Viviendo el mito
“El mito es una verdad eterna en contraste con una verdad empírica”
(Thomas Mann)
Desde una perspectiva profana, los mitos son considerados fábulas o fantasías que no tienen ningún tipo de fundamento ni veracidad, en otras palabras una mentira enmascarada. Sin embargo, para la Filosofía Iniciática todo mito es una realidad trascendente, una verdad que no podría ser expresada de otro modo y que nos pone en contacto con el plano del Alma, el llamado “mundo imaginal”.
Menospreciados, rechazados e invalidados por los racionalistas contemporáneos, que los consideran el rezago de una mentalidad primitiva y pre-científica, los mitos tradicionales gozan de buena salud en el seno de las sociedades iniciáticas que saben que –para ser entendidos en su nivel más profundo– éstos necesitan ser contemplados con el “ojo del corazón”, aquel que nos permite mirar más allá de lo evidente.
De acuerdo a Joseph Campbell, los mitos tienen una función pedagógica y “sirven para la instrucción espiritual”, ya que proveen “pistas de las potencialidades espirituales de la vida humana”, en especial en el llamado “mito único” o “monomito”, el Viaje del Héroe, aquel que resuena con fuerza en el interior de cada uno de nosotros.
Este viaje constituye el eje, la columna vertebral de la Filosofía Iniciática, la cual insiste en la necesidad de conocer, estudiar, profundizar y –sobre todas las cosas– vivir el mito heroico, convirtiéndonos a cada uno de nosotros en héroes peregrinos, en “nobles caminantes”, intrépidos recorredores de los senderos ascendentes que conducen desde la oscuridad a la luz..
La plasmación más simple, completa y perfecta de esta odisea espiritual puede observarse en la imagen circular del laberinto de Chartres, aunque también aparece reflejada en el Árbol Sefirótico, el Tarot, el Juego de la Oca, las etapas de la Gran Obra, los doce trabajos de Hércules y otros esquemas tradicionales.
Por esta razón, y aunque los materialistas modernos consideren a la mitología como “algo muerto”, es decir como un conjunto de relatos que demuestran la gran imaginación de los antiguos pero que carecen de utilidad práctica, los mitos nunca podrán desaparecer completamente porque son la exteriorización más perfecta del lenguaje del Alma, una expresión cristalina de los procesos internos que experimentan todos los seres humanos.
La Filosofía Iniciática no tiene otro cometido que ayudarnos a recordar nuestra verdadera identidad, y para ello nos invita a vivir el mito, a encarnar el arquetipo del héroe y alcanzar la “Pax Triumphalis” para exclamar a los cuatro vientos: Yo soy Eso.
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