es que la voz divina recomienda estudiar el libro, proceso creativo y no peligroso, siempre que lo hagan juntos dos eruditos. Un cabalista del siglo XIV, R. Isaac de Acre, que cree en la posibilidad de crear un hombre perfecto, elaboró esta perspectiva. Este autor no menciona el peligro teológico que procede de la tradición árabe. Ambas versiones reflejan dos énfasis distintos en las diversas tradiciones del Golem: la platónica, que problematiza la acción, y la rabínica, que es una perspectiva más positiva de la misma. ~
– Traducción de Rosamaría Núñez
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