ABUNDANCIA DE TODAS LAS COSAS
LEY DE PROSPERIDAD (I)
Del libro: EN ARMONÍA CON EL INFINITO por RODOLFO WALDO TRINE
Dios es el Espíritu de infinita abundancia; el Poder que dio y está
continuamente dando forma tangible a todas las cosas. Quien vive en
unidad con este infinito Poder será como imán que atraiga a sí cualquiera
cosa que desee.
Si uno se mantiene en la idea de pobreza, pobre será. Pero si se
mantiene sin cesar en la idea de prosperidad, sean cuales sean las
condiciones en que se halla, pondrá en acción fuerzas que tarde o temprano
lo coloquen en situación próspera. La ley de atracción obra sin
cesar en el universo, y el inmutable principio superior de ella derivado es
que cada cosa atrae a su semejante. Si estamos identificados con este
Poder infinito, con esta Fuente de todas las cosas, en el grado en que
vivamos en el reconocimiento de esta identificación, en tal grado actualizaremos
un poder que nos allegue en abundancia cuanto deseemos.
Por este medio entraremos en posesión de una fuerza con la cual podremos
establecer en todo tiempo las anheladas condiciones.
Así como toda verdad existe de por sí y sólo espera que la percibamos,
así todas las cosas indispensables para satisfacer nuestras necesidades
presentes existen también de por sí y sólo esperan en nosotros
el poder de apropiárnoslas. Dios tiene todas las cosas en sus manos.
Su voz nos dice constantemente: Hijo, reconóceme en todos tus
caminos, y en el grado en que así lo hagas, será tuyo lo mío.
“Dios da a todos los hombres con liberalidad y sin reconvención”
(Santiago, 1:5). Da liberalmente a los hombres que se colocan en disposición
de recibir de Él. No derrama sus dones sobre cualquiera.
La vieja y por algún tiempo predominante idea de que la pobreza
era condición necesaria de la santidad no tiene ya fundamento alguno.
Túvolo parecido al del ascetismo cuando prevaleció aquella otra de que
era inevitable la oposición entre el espíritu y la carne. Surgió en la mente
de los que tenían un falso y torcido concepto de la vida. La verdadera
santidad es idéntica a la verdadera sabiduría. A quien es verdaderamente
sabio y hace prudente uso de sus fuerzas y facultades, le abre
siempre el universo el arca de sus tesoros.
La dádiva es siempre igual a la petición prudente y justa. Quien
obedece a las leyes superiores, queda libre del miedo a la pobreza.
¿Estás sin colocación, sin trabajo? Pues si te dejas dominar por el
miedo de no encontrar otro empleo, posible será que pases mucho tiempo
sin encontrarlo, o si lo encuentras seas mísero y pobremente retribuido.
En cualquiera circunstancias debes poner en acción tus fuerzas interiores,
que siempre acabarán por triunfar de toda temporánea o aparente
pérdida. Pon estas fuerzas en actividad y serás entonces un imán que
hacia ti atraiga una colocación mejor que la perdida, y tal vez no tardes
en dar gracias por haberla perdido.
Reconoce el infinito Poder que obra por doquiera, que crea y rige
todas las cosas del universo, que gobierna los innumerables sistemas
del mundo.
Los pensamientos son un poder oculto de energías incalculables,
y si los diriges con rectitud y prudencia, la apropiada colocación o el
conveniente empleo te llegará a su debido tiempo, por el debido modo,
y lo reconocerás como tuyo cuando a ti llegue.
Persevera en este pensamiento, no titubees en él, sosténlo y aliméntalo
sin cesar con firme esperanza y así pondrás un anuncio en un
período espiritual de ilimitada circulación que no sólo llegue más allá de
los límites de la tierra, sino del universo mismo. Será, además, un anuncio
que rectamente inserto por tu parte tenga mucha mayor eficacia que
cualquier otro que pudiera insertar en páginas impresas, por más que el
anuncio sea hoy día el gran medio de solicitar lo que se necesita. En el
grado en que llegues a este conocimiento y vivas en armonía con las
leyes y fuerzas superiores, en tal grado serás capaz de conseguirlo.
Si movido por la necesidad ojeas los anuncios de los periódicos,
no lo hagas como comúnmente se hace. Pon en actividad las fuerzas
interiores y colócate así sobre elevada base. Cuando tomes el periódico
piensa de este modo: si aquí hay un anuncio que me convenga, lo reconoceré
desde el momento en que lo lea.
Afírmate en este pensamiento, confía en él, espéralo y si esto
cumples con robusta fe, sentirás de uno u otro modo la intuición del
momento oportuno, y esta intuición será ni más ni menos que la voz de
tu propia alma. Cuando hable, obra sin dilación.
Si una vez logrado el empleo notas que no es el que precisamente
deseabas, si te sientes capaz de desempeñar otro mejor, entonces
considéralo desde luego como un punto de apoyo para lograr este otro.
Manténte en este pensamiento, afírmate en él, cree y espera, y sé en
todo tiempo absolutamente fiel a la posición en que entretanto te halles
colocado. Si no eres fiel a ella, entonces lo probable será que no te sirva
de apoyo para alcanzar algo mejor, sino algo peor. Si eres fiel a ella,
pronto darás gracias, regocijado y alegre, de haber perdido tu anterior
colocación.
Esta es la ley de prosperidad. Cuando sobrevenga la transitoria
desgracia, no te dejes arrastrar por ella, sino saca de ella el mejor partido
posible, y ve siempre adelante en tu anhelo de más prósperas condiciones.
Si te mantienes en esta disposición de ánimo, pondrás en actividad
fuerzas sutiles que tarde o temprano actualizarán en forma tangible
lo que sólo es aun simple pensamiento. Porque el pensamiento tiene
poder oculto, y debidamente aplicado es como germen de las condiciones
materiales.
No cedas ni por un momento a la queja, antes bien, emplea el
tiempo, que lamentos inútiles te robarían, en mirar adelante y actualizar
las deseadas condiciones. Sugiérete la idea de prosperidad. Considérate
en condición próspera, y tranquila y sosegadamente, pero con seguridad
y firmeza. Cree absolutamente en ello. Espera en ello y acaricia
sin cesar esta esperanza. De este modo serás como un imán que atraiga
a ti las cosas deseadas. No temas sugerirte estas cosas, porque así
te forjarás un ideal que las revista de formas tangibles. Por este medio
utilizarás los más sutiles y poderosos agentes del universo. Si especialmente
deseas alguna cosa cuya posesión creas buena y necesaria para
ti, algo que pueda dilatar tu vida y acrecentar tu utilidad para el prójimo,
manténte sencillamente en la idea de ella, pues en tiempo oportuno, por
medios naturales y en las debidas condiciones, vendrá a ti o se te abrirá
el camino por donde puedas llegar al logro de tus deseos.
Conozco a una señorita que no hace mucho tiempo estaba en
apremiante necesidad de dinero. Para noble objeto lo deseaba y no
veía la razón del por qué hubiese de carecer de él. Era esta señorita una
de aquellas personas que han llegado a reconocer el valor de las fuerzas
interiores, y tomó la disposición de ánimo que acabamos de exponer.
Durante la mañana se ensimismó, entró en el silencio por breve
rato, y se puso de este modo en armonía con las fuerzas interiores.
Antes de la noche fue a su casa un caballero perteneciente a una familia
amiga y le preguntó si podía encargarse de cierto trabajo que necesitaba.
Quedándose la señorita algo sorprendida de que se solicitase de
ella aquella clase de trabajo, pero se dijo a sí misma: “Aquí hay un llamamiento.
Responderé y veremos qué resulta”. Encargóse del trabajo y
lo hizo bien. Cuando lo hubo terminado, le dieron en pago una cantidad
de dinero mucho mayor de la que esperaba y creyó excesiva la remuneración
de su trabajo. Rehusó la señorita, y el caballero repuso: “No;
usted nos ha prestado un servicio de más monta que el dinero que le
damos”. En efecto, la suma recibida era más que suficiente para la buena
obra que la señorita deseaba llevar a cabo.
Este es uno de tantos ejemplos relativos al empleo prudente y
eficaz de las fuerzas interiores. Asimismo entraña una lección: No cierres
las manos ni esperes que las cosas te caigan en el regazo, sino pon
en actividad las fuerzas interiores y toma lo primero que te ofrezcan.
Haz lo que tus manos sepan hacer y lo harás bien. Si este trabajo
no te satisface por completo, entonces confía, cree y espera que por
medio de él alcanzarás algo mejor. La base para traer lo mejor que te
pueda dar el mundo es vivir de ello en el pensamiento, impropiamente
llamado imaginación. Todo cuanto llamamos imágenes son realidades y
fuerzas de elementos invisibles. Vivid con el pensamiento en un palacio
y gradualmente gravitarán sobre vosotros las cosas referentes a él. Pero
vivir así no es en modo alguno el deseo lánguido, envidioso y plañidero,
sino el de verte en la cima, cuando según el mundo estés en la cima; es
considerar el plato de estaño en que te veas precisado a comer, cual un
tránsito a otro de plata; pero no es envidiar ni refunfuñar porque lo tenga
el vecino, pues esta envidia es precisamente como un capital descontado
del banco de las fuerzas mentales.
Dice un amigo que conoce el poder de las internas fuerzas y cuya
vida está guiada por ellas en los más insignificantes pormenores. “Aun
cuando estés en las garras de un oso dispuesto a despedazarte, mírale
sonriente”: Quiere esto decir que si cedes a la adversidad, lo probable
es que se haga dueña de ti; pero si reconoces en el poder de dominar
las circunstancias, entonces la adversidad será tu sierva y se trocará en
buena fortuna. Si cuando llegue la desgracia, la sobrellevas con sosiego
y calma, pronto desaparecerá si empleas en actualizar tus poderosas
fuerzas interiores el tiempo que de otro modo perderías en quejas, temores
y presentimientos.
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467 - JOYAS ESPIRITUALES - 05/01 - FRATERNIDAD ROSACRUZ DEL PARAGUAY
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