domingo, 18 de mayo de 2014

Relatos Religiosos (II)


Relatos Religiosos (II)



Segundo relato
La Imitación de Cristo

Mira que son sabios y listos estos curas: nos entienden, y nosotros a ellos, no. No es que no sepamos, es que no lo hemos aprendido, o tal vez comprendido. Aquí, o lo sabes todo, o no sabes nada. Pero no te puedes considerar menos preciado, porque la verdad está en todas partes y es gratuita -según todos menos la iglesia-, lo que no podemos pretender es estar como Dios, al tiempo y en todas partes. Te lo relato tal cual me lo contó un viejo en un puesto del rastro una mañana de domingo en Zaragoza, que a sus ochenta años aún tenía fuerza y ganas para vender libros religiosos antiguos de segunda mano, que le pudieran servir a los demás. Señalándome una antigua versión ilustrada de una Biblia, se dirige a mi diciéndome: "yo nunca escribí por qué todo lo que hay, …aquíestá, incluso bien y mejor dicho,…. sin faltar a la verdad".






Emilio, así se llama el anciano pero aún lúcido librero; todavía se teñía su pelo canoso con un colorante casero, mezclando creo yo, betún marrón de los zapatos con azafrán, que le daba una apariencia muy juvenil y libertina. Se gustaba él como nadie, y pretendía salvar los cuerpos y almas de otras desamparadas feligresas necesitadas de amor maduro pero pasionalmente religiosa, como la experiencia sugerida por el e-Iglesia.
Al puesto de libros religiosos usados, incluso diría bastante sobados, acudían en bandada los forofos y fanáticos partidarios de la Santa Inquisición y de la Santa Cruzada que me recuerda otro tiempo no tan lejano, y también por curiosos que como yo andan aburrido en el lugar tratando de pasar el caluroso tiempo aumentado por la temperatura de la plataforma de alquitrán negro derretido por el solajero que hacía esa mañana, buscando la buena sombra en un puesto, que no estorbe y me entretenga. Estos puestos religiosos suelen estar en el mejor sitio, como las iglesias, son frescas en verano y calientes en el invierno, ya que usan tela o plástico según el día y el tiempo.
Algo tenía que comprar para permanecer allí más tiempo al fresco, vamos como una limosna o una donación para contribuir a aquello. Me fije en el libro más pequeño que había creyendo fuera el menos costoso. Cuando lo cogí con mi mano izquierda percibí la acaricia que da la encuadernación de piel, con la derecha abrí la miniatura de libro por la primera página impresa, a un lado un cuadro del crucificado que ponían siempre en las estampas funerarias de antes y en la otra cara un laborioso grabado, que más parece un retablo haciendo una cruz indicando el título y el autor del libro: LA IMITACIÓN DE CRISTO de Tomás de Kempis, una de las varias ediciones que ha publicado Editorial Regina en plena segunda guerra mundial.
- ¡Ese libro es una joya! Exclamó Emilio el librero.
- Me puse en guardia, pidiéndole el precio.
- 30 monedas de euros es su valor pero para usted que tiene pinta de buena persona se lo dejaré en menos.
- ¿Cuánto de menos?
- ¡En la mitad se lo dejo!
El regateo me obliga a comprar asiento en la sombra o irme al tendido de sol para quemarme la frente. La verdad pensando que el asiento tiene una alfombrilla y no te quedas pegado al suelo, me lo voy a pensar con tranquilidad lo de comprar el libro forrado en piel, no sé de que animal; yo me sentía como un cerdo, hinchado por los tubos de cerveza que me había tomado para no deshidratarme en aquel momento, lo de la barriga cervecera es de otros momentos que no tienen que ver con esto.
Consuela grandemente el ánimo ver cómo en medio de este relato frívolo puedo recomendarte una lectura obligada para los buscadores, aunque sea solo para ver el lado oscuro o permanecer en la sombra, de un libro muy apreciado por miles de católicos, que ocupa un lugar tan preeminente después de los Santos Evangelios. Menos mal que ahora corre un poco el aire de la Dehesa del Moncayo, humedecido por las frías aguas que bajan por el Ebro.
- ¡Mire señor, escuche con atención! De él sacan las almas piadosas grande provecho espiritual, a él acuden para la meditación de las eternas verdades, para solaz de su espíritu, fatigado por las varias vicisitudes de la vida, y como despertador de una vida enteramente cristiana y conforme al Divino Ejemplar Jesucristo, en cuya imitación está la vida y salvación del hombre. Este libro lo puede llevar usted siempre en el bolsillo, y cuando tenga algún contratiempo o problema, lo consulta al momento, y asunto arreglado.
- ¿Entonces la miniatura es solo por el tamaño del libro, no por el contenido?¿El precio no lo puede ajustar un poco más al tamaño, o el tamaño no importa?
Emilio seriamente me dice con gran solemnidad:
- “Quien me sigue no anda en tinieblas”, dice el Señor. Estas palabras son de Cristo, con las cuales nos amonesta que imitemos su vida y costumbres, si queremos verdaderamente ser alumbrados y libres de toda ceguedad del corazón. ¡Y eso no me permite que lo rebaje más de la mitad el precio! ¡Las cosas que tienen valor, tienen su sagrado precio!
- ¡Ya! como las plegarias y las indulgencias de la Iglesia.
- Por supuesto, para el sostenimiento de la Santa Madre, la Santísima Trinidad y los asuntos del Santo Padre.
- ¿Esto es como la cruz del impuesto sobre la renta para mantener el patrimonio de la Santa Iglesia Apostólica y Romana?
-No señor, es para conservar la Basílica de Zaragoza dedicada a la Virgen del Pilar, patrona de la toda la Hispanidad ¿O acaso cree usted que la Pilarica no se lo merece, con todos los milagros que ha hecho?
- ¿Milagros? Le pregunté incrédulamente.
- ¡Si, milagros! como el famoso de Calanda, un mendigo que perdió una pierna en un accidente, le pidió a la Virgen del Pilar que se la repusiera y a la mañana siguiente se levantó de la cama con las dos piernas a caminar… ¿ Cuál va a ser su deseo para la Virgen?
- Que me rebaje el precio del libro… ¿sería un milagro? Un deseo, …. que conserven el órgano de la Seo por haberlo tocado mi bisabuelo el maño, Maestro Valle. Con el dinero que me cobraron a la entrada de la catedral y el ahorro del IBI, ya lo pueden bien cuidar, ….y no sería ningún milagro, sino una buena inversión.
Me lo llevo, por lo menos es mono, me servirá para adornar la estantería de la biblioteca.
¡Tome las 15 monedas de plata, el borde de oro y el escudo de España!
Se hizo el loco y no me dio las gracias, … yo tampoco le debo “nada”.



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El que quiera pues, experimentar plenamente todo el sabor de las palabras de Cristo, conviene que procure conformar con él toda su vida”. Lo dicho, “La Imitación de Cristo” es un libro de Tomás de Kempis publicado anónimamente en el siglo XV, escrito en forma de consejos breves cuyo objetivo es instruir al alma en la perfección cristiana, proponiendo como modelo al mismo Jesucristo, se ha convertido con el tiempo en un clásico de la literatura mística, que alguien debiera actualizar. En cualquier librería especializada lo puedes encontrar, como dije, el mío se lo compré a un viejo "librero" en el rastro de Zaragoza por tan solo 15 euros, "libre" de impuestos.


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