Las decisiones de los Tribunales
Se ha dicho tanto, y se sigue diciendo, escribiendo, emitiendo por
radio y televisión y argumentando en los estrados sobre el aborto, que
uno se siente inclinado a pensar que cualquier nueva mención del tema
resulta molesta para la mayor parte de la gente. Sin embargo, la decisión
sobre la materia, del Tribunal Supremo de los Estados Unidos que, en
efecto, anula leyes restrictivas del aborto de varios estados, hace más
consciente que nunca al estudiante de las profundas verdades de la vida
y del ser, de la imperativa necesidad de aumentar la comprensión de los
factores intervinientes y de las deplorables consecuencias involucradas
en esta práctica no cristiana, que se ha convertido alarmantemente en
frecuente y normal.
Antes, en casi todas partes, el aborto estaba legalmente permitido
sólo si lo requería la salud de la madre. Pero es bien sabido que se llevó
a cabo, ilegal y anticientíficamente, por gente no cualificada, siendo ése,
sin duda, uno de los factores que condujeron a la legalización del aborto
en los Estados Unidos. Por supuesto, el «legalizarlo» no reduce sus
implicaciones morales, aunque reduzca el número de casos en que se
causen daños físicos par a las madres.
En su histórica decisión, el Tribunal mantuvo que la prohibición del
aborto temprano sería una invasión inconstitucional de la intimidad de la
mujer, dado que el único interés legítimo del Estado en esta materia consiste
en asegurar que el aborto, como «procedimiento médico», se produzca
en circunstancias que proporcionen la adecuada seguridad al paciente.
Ello requerirá, naturalmente, los servicios de un médico licenciado
en ejercicio. Además, en opinión del Tribunal, el estado, constitucionalmente,
sólo puede tomar medidas para proteger al no nacido, después
de que el feto haya alcanzado un status de «vida independiente». Dejan
do al margen la pregunta crucial sobre cuándo la «vida independiente»
empieza en el cuerpo en formación, el Tribunal añade: «Si los profesionales,
prácticos en las respectivas disciplinas de medicina, filosofía y teología,
son incapaces de llegar a ningún consenso, la judicatura, en el presente
momento del conocimiento humano, no está en condiciones de
especular».
Como esta materia es de tan vital importancia para toda la raza humana,
tanto ahora como en el futuro, y sus consecuencias tan
condicionantes del futuro lejano y tan contrarias al desarrollo espiritual,
sería sumamente beneficioso para todo adulto, que consideráse el asunto
con mente abierta, en sus aspectos físicos y espirituales. La referencia
del tribunal al «presente momento del conocimiento humano» alude, seguramente,
al conocimiento «aceptado» por el público en general. Afortunadamente,
hay seres humanos que han progresado espiritualmente lo
suficiente para haber adquirido conocimientos, aún no aceptados por la
mayoría de la humanidad. Entre esos hombres evolucionados se encuentran
los Hermanos de la Rosa Cruz, Adeptos que trabajan constantemente
por el bienestar de la Humanidad y que han impartido las Enseñanzas
de la Sabiduría Occidental en sus esfuerzos por contrarrestar los insidiosos
efectos del materialismo y por hacer avanzar la evolución espiritual en
general.
Las leyes de Renacimiento y de Consecuencia
Entre esas Enseñanzas destacan las relativas a las dos leyes gemelas
de Renacimiento y de Consecuencia. La doctrina del renacimiento
enseña que cada Ego es una parte integrante de Dios, desarrollando
todas sus divinas posibilidades; que, mediante existencias repetidas en
cuerpos cada vez más perfectos, esas posibilidades latentes se van transformando
en poderes dinámicos; que nadie se pierde en ese proceso,
sino que toda la Humanidad alcanzará finalmente la meta de la perfección
y la reunión con Dios. Lo que somos, lo que poseemos y nuestras buenas
cualidades son el resultado de nuestras acciones del pasado. Lo que nos
falta física, mental o moralmente, puede ser nuestro en el futuro. Lo que
sembramos es lo que recogemos. Cada vida nos proporciona las experiencias
necesarias para nuestro progreso evolutivo. Y, si no se nos permite
encarnar en un cuerpo físico, no podemos vivir esas experiencias.
La idea, generalmente aceptada, sobre el hecho de matar (excepto
para la mente muy materialista que sólo acepta la forma) es la de que la
«vida» termina simplemente porque el cuerpo no puede seguir funcionando.
Pero esto es un error. La vida es eterna, como enseñan, tanto la
Biblia como la ciencia oculta; y el espíritu individual, que ocupa un cuerpo,
o que empieza a ocuparlo, no puede ser destruido. Pero, por supuesto, la
forma en la cual ha de vivir en la Tierra para conseguir la experiencia
necesaria para su progreso, puede ser, y frecuentemente lo es, destruida.
El hacer esto es tan reprensible como infringir cualquier otra de las
leyes espirituales que gobiernan el universo. «No matarás» es una ley
básica de la Humanidad, aunque se trate sólo de la forma, y los que la
desafían, mediante el aborto o de cualquier otro modo, tendrán que experimentar
en el futuro un grave castigo.
La Santa Fuerza Creadora
Otro punto de vital importancia, a tener en cuenta en relación con la
práctica del aborto, es la santidad de la fuerza creadora en el ser humano.
Es el aspecto Espíritu Santo, tanto en Dios como en el hombre, de que se
habla en numerosos pasajes de la Biblia (Mateo 1:18; Marcos 1:8; Lucas
1:15; Juan 14:26; Hechos 2:4, etc.), el poder empleado, no sólo para
crear cuerpos físicos sino, en un nivel más elevado, grandes obras literarias,
poéticas, artísticas, musicales, científicas, etc. El mal uso de ese
sagrado poder, para la gratificación de los sentidos, es la «gran transgresión
» de que se habla en el Salmo 19:3. Es el «pecado (acto contrario a la
ley espiritual) imperdonable», que debe expiarse mediante el sufrimiento
que suponen las enfermedades y mediante futuras incapacidades físicas
y mentales. Como Cristo dijo explícitamente: «A los hombres se les podrá
perdonar cualquier pecado o blasfemia, pero la blasfemia contra el Espíritu
Santo no tendrá perdón» (Mateo 12:31).
Cuando se considera el intrincado e inspirador proceso que tiene
lugar en los mundos invisibles, y que incluye las actuaciones de los ángeles
y sus ayudantes, para traer de nuevo un Ego a un cuerpo físico, y
todas las pasadas causas y efectos que intervienen en este acontecimiento,
uno debería reflexionar antes de destruir el vehículo infantil, aunque
lleve poco tiempo formándose. Permítasenos exponer brevemente
cómo describe este proceso la ciencia oculta.
Preparación del Ego para el renacimiento
Tras haberse llenado de fuerza en la inefable armonía del elevado
mundo llamado Tercer Cielo (mencionado por San Pablo en II Corintios
12:2), el Ego siente deseos de nuevas experiencias en el mundo físico y
empieza a considerar un nuevo nacimiento. Ello conjura ante su visión
una serie de imágenes y, ante él se despliega un panorama de la futura
vida, conteniendo los acontecimientos principales, y que empieza en la
cuna y termina en la tumba. En algunos casos, son varios los panoramas
entre los que el Ego avanzado puede escoger.
Escogida que ha sido la futura vida, el espíritu, que posee sólo las
fuerzas de los átomos simiente (los núcleos de los cuerpos denso, vital y
de deseos, y la envoltura de la mente), comienza su descenso al Mundo
Físico. Las fuerzas de la mente de la última vida despiertan de su latencia
en el átomo simiente y empiezan a atraer materiales afines a su vibración,
de la Región del Pensamiento Concreto. Y lo mismo sucede a continuación
con los cuerpos de deseos, etérico y físico. Ese material forma una
figura en forma de campana, abierta por arriba, donde están los átomos
simiente. Cuando llega el momento indicado, la construcción del nuevo
cuerpo y su colocación en el ambiente apropiado es labor de cuatro grandes
Seres, conocidos como los Ángeles Archiveros o los Señores del
Destino. El cuerpo vital lo construyen los habitantes del mundo celeste y
los Espíritus de la Naturaleza, dando lugar a un cerebro de determinadas
características. Además, el Ego reencarnante le incorpora la quinta esencia
de sus anteriores cuerpos vitales y añade un pequeño trabajo original.
El cuerpo vital, una vez moldeado por los Señores del Destino, dará
forma al cuerpo físico, órgano por órgano. Ese molde o matriz se coloca
en el útero de la futura madre. El átomo simiente del cuerpo físico se
encuentra en la cabeza triangular de uno de los espermatozoides del
semen del padre.
Una vez ha tenido lugar la fecundación del óvulo, el cuerpo de deseos
de la madre trabaja en él durante un período entre dieciocho y veintiún
días, permaneciendo el Ego fuera, en su cuerpo de deseos y su
cubierta mental, aunque en estrecho contacto con la madre. Los vehículos
en forma de campana descienden sobre la cabeza del cuerpo vital y la
campana se cierra por el fondo. El Ego gravita sobre su futuro vehículo,
manteniendo su individualidad y resistiendo la formación, por la madre,
de las células nucleadas de la sangre. Esas células van desapareciendo
gradualmente de modo que, cuando el Cordón de Plata queda anudado
con el avivamiento del feto, todas las células nucleadas han desaparecido
ya y el Ego es el dueño absoluto de su vehículo, que constituye una
preciosa herencia.
Transmutando la fuerza sexual
Vemos, pues que el aborto, si bien no mata al espíritu, que es inmortal,
destruye la forma, esencial para su empleo en la Tierra, e impide la
consecución de la necesaria experiencia, lo cual constituye un acto pecaminoso
y degradante. No importa en qué momento de su crecimiento se
destruya el feto: las consecuencias son igualmente terribles.
Cuál es la solución a esta práctica inmoral? Claramente dicho, el
autocontrol. Los seres humanos tienen que aprender a dominar las tendencias
luciferinas y a no permitir a la sensualidad dirigir sus vidas. Cierto
que es un elevado ideal, pero de su consecución depende el bienestar de
la raza.
Sin embargo, hay que comprender que la mera supresión de la atracción
sexual no es una virtud en sí misma. La fuerza creadora debe ser
empleada dirigiéndola hacia canales más elevados.
En vez de buscar la gratificación física, cuando se sea víctima de las
apetencias de la naturaleza inferior, el individuo deberá fijar sus pensamientos
y su imaginación en algo que desee crear - un poema, una invención,
un cuadro, una composición musical o cualquier otra cosa, como,
por ejemplo, un nuevo negocio - con lo que obtendrá dos resultados: la
realización objetiva, que se acelerará, y el proceso de transmutación o
regeneración, dentro de su cuerpo, que se verá igualmente estimulado.
El ejercicio físico es una ayuda, pero si va acompañado de pensamientos
creadores, es más efectivo.
La meditación sobre asuntos elevados e inspiradores posee literalmente
el poder de transformar las fuerzas que impregnan los fluidos sexuales,
ya que éstos son portadores de fuerza etérica, que es el verdadero
agente creador. Un poema inspirado o un pasaje de las Escrituras pueden
servir de canal para dirigir los pensamientos y la fuerza creadora a las
corrientes ascendentes. Dirigiendo conscientemente corrientes de amor
puro desde el corazón a los centros creadores del cerebro, la actividad
sexual puede transformarse en actividades de la mente y del espíritu con
el correspondiente alumbramiento en los planos mental y espiritual.
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467 - JOYAS ESPIRITUALES - 05/01 - FRATERNIDAD ROSACRUZ DEL PARAGUAY
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con arreglos propios en imágenes , Ceol Edgardo
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