Respirar juntos
Somos constructores de una magna obra. Estamos convencidos de la grandeza de los antiguos y seguimos con honor sus nobles ideales inspirados en la Tradición Primordial.
Somos eslabones de una cadena de oro, fuerte, luminosa, engarzada directamente con Hermes, Buddha, Quetzalcóatl, Vyasa y Melquisedec, reconociendo en este insigne linaje la pureza de la Fuente primigenia.
Somos herederos de un conocimiento secreto, conservado con devoción por los iniciados de todos los tiempos.
Somos trabajadores de la luz y con humildad y respeto depositamos el fruto de nuestra labor a los pies de los Maestros de Sabiduría.
Somos pocos, sí, pero también somos entusiastas y fieles a nuestro propósito más alto. En una sociedad hostil a los ideales trascendentes, nos vemos obligados a camuflarnos y resistir ante la intolerancia.
En esta inferioridad de condiciones, es necesario que los nobles viajeros del Sendero Eterno nos re-conozcamos, nos re-unamos y conspiremos (*), para “respirar juntos” a fin de que la ley se cumpla y el ciclo de oscuridad se cierre.
Es necesario conspirar para que todos los hombres puedan reconocer la chispa divina que brilla en su interior, para que la Fraternidad Universal sea proclamada, sin distinciones de razas, sexos, clases sociales, nacionalidades, opciones políticas u orientaciones sexuales, amando y respetando la vida en todas sus manifestaciones.
Es necesario conspirar para restaurar la unidad perdida, para que los opuestos sean armonizados y que la humanidad halle la más alta perfección y la más pura felicidad.
Es necesario conspirar para que los tres atributos de la divinidad (Luz, Vida, Amor) se manifiesten en el mundo, convirtiéndonos nosotros mismos en soldados de la Luz, de la Vida y del Amor, canales conscientes de lo Bueno, lo Bello, lo Justo y lo Verdadero, constructores de la cuarta mesa del Grial.
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